domingo, abril 12, 2009

Comunidades, individualidades


En "El arte de dirigir" de este mes (el número 62) he escrito sobre la función del líder de crear comunidades de sentido. No es la primera vez que escribo algo y mi pensamiento, a continuación, pretende rebatirme. Estoy acostumbrado a estar a favor y en contra de la misma idea. En el fondo pienso que todos nos encontramos muchas veces en esa tesitura, aunque no lo digamos.

En el coaching aparece permanentemente "quiero algo y también no lo quiero". El trabajo es encontrar el punto de vista en el que queremos estar. Cuando encuentro el punto de vista concreto, la elección se aclara. Quiero algo, pero también me da miedo. El temor tiene que ver con las formas en que expresamos en la práctica lo que queremos. Es tan lógico temer la forma de implementar el capitalismo, como la forma de implementar el marxismo. Las ideas y sus implementaciones no suelen coincidir. En la mitad del camino aparece el egoísmo y cambia el punto de vista.

Mi debate empezó al recordar la frase de Martín Heidegger "El ser sólo se expresa en el silencio" e imaginarme al ser sin intención de usar el lenguaje, para no manipular, para no mentir, el ser siendo. El proceso de ser individuo surge como una forma configurada y propia de separarse del mundo. Entonces...

¿Se opone el concepto de individuo al de comunidad? Hay experiencias alienadoras que podrían llevarnos a responder que sí. No caeré en esa tentación. Hay experiencias que indican lo contrario, que somos humanos al ser sociales.


Ser individuo no es sinónimo de ser aislado. Una expresión libre del individuo es ser con otros, con los que elijo, con aquellos que comparten un sentido conmigo sin que impidan que exprese mi propio proyecto individual.

Esto me faltó en el artículo. El arte de dirigir una organización tiene que ver así con generar una comunidad que logrando la Misión organizacional logre también que avancen las misiones personales de sus miembros. Si pedimos sacrificio no debe ser para que algo ajeno se logre, sino para que mis propios planes sean posibles.


Hacer compatible, converger, lograr que la energía discurra en una dirección pero dentro de una banda ancha. No buscar una sola estrella, buscar un firmamento. Eso requiere generosidad y apertura.

Si le es parece demasiado poético volvamos a Heidegger cuando en "Ser y Tiempo" plantea que la última naturaleza del lenguaje es poética, es decir generadora de mundos y sus imágenes. Con esto me siento mejor con mi propio artículo.

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