martes, marzo 05, 2019

Conversando sobre Coaching Politico con Luis García


Luis fue uno de los organizadores del primer programa de Coaching y Política (así se llamaba entonces) que realicé en Chile. Fue en el año 2.013. Con él hemos seguido hablando de estas dos pasiones de ambos: el coaching y la política. Me pidió hace unos días hacerme una entrevista para publicar en su página de "Cambio 3 Consultores". Este es el resultado

 En diversas ocasiones hemos oído hablar de "coaching político", pero no siempre está claro que es lo que se quiere decir con ello. Al otorgar el calificativo de "político" al coaching, ¿estamos diciendo que el coaching en sí mismo es político?, ¿o es que podemos distinguir un coaching que es político de otros que no lo son? En cualquiera de los dos casos, ¿de qué manera el coaching puede ser político?

Tú pregunta Luis me invita a responder sí y no. El sí correspondería a mi interpretación de que la Política tiene que ver con hacer posible la convivencia social y en la medida en que el coaching, en cualquiera de sus apellidos, trata de expandir la conciencia de las personas y los grupos, podríamos considerarlo un hecho político.
Ahora bien, cuando tú y yo hablamos de coaching político, hablamos de aquel que trata sobre quiebres de índole política. En este sentido el hecho de hacer coaching a alguien de la esfera política, no lo configura en si mismo como coaching político, podria ser un coaching de vida a alguien que, por ejemplo tiene problemas de relación con sus hijos y que circunstancialmente ocupa una posición en el espectro público/político.

- ¿Cómo se relaciona el coaching con el poder, y especialmente el poder político?

El poder se hace patente cuando queremos lograr algo. Alguien tiene poder cuando es capaz de que otros hagan algo que sin su intervención no harían. Implica una responsabilidad, entra en espacios éticos porque involucra a otros. Con frecuencia ese poder nos viene dado por roles y todo ello plantea una necesidad especial de acompañamiento en la medida en que la persona que lo puede ejercer quiere asegurarse de que es capaz de ver todas las implicancias y seguir el camino más beneficioso para su propósito, generando valor social con el menor impacto negativo para el resto de los stakeholders.
Cuando esto ocurre en la Política el impacto es más notable y la responsabilidad mayor; por eso cada vez el coaching se abre más como un espacio diferente a la asesoría política o de imagen, buscando la consistencia desde un apoyo independiente de lealtades e intereses.

- Una cantidad muy importante de personas -probablemente la mayoría- tiene una muy mala percepción de la política en general y de los políticos en particular.  ¿De qué manera el coaching puede aportar a la calidad de la política?

Efectivamente hoy la mayoría de las personas denostan a la política a partir de las conductas inadecudas de muchos políticos. Comprendo ese sentimiento y, a la vez, lamento la generalización que supone confundir una actividad necesaria, de alto valor social, con comportamientos poco éticos que corresponden a las personas y se dan en los distintos roles, profesiones y sectores, no sólo en el ámbito político.

Tu pregunta a su vez contiene la respuesta. El coaching, en la medida en que contribuya a promover que los actores políticos (y aquí se incluyen cargos, representantes y ciudadanos activos) escuchen con mas apertura lo que la sociedad les pide, cumplan sus compromisos, sean consistentes con los valores que inspiran sus programas y busquen el bien de todos por encima del bien personal, estará aportando a la calidad de la Política, para que podamos escribirla con mayúscula.



- En el ámbito de la política podemos distinguir a aquellas personas que ocupan cargos a los cuales han accedido por votación popular o alguna otra forma similar (dirigentes de partidos y movimientos políticos, concejales, alcaldes, parlamentarios, etc.) de aquellos que ocupan cargos directivos en organizaciones de naturaleza política (ministros, subsecretarios, jefes de servicios, ejecutivos de empresas del estado, etc.) designados por alguna autoridad política. Desde el punto de vista del coaching, ¿qué diferencias podemos establecer entre unos y otros? ¿Cuál es la importancia -si es que la tiene- de esta distinción?

Metodológicamente no plantea, en mi experiencia, una diferencia mayor. En la casuística de las conversaciones se aprecian algunas diferencias, en el caso de los designados el Programa de Gobierno se convierte en un eje de coherencia fundamental y en el caso de los elegidos, la escucha activa de los ciudadanos es central, considerando que la velocidad en que las cosas cambian en el mundo de hoy relativiza el concepto de representatividad. Nadie puede considerar que si fue elegido hace un año eso le permite sentirse representante de lo que se va a votar hoy.

-       Finalmente, ¿qué recomendación puedes hacer a los coaches que tienen interés de aportar al mejoramiento de la calidad de la política.

Permíteme Luis que primero me dirija a todos los coaches y esto es porque sigo sin entender que tan pocos coaches se interesen por el coaching en la Política y el Poder. Si creemos, como pienso que creemos, que los coaches tenemos herramientas poderosas para mejorar las conversaciones (incluidas aquellas consigo mismo) y por ende las relaciones de aquellos a quienes acompañamos ¿Cómo no poner esa capacidad a disposición de aquellos que pueden influir de una manera más decisiva en el futuro de la sociedad en la que vivimos?  Quiero dejar esta pregunta abierta y en voz alta.

En cuanto a todos aquellos interesados en estos dominios, les dejo el mensaje que para poder intervenir en ellos tienen que abrirse a adquirir distinciones que les hagan ser percibidos como una oferta posible, tienen que abrir su corazón al mundo que nos rodea, perseguir su propósito e interesarse por ser protagonistas del futuro que anhelan.

miércoles, febrero 20, 2019

¿Por quién vas a desdibujarte?


No conozco personalmente a Claude Arribas, pero recibo frecuentemente sus mail planteando distinciones del coaching sistémico de la escuela de Alain Cardon al que representa. El pasado diciembre, a manera de felicitación del nuevo año, envió esta imagen de la obra colectiva de Robin Comte, artista en Arte Singular y Laura Calabuig, artista en Arte Abstracto.

Una obra a dos manos a la que vuelvo esta noche de superluna y oscuridad. En el texto que acompañaba venía este párrafo que me pareció inquietante: "Cada artista se ha desdibujado por el otro, cada uno se ha olvidado por el otro, cada uno se ha desprendido de sí mismo, de su ego, del resultado personal. Y le han hecho sitio así a otro resultado, a otra libertad: nunca el uno sin el otro habrían dado existencia a esta creación, estos colores, esta expresión, esta otra alegría, esta nueva dicha."


Mas adelante decía "¿Por quién vas a desdibujarte? Olvida tu ego para que pueda aparecer el colectivo de verdad, el que es desconocido, bello, natural, sano, el que va a permitirte ser, ser bello juntos, ser libre juntos…"


¿Hemos de desdibujarnos? ¿Habremos de aprender a que sin otros no somos arte? Me veo en un espejo en el que no se refleja mi cara, sino la tuya, diciéndote: No soy nada sin ti. Supongo que esa profunda convicción da la fuerza para transformarlo todo y no claudicar al infierno feroz del desaliento. 



viernes, febrero 15, 2019

¿Cuáles son las perspectivas del coaching directivo en el futuro?


En el sitio La nota latina.com aparece la segunda entrevista que me realizó Ángel Armas en la Convención de Coaching Ejecutivo del mundo CEGO celebrada en Lima. Transcribo a continuación su contenido.
Al reflexionar sobre cuáles son los nuevos escenarios que se prevén en el futuro, Juan Vera, socio y gerente de proyectos en Gestacción Consultores, plantea que “vamos a un mundo en el que lo que considerábamos espacio de lo predecible, lo previsible, está abierto a avances y velocidades que pueden significar en un momento determinado una disrupción del propio marco interpretativo en el que estamos”, dijo el experto en el marco de la IV Convención Internacional de Coaching Ejecutivo de Mundo CEGO, celebrada el pasado noviembre en Lima, Perú.
Vera moderó el panel de CEOs “Nuevos escenarios y desafíos de las organizaciones y líderes del siglo XXI”, diseñado para articular un espacio de conversaciones que generen valor, a partir de explorar los nuevos escenarios en los que se mueven las organizaciones, entender las dinámicas del cambio que estamos viviendo y los desafíos de este siglo. Para este espacio, fueron invitados: Rossina Caballero, Ex Gerente de Gestión Humana de La Positiva Compañía de Seguros; Manuel Infante, Director de Farmacia Universal; Jorge Bermúdez, Vicepresidente y Gerente General de Minería y Minerales para las Américas de Jacobs, y Alejandro Marín Giraldo, Gerente General de Laboratorio Médico Echavarría.

Escenarios mutables

Vera manifiesta que “puede haber muchas cosas positivas no previstas hoy a partir de la irrupción de la tecnología aplicada para el bien. Está claro que esa irrupción provocará que aparezcan escenarios en los que las personas realizarán trabajos y tareas completamente distintas a las que hacen hoy, en los que el concepto de lo territorial y sus fronteras, que todavía existe, será cada vez más insostenible”. Juan se imagina “escenarios que son mutables, que están integrados, que son multifronterizos, de múltiples aristas, con múltiples superficies de contacto; en los que lo imprevisto no puede ser concebido como un error del sistema, sino como parte de una evolución que está en su propio devenir”.
En cuanto a las dinámicas que rigen el cambio y qué cualidades se requieren para su comprensión, expresa “la principal característica asociada a estos cambios es la aceleración, que ocurre de manera permanente e inusitada lo que trae la ruptura de la validez atemporal de las interpretaciones, una permanencia que hasta ahora había sustentado la manera en que hacíamos empresas y organizaciones”. En este sentido, advierte que como consecuencia, “se requiere una resignificación del liderazgo”.

Aprender habilidades para liderar en un mundo líquido

¿Cuáles son los nuevos escenarios y desafíos de organizaciones y líderes del siglo XXI?Esta resignificación del liderazgo implica para él: “acompañantes con propósito, con la voluntad de generar espacios de sentido, que den la confianza para que las personas se movilicen, aún cuando no tengan respuestas ciertas”. Según él, “otro requerimiento de este futuro que emerge es la inclusión. Aparecen múltiples actores que no se pueden “despreciar”, son legítimos, tienen una visión positiva del futuro, aunque sea diferente a la nuestra y tendrán impacto en la aparición de nuevas prácticas”. Añade como otra competencia “el manejo de la multiculturalidad e interculturalidad, trabajar en espacios con personas de diversas procedencias, orígenes, religiones, orientación sexual, preferencias en ámbitos muy concretos, lo que implica la necesidad de generar espacios que lo permitan”. Puntualiza que “es un hecho que van a coexistir generaciones muy distintas y diversas; la población se enfrenta a una prolongación de su vida útil, no tendrá sentido pensar en una sociedad laboral que se retira a los 60-65 años. 
Por otra parte, aparecerán generaciones de nativos digitales altamente tecnologizadas, impensadas hoy, con una mirada cultural muy distinta a la que tenemos”. Por ello, declara que “escuchar sensible y empáticamente, y de una forma más abierta, será crucial”.
Juan señala que entre los principales desafíos humanos y organizacionales en este siglo está el de “no anclarse, dejar de lado las certezas considerando que hasta ahora sirvieron en un escenario determinado y que como decía Blas Pascal, sólo revelan el cansancio de nuestro pensamiento”. Desde su perspectiva “valorar y validar que entramos en escenarios muy diferentes, implica abrirse a una forma de pensar distinta, que también requerirá un nivel de conciencia superior”. Comenta que “esto es difícil porque implica que las personas que dirigen e influyen en las organizaciones y en las dinámicas sociales deben estar abiertos a la reinvención y eso significa auto-considerarse en proceso de aprendizaje, por muy importante que sea su posición”. Advierte que “en general el ser humano por su naturaleza y su instinto de supervivencia se resiste al cambio, en cuanto que abre una puerta a lo desconocido y, sin embargo, lo que viene por delante es un proceso en el que el cambio será permanente”.
Juan nos sumerge en un concepto novedoso desde el que se nos reta a movilizarnos de forma distinta
“el mundo contemporáneo, siguiendo la metáfora del filósofo polaco Zygmunt Bauman, se ha vuelto un mundo líquido, la velocidad de los cambios impiden la solidificación, la impermanencia de saberes y conceptos, la volatilidad de las relaciones, el desplazamiento de las interacciones humanas por las tecnológicas, la inviabilidad de certezas, vuelve a requerir reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre el sentido del trabajo, de las instituciones, sobre el propio sentido de lo humano porque las fórmulas aprendidas son insuficientes”.


La legitimación del otro como pilar de nuevas conversaciones organizacionales


Al responder la inquietud sobre qué conversaciones requieren darse en este mundo fluido, plantea “aquellas en las que se establecen las bases, de acuerdo a la interpretación clásica, para generar conversaciones para posibles conversaciones, es decir aquellas que más que la coordinación o la búsqueda de posibilidades, aseguran la legitimidad de los actores”. Continúa complementando “esto que desde la ontología del lenguaje, se plantea como la necesidad de que para que las conversaciones generen realidad deben haber procesos de legitimación profunda, de cómo aceptar a ese otro distinto, con ideas que nos pueden parecer subversivas, contrarias y a las que tendríamos que abrirnos, observándolas simplemente como distintas, valorando su derecho a ser”.
Alerta que “de lo contrario, llegaremos a un proceso de dominación de unas ideas sobre otras, a un proceso de exclusión”. Piensa, sin embargo, que este escenario “afortunadamente está en riesgo a futuro, dado que para ello sería necesario una ceguera absoluta que permita que crezca la desigualdad en el manejo de la información, que se licúen también los valores y nos aboquemos a entrar en un mundo de ciencia ficción”. Esto lo dice ya que tiene “confianza en que las personas nos vamos a dar cuenta de esto, y que por tanto llegaremos a trabajar en una legitimación profunda, que permita hablar para comprendernos y no para vencernos. Ya la inteligencia artificial resolverá los problemas de coordinación de todo lo previsible, confío en que escojamos el camino de la comprensión y la benevolencia”.
Se refiere a un profundo viraje sobre la importancia que tendrán las conversaciones en el mundo organizacional. Más conversaciones para ampliar la calidad de las relaciones que para coordinar acciones que estarán resueltas desde la tecnología.

El rol de los valores

Para Juan Vera, en ese mundo cada vez más tecnológico y digital, los valores juegan un rol medular: lo que pasa a ser central en los sistemas de educación de los países para la formación de sus nuevas
generaciones son los valores que aseguren la convivencia. Con base en ello se pregunta: “¿Cuáles son los valores que hay que defender y construir para que una sociedad siga siendo una buena sociedad, para que siga habiendo inclusión, para que siga habiendo encanto y esperanza en el futuro, para que siga habiendo sentido y creamos que tiene posibilidades?”.

Concluye planteándonos que “es un tema en el que debemos invertir tiempo; requiere que reflexionemos como estamos haciendo en esta Convención, para no encontrarnos con generaciones que conocen profundamente la tecnología, pero no han aprendido a relacionarse y convivir. Lo que estamos diciendo configura un conjunto de habilidades y valores que habrán de ser los auténticos drivers del futuro”.
Juan Vera es socio y gerente de proyectos en Gestacción Consultores S.A. y miembro del Directorio Global de Newfield Network. Le apasionan la literatura y el arte, viajar y las conversaciones para inventar mundos, palabras y posibilidades. Sus coordenadas son: www.juanvera.cl – jvera@gestaccion.com – Facebook: Juan Vera

martes, enero 01, 2019

A manera de abrazo...Nosotros


A manera de abrazo para todos mis amigos en este año 2019 que comienza con dos cifras regresivas 20 y 19. Ojalá regresemos a lo que más queramos, a lo más auténtico, a lo que nos hace únicos y diversos, a la ética del amor y al compromiso con nuestros anhelos. Y con ello el desencanto, esa emoción maldita, quede lejos.
“Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías Y también tenemos La alegría de nuestros dolores Porque no nos interesa la vida indolora Que la civilización del consumo Vende en los supermercados Y estamos orgullosos Del precio de tanto dolor Que por tanto amor pagamos.
Nosotros Tenemos la alegría de nuestros errores, Tropezones que muestran la pasión De andar y el amor al camino, Tenemos la alegría de nuestras derrotas Porque la lucha Por la justicia y la belleza Valen la pena también cuando se pierde Y sobre todo tenemos La alegría de nuestras esperanzas En plena moda del desencanto, Cuando el desencanto se ha convertido En artículo de consumo masivo y universal. Nosotros Seguimos creyendo En los asombrosos poderes Del abrazo humano."
Eduardo Galeano.

lunes, diciembre 31, 2018

Lo invisible, lo insignificante




En el número 17 de la Revista Conversaciones de Coaching aparece el artículo que  reproduzco aquí:


“Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”, le dice el zorro al Principito. 

No vemos la honradez con los ojos, pero la sentimos, no vemos la forma del amor ni sus colores, pero lo experienciamos. No podemos hablar de eficiencia para hablar del amor, ni cuando en los mundos complejos nos enfrentamos a desafíos en los que debemos dedicar tiempo a pensar, a conversar, a descartar, a permitir que los fenómenos decanten sus procesos y dejen que la calidad emerja a su ritmo.

Lo que sí requerimos es conocer la naturaleza de la invisibilidad y de los requerimientos que hay detrás de una ineficiencia que nos puede mostrar finalmente
la grandeza. La filosofía y el arte pueden ser ineficientes, caminar despacio mirando los paisajes, las almenas de las murallas o el horizonte del océano Atlántico puede ser ineficiente, sin embargo el pensamiento se sublima en la filosofía, la belleza en el arte, el amor en un largo paseo en el que la presencia captura la velocidad de los pasos o la oportunidad de las palabras dichas.

Cuando hacemos acompañamiento en las organizaciones, en los conflictos sociales o en el desempeño de los roles, la práctica de cierta comprensión del coaching tiende a buscar la mejor forma de coordinar acciones, de hacer que las cosas ocurran. La intención es buena, pero supone que hay un entendimiento común de la acción, que existe un acuerdo sobre la decisión de llevarla a cabo, que tenemos la disposición para hacernos cargo. Demasiados supuestos que no siempre son reales. En esa brecha podemos poner las artes de nuestro oficio, es cierto.

Entender la acción no suele ser el problema, el alineamiento con su implementación es menos común, porque supone intenciones y aún más allá, una interpretación del sistema en el que esa acción se inserta; pero el problema de fondo en el coaching  o el acompañamiento de las conversaciones sociales es  el de la legitimación de quienes deben ponerse de acuerdo para que algo suceda, porque su aporte es necesario, porque su empuje y conducción son requeridos o porque su oposición debe ser disuelta o postergada.

Para lograrlo no podemos invocar a la eficiencia. La legitimidad o su ausencia son invisibles, necesitamos sentarnos alrededor de un fuego protector, mirarnos a los ojos, reconocer el aliento común de lo humano, permitir que la diferencia no nos lleve a considerar enemigo a quien es diferente. La eficiencia, entonces, no tiene que ver con dedicarle más o menos tiempo, sino con hacer aquello sin lo cual los resultados no se lograrán o se darán de forma inequitativa, desigual o con altos costos para la dignidad y la excelencia.

Pueden pasar horas, días, meses, para que la interlegitimación ocurra. Las conversaciones para posibles conversaciones, así las llama la escuela de coaching que se denomina ontológico, aunque nunca alcanzo a saber muy bien por qué; esas conversaciones, digo, son esenciales para que los grandes desencuentros reduzcan su distancia.

El Papa Francisco ha mostrado en su mandato (no creo que debamos seguir usando la palabra pontificado) una clara propensión a lo que llama la Cultura del encuentro, que en el fondo constituye su propuesta papal. “Hacia una cultura del encuentro” es el título de un libro publicado en el 2015 en Buenos Aires, cuyo editor es Mons. Víctor Manuel Fernández, Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina.  Y cito esto porque dia a día me aparece la idea de que los coaches tenemos el desafío de trabajar para esa cultura del encuentro, aunque algunos, como yo, veamos a las religiones como matrices ideológicas que dificultan el encuentro, como en general lo dificultan todas las ideologías y los fundamentalismos.

“Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adios y yo te regalaré un secreto (…) Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que tú has perdido con ella” Eso le dice el zorro al Principito.

Todas las rosas tienen una belleza magnífica, la nuestra es aquella que cuidamos, encontrémonos con los otros jardineros de rosas para entender el profundo cuidado que hay en sus corazones, su desazón, su soledad, tal vez así más que discutir por la rosa más bella, nos encontraremos con nuestros anhelos similares.


Acompañar esos encuentros como invisibles hilos mediadores puede ser poco eficiente a los ojos de  algunos príncipes, pero a mis años quiero hacerlo, al cabo ya soy un zorro… viejo.