En un número más de Conversaciones de Coaching, la revista virtual argentina, solicita mi colaboración y es la ocasión para terminar este artículo:
"Junto a mi
amigo Juan Miguel García Alonso estuvimos invitados a una conversación en la casa
de Marta Williams, conocida coach norteamericana,
que reside hace muchos años en Madrid, y seguramente por mi actividad como
coach en el mundo del poder y la política, Marta, que vivió cercanamente la
transición democrática española y que observa el mundo desde la madurez de una
vida intensa, sacó el tema de la política actual y de la confusión desde la que
observa hoy ese mundo.
“Yo no
entiendo en este momento la política. Miro a mi país, miro al vuestro que fue
un ejemplo de transición y no entiendo nada ¿Cómo se puede tener esperanza en
este momento? ¿Qué requerimos para tener esperanza?”
Y así, con su
forma dulce de hablar, dejó flotando en el living de su casa una pregunta de
esta complejidad, como si fuese una
paloma herida en su ala. No hay una respuesta cierta para lo complejo, nos
podemos acercar a ello de muchas formas. Ninguna probada, porque si lo fuera se
estaría aplicando. Tal vez a lo complejo hay que responder desde lo simple y
ello requeriría algo tan escaso como la grandeza.
Lo cierto es
que en ese momento sólo se me ocurrió responder con los valores que la propia
escuela de coaching a la que pertenece Marta Williams, postula: Coraje,
disciplina y humildad. “Requerimos Marta recuperar esos tres valores,
enseñarlos en las escuelas, convertirlos en pautas de nuestras vidas. Así de
difícil y así de simple”.
Juan Miguel
añadió “Eso y una buena dosis de Amor”. Hubo unos segundos de silencio, como si
estuviésemos escuchando un cuerno de oro antes de aceptar una propuesta tan
evidente. Dicho así puede parecer una forma hábil de salir por arriba, con
alusiones a valores ideales. Utopías, podría pensar algún lector.
No es fácil
delinear un camino que no se base:
- · En la humildad de reconocer que estamos llevando al mundo a la ingobernabilidad y a la desesperanza,
- · En el coraje de emprender un largo camino lleno de esfuerzo,
- · En la disciplina para que los múltiples pasos, las innumerables conversaciones, los acuerdos y concesiones que debemos darnos ocurran y
- · Todo ello con mucho amor a la Vida, a la especie humana que representamos y al universo que nos aloja.
No es fácil
hablar del cómo, pero lo que si puedo responder a Marta y a todos quienes como
ella nos hacemos esa pregunta, es que no nos queda otro remedio para seguir
viviendo y como dijo un antiguo santo de finales del siglo II, San Clemente de
Alejandría: “Si no tienes esperanza, nunca encontrarás lo que hay detrás de la
esperanza”, no llegaremos a encontrar el mundo posible para una especie que ha
llegado a creerse dueña del universo.
Puede ser que
encontremos el camino logrando un nuevo estado de conciencia, a través del
cruce de las tecnologías, la neurociencia y la biología, puede ser mediante una
comprensión mas colaboradora de las energías y los conocimientos o puede ser,
como plantea Yuval Harari, creando una ficción (una más) que nos lleve a
construir un nuevo estadio de convivencia posible en el que creamos.
Lo que sí
sabemos es que el desencanto y la desesperanza nos llevan a la pasividad y
desde ahí no se construye un mundo nuevo; lo que sabemos es que desde esa emocionalidad,
la imposibilidad emerge como un manto negro. Requerimos de acción y de voluntad
para crear ese mundo nuevo. Requerimos, como hemos venido hablando, de coraje.
No podemos
aceptar en nosotros la desesperanza. Ese es uno de mis postulados como coach
“Si no tienes esperanza no empecemos, si no estás dispuesto a abrir tu ventana
a la posibilidad de un cambio, no empecemos, si ya has decretado que va a ser
imposible, no empecemos”. Mi decisión es vivir con esperanza. En los tiempos en
que nací, en España se decía de una mujer embarazada que estaba en estado de
buena Esperanza. Quiero decir con esto que escuché la palabra “esperanza” desde
antes de nacer, desde el vientre de mi madre y hasta hoy es una palabra que
permanece en mí porque la elijo.
Tengo
esperanza de que mi vida sea larga, de dejar un legado, de morir dignamente, de
que el mundo sea mejor, de que la política vuelva a escribirse con mayúscula.
Tengo muchas esperanzas. Tal vez algunas de ellas puedan ser consideradas
utopías, pero están en mi horizonte y como dice Eduardo Galeano cuando se
pregunta ¿Para que sirve la utopía? La
utopía sirve para caminar, para no abandonar nuestros sueños.
La esperanza
no nos sobreviene como si fuera un don, la elegimos, la construimos. No es una
emoción es un estado de ánimo que se deja atraer por la posibilidad frente a la
imposibilidad, que elige el bien, la vida, la abundancia, la transformación, la
responsabilidad, la acción, frente a sus contrarios. Una sociedad, como un ser
humano, no puede tener esperanza sin sueños y sin propósitos. No tenemos
propósitos porque tenemos esperanza, tenemos esperanza porque tenemos
propósitos y la determinación de lograrlos.
Entiendo y
comparto la pregunta de Marta, cuando en el
mundo hay tantas señales para fundar juicios pesimistas, cuando hemos empezado
a anteponer el bien individual al bien común, los nacionalismos a la
construcción de una sociedad plural, cuando anteponemos el miedo a la visión de
una mejor convivencia como forma de llegar al poder o las amenazas a la fuerza
de la creación.
Sí, entiendo
la pregunta de Marta, porque cuando enfrentamos el riesgo de una sociedad aún
más desigual, la violencia se configura como una reacción espontánea. Es por
eso que considero que el camino tiene que estar pavimentado con valores, nos
engañamos cuando consideramos que es el resultado de crisis económicas o de la
transformación de los empleos y las profesiones o del alargamiento de los años
de vida, siendo éstas, importantes variables a considerar. La desigualdad surge
fundamentalmente de la escasez valórica, más que de la escasez de recursos.
La
desesperanza se instala en las víctimas, por eso no podemos dejar que el
victimismo se instale en la sociedad en la que crecerán las próximas
generaciones. Construir una sociedad con esperanza, como propone el título de
este artículo, parte por abrirse
individual y colectivamente a la pregunta ¿Qué me pide la situación que haga?
¿Qué nos pide la situación que hagamos?
Reconocer la
dificultad es muy distinto a instalarnos en la desesperanza, porque si lo
hacemos nos convertimos en cómplices pasivos de aquello que deploramos, no
intervenir es jugar a favor de lo que nos desesperanza. A veces en la vida, sin
quererlo, entramos en este juego perverso.
Desde la
mirada mas apreciativa, la política y los poderes públicos y privados tienen
sentido cuando colaboran y articulan la instalación de bienes en la sociedad.
Casi siempre pensamos en bienes tangibles: carreteras, puentes, ciudades,
viviendas, subsidios. El punto de inflexión de este momento consiste en otorgar
una importancia superior a los bienes intangibles: la ESPERANZA, la CONFIANZA, la
COLABORACIÓN, la conversación respetuosa entre distintos.
Y si el
coaching tiene en su esencia el movimiento hacia la transformación, la ampliación
de miradas, la situación en el espacio de la posibilidad, los coaches podemos
ser actores relevantes de esta construcción, proponiendo dejar de volver la cabeza
al pasado, en donde es fácil poner la atención en la búsqueda de culpables. No
necesitamos culpables sino ejemplos. La
esperanza vive en el presente y mira hacia lo que queremos que sea y elige
entre valores que, a veces, se contraponen aún cuando por separado sean todos
valiosos. Nos mueve a elegir por la vida.
Finalmente y como planteó el último
presidente de la extinta Checoslovaquia,Valclav Havel, “La esperanza no es lo
mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la
certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”. Porque
también creo eso, Marta, en este punto del escrito siento más claridad para responder
a tu pregunta: “¿Qué requerimos para tener esperanza?”. Requerimos querer vivir
una vida con sentido. Y eso está a nuestro alcance y es, además, uno de los
ejes de nuestro rol de acompañantes de otros, de ese rol privilegiado de pasar
por las vidas de los otros.
A través de este artículo agradezco
tu pregunta.
Le hago dos pasadas Juan a tu posteo y luego me aparto, me silencio, con la esperanza que algo emerja. Si, la esperanza y los valores que señalas deben ser recuperados, son necesarios e indispensables. Pero hace falta algo mas; algo que tiene que ver con cómo pasar de ver a la naturaleza como un recurso extraible de un contexto inerte, con nosotros aparte; a vernos como parte de un todo vivo, ecológico. Es pasar de la mirada mecanicista de entes muertos manipulables, a organismos vivos con nosotros uno de ellos. Cómo se cambia la manera de ver ?
ResponderEliminarY que importante es continuar la conversación de estos temas, incluso a través de estos medios.
Buen día
Precioso Juan!!. Una tremenda voz de Esperanza para llevar al mundo y encarnar en nuestras vidas. Mi abrazo lleno de gratitud.
ResponderEliminarFelicitaciones por la reflexión querido amigo. Me encantaron esos valores! Gracias
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