domingo, noviembre 25, 2007

Hicimos un "castell". Fuimos castellers

Este fue el resultado. Ócurrió en Quilpué con la Gerencia de Operaciones y Sistemas del BancoEstado. Mas de 100 personas y la emoción de ser equipo entre nosotros, impregnada en las pañoletas blancas, en la fuerza de superar cualquier experiencia que se hubiera hecho en Chile. El objetivo era hablar de trabajo en equipo. Lo que hicimos fue mostrarlo, porque ser equipo, hoy lo sabemos con total certeza, es una emoción, relacionada con tener un proyecto común y poner en ello el coraje, la valentía, la fuerza y la persistencia para lograrlo.

Podemos tener el mejor proyecto, pero si no se comparten los valores que encarna, es difícil tener un desempeño superior. Equipos y Liderazgo son dos conceptos que se encuentran en el corazón y las mentes de las personas.

En google pueden encontrar valiosa información sobre los castells como tradición mediterránea que empezó en el antiguo reino de Valencia y que hoy tiene sus mas conocidas expresiones en Cataluña. Si pinchan el vínculo que he puesto mas arriba podrán leer lo que dice wilkipedia.

La tradición llega a Chile siguiendo un camino del que formo parte. Se remonta al Magíster de Gerencia Pública que el Gobierno alentó desde la Secretaría Ejecutiva de la Modernización del Estado en 1998, cuando Claudio Orrego ocupaba ese puesto. Aquella fue una experiencia notable en la que participaron 33 altos directivos públicos.

En ella participó Salvador García, con el que trabajaba frecuentemente entonces. Él usaba una lámina que todavía yo utilizo, con la que, desde una foto en blanco y negro de esta torre humana que son los castells, es fácil mostrar que mirándola se "ven valores" y que sólo cuando los compartimos podemos hacer grandes esfuerzos y obtener notables empresas y cuando no, las organizaciones se pierden en sus rutinas defensivas, en sus explicaciones desmotivadas, en esa apatía que hacemos creer que es realismo.

Tuve la fortuna de dirigir ese Magíster con un grupo de magníficos colaboradores (sería injusto no nombrar a Rosario por lejana que esté ahora) y en el rediseño permanente que fuimos haciendo en su transcurso, incluimos una pasantía en España. Terminamos en Barcelona, coincidiendo con las fiesta de la Merced del 24 de septiembre y de improviso en una plaza, nos esperaba la construcción de un castell. La emoción porfunda de un pueblo, de una cultura, de un desafío, de la colaboración, del esfuerzo por lograr un resultado deseado, un resultado encarnado en el alma. Vean lo que mis palabras son incapaces de transmitir. Una experiencia inolvidable

En ese grupo estaba Luis Carrasco, él se quedó tan vivamente impresionado que trajo la práctica a Chile y formó a un casteller y éste a los niños que terminan culminando la torre, los más importantes de la "colla". Son niños de Lo Prado. Niños profundos de los que podría hablar muchas páginas.

Este grupo, estos niños, Jorge "el casteller", Luis y yo mostramos con pocas palabras que trabajar en equipo es un estado de la conciencia, de una emoción por compartir. Para eso la GDOS del BancoEstado es un lugar donde lograrlo siempre es posible.

viernes, noviembre 16, 2007

Dónde encontramos la alegría



Uso en este post las fotos a las que me ha dado acceso mi alumna del Magíster y académica de la Universidad de Tarapacá Ada Rivas y aprovecho la reflexión de otro exalumno Manuel Labbé en respuesta al "arte de dirigir" en el que hablé de dirigir desde la alegría y escribí "Ando en la búsqueda de las emociones desde las que se produce el liderazgo y me inclino a pensar que dentro de ese doble par de fuerzas emocionales: rabia-miedo y alegría-tristeza, es desde la rabia justificada y desde la alegría que movemos a las personas"


Manuel me escribe: Creo que un líder debe sentir la alegría de entregar (ya que decir “formar” es muy engreído) ciertas visiones a otros que puedan ayudarles en sus propios caminos de desarrollo, sintiéndose así parte de su éxito, lo que genera más alegría en un gran círculo virtuoso. Tal vez sea interesante explorar en alguna siguiente reflexión, el cómo se genera la alegría.

En mi caso, es a través de mis stocks de alegría, es decir mis recuerdos donde he podido entregar alguna herramienta que ayuda al desarrollo de alguien
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Deja así abierta la pregunta ¿Dónde encontramos la alegría? ¿Dónde mira ese niño aymara de la foto? ¿Qué necesita para sonreir?

Mi buen amigo José Ramón Fernández Naves en el capítulo "Geografía de las emociones" incluido en la compilación "Liderando con emoción" que editó hace unos años Soluziona, asocia la alegría con la conexión y la experiencia de plenitud.

José Ramón habla del "río de la alegría", un río místico que para mí tiene que ver con el amor y el agradecimiento. El agradecimiento de ver una flor que en sí misma es un milagro, como esa camelia del Sur de Chile que Ada fotografía capturando en ella su infancia. Esa alegría me da a mí cuando huelo jazmines y toda mi infancia en los veranos de Jumilla entra por mi nariz y me trae el compromiso con la vida. Esa alegría es la que me produce mi hija Arancha cuando me regala una vara de nardos y su aroma me conecta con la plenitud de vivir.

Sigo, Manuel, el hilo de tu pregunta con la intención que otras personas nos digan dónde encuentran la alegría. Yo cada vez estoy más cerca de la frase de Paul Valery "A menudo pienso y a menudo soy" que Anselm Grüm analiza así: "Cuando pienso sobre mi vida, me distancio de ella, me retiro de la vida. Pienso sobre la vida y sin embargo me separo de ella. Reflexiono sobre la vida, pero no la observo, no la siento. Paul Valery conoce la otra experiencia de que a veces sencillamente es (...) Cuando sencillamente soy, cuando soy puro ser, entonces vivo realmente"
Encuentro la alegría en la conexión con este momento, en el que desde luego mis recuerdos son también presente. Están aquí. Me acompañan. Son.
Como Anselm Grüm es benedictino y muy creyente no puede evitar citar a sus compañeros de fe, pero estoy muy de acuerdo cuando dice: "Juan Crisóstomo dijo que Dios dejó a los seres humanos algo del paraíso: las estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños. Tomás de Aquino añade que Crisóstomo se olvidó de dos cosas: el vino y el queso"
¡Tienen tantos lugares donde encontrar los directivos (con quienes comparto este blog) el interruptor de su alegría! basta con salir de la obsesión de ser víctimas y mirar alrededor, al cielo, al campo, a las personas que queremos, a nuestra despensa, al privilegio de su responsabilidad

sábado, noviembre 03, 2007

¡COÑO...Estoy VIVO!


En mi Taller de "Gestión de sí mismo", incluyo una versión del ejercicio de imaginería gestáltica del que habla Stephen Covey al comienzo del capítulo donde expone su Segundo Hábito de la gente altamente efectiva: "Empiece con un fin en su mente". En el ejercicio asistimos a nuestro propio funeral. Suele ser una experiencia muy emocional y generadora de reportes poderosos y de conclusiones personales con gran potencial de covertirse en decisiones.


Ya hace más de un mes en la empresa cliente en la que desarrollé por última vez este taller se produjo una vez más este mismo efecto y en los reportes, uno de los asistentes (quiero citar su nombre, se llama Juan Colina) tomó la palabra para relatar lo que le había sucedido. Su sencillez nos conmovió a todos, expresó la intensidad de ese instante de enfrentarse con la desaparición y al darse cuenta que era simplemente una situación imaginaria, le vino la frase: ¡Coño...estoy vivo!


Le escuché y me di cuenta que, con su acento tropical y su frase simple, había resumido mejor que yo la fuerza de lo que traté que descubrieran, coño, estoy vivo, tengo el tiempo para hacer lo que tengo que hacer, lo que no puedo permitir que quede pendiente, para tener las conversacines no tenidas, para demostrar los afectos no demostrados, para cambiar aquello que no quiero que siga ocurriendo en mi vida, para ser el que quiero ser, para que no se me escape, trivial, una vida sin brillo entre los días y sus horas, para enmarcar aquello que quiero, para dejar las semillas que quiero dejar. Estoy vivo...coño.


A veces eso es todo lo que un coaching puede hacer: llevar al otro a la evidencia de que está viviendo, que vivir es un tesoro, que es siempre una oportunidad, que quien vive y dirige no puede conformarse con vegetar, que tiene ante sí las posibilidades de lograr que las cosas sucedan para sí y para su entorno y el tiempo es corto y la tarea es grande.


A veces el principal aporte del coach es que el coachee se conecte consigo mismo, que diga en su interior: ¡Coño, estoy vivo! y la vida está aquí para que yo la viva y puedo gustarme a mi mismo en el presente por la forma en que entrego, doy, me relaciono con otros. Puedo querer hoy al directivo que soy, que está siendo. Puedo dejar de pensar en quien quiero ser y vivirlo en este momento preciso, hoy que vivo.


Que el presente sea el territorio.


No escribo más, tengo que vivir esta mañana de primavera, pero si quiero decirle a mi tocayo Colina, que le doy las gracias y me estrecho en un abrazo desde Chile, porque estoy aquí presente, porque ¡Coño, coño, coño...estoy vivo!