lunes, julio 20, 2015

Sobre el compromiso en las organizaciones




En el último número recientemente publicado de la Revista  de la Asociacion Venezolana de Gestión Humana se pública mi artículo que da título a este post.

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Vivimos en un mundo en el que escuchamos con frecuencia sobre la necesidad de compromiso, la ausencia de compromiso o la volatilidad del compromiso en las organizaciones y quiero empezar estas líneas desafiando esa declaración ¿Falta compromiso o falta capacidad de comprometer?

Probablemente debemos empezar poniéndonos de acuerdo sobre qué entendemos por compromiso. Cuando alguien dice “necesito de ti un mayor compromiso” parece decir que lo que falta es mayor esfuerzo y es eso lo que necesita. Cuando escuchamos que “el drama es que no se cumplen los compromisos”, entendemos que la naturaleza de los compromisos se relaciona con el cumplimiento, con el hacer bien y oportunamente. 

Cuando otro alguien dice “No quiero compromisos, quiero libertad de acción”, pareciera que expresa un miedo a algo que puede coartarle ¿Es el compromiso una cadena? ¿Es un esfuerzo? ¿Por qué puede darnos miedo el compromiso?  ¿Su naturaleza es la irrevocabilidad? Tal vez hablamos de cosas distintas.

En el mundo del lenguaje, compromiso es una promesa que surge de la profunda libertad de alguien y que afecta a la identidad del que promete, de hecho una definición de líder que he repetido muchas veces es que líder es aquel que puede hacer promesas que son creídas y aceptadas, porque eso significa que su identidad le hace confiable de su cumplimiento y convoca a ser seguido o esperado.


Si seguimos el camino de los compromisos como promesas, lo que esperamos es que la promesa se cumpla y si ese cumplimiento no se produce la confianza queda lesionada. Hay pues una relación directa entre compromiso y confianza.  Además si hablamos de una promesa, esa promesa puede venir precedida y sucedida de otras, configurando una red de promesas que al estar interconectadas pueden abrir oportunidades innumerables o producir un incumplimiento en cadena con la violencia que ello entraña.

¿Qué promesa hace alguien que firma un contrato de trabajo? ¿Qué promesa hace un directivo al asumir su posición? Puede ser que indagar sobre este aspecto nos de luces sobre cómo actuar en los niveles de compromiso de una organización. Si hablásemos con aquel en quien no vemos compromiso, tal vez escucharíamos su desencanto por otros compromisos con él, que no se cumplieron antes.

En la perspectiva de las energías asimilamos a quien tiene compromiso con alguien con una gran energía interior que sabe adónde va. Tenemos más pasión por aquello a lo que nos comprometemos.

Parece entonces relevante preguntarnos  ¿Por qué nos comprometemos? Mi respuesta es: porque sentimos que haciéndolo obtenemos un bien mayor y respondemos a nuestros valores, esos núcleos de orientación que nos hacen sentirnos dignos ante nosotros mismos. Hablo de bien mayor en el sentido en que el compromiso nos conecta con la abundancia, sea esta espiritual, profesional, social, económica, dependerá de cada quien.

Ese juicio se consolida a partir de que interpretamos como valioso aquello con lo que nos comprometemos. Si es así es importante preguntarnos ¿Qué interpretación tenemos de nuestro trabajo? ¿Para qué sirve? ¿A qué contribuye? ¿Qué crea en el mundo? ¿Qué interpretación tenemos de nuestro rol, de nuestra empresa, de nuestra sociedad, de nuestro sistema político, de nuestra familia, de nuestro matrimonio? En la medida en que esas interpretaciones configuren un juicio de alto valor, nos comprometeremos y si por el contrario tenemos el juicio de que no nos satisface nos vincularemos de una forma transaccional, pasiva o incluso aprovechada y si somos honestos nos desvincularemos.

Desde esta mirada, el compromiso no es un rasgo de nuestro carácter, no viene en nuestro ADN, sino que se genera en la dimensión relacional del ser humano, tiene que ver con el nivel de conciencia con la que vivimos y con la calidad de nuestras relaciones. Es aquí donde cobra sentido la pregunta disyuntiva del comienzo ¿Será que falta capacidad de comprometer? ¿Faltará liderazgo?

Abro por eso para quienes va dirigido este artículo otras preguntas que pueden tener que ver con el compromiso más inmediato: el de su ámbito directivo. ¿Qué mundo, qué rol, qué posibilidades, qué impactos estamos ofreciendo a quienes trabajan con nosotros? ¿Qué oferta contienen sus declaraciones fundamentales para quienes se desempeñan en una empresa? ¿Adónde apunta la abundancia de su mensaje? ¿Pueden las personas que trabajan allí tener una mejor visión de sí mismas cumpliendo lo que les pedimos?


Quiero decir que es fantasioso pedir compromiso cuando nuestra oferta es transaccional, para eso nos bastaría suficientemente con mercenarios. Hablamos de que hoy los jóvenes, los empleados, los directivos, no se comprometen ¿Nos comprometeríamos nosotros con un vínculo que no  nos ofrece valor? Finalmente los seres humanos ansiamos una vida que merezca la pena, buscamos la pasión y la posibilidad de que lo que hagamos deje huella.

Ahí está la gran oportunidad de los líderes auténticos en cualquiera de los ámbitos de la vida: en convocar ese anhelo.

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