viernes, octubre 25, 2013

A manera de un cuento sufí


A veces el desafío de contarle a Laura, mi nieta, las cosas más difíciles de la vida y hacerlo en forma de cuento, resulta ser la mejor manera de contarla también a los adultos. Anoche le escribí esto en el blog que creé para ella.

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http://cuentosparalaura.blogspot.com/2013/10/a-la-manera-de-un-cuento-sufi.html

lunes, octubre 14, 2013

Me pregunta Maru López Brun



Conversamos por mail sobre el Programa que realizaremos en la Ciudad de México el próximo mes sobre Habilidades Directivas para Funcionarios del Gobierno. Maru me pregunta y yo le respondo. 

Pregunta-Petición de Maru:

“No sé qué te parezca, pero quizá me puedas escribir un mensaje para quienes están interesad@s sobre las ventajas de este taller para quien se considera líder de un proyecto, o grupo y vive el stress y los riesgos que esto significan. Media cuartilla o lo que quieras. Te haría la pregunta así: ¿Qué emoción te genera dar un taller sobre política, para quienes la ejercen todos los días? ¿Qué les dirías para que terminen de convencerse de que vale la pena asistir?” 

Respuesta de Juan

Ayer en el diario español “El País” el escritor Manuel Vicent escribía una columna titulada “Tesoro” que empieza así “Está amaneciendo. Es la hora de los pájaros. A los colegios e institutos llegan en bandadas niños y chavales cargados con sus mochilas. Ellos no lo saben, pero todos se dirigen a la isla del tesoro. Puede que ignoren dónde está ese mar y en qué consiste la travesía y qué clase de cofre repleto de monedas de oro les espera realmente”. Y desarrolla después una bellísima metáfora sobre ese tesoro que es el aprendizaje. 

El taller de habilidades no trata tanto de enseñar conocimientos que l@s líderes formales tienen, sino de poner en contacto con el tesoro de sus capacidades. Hoy vivimos en un tiempo tan cambiante, tan nuevo, tan terra incognita, que lo mejor que puede pasarnos a quienes debemos liderar es ponernos de vez en cuando en contacto con el estado de humildad de aprender y desafiarnos. 

Hoy ya no se aprende como hace unos años, liderar es una tarea distinta porque los seguidores han cambiado y el fenómeno del liderazgo está profundamente imbricado al fenómeno del seguimiento. Hoy la comunicación se ha hecho mucho más sofisticada y los mensajes compiten con múltiples estímulos. Quiero decir que vivimos en un mundo en el que el principal tesoro son las habilidades adaptativas y no el conocimiento experto que permanentemente se vuelve obsoleto. De eso vamos a hablar en el Programa.

Finalmente, si en algo creo, es en la naturaleza transformadora de las conversaciones políticas, como también sé que cuando la política no surge del amor puede generar la más terrible de las frustraciones, por eso, Maru, hablar de todo esto con los políticos, hablar de política con quien la ejerce me parece fascinante, como debe ser hablar de Dios en el Templo para los creyentes, allí es donde puede cobrar más significado, donde al día siguiente pueden verse los mejores resultados. Se trata de hacer más poderoso el tesoro que llevan en sus carteras de niñ@ mayores que van al Colegio de la vida.

miércoles, octubre 09, 2013

Entrevista para la Newsletter de Newfield

"La política con ética es una política para la convivencia"




Por Fernando Véliz Montero, Coach Ontológico

Cuando entré al blog de Juan Vera, apareció este párrafo dando inicio a la lectura: “Hace tiempo decidí que mi forma de transformar el mundo en el que vivo sería a través de influir para que las organizaciones sean más humanas y sus directivos con más sensibilidad y más consistentes con sus valores. Desde mi adolescencia ya sabía que una Misión que me había elegido a mí era la de hacer que el arte y la vida se encontraran en mi camino y preferentemente a través de la palabra” (Juan Vera).


Posterior a esta primera mirada, podremos comprender la perspectiva de este coach ontológico certificado en el primer ACP (El Arte del Coaching Ontológico) en castellano realizado en 1993. Este ACP que partió en Segovia (España) y terminó en Santiago (Chile), resultó una experiencia formativa que marcaría el sendero profesional de Juan para toda su vida. Esto de no poder intervenir en un mundo que no sabíamos observar resultó un espacio de aprendizaje mayor para este español que en 1994 llegó a Chile para quedarse. Juan nos cuenta que siempre le ha interesado la política, como de igual forma, comprende que la libertad es él recurso fundacional en todo proceso democrático. También en esta conversación Juan hace un énfasis en dejar claro que una cosa es el coaching político, y otra es el coaching a políticos. En el primer caso el calificativo advierte del contenido de los quiebres y las conversaciones que se mantienen, en el segundo caso hablamos de coaching a personas que se da la circunstancia que están en un rol político. “Yo por ejemplo he realizado mucho coaching a políticos que estuvieron en el ejercicio del poder, pero mi idea del coaching político va más allá de que el coachee sea alguien connotado por su vinculación al poder. El coaching político es también sinónimo de trabajar con las organizaciones de vecinos, con las fundaciones, con la sociedad civil, con los líderes jóvenes o con los ciudadanos que desean participar del hecho político desde la convivencia”, concluye nuestro entrevistado.

Juan, actualmente, ¿en qué países estás trabajando?


Mi mayor experiencia como coach político ha estado en Chile. Acá fui coach de 7 ministros, 10 subsecretarios y 4 alcaldes en los gobiernos de la Concertación. También realizo una especialización en coaching político, curso que está pensado para coaches ya certificados. Este seminario lo he realizado en diversos países. En España ya se han llevado a cabo cuatro promociones, en México otras cuatro, en Venezuela una promoción, este año se sumó Argentina y hace pocos meses me atreví a hacerlo en Chile. En algunos de estos países he sido también coach de personas vinculadas con la acción política, directamente o como supervisor de otros coaches.

Hoy existe un nihilismo con la iglesia, el mercado y la política. ¿Cómo acompañar desde el coaching estas crisis de confianza?
Es verdad lo que me planteas, estamos en un momento complejo. Actualmente hay una bajísima consideración sobre el actuar de los políticos. Yo empezaría por hacer una distinción entre la política y el actuar de los políticos, porque si no estaríamos entrando a juzgar la naturaleza de una actividad concebida para fortalecer la convivencia entre los seres humanos, lo que es un buen propósito. Ahora, también podemos afirmar que hay políticos que con su actuar  impactan negativamente en la percepción final de la sociedad, eso es innegable.

Un día un amigo me regaló una frase de San Francisco de Sales. Esta frase surgió en un contexto bastante complejo de la iglesia de la época. La iglesia en aquel tiempo había perdido el rumbo, tanto sacerdotes como prelados habían abusado por mucho tiempo desde su rango espiritual. El punto es que un feligrés muy desencantado comentó un día que “había perdido la fe por estas conductas abusivas” a lo que San Francisco le respondió: “Cuando un ministro de iglesia hace lo que usted me está diciendo, realiza un asesinato espiritual. Pero cuando usted, como consecuencia de lo que religiosos hacen (corrupción, abuso, etc.) toma la decisión de abdicar de sus creencias y de su fe, ahí usted está generando un suicidio espiritual”. Esta historia me generó un clic absoluto al compararla con lo que hacemos en el dominio de la política.

Porque imaginemos que Ok., ¡se acabó la política! Abolimos la política, entonces ¿Qué haríamos? Frente a una realidad como esta sólo nos quedaría  sentarnos a regular nuestra convivencia, a definir el modelo de sociedad que queremos, es decir, empezaríamos a generar otras conversaciones, pero claramente serían conversaciones de naturaleza política. Lo que sí creo es que pondríamos mayor énfasis en los valores éticos. Participo de la opinión que la actual crisis que está viviendo el mundo, no es de naturaleza política o económica, sino ética.

¿Cómo nos atrevemos a echarle la culpa a los políticos que nosotros mismos hemos elegido? Y si han actuado fuera de nuestras expectativas ¿No representan acaso los valores de la sociedad en la que vivimos hoy? Esto más bien nos debe llevar a revisar cuáles son los valores de la sociedad en la que estamos hoy, ya que al parecer no están calzando con nuestras actuales expectativas de vida.

Para hacer coaching político ¿sirve la experiencia previa, el haber por ejemplo militado en un partido?


Desde luego, pero no tanto haber militado en un partido o haber desempeñado algún rol, como tener distinciones sobre política. En España estuve en la oposición a la dictadura franquista, y en el proceso de la transición milité en un partido. Hoy me doy cuenta que fue un pecado de juventud (risas), que cuando tuve mi primera decepción política dijera, “¡esto no es para mí!”. Me salí pero hoy con la piel más dura, como dicen aquí, creo que no lo haría, no es bueno dejar el poder a los que no te gustan, no es el mejor camino. Es como señalaba antes: suicidio político.

Siento que a nosotros los coach nos han enseñado a hacer buenas preguntas, nos formaron para tratar de cuestionar al observador que el otro es planteándole miradas posibles. ¿Y hasta qué punto nosotros no tenemos también la responsabilidad de mejorar la sociedad en la que estamos? ¿Por qué no pensar, por ejemplo, en hacerle preguntas a la propia sociedad o a los representantes que de alguna forma tienen mayor capacidad de influencia? Claro que para eso debemos tener distinciones y no sólo quejas.





Siempre he pensado que una cosa es un político y otra cosa es el funcionamiento político. ¿Cómo se puede cambiar la cultura del “hacer” en política?
Todo cambio de cultura es difícil. Soy consciente que cuando los partidos se ven capturados por las dinámicas del poder empiezan a fisurarse las propias ideologías que los constituyen ante el deseo principal de mantener ese poder. Surge la tentación de acumularlo y aparece el ego. Por eso y desde ese punto de vista yo te diría que si tuviera que elegir un camino, yo apostaría por la fuerza de los jóvenes, definitivamente. Empecemos apoyando el desarrollo de las futuras generaciones.

¿Algún caso que nos puedas contar?
En el mes de Febrero de este mismo año Beatriz Talegón la dirigente de las juventudes socialistas españolas tomó la palabra en el Congreso de la Internacional Socialista que se celebró en Portugal  e increpó a los líderes y les dijo con valentía que los jóvenes estaban hartos de palabras vacías, de egos, de secretismos, les hizo notar la brecha entre las vacas sagradas que se mueven en la opulencia y los jóvenes que trabajan sin medios pero con la fuerza de convicciones más profundas porque el futuro es el mundo en el que van a habitar. Sus palabras fueron muy duras y obviamente esas palabras generaron conmoción en medio de la sala de un hotel muy lujoso, desde el que se quería hablar de la desigualdad.

Mi optimismo dentro de este ambiente pesimista es que todos estos movimientos que se están creando en el mundo revelan la indignación existente en esta nueva ciudadanía a la que la vieja política no la representa en lo más mínimo. Este nuevo renacer de una juventud atenta y despierta, que exige espacios para actuar es un signo de esperanza. Por eso participar y votar hoy en vez de sustraerse de la política es sinónimo de responsabilidad cívica.

¿Y qué se espera finalmente de todas estas búsquedas sociales?


Espero que todo lo que está ocurriendo derive en el fortalecimiento del mundo social, esto obviamente generará mayor equidad e igualdad.

Alberto Mayol (sociólogo y escritor) que saltó a la palestra con su intervención en ENADE 2011 y es hoy famoso con sus libros y conferencias, en su libro “El derrumbe del modelo” hace una distinción sencilla pero tremenda cuando dice que la pobreza significa, “falta de comida”, podemos entender también habitación, sustento, etc., en cambio que la desigualdad es sinónimo de “falta de sociedad”. Tal cual, la falta de sociedad, la imposibilidad de acceso a las instituciones para algunos, carecer de articulación social de todos los grupos genera exclusión. Por eso la respuesta a tu pregunta termina en la necesidad de la inclusión social.

¿Podríamos hablar de una crisis de sentido?

En mi opinión sí. Falta resignificar y revalorizar la política y eso es lo que se reclama desde la indignación y el descontento. Sin embargo algunos políticos ponen más énfasis en buscar qué aparatos mueven los hilos de estas movilizaciones, qué oscuros enemigos, sin poder salir de un paradigma que es precisamente el que los movilizados quieren erradicar. Otros, por suerte, se sienten desorientados y están reflexionando, se dan cuenta que deben buscar una mayor cercanía, una mayor conexión con lo que está pasando en la sociedad.

¿Cuáles son las preguntas que aún no se les ha hecho a la clase política chilena?

Esa en sí misma es una pregunta difícil. Yo diría  que sí han preguntado qué quiere realmente la gente. Pienso que hay muchos clichés sobre “lo que la gente busca”. Por otro lado también es cierto que la sociedad va queriendo con el tiempo cosas distintas. El mundo de las inquietudes sociales es diverso. Cuando miramos a nivel mundial las revueltas que se han producido: la Puerta del Sol de Madrid, la “primavera árabe”, las revueltas en Israel o Estados Unidos, el mundo de los estudiantes acá o las manifestaciones de Aysen responden a móviles distintos. Las causas son diversas pero hay un elemento central: el abuso. Actualmente los ciudadanos tienen una sensación de abuso de poder y confianza por parte de la iglesia, los políticos y las empresas. Para mí nuestro desafío como coach es colaborar a mostrar esta contradicción, a producir mayor capacidad de escucha, a develar los observadores del mundo y el modelo de convivencia que hay detrás de estas situaciones. 

¿Qué experiencia tienes de cómo puede sostenerse la coherencia del político en su espacio de intervención?

  • Un camino posible es llevar al político a que esté permanentemente vinculándose con el sueño que lo llevó y lo motivó a participar en política. Dos preguntas que nos pueden ayudar: ¿Por qué llegaste a la política? Y ¿Para qué estás en la política?
  • Otro recurso es colocarle en contacto con sus valores. Una pregunta poderosa para un coachee en un momento de confusión es: ¿Qué harías si siguieras tus valores? Generalmente aparece con mayor claridad una respuesta. Cosa distinta es que de inmediato se dé cuenta que esa opción tiene un costo, pero entonces ya no estamos en el espacio de la confusión sobre lo qué hacer, sino en el de la valentía para asumir el costo de lo que ya sabe que siguiendo su marco de valores debería hacer o la capacidad de sopesar las consecuencias a medio plazo.
  • Una tercera vía tiene que ver con el hecho de procurar que la dinámica de la urgencia en la que los políticos entran no les impida separarse de lo importante. En este punto el coach toma el papel de un Pepe Grillo y a la vez a mostrar como la dinámica de los círculos que les rodean puede, a menudo, constituir una criba interpretativa que les aleje de la realidad.

Y qué estaría faltando entonces Juan… ¿masa crítica, transparencia, etc.?


Creo que falta valentía para mostrar las cosas que los políticos no quieren ver o no les dejan ver. Frente a esta realidad yo haría preguntas concretas:

  • ¿Está dispuesto a mirar los temas complejos aunque no tengan rentabilidad política inmediata o sólo desea mirar los temas fáciles de abordar que pueden tener repercusión mediática?
  • ¿Está dispuesto a cambiar el camino que emprendió si llega a descubrir  necesidades, demandas o aspectos que no había llegado a ver antes? ¿Está dispuesto a cambiar su propuesta por el bienestar de otros aunque deba convencer a su grupo de apoyo?
Seguimos citando al barón Von Bismarck cuando decimos que “la política es el arte de lo posible” aunque inmediatamente un coach, sobre todo si es ontológico, podría preguntar… ¿y quién define lo que es posible? Por eso volviendo a tu pregunta para que otras cosas sean posibles los políticos tienen que abrirse a conversaciones mayores, más incluyentes. Es así como el reto actual ya no es pensar en el partido, hoy el desafío es pensar en el país. En esa apertura del modelo de mundo el coaching puede ser un gran aliado, ampliando el arte de lo posible.

¿Cómo se construye una nación con una cultura social altamente individualista?

Desde luego el principal instrumento que tiene un país para fundarse como nación es su propia educación. Ciertamente Chile es un país individualista, pero muchos otros países también lo son. Cuando se va perdiendo la cooperación, cuando los modelos de sociedad y la tecnología impulsan a lo individual, nos queda la opción de educar en convivencia. Todo lo contrario al bullying que hoy aparece con demasiada frecuencia en nuestras escuelas y colegios. El cuidado por los otros no está en nuestras prácticas diarias, no está en nuestra identidad país y sin embargo los seres humanos requerimos vivir en comunidad. ¿Cómo se construye una nación, me preguntas? Construyendo un proyecto de comunidad inclusiva.

Esto del “emprender”, ¿crees que se puede vincular con el individualismo?

Es común pensar en emprendedores individuales que tratan de maximizar su brillante idea. Buena parte del desarrollo económico se ha basado en este tipo de emprendedores, pero también hay otros ejemplos de cooperativismo y emprendimiento comunitario. Por eso en esa educación para la convivencia más que temer al emprendimiento hay que orientarlo a un emprendimiento más social, que piense más en la comunidad en la que opera. Esta es una interesante conversación a promover y mantener en el mundo político.

Los gobiernos siempre tienen posibilidades desde sus distintas líneas de apoyo al emprendimiento de incentivar aquellos proyectos que contengan valores más sociales y comunitarios. En ese sentido coincido plenamente con Vargas Llosa cuando plantea que Chile es el mejor ejemplo de que el sólo desarrollo económico no es suficiente para la felicidad de un país. ¿Cómo levantar preguntas que lleven a identificar el valor de mayor integración e inclusión? Me podrías decir que para ello falta un contexto que le dé mayor valor a esas palabras y puedes llevar razón, tal vez por eso mi decisión de trabajar como coach de políticos, porque ellos pueden posicionar esas conversaciones que tienen la posibilidad de influir en la manera de mirar el mundo.

¿Sabes? soy un profundo agradecido del coaching. Creo que es un instrumento poderoso pero, sin embargo, creo que nosotros, los coaches, todavía estamos demasiado cohibidos. Estoy convencido que podemos acompañar procesos transformacionales con impacto más colectivo y no sólo personal, tanto para los individuos como para las sociedades… y si esto no lo creemos, y si lo creemos y no lo aplicamos estamos dejando espacios posibles para mejorar el mundo al que pertenecemos.

¿Cómo recibe la política los insumos de la Ontología del Lenguaje?

Yo trato de aplicar mi marco teórico… sin necesidad de mostrarlo, quiero decir que si la responsabilidad de la comunicación es del que comunica, es importante hablar el idioma del coachee, por eso cuando éste es político tenemos que tener distinciones de ese mundo. Muchas veces nuestro lenguaje, el de los coach ontológicos, en un minuto determinado en vez de acercar genera distancia. Hay que cuidar ese tema. Yo trato que mi lenguaje se acomode al de la otra persona, una especie de rapport lingüístico, que para que tenga solidez debe ser también conceptual. Y cuando veo que se produce el encuentro y se legitima mi rol, ahí coloco la distinción.

¿Cómo se genera aprendizaje cuando no hay una renovación en la mirada?

Si hablamos de los grupos políticos, es sorprendente como los partidos se hacen rígidos a lo largo del tiempo y hacen difícil la renovación. En el lenguaje del sector se habla de máquinas políticas y las propias palabras nos hablan de dureza, rigidez y de administración del poder y no de flexibilidad, apertura y desafíos de poder.  Ahí tienes el espacio en el que acompañar para que haya un aprendizaje socialmente productivo.

Cuando quienes están en  la política la ven como un servicio a la comunidad, en donde están dispuestos a sacrificarse, claramente están al servicio de algo mayor. Cuando se ve la política como un trabajo, se pone en marcha la dinámica del trabajador que trata de conservar su trabajo y el partido se convierte en un sindicato para defender a sus sindicados y  no para abrirse al aprendizaje.

¿La política por lo general se piensa desde la coyuntura, bajo este escenario cómo aspirar a generar cambios transformacionales?

Creo que hoy el principal desafío de la política, además de la inclusión, es replantearse el cómo fortalecer la sociedad civil. Es decir, cómo hacer para estar en una sociedad más abierta, más fornida desde el punto de vista de sus instituciones. Cómo hacer para que la participación se produzca. Si se logra se generará un flujo mayor de ideas. Habrá quien pueda pensar en el corto plazo, en el medio y en el largo y además se contará con una ciudadanía más responsable de un futuro sustentable.

¿Cuál es el rol de las conversaciones en un proceso de coaching político?

Es el eje. Muchas veces me preguntan, ¿por qué el coaching y la política? Porque el coaching tiene que ver con el poder de las conversaciones y la política vive y se desarrolla en conversaciones. ¿Qué hace un político sino declaraciones, promesas, ofertas, pedidos? Pocas veces encontraremos una actividad más lingüística que la política. ¡Qué gran desafío para un coach! ¿No? Podemos ser acompañantes de las conversaciones en las que se influye sustancialmente  el espacio de lo posible, para un ámbito de la actividad nacional o para el proyecto País.

Hay mucho qué hacer y por supuesto encontraremos  conversaciones distintas, entre ellas, algunas de las que mi gran amigo, Raúl Herrera (reconocido coach ontológico), definía como: “conversaciones para el afecto” y “conversaciones para la buena convivencia”.


¿Cómo se cruza la ética con el coaching y la política?

Para mi este es un tema central. La política sin ética es una política de dominación, la política con ética es una política para la convivencia. La ética tiene que ver con una parte de la filosofía normativa, con aquello que consideramos que es adecuado para el mejor convivir, son, por tanto, términos inseparables.

Cuando hay abuso
todo proceso político se debilita, aunque quien abuse parezca más poderoso. Ahí, en ese momento la política se distancia de la ética y con el tiempo eso te lleva a la dominación. Cuando yo te domino estoy de alguna forma invadiendo tu espacio de legitimidad. Con el tiempo todo esto genera rabia y finalmente la gente sale a la calle pacíficamente o con violencia. Lo que hemos visto en el último tiempo son signos de rabia controlada, pero el mensaje es claro: no nos representan. ¡No más! Para mí el coaching es un espacio profundamente ético.

Y la ética con el poder, ¿qué ocurre ahí?

Lo primero que yo pregunto cuando hago coaching político es: ¿El poder para qué? El poder para vivir en una sociedad donde haya mayores oportunidades; el poder para vivir en una sociedad donde las personas se desarrollen; el poder para construir una comunidad más integrada; el poder para que la ética sea un norte; en donde la identidad de un proyectos reconocible; en donde el abuso no sea tema. Son muchas las respuestas y de ellas depende en muchas ocasiones el que el coach sienta o no impedimento ético para acompañar.
¿Es posible resignificar la democracia?
Hoy la democracia está amenazada por muchos frentes, pero sobre todo, en mi opinión, está amenazada desde dentro. Para mí los principales enemigos de la democracia no están fuera, sino  dentro del poder político y de las prácticas de quienes son actores relevantes.

Veo otras amenazas potenciales, por ejemplo la fantasía de la democracia electrónica, que bajo la apariencia de que soy un demócrata ya que todos los domingos hago votaciones para ver qué hacemos en nuestra comuna, región o país, lo que en realidad estoy haciendo es dirigir la agenda de temas, hurtando el espacio del debate, es decir se elimina el espacio para intercambiar ideas y de que quienes se oponen puedan dar sus argumentos. Quien hace la  pregunta tiene la ventaja, pero aparece como un demócrata porque lo consulta todo. Definitivamente es fácil direccionar un tema y una sensibilidad cuando la información es asimetría.

Entonces ¿desaparece el ágora…?

Exactamente, desaparece el ágora de la Grecia antigua en la que se practicaba el debate de ideas, el intercambio de propuestas. Pienso que otro gran desafío hoy está en que todos tengamos simetría no sólo en el acceso a la información, sino en la capacidad para interpretarla.

A pesar de los avances que la tecnología ha traído para acceder a fuentes de datos, eso no significa que nos provean de igual información y menos de conocimiento. Creo que aún prevalece la idea de que la información es poder y si hablamos de individualismo, concentrar información es una de las maneras actuales de ejercerlo.   Volvemos por tanto al dilema individualismo-comunidad y en ello radica el interés de las redes sociales ¿Constituyen comunidades de propósito o pensamiento? ¿Tienen capacidad de conferir sentido de pertenencia?  Me interesa profundamente este tema y animo a mis coachees políticos que piensen en estas preguntas.

Creo que necesitamos generar nuevos espacios comunitarios, espacios fundados en un pensar más colectivo, donde podamos tener una percepción más clara sobre la sociedad que deseamos construir.

Y sin ágora me imagino estamos a un paso de la exclusión…

La exclusión es el resultado en donde mucha gente se siente alejada del actual proceso de desarrollo. De igual forma, es importante decir que cuando la sociedad se organiza, se organiza no sólo para ir en contra de alguien (idea reactiva), sino que también se organiza proactivamente para generar protagonismo en un mundo del cual también es parte. Esta es mi esperanza.

En esto creo que el pensamiento ontológico ha sido central en mi forma de ver la sociedad y la vida. Desde la perspectiva ontológica la exclusión es inviable, porque cada ser humano es un legítimo otro y además no podemos hablar de la realidad sino de cómo la observamos, si crea en estas premisas, la exclusión queda excluida
.

Cuando hablas con los políticos sobre la inclusión y la aceptación, ¿qué te dicen?
A veces dicen que estas ideas son un poco románticas, las respuestas que sostienen van en relación con las creencias que el político tiene de la naturaleza humana y esto es independiente de su rol de político.

Están los que creen que el ser humano es profundamente egoísta, están los que piensan que el hombre es un ser cargado de potencialidades, para transformar el mundo. Como Ronald Heifetz pienso que para acoger una nueva posibilidad, un cambio que nos saque de nuestro confort hay que creer profundamente en uno mismo y en la vida. Un bonito desafío para el trabajo de un coach

Juan para terminar esta entrevista, ¿hay algo en común entre todos los políticos de la región?
Una cosa en común es el renacimiento del orgullo de América Latina, ¡otra vez estamos en el mapa! Yo me siento una persona muy afortunada, viví la transición de España, después me vine a Chile (94) y viví la transición en Chile… acá también he vivido una especie de renacimiento en una zona del mundo que ha tenido, a pesar de los pesares, un florecimiento mayor. Y puedo decirte que me siento parte de ese orgullo.