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Como las cosas se conectan, esta semana dentro de la consultoría que realizo para la nueva institucionalidad del Sistema Nacional de Innovacion en Chile me entrevisté con Jean Jacques Duhart y la conversación nos llevó al artículo de Eugenio Tironi "Orquestas para la Innovación"que se refiere a las causas del progreso innovador en Finlandia, uno de los países referenciales en el mundo actual y especialmente para Chile, por su tamaño y su carácter períferico.
- ¿A qué no te atreves aunque te gustaría que ocurriera?
- ¿Qué preservas con la inacción?
- ¿Que valor tiene eso para ti?
- ¿Por qué tienes que perderlo?
- ¿Qué tendrías que declarar para que fuese posible?
Mas o menos, está fue la secuencia de uno de los coaching del año pasado con "G". Lo recordé ayer cuando almorzábamos juntos y en la cabeza se me cruzaban orquestas, tironis, venezuelas y entrevistas para la innovación.
- Creo que he dejado de ser un directivo de primera división, me estoy achaclanando, ¡Qué fracaso haberme venido aquí! -me decía
- No confundas cometer un error con un fracaso. Lo primero representa una acción desacertada, prueba y error, aprendizaje. Lo segundo es un juicio inhabilitante: "no fui capaz, ya nunca lo lograré".
¿Es el miedo al error lo que impide la innovación o el sentimiento de fracaso que nos inunda? ¿Por qué nos sentimos fracasados? ¿Ante quién? ¿Qué pasión oculta?
- Te equivocaste, parece que sí pero... ¿Conoces a alguien que no se equivoque?
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Innovar no es el resultado de la tecnología, es el resultado de la persistencia, de la creatividad, de la libertad interior, de la ausencia de muros, de la obsesión. Y le hablé de aquellos niños ensayando una y otra vez la Sinfonía 1812 de Tchaikovsky, hasta que todo fue un silencio con música y todos mis alumnos tenían los ojos brillantes entendiendo qué era dirigir, cuantos errores necesarios estaban inútilmente evitando.