miércoles, septiembre 14, 2005

Escuchar al otro cuando escuchas la historia que cuenta

Hoy en la conversación de coaching con "D" he tratado de mostrarle algo tan obvio que desaparece de nuestro escuchar, invisible como el aire: "cuando alguién habla lo hace desde su hablar" le he dicho y "D" me ha mirado como si le hablara en chino mandarín.

Le pregunto y "D" me relata un hecho que le tiene preocupado y me doy cuenta que más que el relato yo le escucho a él, todo lo que dice de sí mismo detrás de ese relato. Me pregunto por qué lo dice, por qué el énfasis en ese aspecto, qué le lleva a poner el primer plano en esa frase, qué es lo que no aparece en su narración, qué significa lo que silencia. Le muestro lo que veo y se sorprende, al mostrárselo siento temor o sorpresa al darme cuenta todo lo que también es transparente en mí.

¿Hablamos de otra cosa que no sea de nosotros mismos? ¿Aparentamos describir lo que pasa cuando en realidad mostramos los lentes con los que miramos lo que pasa?

- Entonces no te interesa lo que te digo -me interrumpe "D"
- Me interesa más quien lo dice. Ese es mi rol en esta conversación, entender la estructura de tu hablar, para devolverte sus relaciones, para que tu rellenes en tu interior lo que quiera decir. Los significados los pones tú, yo destejo la chaqueta de lana para devolverte las distintas hebras que la crearon.

Luego pienso que tal vez por eso escribo literatura para poder ser otro que construye historias y al verlo escribir comprender por qué lo escribe y entenderlo desde la distancia de su/mi caligrafía. Ese pensamiento me inquieta. Otros leen la historia. Yo leo lo que el escritor ha querido ocultar en sus palabras, sus claves, el autoengaño, la forma en que se salva y me digo recitando con la voz que Alberto Chacón pone para recitar a Benedetti:
"no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo"

Eso quiero que descubra "D" de qué se salva, de qué esta huyendo, para que no cierre los ojos dejando caer los párpados pesados como juicios, sin saber que son juicios, pensando que son párpados. En ese punto yo anoto y le dejo en su silencio. Al anotar voy guardando la historia que no le "escucho" mientras habla, porque no puedo soportar que sólo pueda hacerse una cosa a la vez o escucharle a él (al que habla) o escuchar la historia y todo lo que yo vería en ella si la dejara crecer en mi interior. ¿De qué valdría entonces mi rol de coach? ¿Sería eso comprarle el quiebre?

Al escuchar al que habla, sin embargo, hay una emoción que no comparto, por eso anoto para recrearla luego.

Según escribo he entendido algo de golpe. Mis padres iban al cine los sábados en la noche cuando yo era niño. El Domingo mi madre me contaba la película. A veces su contar duraba tanto como la película real. Yo le preguntaba y ella se metía en los personajes y me decía por qué hacían lo que hacían, mas allá de la simple descripción de las escenas. En ocasiones, Marcelino, mi padre entraba en la habitación y la interrumpía atónito:
-Pero, Juanita, qué pelicula viste tú. ¿De dónde te has sacado todo eso?
Discutían, él le hacía ver que esas interpretaciones eran su forma de ver las cosas, que en la película nunca pasaba explicitamente lo que mi madre describía, muy al contrario...y yo quería que callase de una vez para seguir conociendo la historia contada por mi madre, con independencia de que fuera verdad o no.

Hoy me doy cuenta que, 45 años mas tarde, yo soy también Marcelino.

7 comentarios:

  1. Juan: cuando escuchamos a otros,suele pasar que tambien nos estamos escuchando a nosotros mismos, es un juego particular, escuchamos al otro con su discurso, le hacemos ver lo que puede estar detras de el, pero al mismo tiempo nuestro cuerpo, nuestro interno esta cotegando con la realidad que hemos creado de nosotros mismos.Mantener una mirada flexible de nuestra autoimagen ayuda mucho a la hora de evaluar nuestros discursos y la de los otros...¿que opinas?

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  2. Juan,
    me pasa con el escuchar, que al hablarlo como si fuera un "algo" se me aparece claro, pero en el escucharcotidianopermanente se diluye, se hace invisible, pero ahí está, sucediendo, siempre sucediendo.
    El escuchar es como el ser. El ser del escuchar es el escuchando, y en el escuchando nos movemos, armamos la sopa con que día a día nos alimentamos y crecemos, y reinventamos y alimentamoscrecemosreinventamos, así hasta el infinito.

    te invito a comentar mi blog. www.pabloreyes.blogspot.com

    yo te agregaré al mío, gracias por aparecer.

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  3. Ari, estoy de acuerdo básicamente con lo que dices. Uno observa el mundo y lo escucha desde su propio mapa. Eso confirmaría tu planteamiento con el matiz de que escuchamos a otros con los "oidos" que tenemos y esos oidos nos traen las palabras de los otros mezcladas con nuestras interpretaciones. No sé si hablaría de "Mantener una mirada flexible de nuestra autoimagen" ¿Te refieres a la capacidad de observar como observamos? Esa capacidad también nos sirve, al disociarnos, para evaluar nuestros discursos de una forma diferente

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  4. Pablo es verdad que es difícil estar conectados continuamente con nuestra experiencia, es como darnos cuenta que respiramos. El respirar también se hace invisible, pero cuando desarrollamos la conciencia de nuestra observación podemos alcanzar esos momentos en los que "escuchar" es una sensación vívida, en la que es posible percibir la argamasa de la relación con los otros como una construcción en el pecho.

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  5. Juan, definitivamente "me lees bien lo que intento de decir",creo que la metaobservación es fundamental para evaluar discursos y la forma que tenemos de relacionarnos, pero cuando te dije lo de "mantener una mirada flexible de nuestra autoimagen" tiene que ver con un esfuerzo de conexion emocional y racional de quienes somos en ese momento, como nos vemos a sí mismos en el rol que se está cumpliendo y si nos sentimos armónicos con las circunstancias del orden que se trate en esos momentos, el chequeo de la experiencia de rol en contexto, si se vuelve un buen habito es abre puertas intelectual y afectivamente a un analisis critico de las conversaciones que tenemos , creamos mundos en el lenguaje, para que sean virtuosos, tiene necesariamente que haber una predisposición a la flexibilidad a la gama de comportamientos que podemos tener dentro de una función y como es nuestra imagen en relación a eso, y si partimos una conversación hablando de lo que creemos que somos o que funcion cumplimos en cierta circunstancia,cual es ,independiente del contenido, se forma un colchon emocional que te permite analizar comportamientos mas libremente.........Son las 03:15 a.m. sinceramente no se si me explique como deseaba, espero que si...mañana te pongo en mis links, los demas tiene que leerte y yo ayudaré a eso.....eres muy bueno en esto.....Buenas Noches..(ZZZZZ)

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  6. Siempre he entendido el coach como una invitación a que el coachee se observe a sí mismo, no importan las interpretaciones de lo que escucha el coach, sólo importa que él (coachee) se escuché y se haga las preguntas cuyas respuestas sólo él conoce, o sólo él puede evaluar como "correctas" como "empoderantes", como "liberadoras". El coach es un espejo donde el coachee se puede mirar, donde el coachee se puede hacer las preguntas que más teme, sabiendo que el espejo no dejará que se haga daño.

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  7. "sabiendo que el espejo no dejará que se haga daño"
    Juan, me tomo de las palabras de Gonzalo para preguntarte, como coach ¿donde/como encuentras el límite, entre la irreverencia y el no hacer daño?

    sobre Marcelino y Juanita, me pongo a pensar que quizás nunca podré ser una buena coach, porque me seduce escuchar a Juanita y volar con ella, yo soy como Juanita también y re-creo sobre todo lo que veo :)

    un abrazo

    Iris

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