jueves, agosto 27, 2009

Coaching y Política (1)


En el mes de noviembre el capítulo español de la International Coaching Federation celebrará su Encuentro o Congreso anual y me han invitado para que presente una de las ponencias largas, sobre el tema "Coaching y Política". Parece ser que acumulo alguna experiencia en haber trabajado con personas que ostentan cargos políticos. Dicho de esta forma eludo la disquisición sobre si un directivo público es político o no. Puede ser que no lo sea, en el sentido mas estricto de la palabra, pero el cargo que ocupa es de confianza política y su cometido opera en un contexto que tiene alta significación política.

He hecho un boceto de estructura en el que distingo entre la Gestión de lo político y la Gestión de Instituciones Públicas, para convenir que cuando se dirige una Institución Pública es necesario considerar la Gestión del Entorno Político como un aspecto esencial para hacer una buena gestión de sus objetivos fundamentales ¿Es distinto en lo privado? Me hago estas preguntas a mi mismo e invito a los lectores a responder desde su experiencia.

Por otra parte cuando el directivo lo es en una Institución Pública está aceptando que trabaja en el espacio de lo público, es decir en aquel que es de todos los ciudadanos, donde todos tienen propiedad y derechos ¿Significa eso que los funcionarios son también propietarios? ¿Qué preguntas puede hacerse entonces el directivo para no caer en la arrogancia de considerarse el dueño de su cargo? ¿Es necesario hablar entonces del nivel de legitimidad de la representación política?

¿Cómo afecta a esa legitimidad la menguante participación ciudadana en los procesos electorales y en la participación en los partidos políticos? ¿Será que es una señal de buen funcionamiento de la democracia que permite a los ciudadanos desentenderse o que los ciudadanos encuentran que sus necesidades se resuelven en otros ámbitos? ¿Son válidas estas preguntas para el directivo público? Si lo son estaríamos aceptando que aún cuando este dotado de competencias técnicas de gestión, las preguntas mas significativas son de índole política.


Quiero llegar con esta reflexión a la importancia que para mi fue revelándose con el tiempo, que el coach de directivos públicos, necesita tener distinciones políticas en el sentido griego de la palabra. Ésto que ahora veo como obvio fue uno de mis primeros descubrimientos. No basta con tener distinciones de gestión si no están conectadas con la inquietud por mantener presente el cuestionamiento: ¿Qué quiere la sociedad en la que actúo y qué promesa hicimos? para no perderse en la contingencia de lo cotidiano.

Mi primera conclusión entonces es que el coaching en el espacio político debe estar interrogándose por los objetivos, por los beneficiarios de esos objetivos, la mirada de plazo y la distancia a la que nos encontramos. Desarrollaré esta idea en mi próximo post.

sábado, agosto 15, 2009

Saber y Querer, en medio la Exigencia



Empiezo mi conversación con "P", abro el encuentro con mi pregunta habitual: ¿Qué ha pensado sobre los temas que tratamos en nuestra última reunión? ¿Que ha sentido? Me dice que ha cambiado el lenguaje. Está siendo más directa en precisar sus juicios y aquello que quiere. Siente que avanza, pero que todo va muy lento.

Aún le cuesta convencerse que algunas personas puedan desarrollar habilidades blandas, sin embargo tiene un caso muy cercano a ella, en el que se produjo una gran transformación. Eso la esperanza y la confunde.

Me cuenta del caso de uno de sus colaboradores (su segundo de abordo) que es como una sierra. De pronto tiene actitudes proactivas y despliega capacidades de liderazgo a su alrededor, pero pronto recae, dice ella.

Eso significa que el recurso lo tiene, es decir: saber, sabe, porque en determinados momentos muestra que puede hacerlo, le digo, lo que no siempre tiene es la voluntad o la motivación para hacer las cosas.

Esa es una distinción importante que le sería muy útil. Una cosa es que no tenga el recurso conductual o la competencia y otra que no tenga el motivo para ponerlo en marcha, que no se sienta en el contexto o las condiciones para hacerlo. En el segundo caso el rol de un líder es generar esas condiciones. Los motivos para la acción que ella ve no están presentes en el otro o las prioridades del otro son distintas ¿Qué le hace pensar que se ha producido el compromiso, por qué aceptar que la alineación es un hecho?


P asiente, hay demasiadas cosas que damos por obvias. Para un directivo sería una gran ventaja que las personas tuvieran una tendencia natural a comprometerse con su plan ¿Pero por qué? La animo a hacerse algunas preguntas.

  • ¿En qué momentos esa persona ha dado lo mejor de mi mismo?
  • ¿Que incentivos tenía?
  • ¿Qué características tenía el contexto?
  • ¿Qué valor tiene para él el esfuerzo que le está pidiendo?
  • ¿Con qué otras prioridades o necesidades compite?
  • ¿Por qué medir al otro por el mismo rasero de exigencia que a ella misma?

P me dice que ya son demasidas preguntas por hoy. Percibo que el hecho que vuelva a poner en nuestra conversación el tema de la exigencia hace que se sienta incómoda.

Aprovecho entonces que el Congreso Latinoamericano de Coaching que se celebra este mes en Buenos Aires (al que no podré ir este año) está promocionando los vídeos del doctor Norberto Levy y le hago llegar a ella y mis coachees esta interesante reflexión sobre la exigencia.



¿Es posible realizar lo que queremos? ¿Es posible querer lo que nos piden, aunque sea nuestra propia mente? Parece, le digo a P, que debemos abrirnos a una gran comprensión, a una profunda escucha del otro, incluso a eso otro que hay en nosotros. Ese es un gran desafío de quienes dirigen a otros y un mayor desafío de quienes tenemos la pretensión de dirigirnos a nosotros mismos, para no caer en la ignorancia que plantea el Dr. Levy. Nuestra común ignorancia.