En el número 6 de la revista virtual "Conversaciones de Coaching", en sus páginas 52 a 56 se publica mi artículo "Los ángulos de una polémica" que reproduzco aquí
Heráclito vitupera a Homero por haber
dicho “Que cese el conflicto”. ¿Debiéramos honrar al conflicto? ¿Puede ser la
armonía el permanente enfrentamiento de los opuestos? No sé, quizás esta
pregunta sólo me sirva para entenderme a mi mismo cuando siento un acuerdo con
Humberto Maturana desde un profundo desacuerdo.
Voy a referirme, como imagina quien lea
este artículo en las fechas en que se publica (finales de febrero, primeros de
marzo del 2016), a la polémica levantada por las declaraciones del famoso
biólogo chileno Humberto Maturana en la entrevista hecha y publicada por la
revista Capital el 21 de enero de este año, que generaron una amplia respuesta
de Rafael Echeverría por alusiones y posteriormente
muchos comentarios en prensa, entradas de blogs, Facebook y twitters de
seguidores de unos y otros.
Desde luego no soy quien, ni tengo
interés alguno en especular sobre las conversaciones o compromisos que pudieron
haber existido hace ya demasiados años entre el Dr. Maturana y quienes crearon
la corriente del coaching ontológico.
Los coaches que empezamos en 1.993 nuestra formación en la Ontología del
Lenguaje (fui alumno del primer ACP en castellano iniciado en Segovia) supimos de la separación enfrentada de Rafael
Echeverría y Julio Olalla con Fernando Flores, vivimos después la separación
entre Julio y Rafael, con el dolor de que dos maestros de la comunicación no
supieran comunicarse adecuadamente. Fuimos viviendo después las separaciones de
muchos de sus discípulos que hicimos alianzas con ellos o entre nosotros.
Asistimos ahora a este capítulo que abre Maturana y que tiene como principales
protagonistas del desencuentro a Rafael Echeverría con él mismo, aunque no se
ciña sólo a ellos.
La lista, que podría ser muy larga, da mucho para pensar, habla de la
miseria humana, que también nos constituye, de la dificultad para la
convivencia, de aquellos que hablan/hablamos del Vivir y la Convivencia con
mayúscula y de la importancia de la escucha sensible. Como sostiene Rafael
Echeverría, desde la coherencia con la teoría del observador no es posible
validar la exclusión, sin embargo los hechos van dejando un rastro de exclusiones,
imposibilidades y de egos que sobrepasan
las teorías que algunos crearon y otros adscribimos.
Prescindo de mi vena más literaria que,
sin duda, se dejaría llevar por la búsqueda de las pistas que nos faltan para saber
por qué ahora, qué nuevo dato apareció sobre el tablero que los lectores
desconocemos, quién puede estar en la sombra, por qué tan evidente un espacio
de enojo en un personaje que vive en el pensar y que está acostumbrado al
hablar público. Abandono el interesante camino especulativo sobre el tamaño de
la amnesia o la calidad del vivir y el quehacer ético de cada uno. Todos los
seres humanos somos seres éticos, por eso podemos tener acciones no-éticas y
quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
“Heráclito de Éfeso tuvo una intuición
obsesiva que sobrepasaba a todas las demás. El lenguaje (logos) es ese movimiento
en sentido contrario” escribe Pascal Quignard, y habla de la tendencia a
regresar, a volver a lo dicho, a borrar lo hablado, el arado que para labrar la
tierra y hacerla germinable va del Este al Oeste y del Oeste al Este. Los que
conversan pueden regresar a un punto ya conversado, cambiar sus acuerdos,
olvidar lo dicho, claro que en ese movimiento se producen efectos, el coaching
puede salir trasquilado, los orígenes revueltos, las identidades maltrechas.
Aprendimos que el lenguaje genera realidad. Ese es mi motivo para escribir este
artículo, no la interesante historia que puede haber en la relación de Maturana
y quienes dieron un sentido práctico al movimiento del coaching ontológico.
Me interesa, por eso, referirme a dos
aspectos de la entrevista aparecida en la revista Capital:
- · La aparente pretensión del Dr. Maturana de desvincularse de ser precedente del coaching ontológico y
- · La responsabilidad de poner en duda la naturaleza ética del coaching como una forma de acompañar al desarrollo de otros.
Sobre
la condición referencial de Maturana
Dentro del bloque de análisis del
pensamiento político de mi curso de Coaching y Política he sostenido que, si
viviera hoy, Carlos Marx no sería marxista con independencia de que una cierta
interpretación del marxismo haya traído grandes ventajas para la humanidad y la salvaguarda de sus derechos y otra cierta
interpretación haya contribuido a su empobrecimiento y a la pérdida de sus
libertades.
Tampoco creo que un Jesucristo nuevamente
resucitado pertenecería a la Iglesia, con independencia también de que una parte de la
misma haya servido para dignificar al ser humano y crear redes de solidaridad y apoyo a los
más vulnerables y otra como la Curia romana desde hace siglos actúe la peor
versión del “fariseísmo” y el abuso, ensimismada en la riqueza y el boato.
Me cuesta, sin embargo, pensar que tanto
Marx, como Jesús de Nazareth desconocieran el hecho de ser una de las fuentes
de lo que después ocurrió. El titular, sin embargo de la revista Capital destaca
la frase de Maturana “No tengo nada que ver con el coaching ontológico”
Quienes nos formamos en las primeras
versiones del coaching, no sólo tuvimos que escuchar hablar de Maturana y sus
investigaciones en la interpretación de nuestros instructores, sino ver y
escuchar muchas horas de video del propio Maturana exponiendo en talleres sus
avances en la Biología del Conocimiento, talleres realizados con el propósito
de ser parte del Programa al que asistimos.
Por lo tanto no puedo verlo, por esa
experiencia propia y no mediada, sino como un referente de los principios que
estudié y que pude interpretar de una forma acorde o no con lo que Maturana
quiso decir, pero aseguro que poniendo toda mi inteligencia en el deslumbrante
mensaje que recibí. Por eso mi sorpresa de que hoy quiera desvincularse de esos
orígenes y poder negar que sea uno de los padres de las teorías que dan
sustento al coaching ontológico.
No somos causa sólo de lo que
intencionamos sino de lo que nuestro pensamiento produce en otros, sobre todo
si esa producción es con nuestra colaboración directa. Ser causa es diferente a
ser responsable. Con nuestra educación somos una de las causas del carácter de
nuestros hijos, sin ser por ello responsables de sus actos. Tampoco dejamos de
ser padres (biológicos al menos) de los hijos no queridos o no buscados.
Hace unos días subí a Facebook la frase
de Oscar Wilde “Arrepentirse de un acto es modificar el pasado”, sobre ella yo
conjeturaba: tal vez cambie el del arrepentido, pero ¿Puede acaso evitar que
ese sea el pasado de aquellos que se vieron afectados por el hecho y no
participan posteriormente en el arrepentimiento? ¿Puede este Maturana
arrepentido o decepcionado de su activa colaboración en una o varias
generaciones de coaches cambiar el pasado que creó en nosotros? ¿Puede su
declaración anular las horas de estudio de sus videos, de escuchar sus palabras
cuando era necesario retroceder y volver
a dar al play para descubrir el segundo o tercer sentido profundo
de lo que decía? ¿Puede evitar lo que la comprensión de lo que fuera capaz de
capturar de su pensamiento provocó en el mío?
No siempre podemos elegir de lo que somos
causa, pero eso no evita que lo seamos. Es decir si mañana me preguntara
alguien si considero que el Dr. Humberto Maturana es uno de los precedentes del
coaching ontológico, yo diría con orgullo y admiración que sí. Esto con
independencia de que el coaching que hoy practico sea el resultado de una
mezcla de fuentes, entre ellas la propia experiencia de los 23 años transcurridos.
Sobre
la duda respecto de la ética del coaching
Quiero empezar citando textualmente las
palabras del Dr. Maturana o la traducción que de las mismas hizo la periodista:
“El “coaching ontológico” ha
terminado en un modelo donde la persona desaparece. Se erige como un manual con
los pasos a seguir. Las grandes escuelas de pensamiento de Europa han dejado
atrás el concepto de coach no sólo porque tiene algo de conspirativo, de
manipular al otro, sino también porque crean una cierta dependencia.”
Mi primera sorpresa es la de referirse a
un modelo donde la persona desaparece, sólo
me cabe pensar que el Dr. Maturana pudo quedarse en los albores de los “talleres
de comunicación para la acción” y que desconoce la forma en que el coaching ha
puesto a la persona, los valores y la ética en su centro.
La segunda sorpresa es la generalización,
las atribuciones sin argumentos en quien ha sabido argumentar cosas tan
complejas(las grandes escuelas de
pensamiento europeas… cuáles, a partir de qué).
No creo que el coaching, ni ninguna
herramienta o metodología tenga la ética o la no ética en su naturaleza. Sus
usos por los seres humanos si pueden tenerla.
Cuando se habla de la posible dependencia
o de la manipulación, se está hablando del poder que el coach puede tener sobre
el coachee. Yo desde luego estudié y practico un coaching en el que uno los
principios básicos que me inculcaron fue la simetría en la relación.
Estoy de acuerdo con que si un coach se
ampara en el poder que le da su rol, puede manipular, lo mismo que un profesor,
un médico, un padre, un hijo, un político, un empresario. Así podríamos
considerar que cuanto más Maestro es un maestro y más veneración obtiene, más
posibilidades tiene de producir esa dependencia. Ejercerla o no, tendrá que ver
exclusivamente con su ética personal y con los valores que inspiren su acción.
La declaración del Dr. Maturana no es muy
diferente de aquellas que sostienen que en el mundo en que hoy vivimos todos los
políticos son corruptos en ejercicio o
todos los empresarios unos abusadores. La verdad es que esta parte de la
entrevista me parece absolutamente insostenible e inesperada.
Por suerte el propio Humberto Maturana,
unos párrafos más adelante y ante la pregunta de si la corrupción que hoy aparece
en los diarios puede ser atribuida al modelo económico imperante en el mundo,
pregunta que al parecer no le suscita el mismo enojo que su relación con
quienes hoy reactiva conversaciones del pasado, da la siguiente respuesta:
“La corrupción no es responsabilidad de
ningún modelo o teoría económica. Es siempre de las personas. Echarle la culpa
a algún modelo económico es no asumir responsabilidad y revela ceguera social.
La corrupción no surge de un modelo político o económico sino de la ambición, avaricia
y el afán de poder, emociones todas que llevan a la deshonestidad.”
¿No correspondería al pensamiento del Dr.
Maturana responder algo similar si alguien intentara asociar la manipulación a
un modelo de coaching cuyo objetivo es lograr que las personas desplieguen sus
capacidades y florezcan? Creo sinceramente que el Dr. Maturana piensa que el
abuso no corresponde al modelo, aunque no le guste ser su referente.
Parece así de simple, sin embargo a
partir de sus palabras, diversos titulares han destacado el posible carácter
manipulador, conspirativo y generador de dependencia del coaching ¿Quién se
responsabiliza de estas declaraciones? ¿No es injusto que un dolor personal se
trate de resolver manchando una profesión?
Es tan impropio y tan lejano de la imagen
que al menos yo tenía hasta la publicación de este artículo del Dr. Maturana, que recordando a mi sabio amigo Francesc Beltri,
también admirador del famoso biólogo, no puedo decir sino “No, esto no lo puede
haber dicho Maturana, no, o asistimos a una invención de la Prensa (siempre es
un recurso echarles la culpa) o soy yo
el que debo estar equivocado”.