miércoles, diciembre 28, 2005


Navidad acompañada

Si entran a Mis Enlaces verán que el artículo de este mes sobre "El arte de dirigir" se refiere a lo difícil y lo necesario que resulta hacer compañía.

Todo empezó al ver la película "2046 Los secretos del amor" del director chino Wong Kar Wai, el mismo de esa otra obra genial que es "In the mood of love". En los días siguientes las escenas siguieron vivas en mi pensamiento y con ellas la inquietud que frecuentemente me persigue ¿Por qué abandono cuando abandono a alguien? ¿Qué me hace romper ese lazo profundo de la conexión? ¿Qué parte de mí abandona? ¿Cuál de los que soy?

En mi conversación de coaching con "J" la semana pasada trabajamos en identificar que planes, personas ó proyectos que eran importantes para él este año fue dejando abandonados en el camino, después trataríamos de entender el por qué y "J" me miró con su seriedad habitual y me dijo "Me he abandonado a mí mismo"

No siempre estamos preparados para recibir respuestas tan contundentes
- ¿Podemos acompañar a los otros cuando no sabemos estar con nosotros mismos? -le pregunté yo, aunque realmente me lo preguntaba a mí mismo.

- ¿Cómo se acompaña?

Y barruntando estas preguntas hoy me ha llegado un mail de Maria Eugenia Sbárbaro con una historia que se atribuye al gran educador italiano Leo Buscaglia que alguna vez había leído, pero que hoy he sentido como una respuesta

"Al autor y orador Leo Buscaglia, se le solicitó que fuera parte del jurado de un concurso. El propósito del concurso, era encontrar al niño más cariñoso.
El ganador fue un niño de 4 años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente se le había muerto la esposa. El niño, al ver al hombre sentado en una banca del patio y llorando, se metió al patio del anciano, se subió a su regazo y se sentó.
Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino el pequeño niño le contestó: * Nada, sólo le ayudé a llorar".

Esto es acompañar, me he dicho a mí y probablemente, le he dicho a "J", para encontrarnos de nuevo tendríamos que estar dispuestos a jugar al escondite y recuperar esa sabiduría que tuvimos y que sigue siendo un recurso alojado en algún arcón del alma.