sábado, junio 11, 2016

La condición moral


Leo la columna del gran escritor españoJavier Cercas titulada "Buenos políticos y políticos buenos" y me convoca su reflexión a profundizar esa vertiente del coaching que debe estar presenta tanto en el coaching político como en el coaching directivo y es el enfrentamiento del coachee a la bondad de sus actos ¿Para quien son buenos? ¿Cómo mejora el mundo con esas decisiones y esos actos? o ¿Qué mal indeseado pueden producir?.

Precisamente hace unos días en el coaching a uno de mis coachees del mundo político nos dimos cuenta que  terminábamos ambos con los ojos brillantes. Yo le dije:

- De pronto tengo la sensación que esto que hemos hablado podría ser también una conversación en la parada de un camino espiritual".
- Sí, así lo vivo yo- me respondió él sonriendo.

Me quedo con esta perla cultivada de Cercas

"Por supuesto, la política y la moral son cosas distintas (y confundirlas suele provocar resultados catastróficos, como ocurrió en la Unión Soviética y sus satélites). La moral es privada e individual, mientras que la política es pública y colectiva; la moral atañe a los actos y se juzga por las intenciones de quien los lleva a cabo, mientras que la política atañe a las consecuencias de los actos y se juzga por los resultados que obtiene. Lo cual significa que una persona magnífica puede ser un pésimo político, pero no que la calidad moral de una persona sea indiferente en política. Ni hablar: la prueba es que es difícil que una mala persona sea un buen político; o, más generalmente, un buen profesional. 

Esto no lo digo yo, que para la FAES debo de ser un buenista peligroso, sino la neurociencia, o al menos el gran neurocientífico Howard Gardner. Gardner sostiene que no existen buenos profesionales que sean malas personas; para él, es imposible lograr la excelencia si uno se limita a satisfacer el ego, la ambición o la avaricia, si uno no es capaz de comprometerse con objetivos que superen las propias necesidades para satisfacer las de otros, lo que exige fuertes principios morales: si se carece de ellos, concluye Gardner, se puede llegar a ser un profesional correcto, pero no sobresaliente."

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