Nuevamente tengo el privilegio de ser publicado en la Revista virtual "Conversaciones de Coaching", esta vez en su número 7. Esta fue mi columna
Desde dónde hacemos el Coaching
En las
últimas semanas la lectura del libro de Marcelo Krynski “GPS para coaches y
coacheados del siglo XXI” y una posterior conversación con uno de mis maestros
en el primer aprendizaje del coaching: Julio Olalla, repuso en mis
conversaciones interiores la importancia del “desde dónde”, sobre la
importancia del “cómo”.
Cuando
hablamos del “cómo hacemos coaching”, solemos entender que estamos
refiriéndonos a estructuras, herramientas y metodologías y que cuando hablamos
del “desde dónde hacemos coaching”, estamos hablando de creencias,
comprensiones y espacios emocionales, es decir que hablamos del ser que somos y
de las creencias sobre el ser que es el coachee.
En el Colofón
del libro de Krynski ,que tuve el privilegio de escribir, me refiero a mis
aprendizajes más importantes en la práctica del coaching y digo: “Entendí que
los contextos configuran estructuras de relación y en definitiva, como las
culturas, determinan el espacio de lo posible. Eso me llevó a cambiar mi concepto
de la eficiencia en el trabajo del coaching, aceptando que primero tenía que
establecer el contexto para poder llegar a nuevas conversaciones posibles”.
Quise
expresar aquí, que los contextos están más influenciados por el lugar desde el
que partimos para acercarnos a lo que queremos lograr, los valores que mueven
nuestro hacer, los juicios sobre el coachee, sobre el propio concepto de
posibilidad, el cuidado por el otro, la búsqueda de nuestro acto, la entrega al
desarrollo del otro, la libertad de no dejarnos oprimir por una metodología, la
apertura a que el aire que deba entrar en esa estancia misteriosa de la
transformación, pueda efectivamente entrar.
Más adelante
digo “Claro que el nuevo contexto es otro tipo de estructura, en ese sentido en
que los padres de la PNL plantean que la magia tiene estructura. No es entonces
un problema de estructura o no-estructura; tiene que ver con una disposición
fundamental a escuchar lo que el momento nos pide, lo que la vida nos pide;
implica poner sobre todas las cosas al propósito”
¿Y cuál es el
mejor propósito del coaching sino el acompañamiento de otro para que alcance su
mayor despliegue de capacidades? Desde mi punto de vista que ese despliegue de
capacidades mejoren el mundo que habitamos, empezando por su entorno más
próximo.
Y a mi
entender que ese despliegue no se quede sólo en sí mismo depende, en gran
medida, de si el contexto creado trasciende al propio coachee y le invita a
mirar el mundo, lo que pasa fuera, a sus posibilidades de ser un actor activo, a
la interdependencia de su hacer con el sistema en el que lo hace, de su vida
con la Vida.
A la vez creo
que podemos estar de acuerdo que inspiramos a una vida mejor cuando esa vida mejor
es reconocible en nosotros y desde ella acompañamos y hacemos del coaching una
tierra llena de semillas que no se agotan en quienes las reciben.
Puede parecer
que nos encontramos ante el permanente diálogo sobre fondo y forma, en el que
ambos son importantes y el “cómo” tiene que ver con la forma y el “desde donde”
se refiere al fondo. No negaré que esa es una de las lecturas implícitas y sin
embargo esa conversación interior que el libro y el diálogo a los que me he
referido me provocan me lleva a considerar que el “desde donde” es más que un
fondo; es un origen, un impulso que va mas allá de la técnica y la intención,
una fuente de inspiración que se produce cuando estamos conectados con algo que
nos supera y que aparece en el acto de servir. Puede ser que esté hablando del
amor.
Foto de Riyad Aljarei