
LLeva razón Ignacio Fernández cuando, en su comment a mi entrada anterior, se refiere al coaching como el resultado de cambiar al observador que somos. Matizaría que ese es el coaching efectivo, pero podemos hablar de un proceso de coaching a aquel que trata de cambiar a ese observador siguiendo un determinado enfoque conversacional que entiende que el aprendizaje es un camino mayeútico de descubrimiento de nuevos paradigmas, aun cuando ese cambio no se produzca. Podríamos decir que fue un coaching fallido, que no obtuvo resultados, pero no me atrevería decir que no lo fue en su intención. - ¿Qué tienes que perdonarte?
- ¿Qué valoras en tí?
- ¿Qué quieres realmente construir?
- ¿Qué quieres recuperar para sentir el balance que te da equilibrio?
pero hay una que le dejó pensando, que le llevó a esa habitación no visitada a la que me refiero:
- ¿En qué tienes que fracasar? - le pregunté
- No te entiendo -me dijo
- Me refiero a esas situaciones que no nos gustan, que nos agobian pero que mantenemos por inercia, por cobardía, por falta de fuerza; a esas situaciones que nos lastran y que deberíamos soltar, no seguir resistiendo con explicaciones que no tienen asidero. Declarar que fracasamos en ellas puede ser un gran triunfo.
R me miró con esos brillos que ya se interpretar, tienen que ver con la sorpresa y el camino que abre, tienen que ver con movimiento.