sábado, septiembre 16, 2006

La fragilidad


Se que me he vuelto a demorar en la escritura de ese blog que, sin embargo, me importa mucho. Eso me pasa, que a veces postergo las cosas que me importan, por eso una pregunta en los coaching que hago es la de ¿Qué estás postergando? ¿Qué cosas realmente importantes para tí están siendo postergadas en tu vida? ¿Qué dice eso de ti? ¿Qué puede interpretarse? Lo pregunto desde mi propia experiencia.

Pero lo que quiero traer hoy al blog no es esto, sino la conversación surgida a partir del envío de mi última newsletter de "El arte de dirigir" a la que pueden acceder desde el enlace de esta página. En ella trato de plantear que la fragilidad está en nuestra esencia y, por lo tanto, no parece que debamos suspender nuestra decisión de liderar aquello en lo que creemos porque nos sintamos vulnerables por esa fragilidad. El reconocimiento de mis límites y mis contradicciones no debería suspender mi intención, porque ésta parte de aquellos, no es una materia diferente. Si es razonable, que al darme cuenta,surja en mi la intención de superarlos: límites y contradicciones.

Recibí muchos mail de amigos que se sentían interpretados, en otros se abría la controversia, por ejemplo Marcelo Krynski, que me dice: Me importa profundizar y darle vueltas a esto de la vulnerabilidad y la fragilidad al liderar.

Adhiero y tengo aportes para realizar en la importancia del desarrollo de la vulnerabilidad que nos ubica en la simetría humana, nos acerca en el calor de la convivencia y nos posibilita co-crear.

No me ocurre lo mismo con la fragilidad que asocio con romperse. Prefiero definitivamente abrigar los dolores y desgarros desde una distinción que nos posibilite mirar desde una inteligencia comprendida como flexibilidad tal como lo trae Capra.

Puedo comprender la vivencia de fragilidad que podemos sentir como una consecuencia posible de un modo particular de operar pero no lo pondría en la linea de “liderar desde allí”.
¿Qué dices?


Digo que liderar significa en si mismo un decisión, la toma de una postura que impica querer cambiar lo que nos parece imperfecto o lo mejorable y desde esa perspectiva, ya implica un deseo de sobreponerse a la fragilidad. Por eso es válido el enfoque del liderazgo que pone sus bases en la fortaleza y el poder que los líderes se permiten a si mismos, siendo también en esto un ejemplo conductual.

Yo no lo niego, lo que digo es que al poco podemos sorprendernos cayendo en la inconsistencia y que eso no debe hacernos revisar como incoherente lo que nos propusimos. Ser frágiles significa en mi texto que no somos inmunes a la contradicción, a desdecirnos, a jugar, incluso, en nuestra propia contra pero que sobreponerse es la auténtica valentía.

En otras palabras, amigo Marcelo, no propugno la idea de que es bueno ser frágil para ser líder, sino la de que dado que nuestra naturaleza es frágil, sólo podemos liderar desde su reconocimiento, porque al fingir no serlo, tapamos con el mismo manto otras bellezas, otras formas positivas que conviven en el mismo caldo. Algo así. Aunque a lo mejor lo que pasa es que damos a las palabras distinto significado y la conversación debería girar sobre ¿A qué llamamos frágil? Te toca mover ficha a tí.

Tal vez estas explicaciones confundan más a Cecilia Araya que me declaró que no llegaba a entender la relación, siendo éste un tema que le importa. Conversemos sobre ello, Cecilia, porque la inquietud que late en mi decisión de escribir sobre este tema, tiene que ver con aquellas personas que al sentirse abrumadas por la consciencia de su fragilidad optan por quitarse de la primera línea, como si a ella sólo estuvieran destinados los fuertes. ¿Qué fuertes? ¿Quiénes son los fuertes? ¿Dónde están los fuertes?. La fortaleza se construye sobre la fragilidad. ¿Tenemos otro barro?