lunes, agosto 01, 2016

Coaching al vínculo de una generación: Los Milenial

En el número 8 de la Revista virtual "Conversaciones de Coaching" se recoge esta columna de "El arte de dirigir", destacándolo en la portada

En los últimos meses ha aparecido un quiebre recurrente en mis conversaciones de coaching a directivos, que me ha llevado a tratar de afinar mi reflexión, porque voy creyendo en la vida que  las coincidencias nos avisan de algo.

El tema en cuestión es la dificultad de la que se ha venido a llamar Generación “Y” (aquellos nacidos entre 1.981 y 1.995 en los albores del cambio de milenio y que se hicieron adultos en él) para establecer vínculos de pertenencia con las organizaciones de las que forman parte. Por cierto, el juicio de dificultad viene expresado por quienes son sus jefes,  que habitualmente no corresponden a este grupo etario.

Para ellos el problema es relevante y declaran que los llamados Milenials  no  se comprometan con las organizaciones en las que trabajan, se ven de paso, aprovechan la estancia en una sala de tránsito del viaje de su vida . Se preguntan entonces: ¿Cómo motivar a quienes no buscan el vínculo? ¿Cómo retener a quienes no quieren llegar?

Desde luego mi primera respuesta ha sido la de escuchar atentamente cuáles son sus intereses, qué les mueve, cuál es su búsqueda; desde mi convencimiento de que para dar motivos a alguien para establecer una conducta es importante conocer sus propósitos y valores. No podemos movilizar sin comprender y en el caso que nos ocupa su forma de ver las organizaciones y las relaciones que en ellas se dan no es casual, es la consecuencia de la sociedad  en la que nacieron y que fue, por cierto, construida o mantenida por quienes elevan o elevamos la protesta.

Desde un punto de vista práctico además, estudios como el de la consultora Deloitte establecen que en el 2.025 constituirán el 75% de la fuerza laboral en el mundo desarrollado. Esto pone una especial urgencia en comprender y diseñar el camino de encuentro entre unos y otros.



¿Qué buscan los  Milenials? ¿Cómo son, qué valoran? Al caracterizarlos surgen algunos aspectos interesantes a tener en cuenta: son nativos digitales, es decir viven en la permanente conexión por uno o más medios, han desarrollado capacidades de multitarea que les permiten tener un sentido diferente del manejo de la atención y la secuencialidad de prioridades, han generado una asertividad vinculada a su carrera. No vienen a hacer grandes a las organizaciones, vienen a hacer grande su carrera. Podemos acusarlos de egoístas, pero no olvidemos que son hijos de un mundo en el que predominó el individualismo sobre lo comunitario.

El psiquiatra y profesor de la Universidad de Harvard, Robert Waldinger , que dirige un importante estudio sobre la felicidad en los adultos, iniciado hace más de 75 años, se refiere a una encuesta realizada por dicha Universidad a una muestra de la generación “Y”, en la que al preguntarles cuales son las metas de su vida, el 75% responde que quieren ser ricos y el 50% que quieren ser famosos. Parecen tener claro que como empleados ni serán ricos, ni serán famosos.

Se trata, además,  de una generación con una opinión muy crítica de lo que ocurre y lo que ven en el día a día, tienen un alto sentido de sus derechos y para ellos los presupuestos de los que parte la interpretación tradicional del quehacer presente tienen un valor relativo y pueden responder a una declaración obsoleta o que sólo pretende ser políticamente correcta.

Las ideas y las ideologías no tienen el mismo valor que tuvieron para las generaciones precedentes. La obediencia y las jerarquías están en entredicho, por lo tanto la ejecución en sí misma carece de valor, lo importante es ser protagonista del diseño de lo que se hace, participar y colaborar; seguir instrucciones no responde a sus expectativas. La experiencia misma constituye el valor y el compromiso social que pueda traer aparejada lo maximiza. Todo ello parece lógico dentro del encuadre de que son viajeros y no tienen previsto encontrar su “estación termini” en una empresa.

Cuando lo miramos así, el coaching al vínculo hay que hacérselo a quienes les dirigen ¿Qué puede
retener a quienes buscan experiencias más que estabilidad o cargos sino es la calidad de los desafíos y el valor de esas experiencias? ¿Qué puede vincular (aunque sea temporalmente) a quienes ponen bajo un velo de duda la validez de los discursos y los supuestos sino es el ejemplo presente de quienes les dirigen? ¿Cómo podemos dar respuesta, como organización, a esos intereses de manera que sean compatibles con los nuestros? ¿Qué podemos aprender de esa mirada y qué paradigmas podemos cambiar en nosotros para habitar un futuro que es más de ellos que nuestro? ¿Cómo remo con ellos y no contra ellos?

Por otra parte el fenómeno no es tan culturalmente sorpresivo si revisamos  pensamientos como: "Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son manipuladores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura” encontrado en una vasija de arcilla cuya antigüedad está datada hace 4000 años en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) o cuando Hesíodo decía – 720 años antes de Cristo -  “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible”

Las nuevas generaciones han supuesto siempre una fractura en el pensamiento y en la práctica de las anteriores, la pregunta entonces, como propone el consultor Alain Cardon es ¿Cómo lograr no desmotivar? Porque parece que las maneras en las que las jefaturas ejercen su jerarquía dejaron de movilizar a quienes hoy se sienten dueños del presente. Es más, si me baso en mi propio trabajo de consultor, dejando el coaching a un lado, los datos que obtenemos dicen que las jefaturas producen más desencanto que mística, son considerados más topes que palancas de desarrollo ¿No será eso lo que deberemos mostrar si somos sus coaches? ¿Por qué deberían seguirte, qué les ofreces?




¿Tendremos que reinterpretar el concepto de vínculo, pertenencia o estabilidad? ¿Podremos ayudarles a resignificar la riqueza y la fama? Mi apuesta es que necesitamos volver a hablar de un proyecto común de futuro que no de por supuesto que en el pasado tenemos las respuestas. Las espirales nos grafican esa maravilla de volver al mismo punto cardinal desde una cercanía distinta. Puede ser que los colonos deban volver a ser exploradores. Hoy llegarán, eso sí, a otro lugar de la  misma selva pero con naves digitales y puede abrirse la posibilidad de que aborígenes y exploradores establezcan un nuevo trato.