domingo, abril 20, 2008


Conozco en Maracay a Narciso Guaramato. Le llaman doctor. Y escribo de él porque siempre me conmueven las personas que persiguen sus sueños, que se obsesionan por lograrlos y ponen todo su esfuerzo en ello sin acusar a nadie de los obstáculos.

Narciso Guaramato tiene los ojos entrecerrados, el Parkinson le dificulta moverse y hablar en algunos momentos. "Me he puesto lento", dice entonces, pero pasado ese vahído pasajero vuelve a lo que quiere lograr, recupera la energía y el brío.

Me pide que resuma las impresiones de mi visita y eso hago y le digo al final: "Este es tu sueño, en él nos has comprometido, ahora tienes que despertarlo, cambiarle de estatuto y hacer que se cumpla. Es el momento de gestionar el plan". Y le brillan los ojos y de la comisura del párpado le resbala una lágrima y miro alrededor y todo su equipo está dispuesto a no dormir, a hacer lo que sea necesario. Contagiados enamoradamente de su ejemplo. Narciso Guaramoto.

Permíteme por ello este pequeño homenaje cuando he vuelto al sosiego de mi casa.

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