Hace tiempo decidí que mi forma de transformar el mundo en el que vivo sería a través de influir para que las organizaciones sean más humanas y sus directivos con más sensibilidad y mas consistentes con sus valores. Desde mi adolescencia ya sabía que una Misión que me había elegido a mi era la de hacer que el arte y la vida se encontraran en mi camino y preferentemente a través de la palabra.
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miércoles, febrero 20, 2019
martes, enero 01, 2019
A manera de abrazo...Nosotros
A manera de abrazo para todos mis amigos en este año 2019 que comienza con dos cifras regresivas 20 y 19. Ojalá regresemos a lo que más queramos, a lo más auténtico, a lo que nos hace únicos y diversos, a la ética del amor y al compromiso con nuestros anhelos. Y con ello el desencanto, esa emoción maldita, quede lejos.
“Nosotros
tenemos la alegría de nuestras alegrías
Y también tenemos
La alegría de nuestros dolores
Porque no nos interesa la vida indolora
Que la civilización del consumo
Vende en los supermercados
Y estamos orgullosos
Del precio de tanto dolor
Que por tanto amor pagamos.
Nosotros
Tenemos la alegría de nuestros errores,
Tropezones que muestran la pasión
De andar y el amor al camino,
Tenemos la alegría de nuestras derrotas
Porque la lucha
Por la justicia y la belleza
Valen la pena también cuando se pierde
Y sobre todo tenemos
La alegría de nuestras esperanzas
En plena moda del desencanto,
Cuando el desencanto se ha convertido
En artículo de consumo masivo y universal.
Nosotros
Seguimos creyendo
En los asombrosos poderes
Del abrazo humano."
Eduardo Galeano.
miércoles, julio 19, 2017
Abrir los ojos

Muchas veces me siguen preguntando sobre el rol del coaching en la Política. Hoy me gusta más hablar del coaching en el espacio de lo Público y en el mundo del Poder, es decir de lo colectivo y lo común y de quienes quieren y pueden usar su poder de acción.
¿Cuál es nuestro rol? Para responder quiero aprovechar una "perla" del escritor argentino Sergio Sinay, quien se define en su página como "ensayista, narrador y periodista. Investiga y escribe sobre vínculos humanos, temas existenciales, sociales y filosóficos". Sinay en un artículo reciente en la revista Perfil titulado "Tuertos contra tuertos", dice:
"En una sociedad agrietada casi hasta el centro de la Tierra, dos tuertos no hacen un vidente. Dos tuertos hacen un ciego. Luego esa sociedad anda a los tumbos y en la oscuridad. ¿De dónde podría provenir un rayo de luz? De la política.
Este concepto exige que se le devuelva la dignidad y el sentido del cual lo despojaron tanto quienes la confundieron con apriete, prepotencia, latrocinio, fundamentalismo y corrupción, como aquellos que la desprecian en nombre de un improbable eficientismo, de un managment de manual, o de una gestión de probeta, en la que las personas siempre pueden (deben) esperar. La política es la más bella de las artes, decía Aristóteles. Lo es cuando, haciendo honor a su génesis, sus herramientas y fundamentos se centran en los asuntos prioritarios y comunes de la sociedad en que se ejerce.

En otras palabras, la práctica de ese noble arte solo resulta posible con ambos ojos abiertos, capaces de observar el conjunto y cada una de las partes del escenario humano en el cual se lo cultiva. La mala praxis de la política solo produce más grieta y más tuertos y deja sin opciones a los que quieren ver."
No diré que nuestro rol es abrir los ojos tanto a quienes miran desde un solo ojo a la política, como de quienes desde el otro lo ejercen, sonaría pretencioso. Nuestro rol es acompañar a unos y otros a que abran sus ojos, llevarles a ángulos de su propia conciencia desde el que puedan abrirlos, avivar el profundo ansia de sociedad que vive en el fondo del corazón humano, permitir que se recupere la esperanza.
Sí, la esperanza.
viernes, abril 14, 2017
Homenaje a un homenaje
Tal vez el mejor libro del escritor español Enrique Vila-Matas sea "Bartleby y Compañía", en él en esencia habla del arte de la retirada, desde luego se refiere a la retirada de escribir, pero retirarse es siempre una decisión profunda y dolorosa.
Vila Matas escribe en él: "Robert Walser sabía que escribir que no se puede escribir, también es escribir". En momentos como los que hoy vivimos renunciar a liderar cuando se siente la falta de respaldo también es liderar, porque supone un acción moral dirigida a quienes aún tienen esperanza en la Democracia.
Hoy, como español miro con un profundo respeto la decisión de retirarse de quien fue la sorpresa de mi generación, Adolfo Suárez, aquel Secretario General de la Falange de ideología franquista, que por sorpresa llego a ser Presidente de la recién restaurada monarquía española y con una efectividad admirable desmontó el franquismo en meses y abrió el camino a nuestra democracia (hoy malherida). La decisión de retirarse tiene hoy una significación histórica, que el joven que fui no supo leer.
Clausewitz el referente del pensamiento estratégico militar fundamentó que la retirada es la operación más difícil de todas, hay que navegar entre el temor, la arrogancia, la rabia, la dignidad, los cantos de sirena y la visión de algo más alto que supere las llamadas del Ego y la perpetuación.
Una cita más: Hans Magnus Enzensberger, ensayista y poeta alemán que pasó de una breve estancia en las juventudes hitlerianas a ser un defensor de la democracia escribió una columna en El País en 1.989 en la que decía: "Cualquier cretino es capaz de arrojar una bomba. Mi veces más difícil es desactivarla (...) En cualquier caso, para ser un héroe no bastan la simple habilidad y la competencia. Lo que hace memorable al protagonista es la dimensión moral de su acción". Algo que parece ser desconocido por las dictaduras o para los falsos demócratas que sólo usan la democracia para acceder al poder y luego se aferran a él y pueden ser capaces de convertir los huevos que les tiran los ciudadanos en el resultado de articulaciones malvadas o en simples hechos aislados sin significación especial.
Esta introducción es consecuencia de la lectura de la "Carta a Ricardo Lagos" que Cristian Warnken escribió ayer en El Mercurio (periódico que no acostumbro a leer) a la que llegué porque mi amigo Alberto Chacón tuvo a bien subirla a su muro de Facebook. Aquí la reproduzco
"Soy un ciudadano que, como la mayoría de los ciudadanos, más que protagonizar la historia política de Chile, la ha padecido. Si cierro los ojos, veo -como en un sueño- unas banderas ondeando entre la multitud, cuando era muy niño, el año 73: después el sonido de los aviones y helicópteros apagando ese fervor y trayendo el miedo. Y luego largos, interminables años grises marcados por el sonsonete monocorde y ramplón del dictador.
De pronto aparece usted, una noche, en televisión apuntándolo con un dedo, despertándonos a todos de un largo letargo y de la resignación. Otra vez el fervor, la épica, la calle, las banderas... y luego, la desilusión, la desconfianza, el desencanto. El país donde estamos ahora.
Cuando se derrumban la épica y la ética en política, uno se siente náufrago y también huérfano. Huérfano de utopías que se desmoronaron en cámara rápida o que se transformaron solo en retórica, en "palabras vacías". No es fácil perder la fe, pero lo más insoportable ha sido ir perdiendo la esperanza. Nos decíamos "de izquierda". Pero ¿qué queda en pie de esa izquierda que nos daba identidad y pertenencia? Muy poco o nada. El capital moral de la izquierda, en Latinoamérica, fue dilapidado por sus líderes que, una vez que llegaron al poder, no dudaron en enriquecerse con dineros mal habidos. Y si no se aferraron al dinero, algunos de ellos se aferraron al poder, eternizándose en sus cargos o heredándoselos a sus hermanos o esposas. Usted no buscó ni lo uno ni lo otro.
Al escuchar su discurso de despedida, en el que anunciaba su retiro de la carrera presidencial, me di cuenta de que ya no era el Lagos impetuoso que había abierto con un gesto el fin de la dictadura, sino un Lagos más sereno, más sobrio que cerraba la transición con una renuncia. Qué impecabilidad y qué sobriedad: solo 6 minutos para decir lo necesario. ¡Qué soledad la suya! Sentí que en algún punto su soledad se tocaba con la de nosotros, los ciudadanos huérfanos. No pude dejar de recordar la soledad de Allende en un palacio en llamas. Pero ahora no era un incendio, sino un derrumbe: el de la política. Y confieso que me emocionó verlo a usted de pie, sobre esas ruinas, dando una clase magistral de grandeza a toda esa legión de políticos menores, sus "compañeros", que lo humillaron innecesariamente en una votación cobarde y secreta.
Cuando usted señaló con el dedo al dictador, muchos de ellos corrieron detrás de usted aclamándolo y pidiéndole que fuera presidente y usted dijo "no es mi tiempo". Esos mismos ahora lo acusaron de "soberbia" porque ya no les servía y no marcaba en esas encuestas que ellos transformaron en sus nuevos credos, pues se quedaron sin ideales ni ideas. Ellos no soportan la grandeza. El partido de ellos es el partido del Resentimiento, partido al que usted nunca perteneció. Una izquierda solo movida por el resentimiento y aferrada al poder no es una izquierda por la que valga la pena dar la vida.
Sí, es verdad, usted no es un caudillo. Los caudillos han devastado Latinoamérica. Usted es un estadista, una rareza en los tiempos de la política-espectáculo o de la política-negocio. Me faltaba verlo en la derrota, que es donde se reconocen los grandes líderes. El círculo de esta larga historia se me cierra. Gracias a la lección que nos ha dado, ya no creo que haya que dar por muerta la esperanza. Pero mi esperanza no la deposito ahora en los grandes discursos, sino en los gestos como el suyo, al haber entrado y salido con dignidad de esta contienda, sin calculadora en el bolsillo.

Agradezco la inyección de esperanza, porque hace falta en este momento más que nunca en la moderna historia del mundo. No hay mucho para conservar, no hay mucho en lo que aferrarse. El propio Lagos en la introducción a su libro publicado el pasado año "En vez del pesimismo" dice: "Los viejos profesores lo saben: la tozudez y la arrogancia son el último refugio de los conservadores desconcertados". Los conservadores están en todo el espectro de colores. La decisión de Lagos no ha sido conservadora, tiene la valentía de abrir la posibilidad de ver la esperanza que puede haber detrás de la esperanza. Retirarse es una forma de abrir otros espacios a esa esperanza de políticos morales y weberianos.
sábado, junio 11, 2016
La condición moral
Leo la columna del gran escritor español Javier Cercas titulada "Buenos políticos y políticos buenos" y me convoca su reflexión a profundizar esa vertiente del coaching que debe estar presenta tanto en el coaching político como en el coaching directivo y es el enfrentamiento del coachee a la bondad de sus actos ¿Para quien son buenos? ¿Cómo mejora el mundo con esas decisiones y esos actos? o ¿Qué mal indeseado pueden producir?.
Precisamente hace unos días en el coaching a uno de mis coachees del mundo político nos dimos cuenta que terminábamos ambos con los ojos brillantes. Yo le dije:
- De pronto tengo la sensación que esto que hemos hablado podría ser también una conversación en la parada de un camino espiritual".
- Sí, así lo vivo yo- me respondió él sonriendo.
Me quedo con esta perla cultivada de Cercas
"Por supuesto, la política y la moral son cosas distintas (y confundirlas suele provocar resultados catastróficos, como ocurrió en la Unión Soviética y sus satélites). La moral es privada e individual, mientras que la política es pública y colectiva; la moral atañe a los actos y se juzga por las intenciones de quien los lleva a cabo, mientras que la política atañe a las consecuencias de los actos y se juzga por los resultados que obtiene. Lo cual significa que una persona magnífica puede ser un pésimo político, pero no que la calidad moral de una persona sea indiferente en política. Ni hablar: la prueba es que es difícil que una mala persona sea un buen político; o, más generalmente, un buen profesional.
Esto no lo digo yo, que para la FAES debo de ser un buenista peligroso, sino la neurociencia, o al menos el gran neurocientífico Howard Gardner. Gardner sostiene que no existen buenos profesionales que sean malas personas; para él, es imposible lograr la excelencia si uno se limita a satisfacer el ego, la ambición o la avaricia, si uno no es capaz de comprometerse con objetivos que superen las propias necesidades para satisfacer las de otros, lo que exige fuertes principios morales: si se carece de ellos, concluye Gardner, se puede llegar a ser un profesional correcto, pero no sobresaliente."
domingo, noviembre 22, 2015
Algo detiene la navaja
Recientemente ha pasado por Chile el escritor estadounidense, experto en relatos breves, Tobias Wolff para participar en el ciclo "La ciudad y las palabras" que organiza la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica y cuando el periodista Paulo Ramírez le preguntó en qué consiste una buena historia respondió de una forma iluminadora:
- No puedo responder eso, porque hay tantas historias diferentes... No puedo decir simplemente "porque me siento reflejado, o eso lo he sentido o me podría suceder a mi". Es un cierto nivel de excitación, tanto física como mental. El poeta inglés A.E. Housman dijo algo que me gusta mucho: que cuando se afeitaba por las mañanas y recordaba de repente un verso bien escrito, su piel se erizaba y detenía la navaja...Ese es el tipo de sensación que busco cuando leo: algo que detenga la navaja"
Algo que detiene la navaja, esa imagen refleja el momento en que en un coaching se dice una palabra que levanta los ojos del coachee, se hace una pregunta y el silencio detiene el tiempo. No sabes bien de donde viene, es una información que parece evidente, pero que no viene de un análisis, forma parte de la conexión de dos seres humanos que dialogan, que han decidido que las imágenes más profundas que comparten se pongan en contacto.
Algo que detiene la navaja porque sabes que no puedes dejar de escuchar lo que te dice, porque hay una verdad oculta bajo el ramaje y ya no puedes dejar de levantar las hojas que la tapan. Debajo está tu infancia o tu dolor o la nostalgia o el miedo que no quieres reconocer o el vértigo de sentirte insuficiente.
- No puedo responder eso, porque hay tantas historias diferentes... No puedo decir simplemente "porque me siento reflejado, o eso lo he sentido o me podría suceder a mi". Es un cierto nivel de excitación, tanto física como mental. El poeta inglés A.E. Housman dijo algo que me gusta mucho: que cuando se afeitaba por las mañanas y recordaba de repente un verso bien escrito, su piel se erizaba y detenía la navaja...Ese es el tipo de sensación que busco cuando leo: algo que detenga la navaja"
Algo que detiene la navaja, esa imagen refleja el momento en que en un coaching se dice una palabra que levanta los ojos del coachee, se hace una pregunta y el silencio detiene el tiempo. No sabes bien de donde viene, es una información que parece evidente, pero que no viene de un análisis, forma parte de la conexión de dos seres humanos que dialogan, que han decidido que las imágenes más profundas que comparten se pongan en contacto.
Algo que detiene la navaja porque sabes que no puedes dejar de escuchar lo que te dice, porque hay una verdad oculta bajo el ramaje y ya no puedes dejar de levantar las hojas que la tapan. Debajo está tu infancia o tu dolor o la nostalgia o el miedo que no quieres reconocer o el vértigo de sentirte insuficiente.
martes, abril 28, 2015
Cambias las palabras y cambia el mundo.
Con este vídeo empezaré mi taller sobre la habilidad de comunicar para los directivos de un Servicio Público de Chile el Miércoles próximo. Con el mismo vídeo terminó Kiko García su intervención en el panel de comunicación en las jornadas que facilité para el Gobierno Regional Metropolitano la semana pasada.
Cambia las palabras y cambiarás el mundo en el que vives. Otra forma de decir que el lenguaje genera realidad. Eso sí, cuando detrás hay consistencia.
domingo, septiembre 21, 2014
El VALOR del ERROR
Rabindranath Tagore fue un poeta, filósofo, músico, ensayista y polifacético bengalí que revolucionó la literatura de su idioma. Hoy los himnos de Bangladesh e India son dos canciones compuestas por él. Leí en mi adolescencia su obra "El jardinero", después "Gitanjali" y "La luna nueva" y quedé conmovido por su sensibilidad.
Tagore recibió el Premio Nobel de Literatura en 1.913, pero hoy llega a este blog por la frase que encabeza este post y que traigo como una "perla cultivada"
Insistimos en culturas punitivas cuando el error, como el dolor son las principales fuentes de aprendizaje humano. "Si cierras la puerta a todos lo errores, también la verdad se quedará fuera". Yo añadiría: Dejarás fuera el aprendizaje y te quedarás con el miedo, perderás la oportunidad de la humildad y elegirás la cobardía. Te cerrarás la oportunidad de entender lo que es un obstáculo que has de superar y buscarás una explicación que te acomode.
Me pregunto a mí mismo cuántas veces lo he hecho, cuántas veces lo hago, en qué lo sigo haciendo. En buena parte de mis coaching trato de mostrarlo. Hoy lo escribo para quienes leen estas entradas y sobre todo lo escribo para no olvidarlo yo.
domingo, agosto 03, 2014
A veces se encuentra una PERLA
Siempre que busco con esperanza encuentro perlas. Uno de los proveedores de esas perlas es Juan Arias, escritor, periodista, filósofo y ex sacerdote y Secretario General en Roma de los Misioneros del Sagrado Corazón, a quien vengo leyendo desde finales de los años 70 en que me convertí en lector de "El País". Además Juan Arias es almeriense como lo fue mi padre y de donde viene, por tanto, el 50% de mis genes: los Vera.
En estos días he leído su artículo: "¿Enterrar semillas o colocarlas en una cuna?", que narra el experimento de una profesora brasileña (país donde hoy vive Juan Arias) con nombre de personaje de García Márquez: Silvana Aparecida, una mujer que como muchos de los lectores de este blog y yo mismo, cree que el lenguaje genera realidad, que no es inocente y que a través de la palabra y las conversaciones podemos cambiar al mundo.
Silvana Aparecida debe creer esto y también en la frase del Papa Francisco I "Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser de las actitudes.” y en eso trabaja, en cambiar las actitudes de sus alumnos.
El artículo es tan bueno que no puedo sino que incluirlo completo, coincido en cada coma y en cada punto:
La protagonista es la profesora Silvana Aparecida, que de la nada, con la fuerza de una idea, empezó a alfabetizar creativamente a los niños de una zona rural. Lo hizo utilizando flores y poesías, sembradas juntas en el jardín de la escuela en el que los alumnos aprendieron a cultivar las semillas de las plantas. El jardín acabó sembrado también de poemas.
Los versos se convertían en flores de palabras y los nombres de las flores en cartilla de abecedario. Y se hizo el milagro; aquellos niños de familias pobres aprendieron a leer antes de la edad en la que un niño suele empezar a silabear las palabras.
En la experiencia fueron involucrados los padres de los alumnos, muchos de ellos campesinos y
cazadores, a los que sus hijos, que en la escuela aprendieron a descubrir la fuerza de la libertad en el vuelo de las aves, acabaron convenciéndoles de jubilar sus escopetas para dejar tranquilos a los pájaros en los árboles.
En medio de esa experiencia innovadora y creativa, tuvo lugar algo significativo que nos obliga a pensar lo explosivas que son a veces las palabras y que me contó Silvane días atrás.
En portugués, el agujero que se hace para colocar las semillas se llama “cova”, que evoca la sepultura. La profesora que se esfuerza para inculcar en sus alumnos la idea motriz de vida en vez de la de muerte, tuvo la idea (¡la fuerza de las ideas!) de cambiar aquella palabra (¡la fuerza de las palabras!) y les dijo a los niños que para colocar las semillas, que es algo vivo y de las que nacería una nueva vida, iban a preparar para ellas, en vez de una “sepultura”, una “cuna”, que se construye con amor para recibir una nueva vida.
Me contó que con solo cambiar aquella palabra cambió la actitud de los niños al preparar la tierra para colocar en ella las simientes. “Los niños empezaron a remover la tierra con mayor cariño. Hacían el agujero en forma de cuna, acariciaban su forma y se notaba en sus manos que estaban preparando algo precioso para colocar en él a un recién nacido”, me explicó sin conseguir esconder en su relato un cierto estupor que aún la agitaba al recordar la experiencia.
Aquella idea sembrada en una simple escuela primaria enseñó también a los alumnos a respetar, por ejemplo, las diferencias con una dimensión nueva. En vez de aceptar, por compasión, la minusvalía de un alumno, que nació sin una mano, pasaron a verla como algo normal, simplemente distinto.
Esa minúscula experiencia, perdida entre los cientos de miles de escuelas del país, nos obliga a reflexionar no solo sobre lo equivocada que suele estar toda nuestra pedagogía, anclada aún en los modelos y estereotipos medievales, sino también sobre la fuerza que una idea innovadora puede tener en la sociedad y en nuestra propia vida personal o familiar.
Seguimos sin creer en el milagro de las palabras y de sus posibles usos y significados, de la fuerza que entrañan esos símbolos que nos distinguen radicalmente de nuestros hermanos los animales. Sin embargo, como enseña el psicoanálisis, las palabras encierran en sus entrañas una fuerte carga de creatividad y peligrosidad.
La idea -simple y genial al mismo tiempo- de esa escuela de Joanville de plantar semillas no en una sepultura, sino en una cuna, podría aplicarse a nuestras instituciones, a los proyectos políticos y sociales, a toda la pedagogía de la vida.
Si nos convencemos, por ejemplo, de que la violencia que prefigura las sepulturas para sus víctimas es más fuerte que el respeto a la vida; si asociamos la política a la rapiña que acaba sepultando el fruto de la corrupción en las fosas de la iniquidad, o si organizamos los beneficios de la vida social de los pobres en función de espúreas ganancias políticas, estamos usando el concepto de muerte en vez del de vida.
Es significativo que hasta un político avezado como Lula haya confesado días atrás que la política en Brasil “está podrida”.
La indiferencia, la falta de respeto y hasta el desprecio que crece cada día en la sociedad contra los políticos, podría estar relacionada con esa preferencia actual de las instituciones por las sepulturas en las que se pudren las esperanzas de vida de los ciudadanos. Algo que ocurre cuando se prefiere, por ejemplo, el despilfarro de lo público a la austeridad debida al bien común.
Etimológicamente, en griego, política significa el “arte de vivir en sociedad” y también el de “gobernar para el bien de la sociedad”. Lo social palpita en el corazón de la palabra política, hasta el punto que Aristóteles definió al ser humano como zoón politikón: animal social.
De la raíz etimológica de política, nació la paideia o educación, y de ahí la pedagogía, que es la ciencia que “conduce al niño por el camino de la vida”. ¿Podía la profesora Silvana escoger un modo mejor de enseñar a sus niños a caminar por los senderos de la vida a la que se están abriendo, como una flor en busca de la luz del día?
¿Qué forma mejor de inculcarles a los niños pulsaciones amorosas de resurrección en vez de sentimientos de muerte, que convertir la sepultura donde enterrar las semillas en cuna donde prepararlas a la espera de una nueva vida?
La respuesta es vuestra, padres y madres de familia, que cada mañana lleváis con ilusión a vuestros pequeños a la escuela con el deseo íntimo de que aprendan a amar y respetar con alegría todo lo vivo en vez de verles crecer admirando a los tristes sepultureros de la esperanza.".
En algún momento de mi vida me interesó vivamente ser político, por eso entré en un partido y participé como militante durante unos años. Una pronta decepción me apartó del camino. Durante un tiempo defendí esa postura con argumentos valóricos, hoy sólo me revelan que fui un ingenuo sin la suficiente fuerza para resistir. Decepcionarse porque las cosas están mal es lo que puede hacer cualquiera que no quiera ser protagonista de cambiar lo que está mal.
Hoy me siento en campaña por una sociedad mejor para mi nieta Laura que va también al colegio y por todos los niños que esperan que el futuro no este lleno de Gazas, de Ucranias, de hambre y desigualdad y es con ese propósito que transcribo este artículo, para que pongamos la palabra "Política" y su significado en una "cuna" dentro de nuestro corazón y no en una "tumba" en nuestro cerebro, por muy podridas que sintamos sus prácticas.
En estos días he leído su artículo: "¿Enterrar semillas o colocarlas en una cuna?", que narra el experimento de una profesora brasileña (país donde hoy vive Juan Arias) con nombre de personaje de García Márquez: Silvana Aparecida, una mujer que como muchos de los lectores de este blog y yo mismo, cree que el lenguaje genera realidad, que no es inocente y que a través de la palabra y las conversaciones podemos cambiar al mundo.
Silvana Aparecida debe creer esto y también en la frase del Papa Francisco I "Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser de las actitudes.” y en eso trabaja, en cambiar las actitudes de sus alumnos.
El artículo es tan bueno que no puedo sino que incluirlo completo, coincido en cada coma y en cada punto:
¿Enterrar semillas o colocarlas en una cuna?
"Esta columna se podría titular también "La fuerza de una idea". Se trata de un hecho real: la historia de un cambio de palabras que se convirtió en la fuerza motriz de una experiencia pedagógica. Ocurrió en la escuela primaria piloto Hermann Muller, en la preciosa ciudad brasileña de Joanville. Se trató de cambiar la palabra “cova” por la palabra “berço”.
La protagonista es la profesora Silvana Aparecida, que de la nada, con la fuerza de una idea, empezó a alfabetizar creativamente a los niños de una zona rural. Lo hizo utilizando flores y poesías, sembradas juntas en el jardín de la escuela en el que los alumnos aprendieron a cultivar las semillas de las plantas. El jardín acabó sembrado también de poemas.
Los versos se convertían en flores de palabras y los nombres de las flores en cartilla de abecedario. Y se hizo el milagro; aquellos niños de familias pobres aprendieron a leer antes de la edad en la que un niño suele empezar a silabear las palabras.
En la experiencia fueron involucrados los padres de los alumnos, muchos de ellos campesinos y
cazadores, a los que sus hijos, que en la escuela aprendieron a descubrir la fuerza de la libertad en el vuelo de las aves, acabaron convenciéndoles de jubilar sus escopetas para dejar tranquilos a los pájaros en los árboles.
En medio de esa experiencia innovadora y creativa, tuvo lugar algo significativo que nos obliga a pensar lo explosivas que son a veces las palabras y que me contó Silvane días atrás.
En portugués, el agujero que se hace para colocar las semillas se llama “cova”, que evoca la sepultura. La profesora que se esfuerza para inculcar en sus alumnos la idea motriz de vida en vez de la de muerte, tuvo la idea (¡la fuerza de las ideas!) de cambiar aquella palabra (¡la fuerza de las palabras!) y les dijo a los niños que para colocar las semillas, que es algo vivo y de las que nacería una nueva vida, iban a preparar para ellas, en vez de una “sepultura”, una “cuna”, que se construye con amor para recibir una nueva vida.
Me contó que con solo cambiar aquella palabra cambió la actitud de los niños al preparar la tierra para colocar en ella las simientes. “Los niños empezaron a remover la tierra con mayor cariño. Hacían el agujero en forma de cuna, acariciaban su forma y se notaba en sus manos que estaban preparando algo precioso para colocar en él a un recién nacido”, me explicó sin conseguir esconder en su relato un cierto estupor que aún la agitaba al recordar la experiencia.
Aquella idea sembrada en una simple escuela primaria enseñó también a los alumnos a respetar, por ejemplo, las diferencias con una dimensión nueva. En vez de aceptar, por compasión, la minusvalía de un alumno, que nació sin una mano, pasaron a verla como algo normal, simplemente distinto.
Esa minúscula experiencia, perdida entre los cientos de miles de escuelas del país, nos obliga a reflexionar no solo sobre lo equivocada que suele estar toda nuestra pedagogía, anclada aún en los modelos y estereotipos medievales, sino también sobre la fuerza que una idea innovadora puede tener en la sociedad y en nuestra propia vida personal o familiar.
Seguimos sin creer en el milagro de las palabras y de sus posibles usos y significados, de la fuerza que entrañan esos símbolos que nos distinguen radicalmente de nuestros hermanos los animales. Sin embargo, como enseña el psicoanálisis, las palabras encierran en sus entrañas una fuerte carga de creatividad y peligrosidad.
La idea -simple y genial al mismo tiempo- de esa escuela de Joanville de plantar semillas no en una sepultura, sino en una cuna, podría aplicarse a nuestras instituciones, a los proyectos políticos y sociales, a toda la pedagogía de la vida.
Si nos convencemos, por ejemplo, de que la violencia que prefigura las sepulturas para sus víctimas es más fuerte que el respeto a la vida; si asociamos la política a la rapiña que acaba sepultando el fruto de la corrupción en las fosas de la iniquidad, o si organizamos los beneficios de la vida social de los pobres en función de espúreas ganancias políticas, estamos usando el concepto de muerte en vez del de vida.
Es significativo que hasta un político avezado como Lula haya confesado días atrás que la política en Brasil “está podrida”.
La indiferencia, la falta de respeto y hasta el desprecio que crece cada día en la sociedad contra los políticos, podría estar relacionada con esa preferencia actual de las instituciones por las sepulturas en las que se pudren las esperanzas de vida de los ciudadanos. Algo que ocurre cuando se prefiere, por ejemplo, el despilfarro de lo público a la austeridad debida al bien común.
Etimológicamente, en griego, política significa el “arte de vivir en sociedad” y también el de “gobernar para el bien de la sociedad”. Lo social palpita en el corazón de la palabra política, hasta el punto que Aristóteles definió al ser humano como zoón politikón: animal social.
De la raíz etimológica de política, nació la paideia o educación, y de ahí la pedagogía, que es la ciencia que “conduce al niño por el camino de la vida”. ¿Podía la profesora Silvana escoger un modo mejor de enseñar a sus niños a caminar por los senderos de la vida a la que se están abriendo, como una flor en busca de la luz del día?
¿Qué forma mejor de inculcarles a los niños pulsaciones amorosas de resurrección en vez de sentimientos de muerte, que convertir la sepultura donde enterrar las semillas en cuna donde prepararlas a la espera de una nueva vida?
La respuesta es vuestra, padres y madres de familia, que cada mañana lleváis con ilusión a vuestros pequeños a la escuela con el deseo íntimo de que aprendan a amar y respetar con alegría todo lo vivo en vez de verles crecer admirando a los tristes sepultureros de la esperanza.".
En algún momento de mi vida me interesó vivamente ser político, por eso entré en un partido y participé como militante durante unos años. Una pronta decepción me apartó del camino. Durante un tiempo defendí esa postura con argumentos valóricos, hoy sólo me revelan que fui un ingenuo sin la suficiente fuerza para resistir. Decepcionarse porque las cosas están mal es lo que puede hacer cualquiera que no quiera ser protagonista de cambiar lo que está mal.
Hoy me siento en campaña por una sociedad mejor para mi nieta Laura que va también al colegio y por todos los niños que esperan que el futuro no este lleno de Gazas, de Ucranias, de hambre y desigualdad y es con ese propósito que transcribo este artículo, para que pongamos la palabra "Política" y su significado en una "cuna" dentro de nuestro corazón y no en una "tumba" en nuestro cerebro, por muy podridas que sintamos sus prácticas.
viernes, agosto 01, 2014
LUCES de LINTERNAS ROTAS
Así se llama el poema del gran poeta chileno Jorge Teillier, que termina con la siguiente estrofa:
Alguien escuchará nuestros pasos
cuando nuestros pies sean terrones deformes
alguien soñará con nosotros
cuando seamos menos que un sueño,
y en el agua donde pusimos nuestras manos
siempre habrá una mano
descubriendo las mañanas que perdimos
Es bueno tener esperanza, pero puede no serlo tanto, vivir de la esperanza de que algo ocurra fuera de nosotros. ¿Qué es lo que pude hacer de otra manera para que mis pies fueran escuchados antes, cuando aún había un tiempo para caminar juntos? ¿Qué es lo que no hice para poder entrar, cuando las mañanas no estaban perdidas, en el sueño de los otros?
Mientras escribo estas preguntas estoy pensando en mi próximo coaching con G y en nuestra conversación sobre la seducción y el protagonismo.
sábado, diciembre 14, 2013
Sobre la grandeza.
Fue viendo la película "Invictus" que conocí el poema que le daba título. Indagué y supe que era del
poeta inglés del siglo XIX William Ernest Henley. El poema pertenece a su libro "In hospital", escrito el año de su muerte en 1.903.
Henley fue muy amigo de Robert Louis Stevenson, uno de los escritores ingleses que mas me interesan. De hecho el personaje del pirata cojo Long John Silver de "La isla del tesoro" está inspirado en el propio Henley, cojo desde la niñez cuando tuvieron que amputarle una pierna.
INVICTUS
Out of the night that covers me,Traducción
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be,
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance,
I have winced but not cried aloud.
Under the bludgeonings of chance,
My head is bloodied but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears,
Looms but the horror of the shade.
And yet the menace of the years,
Finds, and shall find me, unafraid
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul.
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
Desde hace tres años utilizo
este poema en mis Talleres para coaches que quieren desenvolverse en el
mundo de las organizaciones y la política. Lo leemos juntos cuando hablo
de nuestro rol de ser nexos con la grandeza que cada ser humano lleva
en su interior. ¿Cómo obtener su mejor verso? ¿Cómo convocar la decisión de ser autores de su historia?
En mis 20 años de coach, a veces la poesía me ha ayudado a lograrlo.
En mis 20 años de coach, a veces la poesía me ha ayudado a lograrlo.
jueves, diciembre 05, 2013
Miro dentro, después fuera
La suerte de tener buenos coachees es que te proveen de materiales, traen nuevas inquietudes, te hacen preguntas más profundas, incluso te envían por mail lo que descubren. Una de esas perlas cultivadas son estas estrofas de Confucio que me envía "P" para la reflexión.
¿Dónde busco? - Me pregunta
Sólo puedes buscar en ti y en lo que observas - Le respondo
No fue este exactamente el diálogo, pero si fue su sentido. Al cabo de unos días recibí el mail.
"Cuando un sabio y santo soberano de la antigüedad quería poner orden en su imperio,
Comenzaba por poner orden
en su casa.
Para poner orden en su
casa ponía orden en sus pensamientos.
Para poner orden en sus
pensamientos ordenaba su corazón,
y para ordenar su
corazón, investigaba las causas ocultas de sus propios actos.
Una vez que conocía las
verdaderas causas de sus actos,
estaba en condiciones de
ordenar sus pensamientos,
Una vez que había
ordenado sus pensamientos
estaba en condiciones de
ordenar su casa,
y una vez que estaba en condiciones
de Ser un buen gobernante en su casa
recién estaba en
condiciones de poner orden en su imperio…”
miércoles, enero 30, 2013
Mi última conversación con Raúl Herrera
Escribo
estas páginas en el Resort de Marbella en Maitencillo. Es el 22 de Enero del
2013, acabo de hablar con Carolina y sé, querido amigo, que estás dormido y con
poca energía, aferrándote aún a la vida. Yo cumplo mi compromiso. Eso aprendimos algún día, que nuestra
identidad pública estaba vinculada al cumplimiento de compromisos. Yo tengo éste contigo que considero, además, un honor para mí.
Antes de
pasar a un estilo narrativo, quiero darte las gracias Raúl por el
privilegio de tantas conversaciones que hemos tenido en estos años,
especialmente por esta última que voy a relatar, en la que ambos sabemos que no
nos queda mucho tiempo, que debemos apurar las palabras y las ideas, que no
debemos hurtarnos nada, que más que probablemente, ésta será la última.
Darte las
gracias también por muchos gestos, ninguno más revelador que cuando me pediste
que fuera el coach de tu hijo Eduardo. “Creo que él es un tipo extraordinario,
que está en el mejor momento de su carrera y le sería bueno un acompañamiento
calificado. Para esto, Juan, yo confío plenamente en ti. Me gustaría que
pudieseis hablar ambos”. Algo así me dijiste, sin ningún rodeo, como
acostumbras y desde entonces, marzo del 2.007, he venido siendo su coach y
comprobando que, efectivamente, es, como tú, un ser humano extraordinario.
Gracias Raúl
Herrera, seguiremos conversando, con signos, con señales y las muchas formas
que el lenguaje, la materia, el espíritu, las emociones y las relaciones tienen
en este universo que tanto desconocemos aunque tengamos tanta información.
Conocí a Raúl
Cuando en
1.993, dirigiendo la Escuela de Negocios ESDEN, en Madrid, me vinculé con la
Embajada de Chile en España. Esa vinculación me puso en contacto con el
coaching y con un interesante grupo de personas alrededor del Proyecto Newfield
Europa, del que fui parte. En una conversación de posibilidades, un gran amigo también ausente ya,
Tomás Campo, se refirió a Raúl Herrera. En ese momento fue sólo un nombre.
Unos meses
más tarde, los primeros alumnos del ACP en castellano, que desarrollaron conjuntamente
Rafael Echeverría y Julio Olalla, supimos de la generación de coaches
ontológicos que ya se habían formado en USA y nos precedían. Raúl Herrera era uno de ellos.
Estuvo en Segovia en el inicio del Programa en Junio de 1.993. El nombre pasó a
ser imagen.
La primera
conversación que recuerdo fue en Mayo de 1.994 en Querétaro, ya como supervisores
ambos de la siguiente generación de coaches, él de un grupo chileno, yo del
grupo español. Desde entonces hemos tenido decenas de conversaciones, varias
oportunidades de participar en proyectos desde distintos roles y una suerte de
tácita complicidad que no sabría explicar y que ya hoy prefiero dejar en el espacio del
misterio y la magia de la vida.
La decisión de hacer la entrevista
A mitad de
diciembre pasado almorcé en San José de Costa Rica con un matrimonio de amigos
comunes y necesariamente hablamos de Raúl y de su ejemplo de aferrarse a la
vida y disfrutarla. Hablamos de esa suerte de frialdad para enfrentar un
momento tan difícil de la historia personal.
Regresando
de Costa Rica decidí pedirle una conversación haciéndole notar ese carácter de
ejemplo referencial que estaba siendo para algunos de nosotros y cómo no
deberían quedarse en el silencio las reflexiones y los aprendizajes que estaba
teniendo. Me propuse ser un intermediario, poner a su disposición mi gusto por
escribir y dejar rastro de ello. Hablamos por teléfono y le conté. Le gustó,
aunque cuando le dije que tendría carácter de entrevista y que mi propósito era
publicarla en las redes, confesó su pudor, a la vez que le producía una gran
atracción.
Fijamos
la fecha para después de las fiestas navideñas. El Martes 8 de Enero, después
de su siesta entre las 16.00 y las 18:00 (todo siempre muy puntual) nos
reunimos. Me abrió la puerta, estaba más delgado, así lo sentí al tomar su
brazo, mantenía su pelo. Nos sentamos frente a frente en el living de su
apartamento. Saqué mi IPAD.
Esto
conversamos.
Nuestra conversación
El acuerdo
- JV.- Quiero darle cierta formalidad a esta
conversación, Raúl, tomaré notas, a veces te haré repetir, cuando nos perdamos
en digresiones tendremos que volver al rumbo que vayamos marcando, por mucho
que, como tantas veces, nos guste esa digresión y nos provoque un camino
distinto. Ya conoces el propósito, quisiera publicar lo que conversemos siempre
que estés de acuerdo y sólo cuando quieras que se publique.
RH.-Me da algo de pudor, como te dije, pero ya le he dado vueltas y no tengo inconveniente, siento agradecimiento por tu oferta. Ya no tengo energía para escribir, apenas los “me gusta” de Facebook. La puedes publicar en cuanto esté, si no tenemos tiempo para revisarla. Yo confío.
JV.- Si no te sientes bien en el
transcurso de la conversación me avisas. Creo que en dos horas será suficiente,
si te cansas vuelvo otro día.
RH.- Dos horas las aguanto, aunque ya estoy racionando los tiempos para lo que
es importante para mí. Esto lo es. Ya hasta a mis hermanas, ya sabes que tengo
muchas, les he pedido que no me llamen todas todos los días. No puedo contar lo
mismo tantas veces. Les he organizado un grupo de Whatsapp para que con la
primera que me pregunte se enteren todas las demás.
No puedo
evitar reírme y bromear con él. Raúl tecnológico, estructurado, eficientista,
cerebral.
JV.-Para muchos de nosotros tu actitud
desde que te diagnosticaron el cáncer hace más de tres años y el horizonte de
seis meses de vida, tu disposición a poner todo de tu parte, buscar
alternativas, disfrutar de cada momento y vivir todos los sueños posibles ha
sido toda una lección, Raúl. Por eso vengo con el egoísmo de saber más, de que
nos cuentes. A veces al verte escribiendo, manteniéndote en contacto por todas
las vías posibles tengo la sensación de que quieras mostrarnos algo. Yo estoy
atento. Estuviste absolutamente presente, a través de tu actitud, cuando se
presentó de súbito mi afortunada operación del corazón.
RH.- Buena parte de lo que puedo decirte ya está esbozado en la carta balance
que escribí en el 2.010. Creo que desde entonces y, sobre todo, he puesto mi
atención en vivir, pero pregunta.
JV.- No traigo preguntas estructuradas, traigo temas: El dolor, el sufrimiento, el sentido de la vida, la impermanencia, la forma en que ese hombre frío que siempre me ha sorprendido por el dominio de sus emociones, ha vivido todo esto, el sentido de la vida.
JV.- No traigo preguntas estructuradas, traigo temas: El dolor, el sufrimiento, el sentido de la vida, la impermanencia, la forma en que ese hombre frío que siempre me ha sorprendido por el dominio de sus emociones, ha vivido todo esto, el sentido de la vida.
Sobre las emociones
RH.- Sí, me interesa hablar de las emociones. Sé que no he mostrado mucho mis
emociones, pero aún recuerdo cuando fui a ver a Gonzalo Pérez – Me mira con ojos interrogantes escudriñando si lo ubico.
JV.- Conozco a Gonzalo, fuimos a verle cuando empezó a naufragar mi segundo matrimonio.
RH.- Gonzalo me dijo que era un ser profundamente emocional. Yo se lo negué.
Me escuchó con atención y me dijo que no negaba que controlase las emociones y
que llegara a opacarlas, porque era tan emocional que había desarrollado una
gran coraza. Las corazas solo las desarrollan quienes tienen temor a sus
propias emociones.
JV.- Se de lo que hablas, hay momentos en
que me siento tan vulnerable ante lo que puedo sentir, que me escondo en el autocontrol
y miro a otra parte.
RH.- Y como en todo lo que aprendemos, aparece un automatismo, Juan. Yo tengo
una forma automática de no ser presa de mis emociones, pero en este tiempo, que
es lo que tú quieres saber, las he observado con cuidado. No estoy en la
alegría. No estoy en la rabia, entendida como la defensa de los límites, cuando
me niego a perder lo que es mío, lo que juzgo que me merezco o que me
pertenece.
JV.- ¿Quieres decir que no sientes rabia
porque la enfermedad haya aparecido para arrebatarte la tranquilidad, la paz,
la calidad de vida, el futuro?
RH.- Exacto, en esto ha colaborado mi acercamiento al budismo, el mensaje de
la muerte como oportunidad. Carolina me habló del grupo del
“Buen morir” y me cuenta sus reflexiones.
JV.- ¿No tienes miedo Raúl? Yo no lo tuve
cuando entré al quirófano para la larga operación a corazón abierto, ni la
noche antes, ni en el despertar, ni en los momentos previos, pero no quiero
comparar mi situación y la tuya ¿No
tienes miedo?
RH.- No, logré identificar los miedos en los que estaba. No era el de la muerte.
Tuve el miedo económico y descubrí que tenía un buen seguro que me permitiría
no pasar apuros. Tuve miedo al dolor, pero enseguida vi que era tratable.
Además no tiene sentido pensar en el dolor cuando no se tiene ¿Para qué
ocuparte de aquello en lo que no puedes influir? Siempre tuve claro eso.
Me he concentrado en vivir el día a día. No es sencillo,
desde luego, por suerte la casa de Tunquén me permite vacaciones siempre que
tengo ánimo. Hoy lo que me es menos sencillo es la logística de cada día, ir en
auto o en taxi. Decidir eso, no ser una carga, buscar la autonomía sin ponerme
en riesgo. Lo aparentemente sencillo es lo más difícil.
JV.- Esa es otra dimensión de lo sencillo,
ya habíamos reconocido que lo más importante estaba en las cosas sencillas. Tú
me hablas de la dificultad de lo sencillo, como lo es en el arte. Te escucho y
me viene la idea del arte de vivir ¿De eso me hablas, Raúl, o es lo que quiero
escuchar?
RH.- Eso me escuchas, pero tal vez te hablo de eso, de algo inesperado para mí.
Nos preocupamos de los grandes temas… La pena si la tengo, Juan, la pena me ha
aparecido…la pena si.
Y Raúl se quiebra, se le llenan los ojos de lágrimas, se limpia el rostro. Mi amigo, el hombre frío, sin coraza. Se me llenan también a mí los ojos de lágrimas y me esfuerzo por no levantarme y abrazarlo. No quiero que pueda equivocar mi reacción. No siento lástima, siento similitud y cercanía.
RH.- No lo conecto con nada que haya perdido, la pena me surge al pensar en
mis hijos y sobre todo en mis nietos…- Se calla,
sigue emocionado.
JV.- Quizás no hables de pérdida de algo
que tuvieras, sientes la tristeza por el futuro que vas a perderte.
RH.- No, Juan, el futuro nunca se tiene hoy, por eso no se puede perder. Mi
pena es por no poder tener la ilusión del presente, la ilusión que podría
tener, pero que ya no me es posible tener, dado que el tiempo se termina.
Viene otro momento de silencio y él prosigue recuperando su tono profesoral.
Viene otro momento de silencio y él prosigue recuperando su tono profesoral.
RH.- La alegría y La pena, como tú sabes, mueven los mismos músculos. Esa es la buena
noticia. Yo nunca estuve muy conectado con ellas. Carmen Cordero me habló hace tiempo de mi
carácter melancólico, por eso no me afectan las emociones, que es distinto que
no tenerlas. Hoy en este momento en que visito la pena, también estoy más cerca de la
alegría. Y pienso que la pena me ha hecho más grande.
JV.- Esa es la paradoja, Raúl, que este terremoto de la enfermedad, que su parafernalia trágica, que puede verse como devastadora nos haga más grandes y mejores. Desde esa mirada te veo, desde esa mirada te vemos muchos, como alguien engrandecido ante nuestros ojos. Verte emocionado como te acabo de ver es un regalo que te agradezco profundamente. Sentirte como alguien que no se rinde es vivificante.
JV.- Esa es la paradoja, Raúl, que este terremoto de la enfermedad, que su parafernalia trágica, que puede verse como devastadora nos haga más grandes y mejores. Desde esa mirada te veo, desde esa mirada te vemos muchos, como alguien engrandecido ante nuestros ojos. Verte emocionado como te acabo de ver es un regalo que te agradezco profundamente. Sentirte como alguien que no se rinde es vivificante.
No rendirse es distinto a luchar
RH.- Ya estoy entregado, Juan, sólo me queda vivir cada momento, pero dejé de
luchar.
JV.-En estas últimas semanas con el eco del poema de Benedetti, he pensado mucho en la distinción entre Pelear y Rendirse. No es lo mismo Raúl. No te veo rendido. Uno lucha contra alguien o contra algo, se lucha con quien nos quita algo, contra lo que nos amenaza o nos pone en riesgo. Nos rendimos cuando abandonamos nuestro objetivo. Luchamos contra lo de fuera, nos rendimos interiormente.
JV.-En estas últimas semanas con el eco del poema de Benedetti, he pensado mucho en la distinción entre Pelear y Rendirse. No es lo mismo Raúl. No te veo rendido. Uno lucha contra alguien o contra algo, se lucha con quien nos quita algo, contra lo que nos amenaza o nos pone en riesgo. Nos rendimos cuando abandonamos nuestro objetivo. Luchamos contra lo de fuera, nos rendimos interiormente.
Mi padre me enseñó eso. Pudo estar en la cárcel tras la guerra, el
sentido práctico le aconsejó que dejara de luchar contra un poder muy superior,
pero nunca se rindió, no abdicó de sus ideas.
Tú nos has dejado de querer vivir con la máxima calidad, aprovechar cada
instante posible. Así lo veo yo. No rendirte es mantener el grado de atención
que tienes sobre ti mismo.
RH.-Me gusta la distinción Juan, te agradezco. Me sirve
Llega otro momento de silencio. Raúl está masticando lo que le he dicho. Vuelve a hablar y hace un recuento de la trayectoria de la enfermedad y las oportunidades de mejoría. De pronto ligo sus palabras y la distinción que he planteado con los versos del poeta español Luis López Alvarez, que tantas veces he recitado, los mismos a los que el cantautor Amancio Prada puso música para su canción “Compañera”. Ahora soy yo el que me lleno de una emoción incontenible. Él me mira distinguiendo el brillo de mis ojos.
JV.- De pronto, Raúl, he visto como unos versos muy cercanos a mi cobran otro sentido en esta conversación. Dicen así:
“Yo nunca cejo, amor
Yo nunca cejo.
A menudo me vuelvo en el camino
Y en el rostro me llevo tu reflejo.”
Eso es, no rendirse o no cejar, no significa que a veces no tengamos que cambiar nuestro caminar, pero en el rostro sigue el reflejo de lo que queremos, en la mente el propósito, en la voluntad, lograrlo. Eso es lo que veo en ti, el propósito de lo que quieres, aunque sea humano echarse en el diván por el cansancio, aunque ya no tengas energía para escribir. Es humano y legítimo dejar de luchar…
Eso es, no rendirse o no cejar, no significa que a veces no tengamos que cambiar nuestro caminar, pero en el rostro sigue el reflejo de lo que queremos, en la mente el propósito, en la voluntad, lograrlo. Eso es lo que veo en ti, el propósito de lo que quieres, aunque sea humano echarse en el diván por el cansancio, aunque ya no tengas energía para escribir. Es humano y legítimo dejar de luchar…
RH.- Me he quedado pensando en que luchamos contra algo externo al observador que observa y tiene también sentido para mí lo que dices. El cáncer siempre lo he visto como algo mío, no como algo externo. No estoy enojado con el cáncer. Desde él he empezado a ponerme en contacto con lo que me gusta, cosas que iba dejando para un tiempo que no sabemos cuándo será. Nuestra incapacidad para vivir plenamente el ahora. He visto muchas veces el DVD de Eckhart Tolle que me trajiste de España. En ese sentido, no solo no me he rendido, incluso he tenido una ganancia.
JV.- La falta de consciencia de la impermanencia de las cosas. Esa arrogancia nuestra de pensar que controlamos el tiempo, que nos pertenece y podemos disponer que las cosas pasen cuando queramos. Tú lección está siendo el no rendirte a disfrutar la vida posible hoy. Tu frenesí de viajes, la ampliación de Tunquén…
RH.- Fíjate, Juan, nunca me había metido en el diseño, siempre había encargado que me hicieran las cosas. Esta vez ha sido distinto. Me metí como nunca antes lo había hecho y el resultado ha sido muy diferente. Otra experiencia de lo que significa entregarse a las cosas que queremos.
JV.- Tomo nota Raúl, yo con frecuencia
encargo las cosas para obtener su resultado sin vivir el proceso. Eso es lo que
percibo que me estás diciendo, lo distinto que es vivir los procesos. Tal vez lo contrario sea una de las formas en que nos desvinculamos de la vida, esa
forma de querer nuestras ítacas, sin
vivir los viajes – Raúl
sonríe.
De nuevo las emociones
RH.- Hoy, Juan,
volviendo a las emociones, me veo altamente emocional. Hoy me duele y me
reconforta esta pena y, de alguna forma, siento que me falta la rabia.
JV.- Hace años escuché con dolor a alguien cercano que
trataba de lograr la rabia…creo que puedo entenderte.
RH.-Necesitamos
todas las emociones, aunque cuando aparezcan puedan parecer socialmente
inadecuadas. – una pausa- Hay
un miedo más que tengo hoy, Juan, miedo al control de los otros, al exceso de
cuidado. A ese cuidado que refleja la
angustia de los otros. En este momento no puedo aceptar que me carguen su
angustia. No tengo capacidad para eso.
JV.- Te entiendo
RH.- He soltado también la rabia con los clientes. Antes no permitía que me cambiaran los compromisos, no lo soportaba. Hoy sé que yo mismo puedo no cumplir y opto por fluir. Nos formamos en la impecabilidad, pero también hay una forma de vivirla que atenta contra la libertad. No cumplir puede ser una forma de ejercer la propia libertad.
RH.- He soltado también la rabia con los clientes. Antes no permitía que me cambiaran los compromisos, no lo soportaba. Hoy sé que yo mismo puedo no cumplir y opto por fluir. Nos formamos en la impecabilidad, pero también hay una forma de vivirla que atenta contra la libertad. No cumplir puede ser una forma de ejercer la propia libertad.
JV.-¿Puedo escribir que te sientes en paz con tus
emociones, que las reconoces y las aceptas?
RH.- Quizás lo que valoro más en esta etapa ha sido el
hecho de mostrarme, me ha ayudado a una
conexión emocional, sin ser choro, ni ser víctima. Creo que he mostrado deliberadamente
mis miedos, penas y alegrías. En eso me siento mejor.
El sentido de la Vida
JV.- En definitiva, Raúl, has sido más tú mismo, menos
contenido, menos conveniente, más auténtico. Y en esta forma de dejarte ser ¿Hay
algo que hayas descubierto sobre el sentido de la vida? ¿Hay algo que haya
cambiado en estos meses? ¿Algo que hayas visto que antes no vieras?
RH.- No sé si ha cambiado o quizás todo. Hubo un tiempo que
no encontraba el sentido de la vida,
llegué a decir que mi sueño era tener un
sueño. Luego declaré que era mejorar la efectividad de las personas para
que lograsen sus resultados, luego fue
disfrutar la vida, luego, como dice Joseph Campbell, más que el sentido de la vida fue la búsqueda
de la sensación de sentirse vivos.se puede sr el sentido en este momento,
las experiencias que me hacen sentirme vivo.
JV.- Cuando citas a Campbell me haces recordar a una frase
que le leí: “El sentido de la vida es el que tú le das”. Y al escucharte me
hago cargo que hablar del sentido de la vida como algo espiritual y trascendente,
precisa antes de la propia conexión con la vida, de la sensación de estar vivo.
Me gusta lo que dices.
RH.-Hay mucha
gente dormida. Por eso cuando despierto de los momentos de adormecimiento
forzado por esta falta de energía mi propósito es sentirme vivo. Toda una
experiencia.
Sexualidad y fidelidad
JV.- Esto me recuerda a algunas conversaciones sobre el
sexo como la experiencia más contundente de estar vivo. El sexo como una
experiencia vital más allá del placer, porque nos mantiene en un contacto pleno
con nosotros mismos.
RH.- Una experiencia de la animalidad de la vida-me interrumpe Raúl- El hombre requiere del sexo biológicamente por su conformación cazadora. Por eso prometer fidelidad es complicado. Tiene que ver con el nivel de renuncia a algo sin estar preparado para ello.
JV.- Y además con algún contrapeso de mezquindad. Nos hemos educado con el mensaje de religiones que nos llevan a considerar mezquino ser infiel, ciertamente lo es el vulnerar una promesa, sin embargo muchas veces lo auténticamente mezquino es no vivir un instante que por su grandeza de conexión requeriría de la entrega total, del cuerpo totalmente presente. Esa sigue siendo una contradicción para mí. Si nos está dado llegar a una amistad de almas profunda con alguien que no es nuestra pareja habitual ¿Por qué no poder entregar algo que de forma natural aparece? La promesa de fidelidad, como me dijo alguna vez tu maestra Carmen Cordero, es antinatural.
RH.- ¿Leíste “La
isla de las tres sirenas” de Irving Wallace?
JV.- No.
RH.- Puedes encontrarlo en pdf en el sitio que te envié.
Muestra la confrontación de un grupo de occidentales en una isla de la
Polinesia en donde hay libertad sexual.
Léelo. En otro de sus libros, Wallace
habla de las conductas sexuales de gente destacada, todos con una capacidad
sexual muy alta y abierta, censurable desde la moral provinciana. Son conductas
que tienen que ver con una vitalidad superior.
Volvamos al sentido de le Vida
JV.- Y volviendo al sentido de la vida, Raúl ¿Podrías decir
que lo sigues buscando dentro de esta idea del goce de la vida y el aporte al
goce de la vida de otros?
RH.- Más que
buscando sigo intencionando mi vivir, Juan. Es algo que tengo y sigo queriendo
tener. Si a eso te refieres con “buscando”. Estoy en conexión con una intención
que me hace sentir la vida que está disponible.
JV.- Aunque no sea de lo que estamos hablando, cuando pronuncias la palabra “vida”, resuena dentro de mí el concepto del “todo” que poco a poco se ha ido instalando en mi interior. La sensación de formar parte de algo más profundo y más grande, que tengo la sospecha que me vincula a una etapa de espiritualidad, de vuelta, tal vez, a la búsqueda de Dios.
RH.-No podemos hablar de Dios, porque al hacerlo lo separamos.
JV.-Me quedaré con esta conversación pendiente Raúl. Necesito hablar de Dios, aceptando que, como en todo análisis distorsionamos la realidad al separar las partes, de por si inseparables, pero me quedo con tu frase y con la esperanza de volver a sentarnos para hablar de Dios desde el hombre que soy hoy a los 62 años.
RH.- Está bien…- me dice y empiezo a notarlo más cansado.
JV.- Aunque no sea de lo que estamos hablando, cuando pronuncias la palabra “vida”, resuena dentro de mí el concepto del “todo” que poco a poco se ha ido instalando en mi interior. La sensación de formar parte de algo más profundo y más grande, que tengo la sospecha que me vincula a una etapa de espiritualidad, de vuelta, tal vez, a la búsqueda de Dios.
RH.-No podemos hablar de Dios, porque al hacerlo lo separamos.
JV.-Me quedaré con esta conversación pendiente Raúl. Necesito hablar de Dios, aceptando que, como en todo análisis distorsionamos la realidad al separar las partes, de por si inseparables, pero me quedo con tu frase y con la esperanza de volver a sentarnos para hablar de Dios desde el hombre que soy hoy a los 62 años.
RH.- Está bien…- me dice y empiezo a notarlo más cansado.
Sobre el
coaching
JV.- La excusa para este encuentro era esa comunidad de amigos coaches que te observa ¿Qué piensas hoy del coaching y de la función del coach?
RH.-He seguido convenciéndome mucho más de la validez de un coaching que no presione, que no fuerce, que acompañe, un coaching lejano del deber ser y más reconocedor de la emocionalidad en la que está el coachee y del modelo mental desde el que observa.
JV.- Estoy completamente de acuerdo.
RH.- Creo que el coaching debe mostrar al coachee las
emociones que predominan en él y cuales
faltan, sabiendo que las emociones no las manejas, pero las educas. La
reflexión sobre ellas nos permite ver los cuándos, cómos, por qués. Las
emociones aparecen en el fenómeno de relacionarse con otros, hay una causa
externa, pero sin embargo no puedes intervenir desde la propia emocionalidad.
Una antigua discusión
JV.- Eso nos devuelve a nuestra larga conversación del año
pasado en la que no llegamos a un acuerdo. Creo que no reconocer las emociones
como un dominio genuino, como el cuerpo y el lenguaje les da un rol secundario.
RH.- De ninguna
manera, por eso les doy tanta importancia en el coaching, pero creo que es más
correcta la forma en que Carmen Cordero las interpreta dentro de un triángulo
más poderoso conceptualmente como es el de Cuerpo, Lenguaje y Relaciones. Es en
las relaciones que aparecen las emociones.
JV.- ¿Y tendríamos
lenguaje si no viviésemos en relaciones?
RH.- Es posible
pensar en el ser humano que se observa a
sí mismo y al universo del que forma parte, obteniendo nuevos pensamientos de
esta reflexión. Es por ello un dominio propio. Las emociones no lo son, no
actúas en ellas desde ellas mismas, como si puedes actuar en el cuerpo y en el
lenguaje.
JV.- Es un tema que nos llevaría algunas horas más de
conversación. El año pasado te pedí que
le dieras vuelta a mis argumentos. Esta vez puedo decirte que me quedo con el
compromiso de revisar los tuyos, sin volver a plantearte in extenso lo que ya
te dijera. Hay algo nuevo en tu tono, que me permite la duda. Eso puedo decirte.
RH.- Fíjate Juan si considero importante las emociones que cuando hablamos de la acción en las organizaciones, mantengo que un Plan Estratégico o un Balanced ScoreCard no tienen sentido si no existen o se trabajan previamente las ganas de estar en esa organización comprometidos con ella.
RH.- Fíjate Juan si considero importante las emociones que cuando hablamos de la acción en las organizaciones, mantengo que un Plan Estratégico o un Balanced ScoreCard no tienen sentido si no existen o se trabajan previamente las ganas de estar en esa organización comprometidos con ella.
JV.- Podríamos decir que estás más lejos de tus orígenes
florianos. La lectura de Flores siempre me dejó la idea de que estaba más
preocupado por la racionalidad del impacto del incumplimiento del ciclo de
compromisos en la efectividad de las organizaciones que del entendimiento de la
complejidad de lo humano en sus distintos ámbitos, entre ellos el
organizacional- le digo.
RH.- Sí bien ese
cumplimiento de compromisos, que está más presente en Fernando Flores que en
ninguno de sus seguidores sigue siendo valioso para mí. Y eso a pesar de lo que
antes te he dicho sobre la libertad de no cumplir.
La aceptación de la “sombra"
JV.- En estos últimos meses he mantenido
una conversación recurrente sobre la importancia de reconocer nuestra sombra y
aceptarla como base para poder hacer cambios profundos en quienes somos o para
acompañar a otros en el proceso de coaching ¿Qué piensas tú?- le pregunto dando otro salto en
nuestra conversación.
RH.- Estoy de acuerdo, Juan. La gran conversación interna de reconciliar la grandeza del padre con su sombra y a pesar de su sombra, es necesaria para cada uno de nosotros. La requerimos como una forma de reconciliación con el mundo posible, con la legitimidad de las diferencias…
JV.- Yo hablo más de la propia sombra, de la que no reconozco como una parte legítima de mí, la que considero un error que no debería contar en mi biografía, algo que debo olvidar. Para mi esa es una fuente de sufrimiento.
En uno de mis últimos talleres conocí a una colega que me insistió en que ese es el gran error de nuestras vidas: no reconocer la sombra como una parte de nosotros a la que debemos querer. No he dejado de darle vueltas, tal vez la lentitud en algunos de mis aprendizajes, pueda tener que ver con la falta de aceptación de una parte de mí, que evito, que no enfrento y acojo.
Debería ser más junguiano, porque a veces mi parte más consciente siente la añoranza de ese comportamiento que no acepto, que en algún momento tuvo sentido, constituyó parte de un invisible equilibrio ¿Me entiendes, Raúl?
RH.- Creo que ya he pasado por eso, Juan, el problema está en los juicios que ello te genera y por eso una vez más conviene que pongamos en la conversación la distinción entre pena y sufrimiento. Te he hablado de la pena por no tener la ilusión del futuro. La siento y no la juzgo. Esa pena no me produce sufrimiento, sino alivio. No me opongo a ella, acepto, no me rebelo.
Ambos sabemos que la no aceptación de la pena o el dolor produce el sufrimiento.- Termina la frase y guarda silencio.
JV.- Debería entonces sentir la pena de esa sombra…aceptarla…mirarla a los ojos y respirar hondo.- lo digo como una conclusión, no como una pregunta y Raúl no responde, ni dice nada más
Repaso en el IPAD lo último que he escrito, el maldito corrector ha cambiado varias palabras que rectifico.
RH.- Estoy de acuerdo, Juan. La gran conversación interna de reconciliar la grandeza del padre con su sombra y a pesar de su sombra, es necesaria para cada uno de nosotros. La requerimos como una forma de reconciliación con el mundo posible, con la legitimidad de las diferencias…
JV.- Yo hablo más de la propia sombra, de la que no reconozco como una parte legítima de mí, la que considero un error que no debería contar en mi biografía, algo que debo olvidar. Para mi esa es una fuente de sufrimiento.
En uno de mis últimos talleres conocí a una colega que me insistió en que ese es el gran error de nuestras vidas: no reconocer la sombra como una parte de nosotros a la que debemos querer. No he dejado de darle vueltas, tal vez la lentitud en algunos de mis aprendizajes, pueda tener que ver con la falta de aceptación de una parte de mí, que evito, que no enfrento y acojo.
Debería ser más junguiano, porque a veces mi parte más consciente siente la añoranza de ese comportamiento que no acepto, que en algún momento tuvo sentido, constituyó parte de un invisible equilibrio ¿Me entiendes, Raúl?
RH.- Creo que ya he pasado por eso, Juan, el problema está en los juicios que ello te genera y por eso una vez más conviene que pongamos en la conversación la distinción entre pena y sufrimiento. Te he hablado de la pena por no tener la ilusión del futuro. La siento y no la juzgo. Esa pena no me produce sufrimiento, sino alivio. No me opongo a ella, acepto, no me rebelo.
Ambos sabemos que la no aceptación de la pena o el dolor produce el sufrimiento.- Termina la frase y guarda silencio.
JV.- Debería entonces sentir la pena de esa sombra…aceptarla…mirarla a los ojos y respirar hondo.- lo digo como una conclusión, no como una pregunta y Raúl no responde, ni dice nada más
Repaso en el IPAD lo último que he escrito, el maldito corrector ha cambiado varias palabras que rectifico.
Algún mensaje
RH.- No me siento
con autoridad para darlo. Creo, Juan, que los mensajes son inútiles. Tenemos
que vivir nuestra experiencia y reflexionar sobre ella. Las cosas nos aparecen
cuando pueden tener sentido para nosotros. A eso hay que estar atento.
Hablemos del amor
JV.- Te escucho y lo replanteo en
mi mente a mi manera “En vez de dar mensajes, escuchemos las permanentes
señales que la vida nos da y que nos pasan desapercibidos”. Ese es tu eco en mi
pared.
Quiero que hablemos del amor para terminar. Si miro mi vida es un tema
radiante y doloroso a la vez. Lo hemos hablado otras veces ¿Qué es el amor hoy
para ti?
RH.- Cada uno tenemos una interpretación del amor y eso nos hace sufrir. Hace tiempo, en
una conversación con Carmen me abrió el
espacio de las distinciones de las 4 emociones básica y yo le pregunté por el amor.
Ella me respondió, primero
hay que ponerse de acuerdo en qué entendemos por amor. Generalmente la
definición del amor lleva incluído un juicio. Maturana habla de “un legítimo
otro” y ahí ya va un juicio… Para Carmen el amor no es del mundo de las emociones sino de la
biología, tiene que ver con la pertenencia. Mis nietos me pertenecen, vamos creando
células espejo, como consecuencia del compartir. Nos vamos perteneciendo.
El amor para mi hoy tiene
que ver con el compartir, con hacernos del otro y al otro nuestro.
JV.- Aquí me resuena el domestícame del zorro de “El principito"
RH.- Las emociones no llevan juicios implícitos, el amor si lo lleva. Se
genera el amor a partir de la atención que le dedico a la persona amada. Cuando
te sigo en Facebook, observo la atención que tú le dedicas a Laura y entiendo que estás construyendo una
relación de profundo amor.
JV.- ¿Quieres decir que el amor
no viene por el hecho de que sea mi nieta, sino por mi decisión de amarla?
RH.- Sí, hemos pasado parte de nuestra vida considerando que el amor era el
punto de partida de una relación, la base y no el resultado. El cuidado produce
amor. Ahora bien, cuidar no es darle al otro lo que pide, también hay límites.
Cuidar es darle al otro lo que necesita para que pueda ser autónomo, crecer y
desarrollarse.
JV.- Puede ser que por eso nos
surge una pena por las relaciones que no supimos construir, por mirar hacia
atrás y darnos cuenta de nuestros errores, de nuestra falta de cuidado.
RH.- No exactamente, Juan, eso es culpa y la culpa no se hace cargo del
devenir que somos.
JV.- Yo, que también te observo
Raúl, te he visto después de años construyendo una relación de amor. Así te veo
con Carolina.
RH.- Esto empezó con el caso MOP-Gate, cuando me di cuenta que el principal
daño es que me había quedado sin
identidad, al repasar mi vida, reconocí
que había estado abocado a mi
aprendizaje, pero no a las relaciones. Tenía puesto mi mérito en aprender, como
quien atesora un capital y descubrí que construir relaciones tiene que ver con
amar, con seducir, con Cuidar.
JV.- He escrito cuidar con
mayúscula Raúl. Sí, he visto tu cuidado, me ha sorprendido ese balance entre
asertividad y cuidado de ti y la atención y cuidado de los otros.
RH.- Fíjate que algo que critico de la ontología, es que aparecen las
relaciones con un sentido muy utilitario.
No aparece el afecto como un fin. Yo, en vez de “conversaciones para posibles
conversaciones” las llamaría “conversaciones de afecto”.
JV.- Voy a llamarlas así desde
ahora “…y además están las conversaciones que mi amigo Raúl Herrera, denomina
acertadamente “conversaciones de afecto”.- sonreímos ambos- Me hace gracia que uses este tono tan calmo y aparentemente frío
cuando me estás diciendo algo tan profundo. No puedo evitar asociarlo a una
notable grandeza interior.
RH.- Por esta reflexión de fondo, desde el MOP-Gate que tanto me mostró, es
que en vez de optar por la rabia, opto por el amor- Vuelve
Raúl al tema, dejando implícitamente las últimas frases como un paréntesis.
JV.- ¿Tiene este cuidado que ver con la relación que estás viviendo con Carolina?
RH.- Sí, déjame que le dé un par de vueltas. Yo soy un solitario, un lobo
estepario. En mis relaciones de pareja a lo largo de mi vida he sido pesado.
Con Carolina he puesto un esfuerzo en cuidar, en cultivar la relación, si de
pronto algo me incomoda, pongo mi atención en lo mucho que me gusta de ella.
JV.- ¡Qué bien te entiendo! Creo
que es una bella forma de terminar, Raúl, dos hombres que tienen tras de sí
relaciones que no supieron cuidar, hablando del amor y del cuidado por las que
hoy cultivan.
Porque
Raúl sigue siendo Raúl, cuando me ve sacar el Iphone para mirar la hora, me
pregunta por cómo lo estoy usando, si utilizo Siri. “Algo me explicó mi hijo, pero no sé bien que
es”, le digo y él me explica que es una aplicación para el iOS6, una
especie de asistente personal inteligente. Llaman al citófono desde la
conserjería. Raúl dice que suba.
Yo me levanto para marcharme. Él me dice que se
trata de un trámite breve, pero son ya las 6, le digo yo y tengo mucho en qué
pensar con lo que hemos hablado.
RH.- Me quedo muy contento, Juan. Creo que hemos hablado de las cosas que me
importan. Gracias por la “entrevista”.
JV.- Al final, Raúl, me he dado
cuenta que no ha sido una entrevista, si así lo hubiere sido el entrevistador
habría hablado menos. Ha sido una conversación de dos amigos, que vienen
conversando desde hace años, que observan al otro y se observan a sí mismos,
que siguen descubriendo que la Vida no ha dejado de darnos la oportunidad de
Vivirla, que siguen queriendo ser el mejor de sí mismos y a prender a amar.- le digo.
O digo una parte y la otra la pienso. No sé. Lo que
sí sé es que le miro largamente a los ojos, que entra una mujer con un papel
que debe firmar y yo salgo del departamento sin ganas de manejar mi auto,
prefiriendo caminar por Sánchez Fontecilla y respirar hondo, aunque no lo hago.
Epílogo
Días
mas tarde visito a Raúl en la Clínica Alemana, sólo me queda un párrafo para
terminar la entrevista, pero la idea de que algo falta me impide terminarla.
Carolina me dice que ha estado muy de acuerdo en que fuera, le despierta y
tengo la oportunidad de hablar con él una hora a solas. Le cuento el proceso,
le hablo de los mensajes que amigas y amigos comunes me han dado para él. Tiene
los ojos muy abiertos y me habla de esta maravilla de sentir a su alrededor
tanto cariño. Me encarga que les diga a cada uno de los nombrados ciertas
cosas.
Me habla de la importancia de cerrar los espacios de resentimiento, que a eso se ha dedicado en estos últimos tiempos. Algo que agradece a esta enfermedad es esa oportunidad.
Se preocupa por mí y por cómo están mi hija y mi nieta, cómo está siendo esta nueva etapa de convivencia. Hablamos y seguimos hablando sobre la necesidad de encontrar la manera de vivir en paz, de cerrar los espacios tóxicos, de lograr la convivencia. “No sé si el otro día recordamos esa frase de Maturana que dice que o colaboramos o morimos. Esa es la gran mirada sobre nuestra especie humana, la gran mirada del Amor necesario”
Pasa el tiempo, quedamos en que yo le enviaré estas páginas para que las revise y en que le gustaría darle una estructura de títulos, que nos quedan más temas aún para desarrollar “por ejemplo la espiritualidad”, dice. Me alarga la mano, yo se la doy. Me pongo en pie y le digo que aunque no sea muy chileno yo voy a cruzar mentalmente la cordillera y me voy a despedir argentinamente. Me acerco y pongo una mano en su cabeza y le beso en la frente. Raúl toma mi rostro con sus dos manos y me besa con fuerza en cada mejilla. Sellamos así una relación que se fortaleció en los momentos más duros, que ha estado presidida por la generosidad y la colaboración.
Hoy es 29 de Enero del 2.013, son los días de Acuario, desde ayer Raúl abandonó su cuerpo sonriendo y nos dejó de alguna forma solos. Llevo varios días preso de una gran emoción.
Termino este relato dándome cuenta que podría seguir, que hay más ángulos, más mensajes ocultos, quiero decir que la conversación seguirá viva dentro de mí aunque ya no estés, Raúl.
Tú elegiste como despedida un poema de Amado Nervo, yo honraré a mi patria y a mi herida y elijo a Miguel Hernández y su "Elegía a Ramón Sitgé"
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
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