miércoles, noviembre 30, 2005


O pudo ser otro el silencio

Claro que tengo otras versiones sobre estas semanas de encierro de la palabra, pudo ser el silencio de los Bartleby, porque me quedé prendado de ese libro magnífico de Enrique Vila Matas "Bartleby y compañia". En la primera página, debajo de las fechas de inicio y terminación de la lectura, escribí: "Me quedo lleno de sugerencias, lleno de cuentos para no escribir, con la sensación de haber asistido a una clase magistral"

¿Qué podemos hacer ante las cosas magistrales si no es guardar un silencio respetuoso, un silencio de aprendiz, un silencio límpio por el baño de humildad recibido?

Vila Matas habla de lo "bartlebys" tomando el nombre del relato magnífico de Herman Melville "Bartleby el escribiente", aquel cuyo universo era su oficina, negándose a la vigencia de otro mundo, incluso el de su expresión. A Bartleby pertenece esa respuesta lacónica, lapidaria y permanente cuando le preguntan que cuente algo sobre él y sobre su vida -"preferiría no hacerlo"-contestaba.

En el libro, Vila Matas se pasea por la opción de muchos escritores "bartlebys "que un día deciden dejar de escribir, no volver a caligrafiar palabra alguna y se refugian en el silencio para siempre, Hölderling, Walser, Rimbaud, Henry Roth, Salinger, Juan Rulfo, mi admirado, decenas, cientos, que sin saber por qué un día toman la decisión de callar, como si ya no cupiese decir nada más, como si todo su aporte estuviese hecho, o tal vez, porque descubren otro sentido para el resto de sus días: La negación de sí mismos, de la palabra que nos confunde, que nunca es capaz de expresar la riqueza que está en nuestra percepción, en la forma que por un instante capturamos la profundidad de las cosas o lo sentimientos.

Tal vez callamos ante la imposibilidad de aprehender lo esencial o de expresar lo que realmente queremos decir. Tal vez callamos en esos momentos en que no sabemos lo que hay que buscar.

Me he hecho esta pregunta ¿En qué ámbitos guardo silencio? ¿Qué preservo con ese silencio? ¿Qué evito? ¿Qué cosas no suceden a partir de él? y he empezado también a hacerla en mis sesiones de coaching de esta semana. Ha resultado una apertura interesante, porque siempre una noción de lo esencial ha estado cerca: eso que no sabemos pero que nos ronda como una sombra.

Copio un párrafo memorable del libro antes de terminar esta noche de un mes nuevo

"Joubert conoció la felicidad del arte del extravío, del que fue posiblemente su fundador.
Cuando Joubert dice que no sabe muy bien en qué consiste lo esencial de su rara tarea de extraviado, me trae a la memoria lo que le ocurrió un día a György Lukács cuando, rodeado de sus discípulos, el filósofo húngaro escuchaba un elogio tras otro acerca de su obra. Abrumado Lukács comentó <> <<¿Y qué es lo esencial?>> le preguntaron, sorprendidos. A lo que él respondió:El problema es que no lo sé "

Dado que no lo sabemos, podemos calladamente concentrarnos en hacer bien lo que cada día sí podemos hacer

A veces llega una ráfaga de silencio

Me pasa, a veces llega una ráfaga de silencio y considero que lo mejor es permanecer callado, anotando las ideas que desarrollaré, llenando un cuaderno de pastas negras en las que sigo practicando el arte (?) de escribir a mano.

Es el silencio de Puyehue. Allí me fui el 19 de octubre para asistir al encuentro de coaches organizado por Newfield que se llamaba "Recuperando la belleza de lo cotidiano", me fui también a estar solo, a tener que quedarme a la fuerza conmigo mismo, sin clientes, sin consultores a los que orientar, sin citas, sin coachees, sin minutas...me fui a estar unos días con juan vera, este que se escribe con minúscula, que no tiene que saber, que no tiene por qué estar siempre bien, que, con frecuencia, está tan desorientado.

En la agenda aparecían Verónica Olalla, Julio Olalla, Cristopher Cooke, Fernando Cifuentes, Patricia May, también estaba Suzanne Williams en Aikido, pero nunca fuí, aún no quiero aprender a caer, más bien estoy aprendiendo a que me duelan los golpes, de forma que me autoliberé de 19.00 a 21.00.

Lo que me pasó fue que, por primera vez, tuve visualizaciones de imágenes nunca antes vistas, como si tuviera un programa en tres dimensiones abierto en mi cabeza, durante las meditaciones con Verónica Olalla, (Te doy las gracias por ello, Verónica) que con Julio regresé a las preguntas de siempre y me encontré con la emoción de estar desvalido como antes, es decir adolescente (te doy las gracias por ello Julio), que dominé mi arrogancia intelectual para no discutir con Cristopher Cooke, que pude observar sin bronca interior su forma de no responder como yo esperaba que respondiera y parte de ese logro tuvo que ver con su forma de estar de pie delante de la sala junto a su fantástico pero frio PowerPoint, con una quietud interior sobrecogedora (Gracias por ello Cristopher) que pinté como cuando era niño, sin miedo al ridículo, sin desasosiego por no encontrar el color o el trazo, siguiendo la llamada de una visión sugerida por la música del trompe tocado por Fernando Cifuentes, el pintor chileno (Gracias por ello Fernando) que me llegaron las lágrimas como un caudal irrefrenable mientras hablaba Patricia May y no era lo que decía, era su presencia, su manera de decir "belleza" (Gracias por ello Patricia, aunque a ti te di las gracias mientras paseabas por el camino de los notros)

Y eso fue, a veces algunas cosas vienen con tanta vida que solo queda la posibilidad de vivirlas, de quedarse en silencio durante un rato o unas semanas, mientras que todo se posa en el interior como esas nubes de polvo que la luz permite ver durante un instante.

¿Y qué tiene que ver esto con el coaching?

Lo iremos viendo. No estoy seguro. Yo creo que sí.

Tiene que ver con la importancia de conectarse con uno mismo, con la necesidad de pensarse callado, de darse cuenta. Es por eso que el silencio, por eso que yo le digo a "J "y a "M" y a "H" y a "I" "No tengas prisa en contestarme, no te contestes tu tampoco, deja que la pregunta haga su trabajo, que hunda su azada, que remueva el barro, que ponga la luz sobre ese polvo que gravita incesante de una forma invisible en nuestras vidas"

Por eso, hoy que vuelvo a este blog del coaching, pienso que tiene que ver, que tiene mucho que ver.