lunes, diciembre 31, 2018

Lo invisible, lo insignificante




En el número 17 de la Revista Conversaciones de Coaching aparece el artículo que  reproduzco aquí:


“Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”, le dice el zorro al Principito. 

No vemos la honradez con los ojos, pero la sentimos, no vemos la forma del amor ni sus colores, pero lo experienciamos. No podemos hablar de eficiencia para hablar del amor, ni cuando en los mundos complejos nos enfrentamos a desafíos en los que debemos dedicar tiempo a pensar, a conversar, a descartar, a permitir que los fenómenos decanten sus procesos y dejen que la calidad emerja a su ritmo.

Lo que sí requerimos es conocer la naturaleza de la invisibilidad y de los requerimientos que hay detrás de una ineficiencia que nos puede mostrar finalmente
la grandeza. La filosofía y el arte pueden ser ineficientes, caminar despacio mirando los paisajes, las almenas de las murallas o el horizonte del océano Atlántico puede ser ineficiente, sin embargo el pensamiento se sublima en la filosofía, la belleza en el arte, el amor en un largo paseo en el que la presencia captura la velocidad de los pasos o la oportunidad de las palabras dichas.

Cuando hacemos acompañamiento en las organizaciones, en los conflictos sociales o en el desempeño de los roles, la práctica de cierta comprensión del coaching tiende a buscar la mejor forma de coordinar acciones, de hacer que las cosas ocurran. La intención es buena, pero supone que hay un entendimiento común de la acción, que existe un acuerdo sobre la decisión de llevarla a cabo, que tenemos la disposición para hacernos cargo. Demasiados supuestos que no siempre son reales. En esa brecha podemos poner las artes de nuestro oficio, es cierto.

Entender la acción no suele ser el problema, el alineamiento con su implementación es menos común, porque supone intenciones y aún más allá, una interpretación del sistema en el que esa acción se inserta; pero el problema de fondo en el coaching  o el acompañamiento de las conversaciones sociales es  el de la legitimación de quienes deben ponerse de acuerdo para que algo suceda, porque su aporte es necesario, porque su empuje y conducción son requeridos o porque su oposición debe ser disuelta o postergada.

Para lograrlo no podemos invocar a la eficiencia. La legitimidad o su ausencia son invisibles, necesitamos sentarnos alrededor de un fuego protector, mirarnos a los ojos, reconocer el aliento común de lo humano, permitir que la diferencia no nos lleve a considerar enemigo a quien es diferente. La eficiencia, entonces, no tiene que ver con dedicarle más o menos tiempo, sino con hacer aquello sin lo cual los resultados no se lograrán o se darán de forma inequitativa, desigual o con altos costos para la dignidad y la excelencia.

Pueden pasar horas, días, meses, para que la interlegitimación ocurra. Las conversaciones para posibles conversaciones, así las llama la escuela de coaching que se denomina ontológico, aunque nunca alcanzo a saber muy bien por qué; esas conversaciones, digo, son esenciales para que los grandes desencuentros reduzcan su distancia.

El Papa Francisco ha mostrado en su mandato (no creo que debamos seguir usando la palabra pontificado) una clara propensión a lo que llama la Cultura del encuentro, que en el fondo constituye su propuesta papal. “Hacia una cultura del encuentro” es el título de un libro publicado en el 2015 en Buenos Aires, cuyo editor es Mons. Víctor Manuel Fernández, Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina.  Y cito esto porque dia a día me aparece la idea de que los coaches tenemos el desafío de trabajar para esa cultura del encuentro, aunque algunos, como yo, veamos a las religiones como matrices ideológicas que dificultan el encuentro, como en general lo dificultan todas las ideologías y los fundamentalismos.

“Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adios y yo te regalaré un secreto (…) Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que tú has perdido con ella” Eso le dice el zorro al Principito.

Todas las rosas tienen una belleza magnífica, la nuestra es aquella que cuidamos, encontrémonos con los otros jardineros de rosas para entender el profundo cuidado que hay en sus corazones, su desazón, su soledad, tal vez así más que discutir por la rosa más bella, nos encontraremos con nuestros anhelos similares.


Acompañar esos encuentros como invisibles hilos mediadores puede ser poco eficiente a los ojos de  algunos príncipes, pero a mis años quiero hacerlo, al cabo ya soy un zorro… viejo.

domingo, diciembre 30, 2018

Sobre el mundo líquido


Me pregunta Ángel Armas qué es para mi esto que ha venido en llamarse "Mundo líquido" y yo le respondo lo siguiente:

"En el coaching aprendemos a sospechar de nuestras conclusiones y nuestras certezas. Toda certeza nos viene del pasado y puede estar fosilizada. Aprendemos cuando nos cuestionamos y leemos las nuevas señales que disuelven antiguas creencias y seguridades. Entramos  en el flujo de lo líquido como una opción elegida y positiva. Y recalco que hablamos de las certezas aprendidas y no de los valores que, aunque tambien los elegimos, son núcleos de orientación de la acción.


Leyendo a Zygmunt Bauman, el llamado sociólogo de lo líquido, también esa liquidez es la consecuencia de la caida de las instituciones, de la debilitación de los vínculos y de un escenario incierto en el que debemos ser capaces de surfear para no ser devastados por las olas de la indiferencia y la relatividad
No digo que Bauman sea catastrofista sino que el escenario líquido es una consecuencia de un mundo contemporáneo en el que la velocidad de los cambios, la impermanencia y el desplazamiento de las relaciones humanas por las tecnológicas, vuelve a requerir de elecciones sobre el sentido de la vida, porque las fórmulas aprendidas son insuficientes.
Lo líquido pone el énfasis en los nadadores humanos, lo sólido en su propia consistencia para mantener una supuesta humanidad inalterable, pero que, sin embargo, ha llevado al mundo a límites inaceptables.

El presente, al igual que nuestro planeta, tiene más agua que tierra. Jugando con las palabras nos hacemos líquidos para que no nos liquiden, pero a la vez en esa disolución podemos perder lo esencial, si es que no ponemos nuestra atención en lo que definamos como valioso, en lo que, como humanos, debemos conservar para no perder nuestra esencia gregaria, espiritual y humanista."

domingo, septiembre 16, 2018

Pero nos puede arrasar

Me salió en la charla que estaba dando sobre el Futuro. Dije algo así: "El mundo del futuro no nos determinará, pero nos puede arrasar". Fue una de esas veces que escuchas tu propia voz, en las que hay unos largos segundos de silencio en los que la frase regresa para pasar de ser dicha a ser escuchada.

Ocurre con frecuencia y debería ocurrirnos más. Escuchar el significado boomerang que tiene lo que decimos, lo que expresa de nosotros, las ideas sumergidas que contiene.

Hay algunas preguntas que uso recurrentemente en los últimos tiempos: "¿Qué escuchas dentro de ti? ¿Qué te inquieta de lo que me cuentas? No respondas rápido, deja que se configuren los significados." Las ideas son especies vaporosas que hay que dejar que se posen para así percibir su silueta completa.

El mundo del Futuro puede arrasarnos si no tenemos la precaución de aceptar que, aunque el cambio haya sido una constante de la historia humana, la velocidad que hoy trae puede impedirnos entender sus mensajes. Es un problema de agilidad, de disposición, de estar dispuestos a abandonar los sillones, los rellanos de las escaleras, las certezas que nos sirvieron.

La certeza es una repuesta con fecha de vencimiento. Si nos aferramos a ella después de su caducidad puede indigestarnos. Lo que fue alimento puede ser veneno. Lo que nos salvó puede hundirnos. Lo que fue liana puede ser losa.

Esperar al Futuro significa permitir que su configuración nos sea ajena. Darle la espalda es suicida, no construirlo es colaborar a que nos deje fuera de sus páginas.

"Pero nos puede arrasar", al decirlo temí por todos a quienes quiero, temí que esta postura mía de estar inquieto por el Futuro resulte demasiado teórica, demasiado lejana; es decir temí por mi mismo y mi forma de vivir la acción.

lunes, agosto 13, 2018

Articular: Una habilidad del siglo 21


El número 16 de la revista virtual Conversaciones de Coaching me pública este artículo que recoge parte del contenido del Módulo que desarrollo en el ACP Avanzado de The Newfield Network: “Coaching para la articulación de un entorno complejo”.


Articular una habilidad del siglo 21

Vuelvo sobre este tema que cada vez  considero más interesante, en la medida en que voy dándome cuenta de que el coaching del futuro estará profundamente ligado al rol articulador. El principal objetivo de este artículo es plantear la importancia que ese entorno tiene en la generación de nuevas prácticas humanas, en la resignificación de valores y creencias y en las oportunidades que aparecen para el acompañamiento de los coaches en conversaciones de mayor complejidad. Entre ellas las relacionadas con la habilidad de articular y con las distinciones de gestión de entornos. Empecemos por acercarnos al escenario.

¿En qué mundo estamos viviendo?

Sin duda ésta es una pregunta que nos lleva a que aparezcan múltiples dimensiones como líneas de respuesta. Esa multiplicidad ya es una característica que, aunque parezca inicial, es profundamente definitoria.

A los efectos de esta lectura quiero citar algunos de los factores que, a mi juicio, lo describen, algunos de ellos pueden parecer contradictorios. Estamos ante un mundo complejo, interconectado, fragmentado, diverso, marcado por la inmediatez, por la crisis de representatividad y por la disrupción tecnológica.

Existen múltiples fronteras, múltiples actores, múltiples canales, múltiples datos y todo ello moviéndose a una velocidad que requiere de “carreteras” bien pavimentadas, en una forma metafórica de referirme a relaciones de calidad.


Cuando conversamos en el ámbito de las organizaciones pareciera que nos acercamos a algo que aún es futuro y, sin embargo,  está aquí, en nuestros smartphones, en las plataformas que ya usamos, en las redes sociales, en la forma en la que creamos conocimiento y opiniones y en el requerimiento de una colaboración a la que no sabemos responder desde los modelos en los que fuimos formados.

Por eso es frecuente que lo consideremos como todavía emergente, porque simplemente aún no ha llegado a nuestras costas personales esa ola que avanza imparable en el horizonte y, si hay signos de su llegada, preferimos considerar que son el efecto de causas conocidas, aún no diagnosticadas, algunas conspirativas, otras a causa de errores de diseño o falta de recursos.

Lo cierto es que la ola en la que ya estamos requerirá para vivir en ella de nuevas competencias y actitudes, pero sobre todo de una conciencia diferente que nos permita mirar lo que sucede desde un lugar interior nuevo. Así de alta y profunda se configura.

Deliberadamente no denomino el momento que vivimos, ya lo harán los historiadores. Aunque algunas de las causas sean tecnológicas no quiero llamarlo era digital, aunque algunas de las causas tengan que ver con los abusos del poder, no quiero rotularla como la era del fin del poder, ni del desencanto en las instituciones. 

Todos esos nombres serían buenos para títulos de libros; lo que vivimos es un presente multifactorial y acelerado, tal vez simplemente un mundo 21 (ni siquiera en números romanos).

¿Qué podemos hacer en este escenario los coaches?

Las conversaciones 3xi que están removiendo la realidad chilena son un ejemplo. Esas tres íes vienen de inspirar, incluir e innovar. Se trata de sentar en la misma mesa a pares improbables, es decir a aquellos que no suelen conversar, separados por barreras sociales, culturales, ideológicas, religiosas o de cualquier tipo y generar esas conversaciones que en la tipificación de la ontología del lenguaje se denominan “conversaciones para posibles conversaciones”.  Eso acaba de ocurrir en la Araucanía, en donde, después de decadas de incomprensión y violencia verbal y física, miembros de la comunidad mapuche, empresarios, organizaciones sociales, fuerzas del orden, jovenes profesionales y ciudadanos diversos han logrado el milagro de la legitimación del otro como el legítimo otro que es.

Cito a continuación lo que Hugo Alcaman, presidente de la Corporación de
profesionales mapuches, escribió en las redes sociales para definir la experiencia que había vivido en el último  fin  de semana de julio de este año: “Lo novedoso del encuentro es que los participantes, sin saberlo, fuimos sometidos a un proceso de coaching (relación profesional que permite a las personas alcanzar cambios y resultados satisfactorios en sus vidas profesionales y personales) que permitió por primera vez en la historia de la Región (1881-2018) que parte importante de sus líderes, dialoguen, conversen en forma horizontal, de buena fe y, sobre todo, desde el corazón, desde las emociones, sincerando lo que la razón controla.

Así por primera vez  observé respeto mutuo y empatía por el dolor de los otros (mapuche hacia chilenos y chilenos hacia mapuche). Por primera vez he visto que los chilenos no mapuche, en su mayoria aprendieron, tomaron conciencia del valor de los principios valóricos mapuche, la riqueza de nuestros conocimientos y, sobre todo, la herida abierta que tenemos ante más de un siglo de violencia física y mediática” (la letra negrita aparece en el escrito original de Alcaman).

Estoy realmente sobrecogido por las evidencias que vamos teniendo de los nuevos rumbos que conversaciones desde otro enfoque pueden lograr. Por eso repito lo que ya he escrito antes en estas páginas virtuales: creo que nuestra profesión puede tomar nuevos caminos, pasar del quiebre individual declarado, como punto de partida de un proceso de coaching a la inquietud por una ola que aunque nos parezca lejana podemos contextualizar y anticipar. Pasar de quiebres a inquietudes amplía las fronteras de nuestro aporte, si tenemos una escucha sensible del mundo que nos rodea. Por eso propongo abrir el propósito de nuestra conversación a que revisemos un espacio del coaching más colectivo, aunque pueda ser menos ortodoxo.



Otras miradas que nos sirven

En un artículo anterior sobre este tema  citaba al filósofo español José Ortega y Gasset cuando decía “Yo soy yo y mis circunstancias” estableciendo un concepto del Yo más allá de rasgos genéticos y de la propia intención. De alguna forma Ortega nos decía, que la realidad de nuestras existencias se configura en las conversaciones que mantenemos con el sistema del que formamos parte.

Otro filósofo también español Josep María Esquirol plantea la tensión creativa entre “las afueras”, ese mundo del que hablamos, que nos rodea desde propuestas y dinámicas que intervienen en nuestro existir y el “Yo/ nosotros” que vivencia la vida. Finalmente, las afueras son nuestras afueras, es decir donde vivimos y lo que constituye la experiencia de vivir. Su tesis parte de dos grandes preguntas ¿Cuál es la condición humana? y ¿Qué es la vida humana?

Es verdad que no es posible un contacto pleno con el mundo (las afueras) si no estamos en contacto pleno con nosotros y tenemos la experiencia de la autoconexión (estar en nuestro propio centro), pero no es menos cierto que si no estamos en contacto con esas afueras reales, si no nos aproximamos a su centro, será dificil llegar al nuestro o llegaremos a un centro desconectado de la vida. ¿Puedo estar en mi centro si estoy fuera del mundo, si sólo estoy Yo conmigo en el interior de mi silencio? ¿Cómo nos hacemos cargo de que somos seres sociales y que ello supone una “vida en sociedad” si no conocemos el contexto y las condiciones en las que esta vida ocurre? Una vez más esta circularidad de la que somos parte.

Conocer el contexto implica conectarnos. Nos conectamos en el intercambio, en la escucha y el habla, nos conectamos en el respeto y en aquellas conversaciones con el corazón abierto en las que la diferencia no impida el amor.

En una entrevista del mes de abril del 2018 en el periódico español “El País”, Esquirol cita al filósofo y poeta Friedrich Hölderlin (1770-1843) “quien piensa lo más profundo, ama lo más vivo” y tambien cita a la filósofa y teórica política Hannah Arendt (1906-1975) “el pensamiento es la quintaesencia desmaterializada del ser vivo” y propone romper con la tradicional separación entre pensamiento y vida. 
Finalmente vivimos en las afueras de nosotros, sin dejar de ser ese nosotros. Requerimos estar en unidad, aunque para entenderla debamos reconocer las partes del todo.

Nuestra propuesta, sin desconocer que somos nosotros y nuestras circunstancias, sugiere una comprensión experiencial de esas afueras más que pensar en ellas. Fotos, imágenes y vivencias más que definiciones y supuestos.

Démonos permiso para la esperanza

Vuelvo a Josep María Esquirol y su frase “El mal es muy profundo, pero la bondad todavía lo es más”, porque coincido que sin esa bondad el mundo ya no existiría. Muchos creemos que  en un entorno más complejo y difícil, las reservas de bondad serán más necesarias que las del petróleo o las distintas fuentes de energía. De hecho el confuso momento que vivimos está más relacionado con la pérdida de valores que con las pérdidas económicas.

La habilidad de articular puede ser un vehículo para que personas que quieren un
mundo mejor encuentren la síntesis entre esos dos infinitivos claves en la vida: Pensar y Amar.  Pensar un camino que por su complejidad necesita ser construido con otros y Amar un propósito que nos provea de coraje y de un resultado a la altura de la grandeza humana. Las conversaciones 3xi a las que antes me refería parecen ser un camino que nos anuncia que esto es posible


Si eso ocurre puede pasar, como planteaba Goethe, que en el momento en que los seres humanos se comprometen de verdad, la providencia también lo hace. Quiero por eso terminar este artículo preguntando yo a mis colegas ¿Qué podemos hacer en este contexto los coaches? Ustedes tienen la respuesta.

sábado, abril 21, 2018

Adios IVONNE querida

"Conversaciones de Coaching" ha hecho una edición homenaje a Ivonne Hidalgo en la que he estado activamente colaborando. Pueden ver el número entero AQUÍ.

A continuación incluyo mi artículo:

"Querida Ivonne, el 31 de Enero subí una nota a Facebook con el mismo título que esta carta que te escribo. Si miras debajo verás que fue leída 768 veces y además 50 personas la compartieron en sus muros, lo que puede significar que miles se asomaron a leerla. Ese es mi regalo: la constatación de toda la gente que te quiere. Datos concretos y evidencias del amor que sembraste. La nota decía lo siguiente:

“Por un momento mi escritorio se ha llenado de polvo. Ya sabes ese TOC que me persigue. He abierto las carpetas de nuestro ACP. Guardo todos los papers, las guías de aprendizaje que nos enviaban, las respuestas, los videos de Maturana, los resúmenes de mis notas de las tres conferencias generales. La primera en Segovia, la segunda en la Hacienda Galindo de Querétaro, la tercera en Santiago. Polvo y recuerdos imborrables de ese tiempo que nos transformó.

Pronto hará 25 años, querida amiga, empezamos el 4 de junio de 1.993. Ya entonces celebré que aquellas tres venezolanas que integraban el grupo pusieran tanto salero (tú, Alicia y Zorayda). Desde entonces hemos coincidido muchas veces, en opiniones y en lugares. Raúl Herrera y tú fuisteis los primeros en tomar en serio el trabajo que Verónica y yo llamamos “Coaching organizacional”. Tú lo llevaste más allá. Eres ese vendaval que se llama Vida.



Agradezco tu existencia, nuestros coincidires y nuestras discusiones. Al final siempre estuvimos cuando el otro le llamó. Agradezco esa mirada que reflejaba todas las emociones, tu humor y tu canto. Ya sabes que eres y seguirás siendo mi ejemplo del coraje, ese que tal vez Simón Díaz quiso referir en esa letra que me parte el alma: “Yo vide una garza mora dándole combate a un río”. Diste el combate ejemplarmente, querida garza. ¡Honores!

Y no cejes, tengo entendido que en ese mundo de misterio que envuelve el más allá, hay mucho espacio para la transformación y el optimismo. Me temo que tanta paz deje al espíritu demasiado contemplativo. Descansa unos días de estos últimos tiempos de dolor y diseña un plan para que quienes allí habiten sean más protagonistas, que la eternidad no les haga cómodos, ni sumisos. Y en lo que te pueda ayudar, avisa.

Lo malo de este polvo, que ha salido de las carpetas inmensas que nos dieron, es que mezclado con las lágrimas me ha dejado un aspecto de viejo crápula viscontiano. No te preocupes, no dejaré que esta tristeza empañe la inmensa alegría que supone tu paso por la tierra. Además, si tiene que ver contigo, el polvo será de estrellas.”

El día de tu funeral nuestra amiga Johanna Rodriguez la leyó para ti y cantaron la tonada de Simón Díaz. Todo fue como correspondía, las declaraciones hechas, las promesas cumplidas, los pedidos canónicos y los juicios fundados. Desde entonces hemos hablado mucho de ti; yo he contado que en el último taller que me invitaste a hacer, dentro del programa diseñado para tu importante cliente norteamericano, una mañana interviniste desde tu cama en la casa de Venezuela. Fue el agosto pasado en Los Ángeles. Todos esperaban con anhelo que pudieras estar y allí estuviste, rodeada de almohadones como una diva, bien maquillada, con la voz clara y solo hizo falta una pequeña insistencia de tu público para que cantaras.

Hasta entonces nunca me había percatado que cantar fue tu instrumento, que tu vida fue un canto mucho más allá de las canciones que entonabas  ¿Cuál fue el canto de Ivonne? Aún me pregunto ¿A la libertad, al poder sin límites, a la alegría, a la flexibilidad generosa? No pretendo responder, Ivonne, sólo quiero que sepas que entendí que venir a cantar, a poner palabras, símbolos y movimiento a la partitura de un sueño, puede marcar la diferencia de una vida y su sentido. Que tu vitalidad hasta el último suspiro nos dejó una música profundamente caribeña que no olvidaremos ni proponiéndonoslo, ni queriendo, pues  ¡Qué vaina!

Recuerdo nuestras discusiones donde se enfrentaban mi necesidad de estructura y tu incansable flexibilidad para redefinirlo todo. Finalmente el acuerdo sucedía, porque si es cierto que la magia tiene estructura, también es cierto que la estructura sigue a la estrategia. Y así muchas veces nos seguimos y casi siempre logramos que hubiese magia.

Y hablo de la magia y de lo inexplicable porque hace unos días, uno de esos  jóvenes inquietos de la red de tu cliente, me llamó solicitando apoyo; eso me llevó a hablar con tu  hermano Rainier. Parece que en ese momento él sentía la pérdida de los espacios de conversación contigo, con su querida hermana. Se quedó en silencio un momento, la voz quebrada y a los dos se nos erizó el vello del cuerpo entero pensando qué tendrías que ver tú con este encuentro, con el pedido que recibí, con mi llamada ¿Por qué esta sincronicidad de los tiempos?

Era la primera vez que yo llamaba a Rainier y el me contó: Ivonne decía que para las grandes batallas ella tenía tres cartones (de esos del bingo, me aclaró) y que uno de ellos era yo, qué gran orgullo.  Asi es que supusimos  que alzaste tu mano, hoy invisible y pediste cartón y como siempre yo estuve dispuesto.

Dime ahora a qué número apuesto, a qué fila, qué voz será la que cante las coordenadas, qué melodía debo entonar, ten en cuenta que por muy atrevido que sea, si te escucho cantar bingo en medio de un salón, puedo sentir de golpe a todas las garzas moras, los toros menguantes de luna llena, los gavilanes que no me dejan gallina, en un tropel infinito y eterno y quedarme sobrecogido, sin voz y… ¡Epa! ¿Cómo ayudaríamos entonces a tu pana?