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domingo, diciembre 30, 2018

Sobre el mundo líquido


Me pregunta Ángel Armas qué es para mi esto que ha venido en llamarse "Mundo líquido" y yo le respondo lo siguiente:

"En el coaching aprendemos a sospechar de nuestras conclusiones y nuestras certezas. Toda certeza nos viene del pasado y puede estar fosilizada. Aprendemos cuando nos cuestionamos y leemos las nuevas señales que disuelven antiguas creencias y seguridades. Entramos  en el flujo de lo líquido como una opción elegida y positiva. Y recalco que hablamos de las certezas aprendidas y no de los valores que, aunque tambien los elegimos, son núcleos de orientación de la acción.


Leyendo a Zygmunt Bauman, el llamado sociólogo de lo líquido, también esa liquidez es la consecuencia de la caida de las instituciones, de la debilitación de los vínculos y de un escenario incierto en el que debemos ser capaces de surfear para no ser devastados por las olas de la indiferencia y la relatividad
No digo que Bauman sea catastrofista sino que el escenario líquido es una consecuencia de un mundo contemporáneo en el que la velocidad de los cambios, la impermanencia y el desplazamiento de las relaciones humanas por las tecnológicas, vuelve a requerir de elecciones sobre el sentido de la vida, porque las fórmulas aprendidas son insuficientes.
Lo líquido pone el énfasis en los nadadores humanos, lo sólido en su propia consistencia para mantener una supuesta humanidad inalterable, pero que, sin embargo, ha llevado al mundo a límites inaceptables.

El presente, al igual que nuestro planeta, tiene más agua que tierra. Jugando con las palabras nos hacemos líquidos para que no nos liquiden, pero a la vez en esa disolución podemos perder lo esencial, si es que no ponemos nuestra atención en lo que definamos como valioso, en lo que, como humanos, debemos conservar para no perder nuestra esencia gregaria, espiritual y humanista."

miércoles, diciembre 02, 2015

Coaching y Literatura (y 2)


Sigo completando la reflexión que inicié en la columna del nº 4 de la revista digital "Conversaciones de Coaching", sobre ese punto en el que el coaching y la literatura se encuentran y pueden dar lugar a una escenificación virtuosa que busca respuestas escondidas en el fondo del alma, allí donde se encuentra la palabra.

Coaching y Literatura comparten el poder del lenguaje, el poder de la palabra. La palabra que describe, la palabra que crea, la palabra que abre, la que cierra, la que ilumina, la que confunde y encubre, la que entrega, la que oscurece.

En algún momento he detenido la conversación de coaching un instante para repetir la frase del coachee, como en esas obras de teatro en las que entra en escena el silencio y se subraya algo que el otro dijo antes: ¿Qué hay detrás de esta frase? ¿Qué dolor, qué sospecha, qué escudo…? Pueden venir muchos qué, se trata de cortar la explicación que se aleja del centro de la angustia, o de la confusión en la que hay que seguir habitando hasta convertirla en duda.

No olvidemos que la duda ha servido siempre para avanzar hacia una nueva luz, al final es sólo la provisional ausencia de una respuesta a la que no llegamos aún. Otra cosa es la confusión, ese estado anterior en la que no tenemos pregunta.

Cada palabra puede ser una perla, así aprendimos a leer, buscando perlas en las páginas de un libro. Todas tienen su valor y su oportunidad. En la literatura, en la medida en la que cumplan su rol de situar al personaje y su escenario, en el coaching, en la medida en la que develan una intención, una inquietud, un camino hacia delante o hacia atrás.

Poner en contacto con la Palabra con mayúscula, en el sentido de poner en contacto con la propia voz, esa voz en la que radica lo más auténtico del ser, donde se aloja la grandeza y la belleza del misterio más profundo, donde la vida, la mezquindad, la política, la gestión o el arte tienen el destello más prístino y legítimo.

Pongo por ejemplo los versos de Antonio Machado, que más de una vez me han llenado los ojos de lágrimas, se encontraron en el bolsillo de su gabán en el momento de su muerte “Estos días azules y este sol de la infancia”. Se han escrito después cientos de poemas para completarlos, para sacar todo el dolor del poeta desterrado en Colliure, la melancolía de sus patios de Sevilla y de sus campos de Soria. Hagámosle coaching.

El coach se sienta ante él y lo mira, guarda silencio y repite “Estos días azules…”. Probablemente ya se ha creado una sintonía que permite desgranar la esperanza, estos días azules en los que no, o estos días azules en lo que al fin o en los que tal vez podría. Y este sol de la infancia que ya, este sol de la infancia que fue, que nunca, que siempre. Y siempre sin quitar los ojos de los ojos de él/ella.

Otro poeta de mi juventud, Blas de Otero, escribió el libro “Pido la paz y la Palabra” y con ese nombre he titulado muchas de las sesiones de coaching que he tenido con hombres y mujeres esclavos de juicios y de paradigmas, observadores incipientes de su propia coraza.

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.


Blas de Otero, pedía el derecho a la paz en un país violentado, el derecho a expresar, a decir, a negar. El derecho a recuperar la dignidad que la palabra representa, porque detrás de la palabra siempre hay una voz o está su ausencia, representada por una letanía monocorde.

¿Qué paz estas buscando? ¿Qué escalera has de subir para que tu grito se oiga? ¿Cuál es ese grito? ¿Qué voz es la que quieres que resuene? ¿Y entonces qua has de hacer? ¿Y por qué no te atreves?


Es más fácil que el coachee encuentre su verso, que lo recite, que desde él, ya sin metáforas, deje que  su personaje cobre vida y se busque. Claro que no a todos los coaches les gusta la literatura y menos la poesía, sin embargo en ella se encierra un infinito y conmovedor poder, que está a nuestra disposición. Quizás ese sea el punto del camino al que deba llegar en el futuro, a facilitar ese encuentro. ¡Quién sabe! Sólo se que este artículo lleva tiempo persiguiéndome. Aquí lo dejo.

viernes, septiembre 04, 2015

El coaching y la literatura ( I)






Estoy convencido de que el coaching obedece a un intento de conectarse con la vida para mirarla de frente, más que a cualquier tipo de entrenamiento concreto, a no ser que ese entrenamiento sea el de la auto observación y  la escucha compasiva de lo que nos rodea. Por eso acepto la palabra coaching solo como una forma de entendernos en un mundo en el que alguien se adelantó para nombrarlo, aunque no fuese con tino, aunque metiese en un mismo saco interpretaciones muy distintas.

Por otra parte, leyendo literatura aprendí que cada personaje habla del mundo con la convicción de que lo describe y cuantos más personajes aparecen en el relato más mundos aparecen con ellos y más difuso el concepto de verdad. En eso la literatura es un espejo de la vida y muchas vidas son auténticas obras literarias.

Además dentro y detrás de la obra literaria hay un autor. Leer siendo consciente de eso, pensar en el autor y sus intenciones, a la vez que entramos en la vida de los personajes, da otra dimensión de la lectura. Relacionar esto con mi actividad de coach  fue inevitable. Mirar al coachee y tener presente que detrás de la historia hay un autor, un observador, decimos en el coaching ontológico, introduce otra dimensión en la escucha y al hacérselo notar a quien te habla (el mal llamado coachee) definitivamente abre posibilidades transformadoras y literarias.

“¿Verdad o Visión? La alianza entre realidad y literatura, entre  lo vivido y lo contado, es un matrimonio tan inquebrantable como tambaleante y fantasioso” dice Berna González Harbour en su artículo “La verdad, esa gran versión” para introducir su comentario sobre tres libros que hablan de la razón por la que escribimos historias, creamos arte o interpretamos signos, cuando probablemente sea porque no podemos evitarlo porque crear y destruir está en nuestra esencia humana, como perseguir la verdad y deformarla y querer que lo que llamamos realidad se adapte a nuestra verdad en una simplificación artística.

Mi afición por la literatura  ha sido siempre un recurso para el coaching, me ha permitido  decirle al coachee, “mira por un momento a este personaje que se llama como tú y declara esto y hace aquello e interpreta eso otro. Veamos cuan predecible es, por qué puede operar de este modo, cuán consistente puede o no parecer”. El mero hecho de distanciarse y verse otro abre muchas posibilidades para el rediseño.

No es trivial mirarse como el personaje de una novela y vernos en escenarios distintos y en la dificultad para mantener una coherencia. “Busquemos las inconsistencias declarativas”, animo a encontrar eso que llama Robert Kegan diferenciar los supuestos que mantenemos y los supuestos que nos mantienen y no darnos cuenta que pueden ser contradictorios, que están basados en una ceguera probablemente involuntaria y en el peor de los casos en la creencia de que no se va a saber, porque nuestro interior es invisible, ¡Ah, pero en la literatura como en la vida el alma se asoma a los ojos o se precipita por nuestras reacciones más espontaneas!

Este juego permite la conexión con ese terreno en que la vida y la literatura se encuentran y se produce una forma de fluir que en el coaching ontológico acostumbra a llamarse “danza” y que la psicóloga Anabelle Kustz citada en el mismo artículo, plantea como,  “Al terapeuta le interesa la verdad subjetiva o emocional y creo que esa verdad existe y que sabemos cuándo  entramos en contacto con ella. Cuando se materializa un aspecto de la verdad emocional, tenemos ese sentimiento de conexión y repercusión profunda, de que algo nos ha llegado muy dentro. Pero es una cosa imprecisa, difícil de describir y definir y fundamentalmente provisional y cambiante”.


Esos atributos de “provisional” y “cambiante” podrían ser considerados como insuficientes para establecer que cuándo ocurre en el coaching (que no es una psicoterapia) hemos entrado en un terreno fértil. Muy al contrario, creo que señalan un territorio de lo posible porque no hay muros de hierro dentro de nosotros, hay muros sí, pero tienen la forma imprecisa de las creencias que pueden contener dentro su formulación contraria, que nos hacen, por tanto, provisionales y cambiantes aunque aspiremos a un carácter sólido y sin resquicios.

Finalmente el coach guarda la intención de que el coachee se haga cargo de que su propia historia no ocurre porque debiera ser, sino porque quiere que sea o porque teme que llegando a ser otra se develen personajes internos que no está dispuesto a asumir por falta de coraje o por temor a una respuesta de incoherencia superior para él, la de aceptar el temor como el capitán de su vida.

Otra vez más el dilema entre el amor y el miedo al final de ese espejo que es la vida y de ese espejo de la vida que es la literatura

viernes, agosto 01, 2014

LUCES de LINTERNAS ROTAS


Así se llama el poema del gran poeta chileno Jorge Teillier, que termina con la siguiente estrofa:

Alguien escuchará nuestros pasos
cuando nuestros pies sean terrones deformes
alguien soñará con nosotros
cuando seamos menos que un sueño,
y en el agua donde pusimos nuestras manos
siempre habrá una mano
descubriendo las mañanas que perdimos

Es bueno tener esperanza, pero puede no serlo tanto, vivir de la esperanza de que algo ocurra fuera de nosotros. ¿Qué es lo que pude hacer de otra manera para que mis pies fueran escuchados antes, cuando aún había un tiempo para  caminar juntos? ¿Qué es lo que no hice para poder entrar, cuando las mañanas no estaban perdidas, en el sueño de los otros?

Mientras escribo estas preguntas estoy pensando en mi próximo coaching con G y en nuestra conversación sobre la seducción y el protagonismo.


domingo, febrero 02, 2014

Volver no es retroceder


Hablamos de avanzar, nos proponemos avanzar y en el lenguaje coloquial eso suena bien, parece deseable. En la vida y el coaching, si es que cabe la distinción, he aprendido,que cuando hablamos de avanzar, tendríamos primero que situarnos espacialmente.

Quiero decir que cuando vemos la vida linealmente (como suele ocurrir) cuando más  avanzamos más nos separamos del punto de partida en el que estaban presentes los valores y las potencialidades del avance. Y ese es un riesgo.

En su novela "Mr.Gwyn", Alessandro Baricco, describe a un personaje, el escritor Jasper Gwyn, que decide detener su carrera de éxito y empezar a realizar otra actividad. En ese tránsito descubre que los personajes que encuentra tienen una profunda necesidad interior de "volver a casa". ¿Qué significa? Sin duda la sensación de que nos estamos alejando de nosotros mismos, que estamos dejando atrás nuestra pureza, los tiempos de aprender, lo que nos hizo sentirnos únicos y con esperanza.

De alguna forma reconocemos que tenemos que volver para avanzar. Esto significa que  avanzar no es lineal y volver, por tanto, no significa retroceder. Vivimos espiralmente, dando vueltas que nos van llevando a florecer o a marchitarnos dependiendo de nuestras elecciones. El secreto está en no abandonar nuestro centro y para ello primero tenemos que reconocerlo y declararlo.

Creo que el buen coaching, tenga el apellido que tenga, es un acompañamiento para que tengamos presente ese centro, para que no se nos escape de las manos, para que no nos engañemos, para volver a la escuela, al olor entrañable, a las mañanas con sol y las ganas de mirar los bellos ojos dela vida.

Esto les diría a quienes toman la decisión de volver para avanzar.


viernes, octubre 25, 2013

A manera de un cuento sufí


A veces el desafío de contarle a Laura, mi nieta, las cosas más difíciles de la vida y hacerlo en forma de cuento, resulta ser la mejor manera de contarla también a los adultos. Anoche le escribí esto en el blog que creé para ella.

Leer  AQUÍ

http://cuentosparalaura.blogspot.com/2013/10/a-la-manera-de-un-cuento-sufi.html

miércoles, julio 11, 2012

Las metáforas del Coaching


"Hay palabras escondidas dentro de otras, como piedras"

Céline

Este verso de Louis Ferdinand Céline me capturó hace años cuando buscaba en la poesía destellos de sentido. Palabras dentro de otras, unas absorbiendo a las otras, defendiéndolas, dándoles cabida, pero, a la vez, ocultándolas.

Palabras-piedras, por su solidez o por su capacidad de ser arrojadizas. Piedras preciosas dentro de las piedras.

Hoy encuentro este verso en un lugar inesperado: un libro de management. Hoy este verso me lleva al coaching, a su fución de develar la persona que hay dentro de la persona que se muestra, la piedra preciosa que se alberga en un cuerpo, en un rol, en esa máscara.

Lo valioso que no es consciente para quien lo tiene y por ello menos visible para el que mira.

Esa experiencia de contacto con la grandeza de servir como vehículo para mostrar lo que está en el fondo, para quitar las capas de herrumbre y conectar al ser con su centro más valioso.

De eso hablamos cuando hablamos de coaching transformador (no mero entrenamiento) y de eso hablamos cuando nos referimos a la emocionante experiencia de actuar y vivir como coach.