miércoles, noviembre 30, 2005


A veces llega una ráfaga de silencio

Me pasa, a veces llega una ráfaga de silencio y considero que lo mejor es permanecer callado, anotando las ideas que desarrollaré, llenando un cuaderno de pastas negras en las que sigo practicando el arte (?) de escribir a mano.

Es el silencio de Puyehue. Allí me fui el 19 de octubre para asistir al encuentro de coaches organizado por Newfield que se llamaba "Recuperando la belleza de lo cotidiano", me fui también a estar solo, a tener que quedarme a la fuerza conmigo mismo, sin clientes, sin consultores a los que orientar, sin citas, sin coachees, sin minutas...me fui a estar unos días con juan vera, este que se escribe con minúscula, que no tiene que saber, que no tiene por qué estar siempre bien, que, con frecuencia, está tan desorientado.

En la agenda aparecían Verónica Olalla, Julio Olalla, Cristopher Cooke, Fernando Cifuentes, Patricia May, también estaba Suzanne Williams en Aikido, pero nunca fuí, aún no quiero aprender a caer, más bien estoy aprendiendo a que me duelan los golpes, de forma que me autoliberé de 19.00 a 21.00.

Lo que me pasó fue que, por primera vez, tuve visualizaciones de imágenes nunca antes vistas, como si tuviera un programa en tres dimensiones abierto en mi cabeza, durante las meditaciones con Verónica Olalla, (Te doy las gracias por ello, Verónica) que con Julio regresé a las preguntas de siempre y me encontré con la emoción de estar desvalido como antes, es decir adolescente (te doy las gracias por ello Julio), que dominé mi arrogancia intelectual para no discutir con Cristopher Cooke, que pude observar sin bronca interior su forma de no responder como yo esperaba que respondiera y parte de ese logro tuvo que ver con su forma de estar de pie delante de la sala junto a su fantástico pero frio PowerPoint, con una quietud interior sobrecogedora (Gracias por ello Cristopher) que pinté como cuando era niño, sin miedo al ridículo, sin desasosiego por no encontrar el color o el trazo, siguiendo la llamada de una visión sugerida por la música del trompe tocado por Fernando Cifuentes, el pintor chileno (Gracias por ello Fernando) que me llegaron las lágrimas como un caudal irrefrenable mientras hablaba Patricia May y no era lo que decía, era su presencia, su manera de decir "belleza" (Gracias por ello Patricia, aunque a ti te di las gracias mientras paseabas por el camino de los notros)

Y eso fue, a veces algunas cosas vienen con tanta vida que solo queda la posibilidad de vivirlas, de quedarse en silencio durante un rato o unas semanas, mientras que todo se posa en el interior como esas nubes de polvo que la luz permite ver durante un instante.

¿Y qué tiene que ver esto con el coaching?

Lo iremos viendo. No estoy seguro. Yo creo que sí.

Tiene que ver con la importancia de conectarse con uno mismo, con la necesidad de pensarse callado, de darse cuenta. Es por eso que el silencio, por eso que yo le digo a "J "y a "M" y a "H" y a "I" "No tengas prisa en contestarme, no te contestes tu tampoco, deja que la pregunta haga su trabajo, que hunda su azada, que remueva el barro, que ponga la luz sobre ese polvo que gravita incesante de una forma invisible en nuestras vidas"

Por eso, hoy que vuelvo a este blog del coaching, pienso que tiene que ver, que tiene mucho que ver.

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