miércoles, diciembre 28, 2005


Navidad acompañada

Si entran a Mis Enlaces verán que el artículo de este mes sobre "El arte de dirigir" se refiere a lo difícil y lo necesario que resulta hacer compañía.

Todo empezó al ver la película "2046 Los secretos del amor" del director chino Wong Kar Wai, el mismo de esa otra obra genial que es "In the mood of love". En los días siguientes las escenas siguieron vivas en mi pensamiento y con ellas la inquietud que frecuentemente me persigue ¿Por qué abandono cuando abandono a alguien? ¿Qué me hace romper ese lazo profundo de la conexión? ¿Qué parte de mí abandona? ¿Cuál de los que soy?

En mi conversación de coaching con "J" la semana pasada trabajamos en identificar que planes, personas ó proyectos que eran importantes para él este año fue dejando abandonados en el camino, después trataríamos de entender el por qué y "J" me miró con su seriedad habitual y me dijo "Me he abandonado a mí mismo"

No siempre estamos preparados para recibir respuestas tan contundentes
- ¿Podemos acompañar a los otros cuando no sabemos estar con nosotros mismos? -le pregunté yo, aunque realmente me lo preguntaba a mí mismo.

- ¿Cómo se acompaña?

Y barruntando estas preguntas hoy me ha llegado un mail de Maria Eugenia Sbárbaro con una historia que se atribuye al gran educador italiano Leo Buscaglia que alguna vez había leído, pero que hoy he sentido como una respuesta

"Al autor y orador Leo Buscaglia, se le solicitó que fuera parte del jurado de un concurso. El propósito del concurso, era encontrar al niño más cariñoso.
El ganador fue un niño de 4 años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente se le había muerto la esposa. El niño, al ver al hombre sentado en una banca del patio y llorando, se metió al patio del anciano, se subió a su regazo y se sentó.
Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino el pequeño niño le contestó: * Nada, sólo le ayudé a llorar".

Esto es acompañar, me he dicho a mí y probablemente, le he dicho a "J", para encontrarnos de nuevo tendríamos que estar dispuestos a jugar al escondite y recuperar esa sabiduría que tuvimos y que sigue siendo un recurso alojado en algún arcón del alma.

miércoles, noviembre 30, 2005


O pudo ser otro el silencio

Claro que tengo otras versiones sobre estas semanas de encierro de la palabra, pudo ser el silencio de los Bartleby, porque me quedé prendado de ese libro magnífico de Enrique Vila Matas "Bartleby y compañia". En la primera página, debajo de las fechas de inicio y terminación de la lectura, escribí: "Me quedo lleno de sugerencias, lleno de cuentos para no escribir, con la sensación de haber asistido a una clase magistral"

¿Qué podemos hacer ante las cosas magistrales si no es guardar un silencio respetuoso, un silencio de aprendiz, un silencio límpio por el baño de humildad recibido?

Vila Matas habla de lo "bartlebys" tomando el nombre del relato magnífico de Herman Melville "Bartleby el escribiente", aquel cuyo universo era su oficina, negándose a la vigencia de otro mundo, incluso el de su expresión. A Bartleby pertenece esa respuesta lacónica, lapidaria y permanente cuando le preguntan que cuente algo sobre él y sobre su vida -"preferiría no hacerlo"-contestaba.

En el libro, Vila Matas se pasea por la opción de muchos escritores "bartlebys "que un día deciden dejar de escribir, no volver a caligrafiar palabra alguna y se refugian en el silencio para siempre, Hölderling, Walser, Rimbaud, Henry Roth, Salinger, Juan Rulfo, mi admirado, decenas, cientos, que sin saber por qué un día toman la decisión de callar, como si ya no cupiese decir nada más, como si todo su aporte estuviese hecho, o tal vez, porque descubren otro sentido para el resto de sus días: La negación de sí mismos, de la palabra que nos confunde, que nunca es capaz de expresar la riqueza que está en nuestra percepción, en la forma que por un instante capturamos la profundidad de las cosas o lo sentimientos.

Tal vez callamos ante la imposibilidad de aprehender lo esencial o de expresar lo que realmente queremos decir. Tal vez callamos en esos momentos en que no sabemos lo que hay que buscar.

Me he hecho esta pregunta ¿En qué ámbitos guardo silencio? ¿Qué preservo con ese silencio? ¿Qué evito? ¿Qué cosas no suceden a partir de él? y he empezado también a hacerla en mis sesiones de coaching de esta semana. Ha resultado una apertura interesante, porque siempre una noción de lo esencial ha estado cerca: eso que no sabemos pero que nos ronda como una sombra.

Copio un párrafo memorable del libro antes de terminar esta noche de un mes nuevo

"Joubert conoció la felicidad del arte del extravío, del que fue posiblemente su fundador.
Cuando Joubert dice que no sabe muy bien en qué consiste lo esencial de su rara tarea de extraviado, me trae a la memoria lo que le ocurrió un día a György Lukács cuando, rodeado de sus discípulos, el filósofo húngaro escuchaba un elogio tras otro acerca de su obra. Abrumado Lukács comentó <> <<¿Y qué es lo esencial?>> le preguntaron, sorprendidos. A lo que él respondió:El problema es que no lo sé "

Dado que no lo sabemos, podemos calladamente concentrarnos en hacer bien lo que cada día sí podemos hacer

A veces llega una ráfaga de silencio

Me pasa, a veces llega una ráfaga de silencio y considero que lo mejor es permanecer callado, anotando las ideas que desarrollaré, llenando un cuaderno de pastas negras en las que sigo practicando el arte (?) de escribir a mano.

Es el silencio de Puyehue. Allí me fui el 19 de octubre para asistir al encuentro de coaches organizado por Newfield que se llamaba "Recuperando la belleza de lo cotidiano", me fui también a estar solo, a tener que quedarme a la fuerza conmigo mismo, sin clientes, sin consultores a los que orientar, sin citas, sin coachees, sin minutas...me fui a estar unos días con juan vera, este que se escribe con minúscula, que no tiene que saber, que no tiene por qué estar siempre bien, que, con frecuencia, está tan desorientado.

En la agenda aparecían Verónica Olalla, Julio Olalla, Cristopher Cooke, Fernando Cifuentes, Patricia May, también estaba Suzanne Williams en Aikido, pero nunca fuí, aún no quiero aprender a caer, más bien estoy aprendiendo a que me duelan los golpes, de forma que me autoliberé de 19.00 a 21.00.

Lo que me pasó fue que, por primera vez, tuve visualizaciones de imágenes nunca antes vistas, como si tuviera un programa en tres dimensiones abierto en mi cabeza, durante las meditaciones con Verónica Olalla, (Te doy las gracias por ello, Verónica) que con Julio regresé a las preguntas de siempre y me encontré con la emoción de estar desvalido como antes, es decir adolescente (te doy las gracias por ello Julio), que dominé mi arrogancia intelectual para no discutir con Cristopher Cooke, que pude observar sin bronca interior su forma de no responder como yo esperaba que respondiera y parte de ese logro tuvo que ver con su forma de estar de pie delante de la sala junto a su fantástico pero frio PowerPoint, con una quietud interior sobrecogedora (Gracias por ello Cristopher) que pinté como cuando era niño, sin miedo al ridículo, sin desasosiego por no encontrar el color o el trazo, siguiendo la llamada de una visión sugerida por la música del trompe tocado por Fernando Cifuentes, el pintor chileno (Gracias por ello Fernando) que me llegaron las lágrimas como un caudal irrefrenable mientras hablaba Patricia May y no era lo que decía, era su presencia, su manera de decir "belleza" (Gracias por ello Patricia, aunque a ti te di las gracias mientras paseabas por el camino de los notros)

Y eso fue, a veces algunas cosas vienen con tanta vida que solo queda la posibilidad de vivirlas, de quedarse en silencio durante un rato o unas semanas, mientras que todo se posa en el interior como esas nubes de polvo que la luz permite ver durante un instante.

¿Y qué tiene que ver esto con el coaching?

Lo iremos viendo. No estoy seguro. Yo creo que sí.

Tiene que ver con la importancia de conectarse con uno mismo, con la necesidad de pensarse callado, de darse cuenta. Es por eso que el silencio, por eso que yo le digo a "J "y a "M" y a "H" y a "I" "No tengas prisa en contestarme, no te contestes tu tampoco, deja que la pregunta haga su trabajo, que hunda su azada, que remueva el barro, que ponga la luz sobre ese polvo que gravita incesante de una forma invisible en nuestras vidas"

Por eso, hoy que vuelvo a este blog del coaching, pienso que tiene que ver, que tiene mucho que ver.

jueves, octubre 13, 2005

Mafalda y la Sra. Francis

Unas cosas traen a las otras, empezamos en un lugar conocido pero no sabemos donde podemos terminar. Esa es la danza del diálogo, de las buenas conversaciones, del pensamiento...

Encontré un comentario en mi último post "Sol naciente" firmado por Mafalda, aunque me sorprendió su contenido, mi primera reacción fue de estímulo a contestar. Traté de entrar en la identidad de la remitente y me encontré que no estaba identificada. El comentario era el siguiente:

"Pienso que insistir en la necesidad de escuchar es un exceso, el titulo "Sol naciente" convoca a leer pero no su contenido, habría cortado el posteo hasta la historia con Haroldo. Prestar atención, sí, me parece, pero a todo lo que ocurre?, creo que los lideres de hoy aunque suene feo escribirlo deben desarrollar el cinismo, pero un cinismo proactivo, no mentiroso, omitir, develar solo lo preciso, tal vez lo más importante junto con escuchar, es acoger a sus "seguidores", hacerse cargo de todo lo que afecte sus relaciones con otros y el logro de objetivos comunes...¿será mucho? tal vez por eso, hoy existen tan pocos líderes... "

ya tenía elaborada una pregunta sobre el "líder cínico", pero la verdad es que me pareció inadecuado que el comentario fuese sin rostro, ¿Quién dice lo que dice?, ¿Está dicho con la seriedad con la que está escrita la reflexión a la que se refiere? Me fui enojando poco a poco y decidí poner un comentario de respuesta. Fue el siguiente:


"Este es tu segundo post en mi blog, ya con el anterior me quedé con ganas de responder pero la verdad es que me dan lata estas irrupciones escondidas detras de un pseudónimo. Me parecen de otra época o de otro mundo, algo así como los consultorios de belleza de la señora Francis: "Afrodita pregunta que cómo es posible que por escuchar se le ponga el cutis de gatita de angora" y como no me siento la señora Francis prefiero no entrar en el fondo de la cuestión mientras que lo que se diga no sea dicho por alguien que tiene una identidad real, que mira a los ojos aunque sea virtualmente con una mirada trasparente."

Todo esto ocurría mientras que estaba haciendo un taller en Iquique. Al regreso tuve una conversación que me llevó a revisar lo escrito y consideré que la rabieta parecía producto del cambio de latitud. No es el tono que quiero emplear, lo de "la gatita de angora" era un disparo al aire, asi es que suprimí los "coments" dando por cerrado el asunto, pero he aquí que Mafalda tuvo tiempo de entrar y ver mi respuesta y me envió un mail identificándose, pidiendo disculpas, defendiendo sus posiciones y dando la cara, en resumidas cuentas. Al final como posdata mostraba su interés por saber quién era la señora Francis, demostrando así que no era española y que era joven (al menos mucho mas que yo)

Antes de que pudiera explicarle quien era Elena Francis su inquietud mafaldiana ya la había llevado a considerar que la Sra. Francis podría ser la que dio origen a una canción de Serrat y, efectivamente, "El Consultorio de Elena Francis" fue uno de los programas radiofónicos de mayor extensión (37 años) y audencia de la radio española de la postguerra, llegando hasta los primeros años de la transición.

Empezó siendo un consultorio de belleza (con el tiempo supimos que la creadora de la idea era la esposa de un importante industrial catalán dueño de perfumerias y fábricas de cosméticos) un consultorio que también incursionaba en temas de salud, jardineria, trabajos manuales, protocolo. Todo lo que importaba en la España de Franco. Poco a poco fue convirtiéndose en un consultorio sentimental, algo así como el programa del Rumpy en la dictadura católicofranquista y quienes preguntaban se escondian pudorosamente en pseudónimos edulcorados: "claro de luna" "flor herida" "dama de las camelias"

Le expliqué todo esto a Mafalda y ella me hizo notar que en el fondo era una forma de coaching de la época, o ¿Acaso no buscaban sosiego o nuevas interpretaciones para sus inquietudes? ¿Acaso no iban en busca del sentido común entendido como una forma de observar la situación que no estuviera teñida por la emoción de quienes las tenían? ¿No buscaban encontrar lo que sabiéndolo no querían reconocer?

La larga conversación por mail con Mafalda nos llevó a destacar la necesidad de la legitimidad del coach. Cuando damos autoridad al coach sus preguntas y sus respuestas tienen la posibilidad de hacernos llegar a reflexiones poderosas, también pueden llevarnos a una fe infundada. Ese es el riesgo de las transferencias.

Elena Francis nos llevó a hablar del Poder, de la Fe, de la capacidad de autoreconocerse, del valor del decir, de la capacidad sanadora de la palabra, del poder de preguntar. ¿Qué ocurría en las vidas de aquellas personas que preguntaban a aquella Elena Francis (nombre de ficción para la voz de una locutora) que se limitaba a responder lo que un equipo de redacción preparaba? ¿Cuánto de lo que ocurría tenía que ver con la respuesta y cuanto con el proceso de atreverse a abrir el espacio de la inquietud, del dolor, de la ignorancia?

La observación de Mafalda me dejó con esa sospecha de que el coach es un medium entre la sed de saber y el conocimiento que se aloja en quien tiene la sed. Su arte es la "mayeútica", la capacidad de despertar en otro, es decir, de ser despertador y observar ese despertar para convertirse finalmente en espejo.

Por eso digo: unas cosas traen a las otras

sábado, octubre 01, 2005

El sol naciente


Como todos los meses de los último años escribí mi columna "El arte de dirigir" y el martes 27 la envié a la lista de distribución que he ido creando. La columna puede verse desde el vínculo del mismo nombre en este blogg. Al día siguiente recibí un largo, profundo y muy interesante mail de Haroldo Miranda comentando el artículo y planteando puntos de vista complementarios, en unos casos y alternativos, en otros.

Uno de estos últimos activó mi alerta. Puedo no haber sido claro en mi exposición. Quiero explicitar mi punto de vista. El párrafo cuya comprensión me preocupa es:

"Poner atención y capturar la atención. Dos procesos distintos que se complementan con la capacidad de atender sin perder la perspectiva. Esta es una habilidad que está presente en el liderazgo efectivo. Observen que cuando los líderes no son capaces de cambiar su enfoque hacia aquello que está naciendo a su alrededor terminan convirtiendo en obcecación estéril lo que fue fecunda obsesión. En la historia hay muchos ejemplos."

El comentario de Haroldo Miranda que me alerta es el siguiente:

"¿estamos hoy día en presencia de valores y creencias tan sólidas como para atender un enfoque naciente que aún es débil tanto en sus fundamentos como en la práctica? Si yo fuera líder hoy ¿a qué debiera hacer caso? ¿A lo que la mayoría dice que debe hacerse? En tal sentido ¿me presto a la circunstancia o continuo con un enfoque crítico y constructivo?
No se trata de una obcecación estéril, sino de una apertura mental que me permita discernir con claridad hacia dónde deberíamos ir.

Mientras el ejercicio del liderazgo sea honesto, no importa si se cambia o no el enfoque hacia aquello naciente, pues lo importante, creo yo, es desde esa honestidad buscar construir un mundo al cual la mayoría quiera pertenecer, y haciéndolo desde su más fuerte y amplia conciencia tanto de sí mismos como de quienes le rodean.

Creo que, en este comentario se encuentra subyacente el peligro del facilismo para incorporarse simplemente sin un real y profundo discernimiento de las consecuencias que tiene cada orden y paradigmas. Como dice Morris Berman, hasta aquí, parece que los cambios de paradigmas empujan más a una evitación del hacerse cargo de lo que experiencia el cuerpo vivo, criticando los viejos paradigmas sin entenderlos a cabalidad, que realmente ofrecer alternativas realmente mejores para la humanidad. Esta sola idea ya me pone un un problema que no puedo dejar de contrastarlo con la idea del simple cambio de enfoque hacia aquello naciente"

Coincido con Haroldo en que el sol naciente no tiene por qué ser el sol que mas cálido (iba a poner "caliente" pero me dí cuenta a tiempo que me salía un pareado), que, como parodiaban los ácratas en aquellos estupendos graffitis que inundaron Madrid en los años 80, "cien mil millones de moscas no pueden estar equivocadas: comamos mierda".. Tenemos un ejemplo en la calidad de las televisiones: cuando quien diseña la programación es el "people meter" podemos llegar con facilidad a la telebasura y dejar a un lado el rol educador y transmisor de valores del medio. Tenemos otro ejemplo en la política y los gobiernos populistas que terminan dejando en la ruina a sus paises.

Coincido con Ronald Heifetz en preferir la conceptualización del liderazgo como una actividad más que como el resultado de atributos carismáticos, de posiciones jerárquicas o de capacidades de influencia. Creo que esa actividad para juzgarla como liderazgo positivo tiene que estar ,ante todo, orientada por valores y ser socialmente útil. No abro aquí (al menos en esta entrada del blogg) la discusión de lo que es "socialmente útil"

No suscribo por tanto la idea de que cualquier cambio, cualquier "sol naciente" (como el tiempo pasado) sea mejor, pero sin embargo, tengo el convencimiento que prestar atención a lo que surge y va constituyendo realidad con independencia de su soporte valórico, de su rigor, de su legitimidad instuticional, está relacionado con el profundo escuchar del contexto, con ese "escuchar lo que no se oye".

Ese profundo escuchar puede llevarnos a cambiar realmente el enfoque hacia una visión distinta (es una posibilidad) o simplemente puede modificar nuestra estrategia para ser capaces de hacernos cargo del contexto, sin modificar nuestros fines últimos, La obcecación es no ver lo que está pasando, no prestarle atención, no darle valor. Prestar atención como propone el artículo, es también una actitud de supervivencia de nuestros propósitos.

miércoles, septiembre 28, 2005


Carpe Diem

La semana pasada en los días de las "fiestas patrias" chilenas viajé por el Norte. Quisé sentir la atracción del desierto y el mar, esa mezcla original e intensa. Camino de Pica la silueta de la Iglesia de Matilla me hizo pedirle al taxista que parase. La fotografié. El instante fue luminoso, de un gran silencio, mágico. A la mañana siguiente leí en el periódico que poco después de la medianoche la Iglesia se derrumbó. El efecto del reciente terremoto hizo su obra cancerosa.
Esta puede ser, tal vez, la última foto hecha a la Iglesia.


Esta sensación de la fragilidad, de la volatilidad del presente es la que me acompañaba cuando hoy escribía mi minuta a "J" y le decía ¿Por qué esperar? ¿Por qué devaluar las propias aspiraciones? ¿Por qué no hacer hoy lo que debemos hacer aunque no sea lo politicamente correcto?

jueves, septiembre 22, 2005

La ALERGIA de la CONFUSIÓN


Suelo empezar mis conversaciones con "J" preguntándole por los avances desde la última vez que hablamos. Hoy ha empezado su respuesta diciéndome "Puede ser que tenga que ver con el ataque de alergia, pero..." y se sonaba de forma manifiesta,

Puede ser que tenga que ver con la alergia es una forma de anunciar tormenta, pero a la vez es una forma de quitarle importancia a la tormenta, porque la culpa es de la alergia, no tiene que ver con la tormenta misma, ni con quien la tiene.

Es como si me dijera: no le des toda la importancia a lo que te voy a decir porque no estoy en mi mejor día, por lo tanto mis palabras están sesgadas. Y cuanto mas largo el preambulo dedicado a desvalorizar lo que iba a decir, mas era mi curiosidad.

"J" es un directivo público y siente que, en este momento, estan inmersos en la administración de la cotidianeidad y no están aprovechando las oportunidades que les rodean, a esto se une que esta etapa de fin de gobierno no es el contexto mas adecuado para iniciar algunas cosas, y que su equipo sigue desajustado por la incompatibiliad entre algunas personas que tampoco es el momento de cambiar. En resumidas cuentas: esta alergia me tiene muy desanimado.

A veces nos llegan las "alergias" para huir. Hemos hablado entonces de ese ciclo permanente de las organizaciones: animación-estabilización-animación-estabilización, en el que las personas disfrutamos de forma diferente dependiendo de nuestras caratarísticas y habilidades.

Por lo que conozco a "J" se siente mas motivado en los momentos de animación que en los de estabilización. ¿Puede ser que no te sientas atraído por la tarea que tú consideras que hay que hacer en este momento? -le he preguntado.

Para esa tarea habría que poner una energía que no dedicará a descubrir nuevas oportunidades, una energía que puede no ser valorada en una siguiente etapa de gobierno, un esfuerzo en recomponer un equipo con el que no sabe si va a continuar. Son buenas justificaciones para la inacción. Lo curioso es que esa inacción se rebela y se revela dentro de "J" y lo mantiene en la intranquilidad de estas últimas conversaciones en las que se sienta frente a mí con una lentitud desacostumbrada.

Lo que he querido que pensemos juntos es si siempre es el contexto el que determina la acción. Ambos sabemos que, en primer lugar, podríamos hacer distintas interpretaciones de ese contexto. ¿No es esta etapa de asentamiento la que le va a permitir volver a su ciclo preferido? ¿Puede alguien responsablemente ausentarse de su responsabilidad por el hecho de que dentro de unos meses pudiera no ser el responsable? ¿Puede ser este el camino para que se autocumpla la profecía? ¿No sería un buen servicio para sus colaboradores y para quien venga después que movilice al equipo para que funcione con sus mayores potencialidades cuanto antes? ¿Puede haber un desafío en todo esto? ¿Quien determina lo que es un desafío?

- ¿Dónde se cruza el plan de la institución con tu propio proyecto personal como directivo público? -le he preguntado.

Los momentos de silencio tienen su espacio ante estas preguntas.

- Tal vez, siéndolo...quiero decir que en ambos casos no prescindir de ser el líder de este momento es lo que daría una mejor respuesta -algo así me ha respondido "J" con menos alergia.

Mirando esa pirámide que dibuja Fredy Kofman en sus charlas, trabajar sobre el SER, sobre la plataforma de las organizaciones o las personas, no suele ser lo mas vistoso, como no lo son los cimientos de los edificios, sin embargo es lo que les da su fuerza, su madurez y su durabilidad.

Las alergías como la confusión nos permiten pensar en el Ser ¿Qué quieres hacer realmente tú? ¿Quién quieres ser en esto? ¿Qué es lo que no te perdonarás haber dejado sin hacer cuando esta confusión ya no esté presente?

En mi caso lo sé, aunque lo mantenga pendiente.


miércoles, septiembre 14, 2005

Escuchar al otro cuando escuchas la historia que cuenta

Hoy en la conversación de coaching con "D" he tratado de mostrarle algo tan obvio que desaparece de nuestro escuchar, invisible como el aire: "cuando alguién habla lo hace desde su hablar" le he dicho y "D" me ha mirado como si le hablara en chino mandarín.

Le pregunto y "D" me relata un hecho que le tiene preocupado y me doy cuenta que más que el relato yo le escucho a él, todo lo que dice de sí mismo detrás de ese relato. Me pregunto por qué lo dice, por qué el énfasis en ese aspecto, qué le lleva a poner el primer plano en esa frase, qué es lo que no aparece en su narración, qué significa lo que silencia. Le muestro lo que veo y se sorprende, al mostrárselo siento temor o sorpresa al darme cuenta todo lo que también es transparente en mí.

¿Hablamos de otra cosa que no sea de nosotros mismos? ¿Aparentamos describir lo que pasa cuando en realidad mostramos los lentes con los que miramos lo que pasa?

- Entonces no te interesa lo que te digo -me interrumpe "D"
- Me interesa más quien lo dice. Ese es mi rol en esta conversación, entender la estructura de tu hablar, para devolverte sus relaciones, para que tu rellenes en tu interior lo que quiera decir. Los significados los pones tú, yo destejo la chaqueta de lana para devolverte las distintas hebras que la crearon.

Luego pienso que tal vez por eso escribo literatura para poder ser otro que construye historias y al verlo escribir comprender por qué lo escribe y entenderlo desde la distancia de su/mi caligrafía. Ese pensamiento me inquieta. Otros leen la historia. Yo leo lo que el escritor ha querido ocultar en sus palabras, sus claves, el autoengaño, la forma en que se salva y me digo recitando con la voz que Alberto Chacón pone para recitar a Benedetti:
"no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo"

Eso quiero que descubra "D" de qué se salva, de qué esta huyendo, para que no cierre los ojos dejando caer los párpados pesados como juicios, sin saber que son juicios, pensando que son párpados. En ese punto yo anoto y le dejo en su silencio. Al anotar voy guardando la historia que no le "escucho" mientras habla, porque no puedo soportar que sólo pueda hacerse una cosa a la vez o escucharle a él (al que habla) o escuchar la historia y todo lo que yo vería en ella si la dejara crecer en mi interior. ¿De qué valdría entonces mi rol de coach? ¿Sería eso comprarle el quiebre?

Al escuchar al que habla, sin embargo, hay una emoción que no comparto, por eso anoto para recrearla luego.

Según escribo he entendido algo de golpe. Mis padres iban al cine los sábados en la noche cuando yo era niño. El Domingo mi madre me contaba la película. A veces su contar duraba tanto como la película real. Yo le preguntaba y ella se metía en los personajes y me decía por qué hacían lo que hacían, mas allá de la simple descripción de las escenas. En ocasiones, Marcelino, mi padre entraba en la habitación y la interrumpía atónito:
-Pero, Juanita, qué pelicula viste tú. ¿De dónde te has sacado todo eso?
Discutían, él le hacía ver que esas interpretaciones eran su forma de ver las cosas, que en la película nunca pasaba explicitamente lo que mi madre describía, muy al contrario...y yo quería que callase de una vez para seguir conociendo la historia contada por mi madre, con independencia de que fuera verdad o no.

Hoy me doy cuenta que, 45 años mas tarde, yo soy también Marcelino.

domingo, septiembre 11, 2005

VER PARA CREAR

Se publicó el libro de Marcelo Krynski "Ver para crear". Durante meses tuvimos una interesante correspondencia sobre él, dado que tuvo la gentileza de pedirme que le hiciera mis observaciones sobre su borrador. En Noviembre lo presentará en Chile.


Lo primero que me gustó del libro de Marcelo fue que hablara de "Indicios" para referirse a las vías, a los caminos desde los que piensa que se puede contribuir a "generar contextos mas humanos". En su libro habla de siete indicios:

  • Apostar a lo mejor de cada uno
  • La disposición de servir
  • La simetría
  • La liviandad
  • El respeto
  • El contacto
  • El misterio

Se refiere a un Meta-indicio

  • Las ganas

y a lo que llama un Trans-indicio

  • La humildad

Más que referirme a ellos y a las coincidencias sobre las que tuvimos tiempo de conversar, quiero escribir sobre aquello en lo que percibo un indicio de inquietud o la sensación de que aún debo encontrar la profundidad de entendimiento para interiorizar la distinción que propone entre el modelo de observación de las conductas de cambio y aprendizaje basado en los trabajos de Chris Argyris y Rafael Echeverría y su modelo P.A.R. (Percepción, Acción, Resultados). Lo que señala Marcelo a este respecto es:

"Nuestro aporte consiste en mostrar que es tan fuerte la incidencia del relato social que vivimos, que un cambio de palabras como observador, perceptor, escuchador o cualquier otra forma en la que nombremos al sujeto, nos sigue manteniendo presos en una cristalizada noción de persona aunque en la práctica postulemos que no hay observación si observador. Sin pretender agotar aquí la reflexión, elegimos poner el foco en el interjuego simultáneo, permanente e instantáneo del ser (por nombrarlo de algún modo y sin mayúscula) con su propia percepción, acción y resultados en relación con las percepciones, acciones y resultados de los otros.

Creemos que es un reto audaz y que en nuetro vivir nos nos damos cuenta de que no distinguimos nuestras continuas mutaciones que sin cesar nos van constituyendo en los seres que vamos deviniendo. Contemplar esto nos da acceso a una nueva conciencia y nos permite operar desde un lugar concreto e integrador que nos flexibiliza y nos habilita para intervenir en la transformación del relato social en el que estamos inmersos"

¿Qué quiere decir Marcelo? Yo me muevo y el mundo se mueve y en cada momento no vuelvo a tener la misma perspectiva que tuve en el instante anterior, lo importante es poner el foco en la "realidad" de la conexión mas que en la "realidad" de lo conectado, ¿Es la respuesta una suerte de adaptación al mismo movimiento del contexto? ¿Tener la percepción de que fluyo mientas percibo que estoy observándome observar?. No sé.

Lo que sé es que siento y me produce un cierto pálpito apresurado y me resuenan preguntas muy distintas e inconexas, tal vez indicios: ¿Tiene que ver con la distancia adecuada? ¿Sugiere un sentido de la apertura a la transformación permanente? ¿La búsqueda de la virtud? ¿El sentido de lo religioso o lo sagrado? quizá por fín ¿El amor según San Pablo a los Corintios? ¿La multidimensionalidad?.

Me quedo con la sensación de estar dentro de un cuento de Borges, dentro de una mirada que puede contener las miradas infinitas. Con el desasosiego en el pecho, como si en vez de español estuviese siendo portugués y en vez de yo fuese un heterónimo de Pessoa.

Al releer lo escrito encuentro la naturaleza de mi propio tránsito: el orden de la realidad, la lógica, el pensamiento, la filosofía, la literatura después, la ficción, la confusión, por último, como el indicio de la certeza de vivir.

Lo que quiero decir, entonces, es que al volver a releer el libro de Marcelo, en esta mañana de Domingo en Santiago en la que ha vuelto a salir el sol en un cielo azul pálido que el smog engrisece, me doy cuenta que lo está leyendo un lector diferente y que hoy me produce un desorden que acepto.

viernes, septiembre 09, 2005

¿SER REALISTA?

En las conversaciones con Salvador García solíamos decir que un liderazgo visionario sin gestión convierte a esas organizaciones en entes quiméricos sin sustento, pero que una empresa eficiente y sin visión mística, termina siendo una organización "desanimada" (sin alma).

Me acuerdo de esto, porque el Lunes volví a tener el placer de trabajar con Claudio Orrego y su equipo. Le hice una entrevista dentro del taller para que pudiera compartir su visión después de 10 meses de alcaldía. La entrevista fue pasando a conversación y la conversación a un apasionado mensaje. En otro momento hablaré más de ello, ahora quiero resaltar algo que está en el fondo del coaching directivo, desafiar lo que llamamos realismo.

Claudio habló de los principales enemigos a los que se enfrentaban y citó al realismo, a esa suerte de barrera que ponemos ante nuestros sueños. "Seamos realistas" es decir pongamos los pies en la tierra porque esto no es posible.

Hablamos de ser realistas en el sentido de "hagámono cargos de la realidad, de lo que es posible en el contexto de lo real y no en el de los sueños" y sin embargo, si nos quedásemos siempre en el contexto de lo que "es" no cambiaríamos el mundo, haciéndo que "sea" lo que "no era".

Han sido los no-realistas los que han extendido lo real, creando nuevas realidades. Descubrir los tabiques interiores de la realidad de cada uno es una difícil tarea, pero necesaria para derribar los muros del agarrotamiento conservador.

Resuenan las frases en las que creímos. "Se realista, pide lo imposible" o esa frase de Margaret Mead que pongo en los talleres de liderazgo "¿Quién ha dicho que un pequeño grupo de personas no puede cambiar el mundo"

A veces en las conversaciones de coaching con "C" este es el fondo que no decimos, pero al que damos vueltas y él se sonríe malicioso cuando percibe que quiero mostrarle que cuando se acomoda a aceptar que las cosas no se pueden cambiar está siendo una inteligencia reaccionaria más, que colabora, sin quererlo, a que sea cierto lo que denosta.

martes, agosto 23, 2005

Hoy en mi sesión de coaching con "M" (así le llamaré) volvió a salir el tema recurrente de las demandas de trabajo crecientes que recibe de su Directorio, la angustia que eso le genera, la incomprensión que supone a su propia planificación. Yo le pregunto por su equipo, por ese recurso disponible con el que debería hacer frente a las nuevas peticiones, pero "M" nunca termina de sentirse cómodo con su equipo, porque nunca termina de diseñarlo, de estructurarlo, de ponerle un Norte de desafíos y compromisos.

Para que tu equipo funcione, le digo, necesitas dedicarle tiempo. ¿Qué te hace esperar que se pueda auto organizar para ponerse a tu servicio? Además, si se organizara solo, ¿Sería tu equipo? A veces vivimos falsas expectativas, no sólo porque no se condicen con lo posible, sino porque si llegaran a ser realidad tendrían una vida distinta a la que imaginariamente proyectamos. Los equipos se construyen y esa construcción requiere tiempo y liderazgo. "M" lo sabe, pero a la vez no lo quiere saber. Lo sabe y lo ignora. Ignora conscientemente su saber.

Los equipos viven en la emoción de serlo, se constituyen en conversaciones y para tenerlas hay que dedicarles tiempo y entregarle energías.

Hablar de equipo significa también de autonomía. No es lo mismo delegar tareas que desarrollar la autonomía del otro. Cuando delegamos tareas, el que debe relizarlas tiene las "alas muy cortas" y, sin embargo, con fecuencia le pedimos que vuele mientras les miramos.

Desarrollar autonomía dentro de un equipo significa compartir interpretaciones, valores, formas de hacer las cosas, después como Willian Wallace en la película "Corazón valiente" es posible decirle al compañero: "Sé tu mismo" y que al serlo no se rompa ningún jarrón chino del estante de la obviedad compartida.

El propósito del líder de un equipo no debería ser repartir tareas y llevar un control riguroso de la eficiencia de cada acción. El propósito de "M" debería ser que su gente se haga cargo de los problemas desde su autonomía y que propongan cauces de acción. Para eso tiene que confiar en ellos previamente y dedicarles el tiempo para que entiendan cual es su rol y qué es lo que se espera exactamente de ellos.

Desarrollar autonomía es una de las tareas del coach, implica escuchar activamente, creer en los seres humanos y en su capacidad de transformación, lograr que se apropien del objetivo del proyecto. "M" me mira fijamente y me doy cuenta que me cree y no me cree, que le supone demasiado trabajo y aunque le angustie esta frenética costumbre de fingir "fortalezas", le resulta mejor el "pájaro en mano" de su forma de delegar que "los ciento volando" de un supuesto empoderamiento.

Mientras que no cambie esto "M" seguirá llegando por las mañanas con esta mezcla de soledad desamparada y disponibilidad sin enfoque. Ese es su quiebre y menos las demandas del Directorio

jueves, junio 23, 2005

Yo estoy sentado frente a él y puedo leer en su cara la confusión, porque para obrar conforme a uno de sus valores rectores tiene que afectar a otro igualmente importante para él. ¿Cómo me explicas esto? -me pregunta.

No estoy aquí para explicarle sino para que el entienda, descubra, tome decisiones.

A ti te gusta el sol,la luz, la alegría, la sensación bulliciosa de la vida, le digo. Todo ello es valorable para tí, pero también amas el silencio de la noche y el descanso. Cada cosa tiene su momento. No se te ocurre buscar el descanso en la mañana pletórica de movimientos y gritos de la Alameda.

Al decírselo para que vea que vivimos llenos de cosas valorables que no tienenn por qué darse al unísono, me doy cuenta de esa permanente presencia de los binomios. Una variable llega hasta donde la otra comienza su dominio.

El secreto es priorizar. No quisiéramos tal vez, pero hay que hacerlo para ser protagonistas de nuestra vida.

Piensa le digo en el binomio flexibilidad / impecabilidad. Es bueno ser flexible. ¿Cómo se puede vivir si no en el mundo cambiante en que vivimos?. Es bueno ser impecable, cumplir nuestros compromisos a cabalidad con tanto rigor y profundidad como establecimos. Entonces, eso significa que puedo ser flexible mientras no altere la impecabilidad si mi identidad en la vida está ligada al ser impecable.

Podía ser también al revés. Tienes que elegir,le digo y según me escucho me doy cuenta que también me lo estoy diciendo. Tienes que elegir, repito entonces, esta vez con la voz del corazón.

lunes, junio 20, 2005

LA IMPORTANCIA DE TENER UN PLAN PERSONAL

Una metáfora que ilustra por qué me parece necesario que el trabajo de coaching comience por la elaboración de un Plan Personal es la de la piragüa de río y el barco en el mar. A veces remamos con destreza en una piragüa, pero en definitiva el curso que seguimos es el del río por el que navegamos. ¡Ojala que desemboque allí donde nos gustaría llegar! porque el curso no está definido por nosotros. Algunas personas viven remando una piragüa en un cauce diseñado por otros.

Otros optan por navegar en el mar. Eligen el puerto al que quieren arribar y se aventuran a llegar a él. No siempre el camino es fácil. A veces es necesario cambiar el rumbo para sortear los obstáculos de un entorno que tiene su propia dinámica, pero podemos mantener nuestra voluntad de sortearlos y volver a nuestra meta original.

Explicitar nuestro Plan Personal es un forma de echarnos a navegar al mar.

domingo, junio 19, 2005

Hoy empiezo a probar el mundo de los blogg...como todo comienzo tiene algo de aventura. Cuento con la ayuda de mi hijo Juan Juan para iniciarme en este proceso. Le doy las gracias. También le doy las gracias a Raúl Herrera que me incitó desde su blog. Cada acción humana permite una cadena de agradecimientos. Y esta es la primera idea que quiero dejar escrita: siento un profundo agradecimiento por vivir, aunque no sea hoy el mejor día de mi vida.

Recupero al escribir estas líneas la antigua emoción de los diarios. Yo escribí diarios en todos los cuadernos que cayeron en mis manos escolares. Usé de aquellos que llevaban un pequeño candado para proteger la intimidad. Aquellos candados que las hermanas podían forzar con una simple horquilla del pelo. Hoy esos candados se llaman password, pero tampoco valen de mucho.

Siento rubor al saber que lo que escribo será público, pero lo escribo.