Me integro a un grupo de reflexión sobre la vida (?) que tiene como uno de sus ejes que los participantes son directivos o empresarios que creen que pueden lograr los objetivos que se plantean y a la vez ser más feclices cuando esos objetivos tienen componentes sociales y para lograrlos se pretende realmente el desarrollo de las personas de la organización.
Este discurso en el que vamos creyendo cada día mas personas, las mismas ideas que subyacen en mi columna de "El arte de dirigir", no hay mucho, por tanto, en lo que extenderme ahora para sustentarlo. No es novedad.
Escribo para dejar huella de las palabras del juez Carlos Cerda, invitado a la última parte del encuentro, que se refirió a su propia profesión como "aquello que no hay que hacer: juzgar a los otros". Lo que no deberíamos hacer, pero que no podemos evitar. Somos máquinas de juicios, evaluamos permanentemente lo que nos rodea, el proceso de dirigir está muy relacionado con esa evaluación permanente. Se trata, entonces, de avaluar con empatía, con una información que se haga cargo del mundo del otro, de lo que piensa cuando hace, de lo que hace que piense así.
Anoté en una hoja de papel: "Cuando tenemos el poder tenemos la herramienta para liberar u oprimir. Esa es una decisión de la que no somos tan conscientes. Cuando decidimos, trazamos la raya blanca de un campo de juego y con ella estamos liberando u oprimiendo". Fue la reflexión de escuchar al juez Cerda.
Quiero incluir esta idea entre las preguntas de coaching directivo ¿Qué pretendes cuando decides lo que decides: liberar u oprimir, dar alas o evitar que se salgan de la cancha, movilizar a la autonomía o promever la obediencia?
¿Cuál es la intención con independencia que nos contradigamos? Son dos planos distintos. Ser humanos permite aceptar la contradicción y la inconsecuencia que nos sobreviene en momentos, lo importante es no perder el ansia de la divinidad personal. No me estoy poniendo religioso, me refiero a un sentido de la espiritualidad que busca la integración de nuestras acciones personales con la visión del bien.
En el dominio en el que se mueve este blog tendría que ver con el desarrollo de un estilo de dirigir que libere, integre, invite, promueva la transparencia y la diversidad. Para eso hay que pensarlo. Hay que dedicar tiempo a pensar en el estilo, a dibujarlo en la mente, a que pase la prueba de la blancura. Es decir, el estilo es una elección personal. A veces lo olvidamos.
¿Qué estilo quiero tener en mi vida? Si lo pensamos tendremos que ponernos en contacto con nuestros valores. Los encontraremos incómodos en algunas ocasiones pero claramente orientadores. Esa pregunta que repito y me repito ante la duda ¿Qué haría si siguiera mis valores ante esta situación?
Todo esto pensé cuando iba en el taxis al salir de la reunión de la que me perdí la última parte. Al día siguiente mientras volaba a Colombia abrí un libro de introducción a la meditación y me encontré con una frase de George Bernard Shaw. "La imaginación es el comienzo de la creación. Ustedes imaginan lo que desean; ustedes desean lo que imaginan, y al final ustedes crean lo que desean"
¿Qué es lo que realmente deseo en este punto que no puedo apartar de mi mente?
bella iniciativa, ojalá sea muy contagiosa,
ResponderEliminarojalá lo que creen se haga realidad, "ser más felices "
¿y como haces para expandir tanto tu tiempo?
Me parece una reflexión interesante. Es verdad que constantemente estamos juzgando a los demás y es díficil ser objetivo.
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