sábado, diciembre 30, 2017

Coaching para la Articulación


En el número 14 de la revista virtual argentina "Conversaciones de Coaching" se publica mi artículo Coaching para la articulación. Lo reproduzco a continuación.

"He regresado hace poco de unas Jornadas sobre competencias del Siglo XXI celebradas en Gijón (Asturias) en las que nos acercamos a ese mundo que ya está, aunque algunas veces lo sintamos como todavía emergente, porque simplemente aún no nos ha llegado la ola que se vislumbra clara en el horizonte.

Esa ola requerirá para vivir en ella de nuevas competencias y actitudes, pero sobre todo de una conciencia diferente que nos permita mirar lo que sucede desde un lugar interior nuevo. Así de alta y profunda me parece.

Lo más preocupante es que en los discursos de nuestros gobernantes esta realidad no aparece con la suficiente contundencia y ante esa falta de previsión hace falta que alguien (lideres informales, grupos con voz)  generen conversaciones que visibilicen a la gran mayoría una proximidad amenazante para que no se convierta en tsunami. ¿Qué podemos hacer en este escenario los coaches?

Doy un paso atrás y dejo la pregunta abierta para poner sobre la mesa un
verbo. Una de las nuevas competencias para un mundo abierto, complejo, fragmentado, incierto y traspasado por redes, es la de articular. Ser articuladores de conversaciones que serían improbables de otra manera, unir pensamientos distintos, tejer redes de diálogo para nuevos encuentros, favorecer nuevas comprensiones, legitimar puntos de vista distintos.

Vuelvo entonces a la pregunta para precisarla ¿Puede ser un rol de los coaches articular esas conversaciones? ¿Podemos aprovechar el arte de las preguntas, el valor del respeto, la capacidad generadora de la palabra y del lenguaje, la sensibilidad de la escucha y la búsqueda de emociones de apertura para ponerlas  a disposición de un propósito tan colectivo que nos compete a todos?

Creo que nuestra profesión puede tomar nuevos caminos, pasar del quiebre individual declarado, como punto de partida de un proceso de coaching, a la inquietud por una ola que aunque nos parezca lejana podemos contextualizar y anticipar. Quizás alguien pueda decirme que esto no es coaching, tal vez entonces mi propósito no quepa en el título de esta revista virtual, pero estoy seguro de que es necesaria para quienes la leen y la editan.

El conocido filósofo español José Ortega y Gasset decía “Yo soy yo y mis circunstancias? ¿Cuáles son esas circunstancias? ¿El lugar donde nacimos? ¿Nuestra educación y la cultura de la que formamos parte? ¿Nuestras responsabilidades y roles? ¿Las conversaciones en las que participamos? ¿Las interpretaciones que mantenemos y nos constituyen? ¿El mundo que nos rodea con sus tendencias, valores y tecnologías?

De alguna forma Ortega nos decía, que la realidad de nuestras existencias se articula en las conversaciones que mantenemos con el sistema del que formamos parte. La interdependencia con ese sistema nos lleva a estar en la vida de una u otra forma. De eso hablo, de tomar conciencia del rol del ser humano en este tiempo de disrupciones que comprometen su rol y sus aportes, de revisar que significa hoy ser ciudadano, qué trabajos seguirán existiendo, qué valores sociales se están reconfigurando.

Desde este punto de vista es relevante abrirse a lo distinto. ¿Estamos dispuestos a ello? Aunque sea obvio, puede ser necesario recordar que opuesto y distinto son dos conceptos diferentes. En el entorno que nos rodea hay muchas mas situaciones e intereses distintos que opuestos. Lo distinto no está en confrontación, no nos agrede, la articulación de lo distinto puede configuar escenarios de mayor riqueza. Por ejemplo: la capacidad de gestión y de inventar mundos de algunos, unida a recursos y bienes de otros, ha llevado en esta era a los modelos de negocio que hoy triunfan.

Este simple hecho modifica el concepto de core business y nos puede abrir la pregunta ¿Qué va a significar hacer empresas hoy, qué significa emprender y más allá, qué va a significar el capitalismo en el siglo XXI? Si resulta ser más capital el talento que los recursos financieros, tal vez estemos llegando a una nueva concepción, a un talentismo que puede estar en cualquier parte y que requiere ser articulado.

Ya el profesor chileno del MIT Arnoldo Hax, en su “Modelo Delta”
desmonta el planteamiento clásico de la competencia y plantea que la esencia de la nueva estrategia es establecer y fortalecer vínculos. Habla de ser cabecera de una red. No se refiere a barreras sino a capacidades superiores para aportar un valor diferencial a esa red. Habla de inclusión y de poner en valor, de colaboración y creatividad.

 ¿Qué podemos aportar los coaches a las redes de las que formamos parte, empezando por la sociedad de la que somos ciudadanos?

Mi respuesta apunta a la articulación de conversaciones relevantes para construir valor social en una sociedad que se enfrenta al vacío de sentido. La disrupción tecnológica digital, que parece imparable puede alejarnos y deshumanizar nuestras relaciones o reconducirse a una cercanía llena de posibilidades. La elección tiene que ver con el nivel de conciencia desde el que miremos lo que llamamos realidad. Esa conciencia nos lleva a la necesidad de comprensión de quienes estamos siendo y quienes queremos ser, dónde queremos estar y qué estamos dispuestos a construir.

El experto en Redes Sociales James Fowler dice: “para saber quiénes somos tenemos que comprender con quienes estamos conectados”, en sustitución del viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”.  La frase  pone el énfasis en las interacciones de las que somos parte. Nuestra identidad, nuestro aporte y el impacto que podemos lograr se relaciona con en esas interacciones, con el qué, con el para qué y con quiénes . Todo un desafío para un nuevo rol del coaching centrado en la articulación de redes con propósito. 

miércoles, diciembre 06, 2017

Nos queda la palabra


Uno de mis primeros descubrimientos al empezar a ejercer el acompañamiento de coaching fue esa  manera de estar en el mundo que podríamos llamar “centro estático de mesa”. Me refiero a esa facilidad con la que los seres humanos nos situamos en la posición de que el mundo nos observe y se acople a nuestra querencia sin que tengamos que hacer otra cosa que estar.

Lo peor es que no solo es un deseo sin consecuencias, sino que ante su no cumplimiento nos surge una sensación de injusticia y con ella la emoción de la rabia.

Ya he descrito en otros artículos que hay suficientes motivos para la decepción. En esto no difiero de muchos de los ciudadanos de la sociedad en la que vivo. Mi disenso surge en el qué hacemos con esa decepción. Sé que la atracción de la retirada es legítima aunque prefiera la atracción por la intervención, lo que me resulta cada vez menos soportable es esa posición de quedarse en la mesa, pero en la queja y el resentimiento.

El resentimiento surge de la no aceptación de lo que nos sucedió en el pasado que pasó (uso la redundancia a conciencia) o de lo que estamos viviendo en el presente con disgusto y esperar que el universo o “alguien” nos restituya el daño producido o que se está produciendo. Resentir implica volver a sentir, repetir la imagen, volver al comienzo de la escena, quedarnos en un bucle sin acción. De alguna forma lo percibo como una emoción inmadura.

Me imagino que alguien ha ensuciado nuestros platos y ante el
espectáculo que contemplamos al entrar al comedor de siempre, nos encolerizamos contra el ensuciador, pero dejamos que la suciedad se pudra en vez de lavar los platos y pedir reparaciones después.


Finalmente quienes debemos soportar el olor de lo podrido, sus gérmenes y la imagen antiestética e insana somos nosotros, aunque no seamos los responsables del proceso de putrefacción. Algo así nos sucede con el inmovilismo ante la sociedad que no nos gusta, pero que es la sociedad en la que vivimos y en la que todos los que no se retiren de ella van a seguir viviendo. Comprendo la decepción y el desacuerdo con las élites de uno y otro signo, que han capturado el poder y manipulado los mecanismos de representación, pero quejarse sólo y acusar significa quedarse en la primera etapa de un proceso que requiere de protagonismo y esfuerzo.

Si esas élites han capturado el poder, si han incumplido sus promesas, si han abusado, si se ha apagado la luz que iluminó la estancia ¿Qué sería lógico que hiciésemos? ¿Llorar como Boabdil ante la pérdida de Granada? ¿Revolverse para conquistarlo? ¿Cambiar las bombillas y reparar los cables?

Finalmente es cuestión de preguntarnos si la luz está fuera o está dentro y a quién vamos a darle el poder para encenderla. Nos faltan conversaciones que despierten preguntas contra la rendición; la queja es un estertor de quien ha decidido quedarse en el suelo renunciando a su ciudadanía, rendido ante lo que se declara impotente.



Me pregunto ¿Qué hará posible volver a enamorarse del espíritu ciudadano? Y las respuestas que vislumbro tienen que ver con: Tomemos la palabra, recuperemos la poesía, esa posibilidad que moviliza y regenera mundos. Y tal vez porque escribo estas reflexiones desde España, algo más fuerte que yo me lleva a terminar citando los versos que canté en mi adolescencia; pertenecen al poeta Blas de Otero:

Si he perdido la vida, el tiempo/ todo lo que tiré como un anillo al agua/ si he segado las sombras en silencio/ me queda la palabra


Volveremos a ser ciudadanos y no consumidores de las políticas de otros cuando recuperemos la propuesta, la disposición a participar, la voz y la palabra.

sábado, octubre 21, 2017

¿Cómo construir una sociedad con esperanza?



En un número más de Conversaciones de Coaching, la revista virtual argentina, solicita mi colaboración y es la ocasión para terminar este artículo:

"Junto a mi amigo Juan Miguel García Alonso estuvimos invitados a una conversación en la casa de Marta Williams, conocida coach norteamericana, que reside hace muchos años en Madrid, y seguramente por mi actividad como coach en el mundo del poder y la política, Marta, que vivió cercanamente la transición democrática española y que observa el mundo desde la madurez de una vida intensa, sacó el tema de la política actual y de la confusión desde la que observa hoy ese mundo.

“Yo no entiendo en este momento la política. Miro a mi país, miro al vuestro que fue un ejemplo de transición y no entiendo nada ¿Cómo se puede tener esperanza en este momento? ¿Qué requerimos para tener esperanza?”

Y así, con su forma dulce de hablar, dejó flotando en el living de su casa una pregunta de esta  complejidad, como si fuese una paloma herida en su ala. No hay una respuesta cierta para lo complejo, nos podemos acercar a ello de muchas formas. Ninguna probada, porque si lo fuera se estaría aplicando. Tal vez a lo complejo hay que responder desde lo simple y ello requeriría algo tan escaso como la grandeza.

Lo cierto es que en ese momento sólo se me ocurrió responder con los valores que la propia escuela de coaching a la que pertenece Marta Williams, postula: Coraje, disciplina y humildad. “Requerimos Marta recuperar esos tres valores, enseñarlos en las escuelas, convertirlos en pautas de nuestras vidas. Así de difícil y así de simple”.

Juan Miguel añadió “Eso y una buena dosis de Amor”. Hubo unos segundos de silencio, como si estuviésemos escuchando un cuerno de oro antes de aceptar una propuesta tan evidente. Dicho así puede parecer una forma hábil de salir por arriba, con alusiones a valores ideales. Utopías, podría pensar algún lector.

No es fácil delinear un camino que no se base:
  • ·      En la humildad de reconocer que estamos llevando al mundo a la ingobernabilidad y a la desesperanza,
  • ·      En el coraje de emprender un largo camino lleno de esfuerzo,
  • ·      En la disciplina para que los múltiples pasos, las innumerables conversaciones, los acuerdos y concesiones que debemos darnos ocurran y
  • ·      Todo ello con mucho amor a la Vida, a la especie humana que representamos y al universo que nos aloja.


No es fácil hablar del cómo, pero lo que si puedo responder a Marta y a todos quienes como ella nos hacemos esa pregunta, es que no nos queda otro remedio para seguir viviendo y como dijo un antiguo santo de finales del siglo II, San Clemente de Alejandría: “Si no tienes esperanza, nunca encontrarás lo que hay detrás de la esperanza”, no llegaremos a encontrar el mundo posible para una especie que ha llegado a creerse dueña del universo.

Puede ser que encontremos el camino logrando un nuevo estado de conciencia, a través del cruce de las tecnologías, la neurociencia y la biología, puede ser mediante una comprensión mas colaboradora de las energías y los conocimientos o puede ser, como plantea Yuval Harari, creando una ficción (una más) que nos lleve a construir un nuevo estadio de convivencia posible en el que creamos.

Lo que sí sabemos es que el desencanto y la desesperanza nos llevan a la pasividad y desde ahí no se construye un mundo nuevo; lo que sabemos es que desde esa emocionalidad, la imposibilidad emerge como un manto negro. Requerimos de acción y de voluntad para crear ese mundo nuevo. Requerimos, como hemos venido hablando, de coraje.

No podemos aceptar en nosotros la desesperanza. Ese es uno de mis postulados como coach “Si no tienes esperanza no empecemos, si no estás dispuesto a abrir tu ventana a la posibilidad de un cambio, no empecemos, si ya has decretado que va a ser imposible, no empecemos”. Mi decisión es vivir con esperanza. En los tiempos en que nací, en España se decía de una mujer embarazada que estaba en estado de buena Esperanza. Quiero decir con esto que escuché la palabra “esperanza” desde antes de nacer, desde el vientre de mi madre y hasta hoy es una palabra que permanece en mí porque la elijo.

Tengo esperanza de que mi vida sea larga, de dejar un legado, de morir dignamente, de que el mundo sea mejor, de que la política vuelva a escribirse con mayúscula. Tengo muchas esperanzas. Tal vez algunas de ellas puedan ser consideradas utopías, pero están en mi horizonte y como dice Eduardo Galeano cuando se pregunta  ¿Para que sirve la utopía? La utopía sirve para caminar, para no abandonar nuestros sueños.

La esperanza no nos sobreviene como si fuera un don, la elegimos, la construimos. No es una emoción es un estado de ánimo que se deja atraer por la posibilidad frente a la imposibilidad, que elige el bien, la vida, la abundancia, la transformación, la responsabilidad, la acción, frente a sus contrarios. Una sociedad, como un ser humano, no puede tener esperanza sin sueños y sin propósitos. No tenemos propósitos porque tenemos esperanza, tenemos esperanza porque tenemos propósitos y la determinación de lograrlos.

Entiendo y comparto la pregunta de Marta, cuando en el mundo hay tantas señales para fundar juicios pesimistas, cuando hemos empezado a anteponer el bien individual al bien común, los nacionalismos a la construcción de una sociedad plural, cuando anteponemos el miedo a la visión de una mejor convivencia como forma de llegar al poder o las amenazas a la fuerza de la creación.



Sí, entiendo la pregunta de Marta, porque cuando enfrentamos el riesgo de una sociedad aún más desigual, la violencia se configura como una reacción espontánea. Es por eso que considero que el camino tiene que estar pavimentado con valores, nos engañamos cuando consideramos que es el resultado de crisis económicas o de la transformación de los empleos y las profesiones o del alargamiento de los años de vida, siendo éstas, importantes variables a considerar. La desigualdad surge fundamentalmente de la escasez valórica, más que de la escasez de recursos.

La desesperanza se instala en las víctimas, por eso no podemos dejar que el victimismo se instale en la sociedad en la que crecerán las próximas generaciones. Construir una sociedad con esperanza, como propone el título de este artículo,  parte por abrirse individual y colectivamente a la pregunta ¿Qué me pide la situación que haga? ¿Qué nos pide la situación que hagamos?

Reconocer la dificultad es muy distinto a instalarnos en la desesperanza, porque si lo hacemos nos convertimos en cómplices pasivos de aquello que deploramos, no intervenir es jugar a favor de lo que nos desesperanza. A veces en la vida, sin quererlo, entramos en este juego perverso.

Desde la mirada mas apreciativa, la política y los poderes públicos y privados tienen sentido cuando colaboran y articulan la instalación de bienes en la sociedad. Casi siempre pensamos en bienes tangibles: carreteras, puentes, ciudades, viviendas, subsidios. El punto de inflexión de este momento consiste en otorgar una importancia superior a los bienes intangibles: la ESPERANZA, la CONFIANZA, la COLABORACIÓN, la conversación respetuosa entre distintos.

Y si el coaching tiene en su esencia el movimiento hacia la transformación, la ampliación de miradas, la situación en el espacio de la posibilidad, los coaches podemos ser actores relevantes de esta construcción, proponiendo dejar de volver la cabeza al pasado, en donde es fácil poner la atención en la búsqueda de culpables. No necesitamos culpables sino ejemplos. La esperanza vive en el presente y mira hacia lo que queremos que sea y elige entre valores que, a veces, se contraponen aún cuando por separado sean todos valiosos. Nos mueve a elegir por la vida.





A través de este artículo agradezco tu pregunta.


domingo, agosto 06, 2017

La construcción de una sociedad con esperanza: Rol del coaching

Esta semana que termina fui invitado por la ICF capítulo de Colombia para hablar sobre este tema que tanto me interesa. Aquí adjunto el link. Desde el minuto 12 comienza la presentación por parte de Gustavo Cárdenas

VER LINK

miércoles, julio 19, 2017

Abrir los ojos


Muchas veces me siguen preguntando sobre el rol del coaching en la Política. Hoy me gusta más hablar del coaching en el espacio de lo Público y en el mundo del Poder, es decir de lo colectivo y lo común y de quienes quieren y pueden usar su poder de acción.

¿Cuál es nuestro rol? Para responder quiero aprovechar una "perla" del escritor argentino Sergio Sinay, quien se define en su página como "ensayista, narrador y periodista. Investiga y escribe sobre vínculos humanos, temas existenciales, sociales y filosóficos". Sinay en un artículo reciente en la revista Perfil titulado "Tuertos contra tuertos", dice:



"En una sociedad agrietada casi hasta el centro de la Tierra, dos tuertos no hacen un vidente. Dos tuertos hacen un ciego. Luego esa sociedad anda a los tumbos y en la oscuridad. ¿De dónde podría provenir un rayo de luz?  De la política. 

Este concepto exige que se le devuelva la dignidad y el sentido del cual lo despojaron tanto quienes la confundieron con apriete, prepotencia, latrocinio, fundamentalismo y corrupción, como aquellos que la desprecian en nombre de un improbable eficientismo, de un managment de manual, o de una gestión de probeta, en la que las personas siempre pueden (deben) esperar. La política es la más bella de las artes, decía Aristóteles. Lo es cuando, haciendo honor a su génesis, sus herramientas y fundamentos se centran en los asuntos prioritarios y comunes de la sociedad en que se ejerce. 


En otras palabras, la práctica de ese noble arte solo resulta posible con ambos ojos abiertos, capaces de observar el conjunto y cada una de las partes del escenario humano en el cual se lo cultiva. La mala praxis de la política solo produce más grieta y más tuertos y deja sin opciones a los que quieren ver."

No diré que nuestro rol es abrir los ojos tanto a quienes miran desde un solo ojo a la política, como de quienes desde el otro lo ejercen, sonaría pretencioso. Nuestro rol es acompañar a unos y otros a que abran sus ojos, llevarles a ángulos de su propia conciencia desde el que puedan abrirlos, avivar el profundo ansia de sociedad que vive en el fondo del corazón humano, permitir que se recupere la esperanza.

Sí, la esperanza. 



martes, junio 06, 2017

Coaching al Coraje- Segunda parte

En el número 12 de la Revista virtual argentina "Conversaciones de Coaching" se publica la segunda parte de mi artículo Coaching al Coraje.

"Vuelvo sobre este tema que considero central. Profundizar en la actitud que requerimos detrás de nuestras acciones para ser transformadores de nuestra vida y de la sociedad de la que somos parte requiere una gran dosis de coraje personal.

Cuando en los talleres pregunto ¿Quiénes de ustedes quieren ser protagonistas de su vida? ¿Quiénes quieren ser parte de una sociedad mejor? Todos levantan la mano. Estoy seguro que detrás de esas manos levantadas hay múltiples versiones de lo que significa una vida buena o una sociedad mejor, pero para lograrlo a todos nos hace falta ese coraje.

En la primera parte de este artículo, publicada en el número anterior de “Conversaciones de Coaching”, fue necesario configurar las características de un entorno que en la década de los 90 empezó a denominarse con el acrónimo VUCA (lleno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) porque no es indiferente establecer el escenario general del “ahora” en el que un coach interactúa; entenderlo es fundamental para acompañar a sus coachees.  Un escenario al que además es necesario sumar la falta de esperanza que anima a la pasividad ¿Para qué moverse hacia lo que consideramos inalcanzable? Efectivamente pasaron los tiempos de la generación que instaló el eslogan “Seamos realistas, hagamos lo imposible”.





En ese artículo partí por identificar la distinción “coraje” como la voluntad puesta al servicio de un propósito y por establecer los ámbitos en los que el coach puede indagar. Quiero seguir en ésta segunda parte con una propuesta más concreta de un mapa de acción del coach.

Si realmente queremos que algo suceda, si tenemos un propósito y queremos lograrlo, tenemos que intervenir, comprometernos con la acción y poner nuestra voluntad en ello. Cuando eso sucede emerge en nosotros una energía, por encima de los obstáculos y de las explicaciones a la que llamamos coraje y que resulta ser tan importante o más que los conocimientos necesarios para lograr lo que pretendamos. La actitud es consecuencia de creencias y decisiones, pero termina siendo el principal motor de la acción.

Una propuesta de mapa del coaching para el coraje

La experiencia de trabajar en el despertar del coraje de un buen número de coachees me ha llevado a levantar un mapa caminero que hoy me resulta de gran utilidad. Lo despliego sobre esta mesa virtual:

1.   Poner en contacto con lo que el coachee quiere hacer y legitimar ese propósito. Llevarlo a identificar por qué quiere hacerlo, cuál es la importancia en su vida y en su rol.

2.   Llevar al coachee a reencontrarse con su valía, con sus recursos y dones. Juanjo Pineda Vera, en su libro “Explora Mindfulness” se hace la pregunta ¿De qué se olvida la grulla cuando camina durante un día seguido? y escribe  “Cuando la grulla está hambrienta suele caminar buscando alimento, persiste hasta arriesgar su vida y se olvida de algo. Así funciona la tristeza en nosotros, vibra igual y nos hace sentir que no valemos, que no somos dignos (…) La grulla se olvida de sus alas, de que puede volar y llegar al cielo”. No es fácil decirlo de una forma más bella y ese un trabajo de gran valor que el coach ha de acometer. La autoconfianza con humildad no solo es posible, es necesaria.

3.   Identificar el juicio de adversidad que se interpone entre el coachee y su propósito y desvincularlo de la declaración de imposibilidad. Cuando las cosas son posibles, la dificultad eleva el valor del desafío. En el fondo estamos hablando de la esperanza.

4.   Reconectar con el bien que persigue, a quienes beneficia, qué se pierden aquellos a quienes quiere y aquello en lo que cree. Mostrar, si es posible hacerlo, que no es sólo un bien para sí mismo/a, que como dice Marianne Williamson el mundo pierde algo si no tiene el coraje de defender aquello en lo que cree.

5.   Imprimir urgencia. El poeta y filósofo iraní Al Mustanabli dijo ya en el siglo X  “¿Qué sentido tendría el coraje si tuviésemos la eternidad? Es decir cuando tomamos contacto con nuestra impermanencia el hoy y el ahora son significativos. El futuro empieza a construirse hoy. Es hoy cuando ese coraje debe emerger. Si tuviésemos todo el tiempo del mundo podríamos esperar a que las circunstancias abriesen mejores condiciones para que lo que nos proponemos pasara. Tenemos una sola vida. Somos humanos, no divinos, nuestro tiempo es ahora.

6.   Desvanecer la pulsión a sostener el conformismo, mostrar a qué decimos “no” con nuestro actuar, a quiénes decimos “no”, a qué futuro se renuncia, qué valores dejamos fuera y cuáles pueden verse favorecidos con nuestra pasividad ¿Es eso lo que queremos?


7.   Llevar al coachee al espacio de su dignidad, permitir que surja esa rabia que provoca la injusticia (no el obstáculo, ni lo adverso), enfrentarle a su soberanía personal ¿De qué territorio personal soy soberano? ¿Puedo permitir que pisoteen mi soberanía, estoy dispuesto a entregarla? Con frecuencia he recurrido al poema “Invictus” del poeta inglés Williams Ernest Henley al que Nelson Mandela leía en sus días de cárcel “No importa  cuán estrecho sea el camino/ cuán cargada de castigo la sentencia/ Soy el amo de mi destino;/soy el capitán de mi alma”.

8.   Llevar al coachee a reconocer la identidad pública que genera a partir de su falta de coraje y lo que eso significa para sus propósitos generales en la vida o el rol que tiene. Una pregunta cruel es la de enfrentarle a los juicios que puede estar provocando en quienes lo/la rodean, que imagine la persona que los otros ven y el poder que esa persona tiene ¿Qué puedo hacer desde esa identidad? ¿Para qué me sirve?


Sin duda podemos abrir otras muchas preguntas, en el artículo anterior se proponían algunas complementarias, podríamos visitar los temores que el coachee siente, las emociones en las que habita, pero veo en este camino de ocho pasos un mapa poderoso para trabajar este interesante tema. Lo pongo a disposición de quienes quieran usarlo.

Barack Obama se refirió al coraje al recibir en las pasadas semanas un premio en la Fundación Kennedy. Sus palabras fueron: “El coraje no es solo llevar adelante un proyecto político, sino hacer lo que creen en lo más profundo de su corazón”.

He anotado la frase para llevarla a mi próximo coaching

-       ¿Qué es lo que crees en lo más profundo de tu corazón?- Preguntaré- Deja que se exprese, míralo de frente. Ese es tú auténtico compromiso.

El mío como coach es acompañar activamente ese encuentro. El encuentro con el coraje en pos de lo que pensamos que merece la pena para los seres humanos que somos y el encuentro con mi propio coraje."