domingo, septiembre 16, 2018

Pero nos puede arrasar

Me salió en la charla que estaba dando sobre el Futuro. Dije algo así: "El mundo del futuro no nos determinará, pero nos puede arrasar". Fue una de esas veces que escuchas tu propia voz, en las que hay unos largos segundos de silencio en los que la frase regresa para pasar de ser dicha a ser escuchada.

Ocurre con frecuencia y debería ocurrirnos más. Escuchar el significado boomerang que tiene lo que decimos, lo que expresa de nosotros, las ideas sumergidas que contiene.

Hay algunas preguntas que uso recurrentemente en los últimos tiempos: "¿Qué escuchas dentro de ti? ¿Qué te inquieta de lo que me cuentas? No respondas rápido, deja que se configuren los significados." Las ideas son especies vaporosas que hay que dejar que se posen para así percibir su silueta completa.

El mundo del Futuro puede arrasarnos si no tenemos la precaución de aceptar que, aunque el cambio haya sido una constante de la historia humana, la velocidad que hoy trae puede impedirnos entender sus mensajes. Es un problema de agilidad, de disposición, de estar dispuestos a abandonar los sillones, los rellanos de las escaleras, las certezas que nos sirvieron.

La certeza es una repuesta con fecha de vencimiento. Si nos aferramos a ella después de su caducidad puede indigestarnos. Lo que fue alimento puede ser veneno. Lo que nos salvó puede hundirnos. Lo que fue liana puede ser losa.

Esperar al Futuro significa permitir que su configuración nos sea ajena. Darle la espalda es suicida, no construirlo es colaborar a que nos deje fuera de sus páginas.

"Pero nos puede arrasar", al decirlo temí por todos a quienes quiero, temí que esta postura mía de estar inquieto por el Futuro resulte demasiado teórica, demasiado lejana; es decir temí por mi mismo y mi forma de vivir la acción.