viernes, febrero 21, 2014

El Sí siempre incluye un No

Estoy leyendo una novela dolorosa para mí: "El hombre que amaba a los perros" del cubano Leonardo Padura, es una novela histórica,  que a partir del asesinato de Trotsky en su exilio de México por el español Ramón Mercader construye minuciosamente todo lo que ocurrió en las bambalinas del poder de Stalin y su apropiamiento y destrucción del proyecto social y político que más esperanza convocó a principios del siglo XX.

La novela  resulta devastadora con la práctica del pensamiento comunista y muy especialmente con el enfrentamiento de los partidos de izquierda en la España Republicana y en la estrategia a seguir cuando ya había estallado la Guerra Civil en 1.936, en la que participó mi padre.  

En esta ocasión no voy a referirme en estas líneas a la Política, ni al Coaching Político. Voy a hablar de la cara oculta del SÍ, de un desgarro que traigo desde mi adolescencia cuando comprendí que el SÍ de mi padre a sus convicciones ideológicas, a los encargos que recibía del mundo sindical, a las consignas de una izquierda ya en el exilio, implicaban un NO a la familia, a la responsabilidad de construir una vida con mas posibilidades y con mas tiempo dedicado al afecto.

Supe pronto que cada SÍ lleva dentro uno o varios NOES, que cuando le digo SÍ a algo, le estoy diciendo No a otra opción o peor aún a mi mismo o a los que digo querer. Hubiera querido tener la habilidad en mi adolescencia de mostrarle que su encomiable SI, que podríamos ver como honesto, coherente con sus ideas, significaba un NO para el resto de sus amores, para la vida que también había elegido. Hubiera corrido el riesgo que me dijera que para un buen revolucionario la familia es un tema secundario, pero seguramente no, porque en esa época ya se había quedado muy desconcertado con la Primavera de Praga y su matriz interpretativa ya se había percatado que los rusos habían acelerado el enfrentamiento de las fuerzas de la izquierda especialmente en Cataluña mermando las posibilidades de obtener la victoria, por lograr una supremacía mezquina ante los anarquistas, el POUM troskista y las otras facciones sindicalistas obreras bastante desconcertadas.

Tal vez por todo esto, en mis procesos de coaching con frecuencia pregunto ¿A quién o a qué le dices que NO cuando estás aceptando algo que que te lleva a postergar parte de tu vida? Es una pregunta valiosa para aquellos que no saben decir que NO y viven en la creencia que los SÍES no suponen un NO a otro. Es una pregunta dirigida a enfrentarles diafanamente con ese NO y a reconocer el sutil autoengaño. Una pregunta, por cierto, que me hago a mí mismo, seguramente si no fuera por esa necesidad heredada, no le daría tanto valor.

Dicho lo anterior, creo que esta idea está muy bien desarrollada en el blog de un colega argentino: Diego Lo Destro, que fue alumno de mi Programa de Coaching y Política el año pasado en Buenos Aires. Le dejo a él la palabra mientras sigo con mis vacaciones y mi lectura. Pueden leerlo aquí o en su propio BLOG











































































































































































































































































El Sí Fácil y el No Difícil

Alberto es Gerente de RRHH de una empresa latinoamericana, es una persona que se ve con mucho compromiso, amable, agradable y le gusta ser afable en su relación con otros. Su gran escritorio y su imponente sillón contrastan con su notable simpatía y serenidad. En una de las ultimas conversaciones que tuvimos Alberto me dijo una frase que me resultó impactante, un impacto que no viene de las palabras sino de su expresión triste y su mirada perdida cuando la decía: “Sé que no puedo comprometerme, que tengo que decir que NO, pero es más fuerte que yo y digo Sí aunque no quiero”.  A espaldas de Alberto hay un dibujo de su pequeña hija de ocho años.

Esto me llevó a preguntarme sobre el impacto en mi vida de esas dos pequeñas palabras, y me hizo meditar en cuantas veces dije que “sí” cuando quería decir que “no” y como optar por uno u otro modificó el transcurrir de mi existencia.

¿A qué situaciones puntuales dijiste que Sí cuando en realidad preferías un No? ¿qué cambió el decir que Sí? ¿Qué impacto tiene un No en el ejercicio de tu liderazgo, en tus relaciones, en tu familia? Cuándo le dices que Sí a algo que no quieres ¿a qué o a quién le dices que NO? ¿a qué o a quiénes le das la espalda?
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 "Para saber decir que NO, necesitamos saber con certeza a qué le diremos que SÍ"
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Decir que “no” reafirma nuestros limites, define los horizontes y las posibilidades que tenemos de acción, reactiva nuestra capacidad de decidir por nosotros mismos, pone un freno al poder que tienen los otros sobre nuestra vida empoderándonos para ser las autoridades de nosotros mismos. Esto implica que cuando no disponemos de recursos para decir que No, tampoco tenemos poder, autorizando a otros para ejercer poder sobre nosotros, limitando el ejercicio de la voluntad independiente.

¿Sentiste alguna vez que parecieran que todos hacen lo que desean contigo? ¿Sentiste esa falta de poder sobre ti mismo? Lo notarás en todo aquello que quisieras hacer pero no “no puedes”: “Quisiera ir al gimnasio pero no puedo porque tengo que ….”, “Me encantaría salir de vacaciones pero no puedo porque me pidieron….”, “Iba a invitar a mi esposa a cenar pero no voy a poder porque antes de salir del trabajo me dijeron…”. Si no tienes tiempo para lo que quieres o te gustaría es altamente probable que tengas dificultades para decir que NO y tienes el Sí fácil. Una “patología” que se evidencia también fuera de las empresas.

Mientras que decir siempre que sí nos pone a las ordenes del otro, el decir que no nos pone a nuestras propias ordenes. Cuando decimos siempre que sí quedamos bien ante otros pero quedamos mal ante nosotros mismos. Cuando decimos que Sí a otros puede que nos estemos negando a nosotros mismos. Pero lo mas grave es que quizás estemos negando algo más: tiempo de calidad con la familia, con los hijos, con la pareja. Un tiempo del cual nadie se puede hacer cargo por nosotros, si lo negamos.

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"Asumimos un compromiso con nosotros mismos al decir que NO, pero asumimos un compromiso con otros al decir que Sí, la cuestión es saber con quien estamos más comprometido"
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El liderazgo consiste en la capacidad de decirle que NO a algo por un SÍ mayor y más deseable, nos comprometemos primero con nosotros mismos y nuestros valores para después estar dispuestos a comprometernos con otros. Los problemas de administración de tiempo tienen poco que ver con las agendas, más bien están relacionados con la incompetencias para saber cuando decir que SÍ o decir que NO. Estas dos palabritas guían y modifican el rumbo de la vida, y nuestra vida es demasiado preciosa para ponerla en manos de otros. Cuando decimos que Sí sin quererlo ni desearlo cedemos una parte de nuestra libertad y nos incapacitamos para tomar otras decisiones.

En la conversaciones con Alberto evaluamos la relación que tienen sus respuestas con los propósitos personales y organizacionales, así como re-encuadramos los valores que guían la toma de decisiones y generamos aprendizajes necesarios para comprender  como impacta en su presente y su futuro, pero también dio cuenta de como sus decisiones también impactan en la pequeña artista que dejó su huella creativa a sus espaldas.

Diego M. Lo Destro dlodestro@dlgrouplatam.com

domingo, febrero 02, 2014

Volver no es retroceder


Hablamos de avanzar, nos proponemos avanzar y en el lenguaje coloquial eso suena bien, parece deseable. En la vida y el coaching, si es que cabe la distinción, he aprendido,que cuando hablamos de avanzar, tendríamos primero que situarnos espacialmente.

Quiero decir que cuando vemos la vida linealmente (como suele ocurrir) cuando más  avanzamos más nos separamos del punto de partida en el que estaban presentes los valores y las potencialidades del avance. Y ese es un riesgo.

En su novela "Mr.Gwyn", Alessandro Baricco, describe a un personaje, el escritor Jasper Gwyn, que decide detener su carrera de éxito y empezar a realizar otra actividad. En ese tránsito descubre que los personajes que encuentra tienen una profunda necesidad interior de "volver a casa". ¿Qué significa? Sin duda la sensación de que nos estamos alejando de nosotros mismos, que estamos dejando atrás nuestra pureza, los tiempos de aprender, lo que nos hizo sentirnos únicos y con esperanza.

De alguna forma reconocemos que tenemos que volver para avanzar. Esto significa que  avanzar no es lineal y volver, por tanto, no significa retroceder. Vivimos espiralmente, dando vueltas que nos van llevando a florecer o a marchitarnos dependiendo de nuestras elecciones. El secreto está en no abandonar nuestro centro y para ello primero tenemos que reconocerlo y declararlo.

Creo que el buen coaching, tenga el apellido que tenga, es un acompañamiento para que tengamos presente ese centro, para que no se nos escape de las manos, para que no nos engañemos, para volver a la escuela, al olor entrañable, a las mañanas con sol y las ganas de mirar los bellos ojos dela vida.

Esto les diría a quienes toman la decisión de volver para avanzar.