Cuando hace unos días entré al blog de Raúl Herrera y leí su post sobre "La Oración del estudiante" de Humberto Maturana le prometí citarlo desde el mío, contribuyendo a las redes, a los ovillos de lana y conocimiento y a la repetición con otros registros de lo que queremos que sea compartido.
Me gustó su traslado de la idea central del poema-oración al mundo de la empresa y las relaciones entre directivos y colaboradores. Repito los últimos versos para subrayarlo más:
No sabréis quien soy
Si os escucháis a vosotros mismos
No me instruyáis; dejadme ser.
Vuestro fracaso es que yo sea idéntico a vosotros.
Lo clónico no contribuye a la innovación. Quiero dar por eso otro paso más. No hace mucho fui invitado a un encuentro de expertos del Consejo Nacional de Innovación, fue una reunión que dirigía Nicolás Eyzaguirre, en la que se nos pedía la opinión sobre las cosas que podrían hacerse en Chile para generar ambientes de innovación.
Respondí cuando llegó mi turno que una tarea está en el desarrollo de capacidades directivas que permitan que las organizaciones sean espacios para la creación. ¿Será un requisito aceptar lo diverso? ¿Será un requisito permitir el afecto? ¿Será no dar tantas respuestas, no tener que saberlo todo? ¿Tendrá que ver con prestar mas atención, abrir más los ojos, detenerse y tocar?
¿Tendrá que ver con tener menos ego?
Vuestro fracaso es que yo sea idéntico a vosotros, que yo perpetúe vuestros éxitos, que ya no lo serían éxitos en el futuro, que yo repita los mismos errores y siga los caminos trazados y repita las reglas y las obedezca, porque si lo hiciera, estaría deteniendo el tiempo,congelando la vida, deviniendo al comienzo, a la conformidad de lo que ya fue. Eso le escucho a Maturana
Y pregunto entonces ¿ Y para eso, cuánto estamos dispuestos a ser contradichos? ¿Cuánto a que las reglas cambien sin renunciar?
¿Habrá que orar para recuperar la fe de la inventiva? ¿Habrá que atreverse a pedir? de momento pienso que gritar siempre ha sido una expresión de libertad y que la oración de Maturana es el grito de un hombre ilustrado.
Eso es lo que tenemos que promover en las Univesidades y en los programas de coaching: la invitación a que los directivos vayan en contra de sus hábitos, renuncien a su jerarquía para disfrutar de su influencia.
Para dar ejemplo me voy a dormir que es lo que tanto demoro en hacer. Aunque antes quiero romper una lanza por el ingrediente que mas le hace falta a la cultura directiva chilena: el humor. Recemos juntos una plegaria para que la selección nacional de Innovación lo logre
Me gustó su traslado de la idea central del poema-oración al mundo de la empresa y las relaciones entre directivos y colaboradores. Repito los últimos versos para subrayarlo más:
No sabréis quien soy
Si os escucháis a vosotros mismos
No me instruyáis; dejadme ser.
Vuestro fracaso es que yo sea idéntico a vosotros.
Lo clónico no contribuye a la innovación. Quiero dar por eso otro paso más. No hace mucho fui invitado a un encuentro de expertos del Consejo Nacional de Innovación, fue una reunión que dirigía Nicolás Eyzaguirre, en la que se nos pedía la opinión sobre las cosas que podrían hacerse en Chile para generar ambientes de innovación.
Respondí cuando llegó mi turno que una tarea está en el desarrollo de capacidades directivas que permitan que las organizaciones sean espacios para la creación. ¿Será un requisito aceptar lo diverso? ¿Será un requisito permitir el afecto? ¿Será no dar tantas respuestas, no tener que saberlo todo? ¿Tendrá que ver con prestar mas atención, abrir más los ojos, detenerse y tocar?
¿Tendrá que ver con tener menos ego?
Vuestro fracaso es que yo sea idéntico a vosotros, que yo perpetúe vuestros éxitos, que ya no lo serían éxitos en el futuro, que yo repita los mismos errores y siga los caminos trazados y repita las reglas y las obedezca, porque si lo hiciera, estaría deteniendo el tiempo,congelando la vida, deviniendo al comienzo, a la conformidad de lo que ya fue. Eso le escucho a Maturana
Y pregunto entonces ¿ Y para eso, cuánto estamos dispuestos a ser contradichos? ¿Cuánto a que las reglas cambien sin renunciar?
¿Habrá que orar para recuperar la fe de la inventiva? ¿Habrá que atreverse a pedir? de momento pienso que gritar siempre ha sido una expresión de libertad y que la oración de Maturana es el grito de un hombre ilustrado.
Eso es lo que tenemos que promover en las Univesidades y en los programas de coaching: la invitación a que los directivos vayan en contra de sus hábitos, renuncien a su jerarquía para disfrutar de su influencia.
Para dar ejemplo me voy a dormir que es lo que tanto demoro en hacer. Aunque antes quiero romper una lanza por el ingrediente que mas le hace falta a la cultura directiva chilena: el humor. Recemos juntos una plegaria para que la selección nacional de Innovación lo logre