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viernes, febrero 15, 2019

¿Cuáles son las perspectivas del coaching directivo en el futuro?


En el sitio La nota latina.com aparece la segunda entrevista que me realizó Ángel Armas en la Convención de Coaching Ejecutivo del mundo CEGO celebrada en Lima. Transcribo a continuación su contenido.
Al reflexionar sobre cuáles son los nuevos escenarios que se prevén en el futuro, Juan Vera, socio y gerente de proyectos en Gestacción Consultores, plantea que “vamos a un mundo en el que lo que considerábamos espacio de lo predecible, lo previsible, está abierto a avances y velocidades que pueden significar en un momento determinado una disrupción del propio marco interpretativo en el que estamos”, dijo el experto en el marco de la IV Convención Internacional de Coaching Ejecutivo de Mundo CEGO, celebrada el pasado noviembre en Lima, Perú.
Vera moderó el panel de CEOs “Nuevos escenarios y desafíos de las organizaciones y líderes del siglo XXI”, diseñado para articular un espacio de conversaciones que generen valor, a partir de explorar los nuevos escenarios en los que se mueven las organizaciones, entender las dinámicas del cambio que estamos viviendo y los desafíos de este siglo. Para este espacio, fueron invitados: Rossina Caballero, Ex Gerente de Gestión Humana de La Positiva Compañía de Seguros; Manuel Infante, Director de Farmacia Universal; Jorge Bermúdez, Vicepresidente y Gerente General de Minería y Minerales para las Américas de Jacobs, y Alejandro Marín Giraldo, Gerente General de Laboratorio Médico Echavarría.

Escenarios mutables

Vera manifiesta que “puede haber muchas cosas positivas no previstas hoy a partir de la irrupción de la tecnología aplicada para el bien. Está claro que esa irrupción provocará que aparezcan escenarios en los que las personas realizarán trabajos y tareas completamente distintas a las que hacen hoy, en los que el concepto de lo territorial y sus fronteras, que todavía existe, será cada vez más insostenible”. Juan se imagina “escenarios que son mutables, que están integrados, que son multifronterizos, de múltiples aristas, con múltiples superficies de contacto; en los que lo imprevisto no puede ser concebido como un error del sistema, sino como parte de una evolución que está en su propio devenir”.
En cuanto a las dinámicas que rigen el cambio y qué cualidades se requieren para su comprensión, expresa “la principal característica asociada a estos cambios es la aceleración, que ocurre de manera permanente e inusitada lo que trae la ruptura de la validez atemporal de las interpretaciones, una permanencia que hasta ahora había sustentado la manera en que hacíamos empresas y organizaciones”. En este sentido, advierte que como consecuencia, “se requiere una resignificación del liderazgo”.

Aprender habilidades para liderar en un mundo líquido

¿Cuáles son los nuevos escenarios y desafíos de organizaciones y líderes del siglo XXI?Esta resignificación del liderazgo implica para él: “acompañantes con propósito, con la voluntad de generar espacios de sentido, que den la confianza para que las personas se movilicen, aún cuando no tengan respuestas ciertas”. Según él, “otro requerimiento de este futuro que emerge es la inclusión. Aparecen múltiples actores que no se pueden “despreciar”, son legítimos, tienen una visión positiva del futuro, aunque sea diferente a la nuestra y tendrán impacto en la aparición de nuevas prácticas”. Añade como otra competencia “el manejo de la multiculturalidad e interculturalidad, trabajar en espacios con personas de diversas procedencias, orígenes, religiones, orientación sexual, preferencias en ámbitos muy concretos, lo que implica la necesidad de generar espacios que lo permitan”. Puntualiza que “es un hecho que van a coexistir generaciones muy distintas y diversas; la población se enfrenta a una prolongación de su vida útil, no tendrá sentido pensar en una sociedad laboral que se retira a los 60-65 años. 
Por otra parte, aparecerán generaciones de nativos digitales altamente tecnologizadas, impensadas hoy, con una mirada cultural muy distinta a la que tenemos”. Por ello, declara que “escuchar sensible y empáticamente, y de una forma más abierta, será crucial”.
Juan señala que entre los principales desafíos humanos y organizacionales en este siglo está el de “no anclarse, dejar de lado las certezas considerando que hasta ahora sirvieron en un escenario determinado y que como decía Blas Pascal, sólo revelan el cansancio de nuestro pensamiento”. Desde su perspectiva “valorar y validar que entramos en escenarios muy diferentes, implica abrirse a una forma de pensar distinta, que también requerirá un nivel de conciencia superior”. Comenta que “esto es difícil porque implica que las personas que dirigen e influyen en las organizaciones y en las dinámicas sociales deben estar abiertos a la reinvención y eso significa auto-considerarse en proceso de aprendizaje, por muy importante que sea su posición”. Advierte que “en general el ser humano por su naturaleza y su instinto de supervivencia se resiste al cambio, en cuanto que abre una puerta a lo desconocido y, sin embargo, lo que viene por delante es un proceso en el que el cambio será permanente”.
Juan nos sumerge en un concepto novedoso desde el que se nos reta a movilizarnos de forma distinta
“el mundo contemporáneo, siguiendo la metáfora del filósofo polaco Zygmunt Bauman, se ha vuelto un mundo líquido, la velocidad de los cambios impiden la solidificación, la impermanencia de saberes y conceptos, la volatilidad de las relaciones, el desplazamiento de las interacciones humanas por las tecnológicas, la inviabilidad de certezas, vuelve a requerir reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre el sentido del trabajo, de las instituciones, sobre el propio sentido de lo humano porque las fórmulas aprendidas son insuficientes”.


La legitimación del otro como pilar de nuevas conversaciones organizacionales


Al responder la inquietud sobre qué conversaciones requieren darse en este mundo fluido, plantea “aquellas en las que se establecen las bases, de acuerdo a la interpretación clásica, para generar conversaciones para posibles conversaciones, es decir aquellas que más que la coordinación o la búsqueda de posibilidades, aseguran la legitimidad de los actores”. Continúa complementando “esto que desde la ontología del lenguaje, se plantea como la necesidad de que para que las conversaciones generen realidad deben haber procesos de legitimación profunda, de cómo aceptar a ese otro distinto, con ideas que nos pueden parecer subversivas, contrarias y a las que tendríamos que abrirnos, observándolas simplemente como distintas, valorando su derecho a ser”.
Alerta que “de lo contrario, llegaremos a un proceso de dominación de unas ideas sobre otras, a un proceso de exclusión”. Piensa, sin embargo, que este escenario “afortunadamente está en riesgo a futuro, dado que para ello sería necesario una ceguera absoluta que permita que crezca la desigualdad en el manejo de la información, que se licúen también los valores y nos aboquemos a entrar en un mundo de ciencia ficción”. Esto lo dice ya que tiene “confianza en que las personas nos vamos a dar cuenta de esto, y que por tanto llegaremos a trabajar en una legitimación profunda, que permita hablar para comprendernos y no para vencernos. Ya la inteligencia artificial resolverá los problemas de coordinación de todo lo previsible, confío en que escojamos el camino de la comprensión y la benevolencia”.
Se refiere a un profundo viraje sobre la importancia que tendrán las conversaciones en el mundo organizacional. Más conversaciones para ampliar la calidad de las relaciones que para coordinar acciones que estarán resueltas desde la tecnología.

El rol de los valores

Para Juan Vera, en ese mundo cada vez más tecnológico y digital, los valores juegan un rol medular: lo que pasa a ser central en los sistemas de educación de los países para la formación de sus nuevas
generaciones son los valores que aseguren la convivencia. Con base en ello se pregunta: “¿Cuáles son los valores que hay que defender y construir para que una sociedad siga siendo una buena sociedad, para que siga habiendo inclusión, para que siga habiendo encanto y esperanza en el futuro, para que siga habiendo sentido y creamos que tiene posibilidades?”.

Concluye planteándonos que “es un tema en el que debemos invertir tiempo; requiere que reflexionemos como estamos haciendo en esta Convención, para no encontrarnos con generaciones que conocen profundamente la tecnología, pero no han aprendido a relacionarse y convivir. Lo que estamos diciendo configura un conjunto de habilidades y valores que habrán de ser los auténticos drivers del futuro”.
Juan Vera es socio y gerente de proyectos en Gestacción Consultores S.A. y miembro del Directorio Global de Newfield Network. Le apasionan la literatura y el arte, viajar y las conversaciones para inventar mundos, palabras y posibilidades. Sus coordenadas son: www.juanvera.cl – jvera@gestaccion.com – Facebook: Juan Vera

domingo, septiembre 16, 2018

Pero nos puede arrasar

Me salió en la charla que estaba dando sobre el Futuro. Dije algo así: "El mundo del futuro no nos determinará, pero nos puede arrasar". Fue una de esas veces que escuchas tu propia voz, en las que hay unos largos segundos de silencio en los que la frase regresa para pasar de ser dicha a ser escuchada.

Ocurre con frecuencia y debería ocurrirnos más. Escuchar el significado boomerang que tiene lo que decimos, lo que expresa de nosotros, las ideas sumergidas que contiene.

Hay algunas preguntas que uso recurrentemente en los últimos tiempos: "¿Qué escuchas dentro de ti? ¿Qué te inquieta de lo que me cuentas? No respondas rápido, deja que se configuren los significados." Las ideas son especies vaporosas que hay que dejar que se posen para así percibir su silueta completa.

El mundo del Futuro puede arrasarnos si no tenemos la precaución de aceptar que, aunque el cambio haya sido una constante de la historia humana, la velocidad que hoy trae puede impedirnos entender sus mensajes. Es un problema de agilidad, de disposición, de estar dispuestos a abandonar los sillones, los rellanos de las escaleras, las certezas que nos sirvieron.

La certeza es una repuesta con fecha de vencimiento. Si nos aferramos a ella después de su caducidad puede indigestarnos. Lo que fue alimento puede ser veneno. Lo que nos salvó puede hundirnos. Lo que fue liana puede ser losa.

Esperar al Futuro significa permitir que su configuración nos sea ajena. Darle la espalda es suicida, no construirlo es colaborar a que nos deje fuera de sus páginas.

"Pero nos puede arrasar", al decirlo temí por todos a quienes quiero, temí que esta postura mía de estar inquieto por el Futuro resulte demasiado teórica, demasiado lejana; es decir temí por mi mismo y mi forma de vivir la acción.

sábado, diciembre 30, 2017

Coaching para la Articulación


En el número 14 de la revista virtual argentina "Conversaciones de Coaching" se publica mi artículo Coaching para la articulación. Lo reproduzco a continuación.

"He regresado hace poco de unas Jornadas sobre competencias del Siglo XXI celebradas en Gijón (Asturias) en las que nos acercamos a ese mundo que ya está, aunque algunas veces lo sintamos como todavía emergente, porque simplemente aún no nos ha llegado la ola que se vislumbra clara en el horizonte.

Esa ola requerirá para vivir en ella de nuevas competencias y actitudes, pero sobre todo de una conciencia diferente que nos permita mirar lo que sucede desde un lugar interior nuevo. Así de alta y profunda me parece.

Lo más preocupante es que en los discursos de nuestros gobernantes esta realidad no aparece con la suficiente contundencia y ante esa falta de previsión hace falta que alguien (lideres informales, grupos con voz)  generen conversaciones que visibilicen a la gran mayoría una proximidad amenazante para que no se convierta en tsunami. ¿Qué podemos hacer en este escenario los coaches?

Doy un paso atrás y dejo la pregunta abierta para poner sobre la mesa un
verbo. Una de las nuevas competencias para un mundo abierto, complejo, fragmentado, incierto y traspasado por redes, es la de articular. Ser articuladores de conversaciones que serían improbables de otra manera, unir pensamientos distintos, tejer redes de diálogo para nuevos encuentros, favorecer nuevas comprensiones, legitimar puntos de vista distintos.

Vuelvo entonces a la pregunta para precisarla ¿Puede ser un rol de los coaches articular esas conversaciones? ¿Podemos aprovechar el arte de las preguntas, el valor del respeto, la capacidad generadora de la palabra y del lenguaje, la sensibilidad de la escucha y la búsqueda de emociones de apertura para ponerlas  a disposición de un propósito tan colectivo que nos compete a todos?

Creo que nuestra profesión puede tomar nuevos caminos, pasar del quiebre individual declarado, como punto de partida de un proceso de coaching, a la inquietud por una ola que aunque nos parezca lejana podemos contextualizar y anticipar. Quizás alguien pueda decirme que esto no es coaching, tal vez entonces mi propósito no quepa en el título de esta revista virtual, pero estoy seguro de que es necesaria para quienes la leen y la editan.

El conocido filósofo español José Ortega y Gasset decía “Yo soy yo y mis circunstancias? ¿Cuáles son esas circunstancias? ¿El lugar donde nacimos? ¿Nuestra educación y la cultura de la que formamos parte? ¿Nuestras responsabilidades y roles? ¿Las conversaciones en las que participamos? ¿Las interpretaciones que mantenemos y nos constituyen? ¿El mundo que nos rodea con sus tendencias, valores y tecnologías?

De alguna forma Ortega nos decía, que la realidad de nuestras existencias se articula en las conversaciones que mantenemos con el sistema del que formamos parte. La interdependencia con ese sistema nos lleva a estar en la vida de una u otra forma. De eso hablo, de tomar conciencia del rol del ser humano en este tiempo de disrupciones que comprometen su rol y sus aportes, de revisar que significa hoy ser ciudadano, qué trabajos seguirán existiendo, qué valores sociales se están reconfigurando.

Desde este punto de vista es relevante abrirse a lo distinto. ¿Estamos dispuestos a ello? Aunque sea obvio, puede ser necesario recordar que opuesto y distinto son dos conceptos diferentes. En el entorno que nos rodea hay muchas mas situaciones e intereses distintos que opuestos. Lo distinto no está en confrontación, no nos agrede, la articulación de lo distinto puede configuar escenarios de mayor riqueza. Por ejemplo: la capacidad de gestión y de inventar mundos de algunos, unida a recursos y bienes de otros, ha llevado en esta era a los modelos de negocio que hoy triunfan.

Este simple hecho modifica el concepto de core business y nos puede abrir la pregunta ¿Qué va a significar hacer empresas hoy, qué significa emprender y más allá, qué va a significar el capitalismo en el siglo XXI? Si resulta ser más capital el talento que los recursos financieros, tal vez estemos llegando a una nueva concepción, a un talentismo que puede estar en cualquier parte y que requiere ser articulado.

Ya el profesor chileno del MIT Arnoldo Hax, en su “Modelo Delta”
desmonta el planteamiento clásico de la competencia y plantea que la esencia de la nueva estrategia es establecer y fortalecer vínculos. Habla de ser cabecera de una red. No se refiere a barreras sino a capacidades superiores para aportar un valor diferencial a esa red. Habla de inclusión y de poner en valor, de colaboración y creatividad.

 ¿Qué podemos aportar los coaches a las redes de las que formamos parte, empezando por la sociedad de la que somos ciudadanos?

Mi respuesta apunta a la articulación de conversaciones relevantes para construir valor social en una sociedad que se enfrenta al vacío de sentido. La disrupción tecnológica digital, que parece imparable puede alejarnos y deshumanizar nuestras relaciones o reconducirse a una cercanía llena de posibilidades. La elección tiene que ver con el nivel de conciencia desde el que miremos lo que llamamos realidad. Esa conciencia nos lleva a la necesidad de comprensión de quienes estamos siendo y quienes queremos ser, dónde queremos estar y qué estamos dispuestos a construir.

El experto en Redes Sociales James Fowler dice: “para saber quiénes somos tenemos que comprender con quienes estamos conectados”, en sustitución del viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”.  La frase  pone el énfasis en las interacciones de las que somos parte. Nuestra identidad, nuestro aporte y el impacto que podemos lograr se relaciona con en esas interacciones, con el qué, con el para qué y con quiénes . Todo un desafío para un nuevo rol del coaching centrado en la articulación de redes con propósito. 

martes, junio 06, 2017

Coaching al Coraje- Segunda parte

En el número 12 de la Revista virtual argentina "Conversaciones de Coaching" se publica la segunda parte de mi artículo Coaching al Coraje.

"Vuelvo sobre este tema que considero central. Profundizar en la actitud que requerimos detrás de nuestras acciones para ser transformadores de nuestra vida y de la sociedad de la que somos parte requiere una gran dosis de coraje personal.

Cuando en los talleres pregunto ¿Quiénes de ustedes quieren ser protagonistas de su vida? ¿Quiénes quieren ser parte de una sociedad mejor? Todos levantan la mano. Estoy seguro que detrás de esas manos levantadas hay múltiples versiones de lo que significa una vida buena o una sociedad mejor, pero para lograrlo a todos nos hace falta ese coraje.

En la primera parte de este artículo, publicada en el número anterior de “Conversaciones de Coaching”, fue necesario configurar las características de un entorno que en la década de los 90 empezó a denominarse con el acrónimo VUCA (lleno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) porque no es indiferente establecer el escenario general del “ahora” en el que un coach interactúa; entenderlo es fundamental para acompañar a sus coachees.  Un escenario al que además es necesario sumar la falta de esperanza que anima a la pasividad ¿Para qué moverse hacia lo que consideramos inalcanzable? Efectivamente pasaron los tiempos de la generación que instaló el eslogan “Seamos realistas, hagamos lo imposible”.





En ese artículo partí por identificar la distinción “coraje” como la voluntad puesta al servicio de un propósito y por establecer los ámbitos en los que el coach puede indagar. Quiero seguir en ésta segunda parte con una propuesta más concreta de un mapa de acción del coach.

Si realmente queremos que algo suceda, si tenemos un propósito y queremos lograrlo, tenemos que intervenir, comprometernos con la acción y poner nuestra voluntad en ello. Cuando eso sucede emerge en nosotros una energía, por encima de los obstáculos y de las explicaciones a la que llamamos coraje y que resulta ser tan importante o más que los conocimientos necesarios para lograr lo que pretendamos. La actitud es consecuencia de creencias y decisiones, pero termina siendo el principal motor de la acción.

Una propuesta de mapa del coaching para el coraje

La experiencia de trabajar en el despertar del coraje de un buen número de coachees me ha llevado a levantar un mapa caminero que hoy me resulta de gran utilidad. Lo despliego sobre esta mesa virtual:

1.   Poner en contacto con lo que el coachee quiere hacer y legitimar ese propósito. Llevarlo a identificar por qué quiere hacerlo, cuál es la importancia en su vida y en su rol.

2.   Llevar al coachee a reencontrarse con su valía, con sus recursos y dones. Juanjo Pineda Vera, en su libro “Explora Mindfulness” se hace la pregunta ¿De qué se olvida la grulla cuando camina durante un día seguido? y escribe  “Cuando la grulla está hambrienta suele caminar buscando alimento, persiste hasta arriesgar su vida y se olvida de algo. Así funciona la tristeza en nosotros, vibra igual y nos hace sentir que no valemos, que no somos dignos (…) La grulla se olvida de sus alas, de que puede volar y llegar al cielo”. No es fácil decirlo de una forma más bella y ese un trabajo de gran valor que el coach ha de acometer. La autoconfianza con humildad no solo es posible, es necesaria.

3.   Identificar el juicio de adversidad que se interpone entre el coachee y su propósito y desvincularlo de la declaración de imposibilidad. Cuando las cosas son posibles, la dificultad eleva el valor del desafío. En el fondo estamos hablando de la esperanza.

4.   Reconectar con el bien que persigue, a quienes beneficia, qué se pierden aquellos a quienes quiere y aquello en lo que cree. Mostrar, si es posible hacerlo, que no es sólo un bien para sí mismo/a, que como dice Marianne Williamson el mundo pierde algo si no tiene el coraje de defender aquello en lo que cree.

5.   Imprimir urgencia. El poeta y filósofo iraní Al Mustanabli dijo ya en el siglo X  “¿Qué sentido tendría el coraje si tuviésemos la eternidad? Es decir cuando tomamos contacto con nuestra impermanencia el hoy y el ahora son significativos. El futuro empieza a construirse hoy. Es hoy cuando ese coraje debe emerger. Si tuviésemos todo el tiempo del mundo podríamos esperar a que las circunstancias abriesen mejores condiciones para que lo que nos proponemos pasara. Tenemos una sola vida. Somos humanos, no divinos, nuestro tiempo es ahora.

6.   Desvanecer la pulsión a sostener el conformismo, mostrar a qué decimos “no” con nuestro actuar, a quiénes decimos “no”, a qué futuro se renuncia, qué valores dejamos fuera y cuáles pueden verse favorecidos con nuestra pasividad ¿Es eso lo que queremos?


7.   Llevar al coachee al espacio de su dignidad, permitir que surja esa rabia que provoca la injusticia (no el obstáculo, ni lo adverso), enfrentarle a su soberanía personal ¿De qué territorio personal soy soberano? ¿Puedo permitir que pisoteen mi soberanía, estoy dispuesto a entregarla? Con frecuencia he recurrido al poema “Invictus” del poeta inglés Williams Ernest Henley al que Nelson Mandela leía en sus días de cárcel “No importa  cuán estrecho sea el camino/ cuán cargada de castigo la sentencia/ Soy el amo de mi destino;/soy el capitán de mi alma”.

8.   Llevar al coachee a reconocer la identidad pública que genera a partir de su falta de coraje y lo que eso significa para sus propósitos generales en la vida o el rol que tiene. Una pregunta cruel es la de enfrentarle a los juicios que puede estar provocando en quienes lo/la rodean, que imagine la persona que los otros ven y el poder que esa persona tiene ¿Qué puedo hacer desde esa identidad? ¿Para qué me sirve?


Sin duda podemos abrir otras muchas preguntas, en el artículo anterior se proponían algunas complementarias, podríamos visitar los temores que el coachee siente, las emociones en las que habita, pero veo en este camino de ocho pasos un mapa poderoso para trabajar este interesante tema. Lo pongo a disposición de quienes quieran usarlo.

Barack Obama se refirió al coraje al recibir en las pasadas semanas un premio en la Fundación Kennedy. Sus palabras fueron: “El coraje no es solo llevar adelante un proyecto político, sino hacer lo que creen en lo más profundo de su corazón”.

He anotado la frase para llevarla a mi próximo coaching

-       ¿Qué es lo que crees en lo más profundo de tu corazón?- Preguntaré- Deja que se exprese, míralo de frente. Ese es tú auténtico compromiso.

El mío como coach es acompañar activamente ese encuentro. El encuentro con el coraje en pos de lo que pensamos que merece la pena para los seres humanos que somos y el encuentro con mi propio coraje."

viernes, mayo 26, 2017

Webinar sobre Coaching al Coraje- Semana del coaching 2017





En la semana del coaching el capítulo de Argentina me invita a participar a través de esta conferencia. A ellos se une el capítulo de la ICF de Venezuela. A pesar de que el sonido es deficiente, aquí dejo el testimonio.

sábado, marzo 18, 2017

Conversando con Alberto Hernández (2)


Vuelvo a la conversación escrita con Alberto Hérnandez (ver entrada del 15 de marzo 2.017). El primer punto en el que me hizo detenerme fue cuando Alberto dice:

"Juan afirma que el Coaching se vuelve muy importante en un momento muy particular que es cuando el dirigente se despersonaliza y se transforma en el rol que ejerce, se despersonifica. A mí me atrae mucho esta expresión, pero al mismo tiempo me genera dudas. Me atrae porque lo veo a diario e incluso lo he vivido personalmente siendo funcionario político: en algún momento te sentís el cargo que ocupás. Pero también me genera dudas por varias cosas. En primer lugar, lo de transformar la persona en el rol que se ocupa no es privativo de la política: cuántos gerentes hay que siguen siendo gerentes en su casa, con sus amigos y en la cola de la panadería?".

Estoy de acuerdo con lo que dice Alberto, este es un efecto que no es privativo de la Política, por eso el Programa se plantea el espacio de la Política y el Poder, podría haber declarado desde un principio que el gran tema es ese, el del Poder, el efecto del poder en las personas. Ahora bien, es  el mundo de la Política  el que articula de una forma más directa la convivencia de las personas. Lo podemos despreciar, lo desvalorizamos, lo llenamos de críticas, pero a la vez es el que más nos determina en nuestro diario vivir. 

Sigue diciendo Alberto:

"Por otro lado me genera alguna duda el mismo concepto: ¿Es posible separar persona y rol? ¿Hasta dónde además es conveniente que así sea? Digo esto porque si se plantea una separación es posible que demos lugar a un espacio de actuación donde puedo ser el peor del mundo en el rol y el mejor en el plano humano. Llevo las cosas al extremo: Hitler podía ser el peor del mundo en el rol, pero sin embargo el mejor tío o el mejor abuelo al mismo tiempo, porque ese espacio reservado a la persona podría transformarse en el lugar donde el político des-culpabiliza las acciones que ejecuta al ejercer el rol."

Ciertamente separarlo es siempre un ejercicio teórico, sabemos que en la práctica no estamos divididos y que implica niveles de transferencia entre las conversaciones interiores de quienes estamos siendo. Esas conversaciones interiores que reflejan contradicciones de nuestros enfoques dependiendo desde dónde miremos y a dónde dirijamos nuestra mirada hay que ponerlos de alguna manera en el lenguaje. Mi propuesta es que el coach se proponga hacerlo en la medida en que precisamente puede encontrar los mecanismos justificatorios que el coachee habita y mostrárselos. Imagínate poder decirle a tu coachee ¿Qué haría María "X", la que declara esto y esto ante esta situación? ¿Qué haría o hace la Directora del Servicio "Y" cuando afronta esta situación? ¿Son compatibles esa dos conductas? ¿Qué valores estás respetando y cuáles no? ¿Te reconoces en esto? Y siguiendo tu supuesto, creo que precisamente llevarle a ver esta dicotomía más que desculpabilizar a quien la vive le muestra espacios de inconsistencia o de desviación de su propuesta declarativa.

En su siguiente párrafo Alberto continúa

"Creo que tenemos dificultades conceptuales en este asunto. Lo que plantea Juan es lo correcto, pero no me parece que esté bien resuelto. ¿Y si pensamos en un ser humano único que tiene distintos espacios de actuaciones? Parece lo mismo pero no lo es. La expresión de Juan “se despersonaliza y se transforma en su rol” abre la puerta al hiato, a la separación y ahí surge una dificultad seria ya no solo en la conceptualización sino también en la intervención del proceso de Coaching. Nosotros creo que somos útiles tratando de trabajar en la unicidad del dirigente y no promoviendo cierta fragmentación. Imagino a Juan, leyendo esto, diciendo que por supuesto él no está de acuerdo con la fragmentación y -digo yo- eso es evidentemente así por lo escuchado en todo el Curso. Pero refiero a la sutileza de cómo se puede recibir lo dicho por Juan; hablo desde mi lugar de alumno del curso".

En cualquier caso el comentario de Alberto es válido para mí porque puedo o podemos hacer más énfasis en esto, para no dejar espacio a la duda de que estamos absolutamente de acuerdo en la unicidad y que la separación proviene de un ejercicio de análisis que nos permite tener un supuesto "no real de la realidad", pero útil, desde mi punto de vista, para organizar nuestra forma de intervención, en la misma línea de dinámicas como la de los dos espejos. Hacer conversar al coachee consigo mismo desde la observación de inconsistencias declarativas es sumamente valioso.

      Termina su comentario Alberto diciendo:

"Creo que resulta necesario discutir más a fondo que uno no es el rol. Hay peligros en varios frentes, como he intentado sugerir en este párrafo."

 De hecho mi punto de partida es que cuando la persona se siente su rol, se está perdiendo de si misma. Cuando el rol invade a la persona lo desconecta de su núcleo de sentido y eso siempre trae consecuencias para la identidad pública y principalmente para los aspectos más profundos de la conciencia.

Cuando ahora al escribir este post amplío la respuesta que le escribí a Alberto, me doy cuenta que estamos en medio de uno de los fundamentos de la propuesta ontológica: Si bien el Ser genera Acción, no es menos cierto que la Acción genera Ser ¿Que Ser está generando la acción sistemática de alguien que se ha dejado absorber por su rol? Esta es la base del diseño que si yo hubiera sido el coach de Alberto en sus tiempos de Secretario de Estado hubiera tratado que enfrentase (Sí, en este caso procede enfrentar más que afrontar).