jueves, mayo 03, 2012

Personajes morales



El discurso de la filosofía y la ciencia va configurando un mundo interconectado y sistémico. Hoy es común escuchar que somos Parte y Todo, al mismo tiempo. Esto me lleva a considerar dónde empieza y termina el espacio de nuestra responsabilidad y al pensar en  la tarea de dirigir, me pregunto a qué nos comprometemos cuando aceptamos esa responsabilidad.

Puede ser que tomar una posición de mando intermedio sólo nos lleve a pensar que esa responsabilidad se limita a asegurar que ciertas tareas se realicen con eficiencia o que se logren ciertos resultados acotados y concretos, sin embargo desde el momento de la aceptación, incluso de una posición como esa, formamos parte de una cultura que reforzamos o que colaboramos a cambiar, aumentamos nuestro ámbito de influencia en otras personas, tenemos la oportunidad de modelar y de ser referentes. No es, por tanto, una responsabilidad menor. Tal vez no  sea visible para quien la acepta, pero ahí está.

Leía recientemente un artículo de Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, a quien sigo desde que en 1.991 leí su libro “Ética sin moral”. En el artículo se refiere al filósofo MacIntyre  cuando decía que se puede detectar la moral distintiva de una época y lugar a través de sus personajes morales”.  

Es decir aquellos que se convierten en arquetipos morales de una época, país, comunidad o empresa y desde luego no se refiere a quienes mantienen prácticas de buena ética, sino a los que desde una moral determinada logran ser modelos de éxito social.


Hoy precisamente nuestra sociedad se enfrenta a una crisis cuando sus personajes morales, los que triunfan, son cantantes, futbolistas, empresarios que juegan con las finanzas, políticos corruptos, narcos, religiosos pederastas y se produce un descrédito de las instituciones que habían permitido durante una época construir un equilibrio social de progreso.  

Tengo el mayor respeto por los cantantes y los futbolistas, por cierto, los expongo exclusivamente porque son referentes para las nuevas generaciones. Hay muchos más jóvenes que quieren ser Alexis Sánchez o Nadal, que los que quieren ser médicos sin fronteras. En estos casos podemos rescatar al menos el valor del esfuerzo y la superación personal. 


¿Quiénes son los personajes morales de las organizaciones en los que trabajamos, quienes  son aquellos que se convierten en el modelo de éxito? ¿Los directivos que mantienen fuertes principios éticos? ¿Los que se dedican al desarrollo del talento de sus colaboradores? o ¿Los que  se especializan en trepar dejando los muertos en el camino que sean necesarios para lograr sus objetivos?

Precisamente porque vivimos una época especialmente crítica, coincido con Adela Cortina en que es necesario  que emerja la conciencia en quienes tienen responsabilidades de dirigir, de convertirse en personajes morales que reinspiren a los ciudadanos en el caso de los políticos y los empresarios y que inspiren a los empleados, en el caso de los directivos en cualquiera de sus niveles en la jerarquía organizacional. Es necesario, para ello un nuevo relato del éxito y ese relato se construye en la interacción que se da en todos los espacios en los que las personas nos relacionamos, las organizaciones son uno de los más importantes, en ellas pasamos muchas horas de nuestra vida y en ellas quienes dirigen tienen mayor posibilidad de poner temas, discursos, ideas, objetivos, prácticas sobre la hipotética mesa alrededor de la que discurrimos.

Invito por eso a preguntarse ¿Qué personaje moral estoy siendo? O como planteo en mis talleres de liderazgo ¿En qué soy ejemplo? ¿Qué hay en mi conducta que quisiera que fuera imitable? Lo escribo porque quiero que para mí mismo sea un tema central en mi rol de coach y porque los relatos empiezan en muchas partes y propagarlos es tarea de todos.