domingo, septiembre 04, 2011

Retroalimentación ¿Otra esquizofrenia organizacional?


 


Queremos organizaciones que aspiren a la excelencia. Lo declaramos en nuestras visiones. Sabemos que ello implica tener personas de excelencia, con las mejores prácticas, la mejor actitud, equipos de alto rendimiento, hablamos de que para ello hay que desarrollar un nuevo liderazgo transformador, pero cuando se estudian con detenimiento, son pocas las empresas cuyas prácticas directivas incluyen la retroalimentación. Los directivos están ocupados en otras cosas. No hay tiempo para el feedback.

Un punto de partida para la reflexión
Imaginemos la escena: el director de la orquesta da inicio al ensayo. Los músicos tienen su partitura y empiezan a ejecutar. El director corta la ejecución y pide que se inicie de nuevo. Los músicos se miran entre sí. El director vuelve a parar la música, hace un gesto de desagrado y pide ahora que se reinicie desde una nota determinada. Corta de nuevo, deja de mirar a los violines, detiene, se muerde los labios, se desentiende en algunos momentos. Pide que repitan. Termina y se va. 
En el camerino le comenta a su ayudante “con estos músicos no se puede ejecutar la Quinta Sinfonía de Mahler”. ¿Qué pensamos viendo la escena? Seguramente nos preguntamos por qué ese director no expresa la expectativa que tiene de cada instrumento, la intensidad que quiere, las descoordinaciones que ve, por qué no dialoga con sus músicos. No sabemos si dejó de mirar a los violines porque lo hacían bien o porque lo hacían pésimo. Cuando escuchamos el juicio que le hace al ayudante nos damos cuenta que ese juicio deja sin oportunidades a sus músicos, pero también se quita las oportunidades a sí mismo de que algo cambie.