En el último número recientemente publicado de la Revista de la Asociacion Venezolana de Gestión Humana se pública mi artículo que da título a este post.
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Vivimos en
un mundo en el que escuchamos con frecuencia sobre la necesidad de compromiso, la
ausencia de compromiso o la volatilidad del compromiso en las organizaciones y
quiero empezar estas líneas desafiando esa declaración ¿Falta compromiso o
falta capacidad de comprometer?
Probablemente
debemos empezar poniéndonos de acuerdo sobre qué entendemos por compromiso.
Cuando alguien dice “necesito de ti un mayor compromiso” parece decir que lo
que falta es mayor esfuerzo y es eso lo que necesita. Cuando escuchamos que “el
drama es que no se cumplen los compromisos”, entendemos que la naturaleza de
los compromisos se relaciona con el cumplimiento, con el hacer bien y oportunamente.
Cuando otro alguien dice “No quiero compromisos, quiero libertad
de acción”, pareciera que expresa un miedo a algo que puede coartarle ¿Es el
compromiso una cadena? ¿Es un esfuerzo? ¿Por qué puede darnos miedo el
compromiso? ¿Su naturaleza es la
irrevocabilidad? Tal vez hablamos de cosas distintas.
En el mundo
del lenguaje, compromiso es una promesa que surge de la profunda libertad de
alguien y que afecta a la identidad del que promete, de hecho una definición de
líder que he repetido muchas veces es que líder es aquel que puede hacer
promesas que son creídas y aceptadas, porque eso significa que su identidad le
hace confiable de su cumplimiento y convoca a ser seguido o esperado.
Si seguimos
el camino de los compromisos como promesas, lo que esperamos es que la promesa
se cumpla y si ese cumplimiento no se produce la confianza queda lesionada. Hay
pues una relación directa entre compromiso y confianza. Además si hablamos de una promesa, esa
promesa puede venir precedida y sucedida de otras, configurando una red de promesas
que al estar interconectadas pueden abrir oportunidades innumerables o producir
un incumplimiento en cadena con la violencia que ello entraña.
¿Qué promesa
hace alguien que firma un contrato de trabajo? ¿Qué promesa hace un directivo
al asumir su posición? Puede ser que indagar sobre este aspecto nos de luces
sobre cómo actuar en los niveles de compromiso de una organización. Si
hablásemos con aquel en quien no vemos compromiso, tal vez escucharíamos su desencanto
por otros compromisos con él, que no se cumplieron antes.
En la
perspectiva de las energías asimilamos a quien tiene compromiso con alguien con
una gran energía interior que sabe adónde va. Tenemos más pasión por aquello a
lo que nos comprometemos.
Parece entonces
relevante preguntarnos ¿Por qué nos
comprometemos? Mi respuesta es: porque sentimos que haciéndolo obtenemos un
bien mayor y respondemos a nuestros valores, esos núcleos de orientación que
nos hacen sentirnos dignos ante nosotros mismos. Hablo de bien mayor en el
sentido en que el compromiso nos conecta con la abundancia, sea esta
espiritual, profesional, social, económica, dependerá de cada quien.
Ese juicio
se consolida a partir de que interpretamos como valioso aquello con lo que nos
comprometemos. Si es así es importante preguntarnos ¿Qué interpretación tenemos
de nuestro trabajo? ¿Para qué sirve? ¿A qué contribuye? ¿Qué crea en el mundo?
¿Qué interpretación tenemos de nuestro rol, de nuestra empresa, de nuestra
sociedad, de nuestro sistema político, de nuestra familia, de nuestro
matrimonio? En la medida en que esas interpretaciones configuren un juicio de
alto valor, nos comprometeremos y si por el contrario tenemos el juicio de que
no nos satisface nos vincularemos de una forma transaccional, pasiva o incluso
aprovechada y si somos honestos nos desvincularemos.
Desde esta
mirada, el compromiso no es un rasgo de nuestro carácter, no viene en nuestro
ADN, sino que se genera en la dimensión relacional del ser humano, tiene que
ver con el nivel de conciencia con la que vivimos y con la calidad de nuestras
relaciones. Es aquí donde cobra sentido la pregunta disyuntiva del comienzo
¿Será que falta capacidad de comprometer? ¿Faltará liderazgo?
Abro por eso
para quienes va dirigido este artículo otras preguntas que pueden tener que ver
con el compromiso más inmediato: el de su ámbito directivo. ¿Qué mundo, qué
rol, qué posibilidades, qué impactos estamos ofreciendo a quienes trabajan con
nosotros? ¿Qué oferta contienen sus declaraciones fundamentales para quienes se
desempeñan en una empresa? ¿Adónde apunta la abundancia de su mensaje? ¿Pueden
las personas que trabajan allí tener una mejor visión de sí mismas cumpliendo
lo que les pedimos?
Quiero decir
que es fantasioso pedir compromiso cuando nuestra oferta es transaccional, para
eso nos bastaría suficientemente con mercenarios. Hablamos de que hoy los
jóvenes, los empleados, los directivos, no se comprometen ¿Nos comprometeríamos
nosotros con un vínculo que no nos
ofrece valor? Finalmente los seres humanos ansiamos una vida que merezca la
pena, buscamos la pasión y la posibilidad de que lo que hagamos deje huella.
Ahí está la
gran oportunidad de los líderes auténticos en cualquiera de los ámbitos de la
vida: en convocar ese anhelo.
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