domingo, diciembre 31, 2006

¿Crear condiciones para un mundo mejor es esto?


No es fácil mantener el avance sin retroceder. Los liderazgos no garantizan un camino recto. Todo eso es cierto, pero no puedo evitar mi decepción cuando se comete la torpeza manifiesta de hacer que los dictadores se conviertan en mártires. ¿Cuántos jóvenes musulmanes pondrán el rostro de un occidental cristiano bajo la capucha cobarde que oculta la cara de los verdugos? ¿Cuántos escucharán sólo el último grito de Saddam con el Corán en sus manos diciendo "No hay mas Dios que Alá y Mahoma es su profeta"?


El vídeo de la muerte serena del principal culpable de los horribles asesinatos de 1982 recorrerá el mundo y habremos perdido una posibilidad de crear las condiciones para un futuro mejor. Un futuro basado en el amor y el perdón.


He discutido esto con "R" ¿Qué papel tendría en tu proyecto tu enemigo? le he preguntado ¿El de cadáver? ¿Esa es la justicia que queremos? ¿No es esta también una estrategia de empate? ¿Quién dice que la razón permite asesinar? ¿Es asesinato sólo cuando se contravienen las reglas que nos hemos puesto la mayoría?

Empezamos hablando de Saddam terminamos hablando de las luchas desatadas en el seno de la Concertación y el colofón de otro error político. No hay ninguna posible semejanza sino el hilo conductor de las decisiones que hacen que nos alejemos de construir el mundo al que todos queramos pertenecer, parafraseando de nuevo a Gilles Pajou, un mundo en el que no se confunda la justicia con la venganza. La ley del Talión pertenece a un pasado al que yo no quiero volver. Al cabo solo puedo entenderlo en la intensidad del dolor humano individual, pero nunca como producto de una respuesta social.


Que el 2007 sea más feliz.

domingo, diciembre 17, 2006

Buscando el temperamento

Hace unas semanas vino a verme un persistente tesista que ha puesto el foco de su tesis en investigar el Coaching en las Organizaciones. No revelaré su nombre, le llamaré el "persistente" porque desde hace meses me consulta, me pide bibliografía y consejo.

A su insistencia se debe la definición de coaching que plantee en el número 39 del Arte de Dirigir. Dice así: "Yo practico un coaching que hoy defino como el proceso de acompañar a otro a potenciar o descubrir sus capacidades y talentos en el ámbito que este otro defina como su espacio de desarrollo. Este acompañamiento supone un viaje en el que la declaración de un puerto no predefine la ruta y al seguir la ruta puede ocurrir que redefinamos el puerto, el proceso se hace cargo de la riqueza y el misterio de las personas dentro de unos valores declarados por ambas partes que regulan la relación".

Parece que no le bastó y en la entrevista personal que tuvo conmigo, si la memoria no me falla me hizo la siguiente pregunta “Si bien usted ya ha definido lo que es el coaching, si repasamos lo que dicen (e hizo un largo recorrido de la lista de definidores del coaching: Echeverría, O'Connor, Olalla, Hashuel, Dilts, otros más) ¿Cuál sería la característica fundamental del coaching que usted practica? ¿Cómo lo resumiría en pocas palabras?

Tuve que pensar para resumirme, lo que no es mi principal habilidad. "Si tuviera que concentrar la intención que hay detrás de mi trabajo, algo así como una frase de calendario diría", le dije, "que es poner en contacto a las personas con la profunda ambición de ser los mejores que puedan ser, de invertir en sí mismos, saliendo de la comodidad de lo que ya son. Que aspiren a su grandeza".

Hoy recuerdo esta pregunta y su respuesta porque vengo leyendo en el avión el libro del argentino Leonardo Wolk “ Coaching El arte de soplar las brasas” y encuentro esta frase “Como proceso, el coaching es una invitación a salir de la zona de confort para cuestionar y cuestionarse el modo de pensar, de comunicarse, de observar, de actuar, para aprender nuevas respuestas ante los viejos y los nuevos desafíos. Es un proceso para diseñar futuro”



Una vez más hablamos muchos de lo mismo. Y coincido en que el coaching tiene que lograr sacar al coachee de su zona de confort, insuflar las ganas y la energía para la larga travesía del cambio personal, para salir de ese punto en que nos adormecemos y empezamos a perder el brillo. El coaching tiene que ver con asumir el poder de la propia vida, del propio fuego interior. Por eso es hermosa la imagen del coach como soplador de brasas.


o0O0o
Después de escribir el borrador de estos pensamientos participé, ya en Santiago, en un taller con Teresina Bueno la actriz y directora mexicana de teatro. En un momento citó a Coco Chanel cuando dijo que no alcazaremos el éxito con nada de lo que tengamos que aprender, para referirse a que el auténtico poder está en el temperamento (¿El núcleo duro del carácter? ¿La primera naturaleza? ¿La estructura de coherencia?).
Sin perjuicio de que la frase merece muchas consideraciones y algunos desacuerdos. Me hizo pensar en el coaching como la conversación que trata de ir levantando las capas de cebolla con las que cubrimos nuestra identidad, como el camino para ponernos en contacto con esa grandeza que traemos, con el recurso natural más precioso y más perdido.





viernes, diciembre 08, 2006

El arte de contar historias

Nos sorprende cuando escuchamos a otros decir lo que nosotros sostenemos habitualmente. Mas aún, cuando lo leemos en sus argumentaciones. Esto es lo que me pasó con Javier Martínez Aldanondo, cuando le escuché hablar sobre el aprendizaje en la presentación que hizo la revista española Capital Humano y después cuando recibí la newsletter que él escribe cada mes desde Catenaria y que en esta aocasión lleva por título: “Cuéntame un cuento”.

Solemos sentir una mezcla de soliaridad y cercanía (uno de los mios) y de invasión (¿Pero esto no lo había pensado yo antes?. Debe estar en nuestro ADN la fantasía de haber visto a la chica primero, claro que con la edad se va haciendo más difícil y buscamos otras formas de ser únicos). En este caso mío, prima la cercania solidaria, ese sentimiento de que cada vez somos más los que pensamos en esto.

Ya no creo que nadie invente desde la nada, construimos sobre el saber que existe, los contextos que existen, las emociones que compartimos. Todo es colectivo y todo es individual.

Me estoy refiriendo, sin decirlo, a la teoría de que aprendemos a través de las historias que nos cuentan y que, por lo tanto, no es a través de los datos y los PowerPoint que dejamos la semilla en los otros, sino a través de las historias que contamos.

Javier (español también, perdón, vasco, uno nunca sabe: pertenecemos al mismo estado pero a distinta nación) lo escribe de esta manera:

“En su libro La Bendita Manía de Contar, García Márquez afirma "estoy convencido de que el mundo se divide entre los que saben contar historias y los que no". El pasado y los hechos más importantes de tu vida los recuerdas como historias y si imaginas tu vida hacia el futuro, también lo haces en formato de historia. A fin de cuentas, las historias son lo que les contamos a los niños cuando quieren dormir. Incluso cuando dormimos, soñamos en forma de historias. Harvard patentó el estudio de caso como su metodología estrella que el resto de las escuelas de negocios adoran y que todos los directivos consideran una eficiente herramienta de aprendizaje.
Entendemos y nos explicamos el mundo a través de historias. Las historias inspiran porque se dirigen a las emociones y no sólo a lo racional y por que te llevan a hacerte preguntas en esta época donde la educación sigue insistiendo en las respuestas y en que aprendamos ingentes cantidades de teorías y conceptos, memoricemos datos y los regurgitemos en absurdos exámenes. Gracias a dios, la práctica va por delante de la teoría y los problemas no se pueden comprender intelectualmente, hay que vivirlos”

Creo que uno de los momentos mas interesantes de mi trabajo de coaching con “G” fue cuando le dije que el Plan de la empresa lo tenía que contar como una historia, un relato que entendiera un niño de siete años, que llamara al esfuerzo y al corazón, una historia donde él estuviera implicado, ante la que él mismo no pudiera ser un locutor aséptico.

- ¿En qué se parece ese plan a los momentos estelares de tu vida? -le pregunté- ¿Cuál fue ese momento estelar?- Y él se quedó pensando.

- Ahora piensa lo que quieres lograr, visualízalo ¿Cómo pueden sentir ellos lo que tu sentiste? ¿Cómo se lo tienes que contar?

Y “G” llegó a aquel taller y contó su primera maratón de Nueva York. Llevó el vídeo de su llegada. Todo su equipo vivió la historia, lo vió. La metáfora estaba construida. Algo se creo en aquel grupo que pasados los años sigue aún presente.



Por eso al escuchar y leer a Javier sentí que hablamos de lo mismo, que a lo mejor ambos somos españoles y vascos y por eso mi hija se llama Arancha y por eso él cita a García Márquez, uno de los emblemas de la lengua española, porque creemos que somos contadores de historias, que nuestra materia es la materia de los sueños, la que usó "G" en aquél Taller hace unos años.