"La palabra
Red, hoy suele suscitarnos la idea de pertenencia, de formar parte de algo, de
posibilidad para lograr un propósito. En nuestro hablar común también nos
referimos a “saltar con red” como tener la salvaguarda de que nuestro salto no
va a acabar en una tragedia.
Son
acepciones positivas que se contraponen con la Red que puede atraparnos, como
si fuésemos víctimas de una araña poderosa que nos deja inermes y vulnerables.
La red que sirve para pescar también puede ser que nos pesque a nosotros. No
cabe duda, por tanto, que hablar de las Redes Sociales y reflexionar
sobre ellas es un tema central en el mundo de hoy.
En esta
columna sólo pretendo abrir esta preocupación, con la misma posición (que me
recordaban hace muy poco mis primeros socios) que planteaba hace 40 años,
cuando empecé en España a dar conferencias de Informática y decía, parafraseando
a Papenheim, que la tecnología es neutra, las que no lo son, son nuestras
intenciones.
Le he
preguntado a mi hija qué piensa de las Redes Sociales, para qué las ve útiles y
su respuesta ha sido que producen una importante sensación de unión, de formar
parte de una comunidad ilimitada, de acompañarte en la soledad.
Hablando un
rato más hemos llegado a la conclusión que esa idea de estar conectado también
nos puede desconectar de lo más cercano, que ese “millón de amigos”, puede ser
la fantasía de una falsa compañía. ¿Entonces? Simplemente no todo lo que brilla
es oro. Yo soy usuario de las Redes Sociales y podría hablar a favor y en
contra.
Cuando
pienso a favor, coincido con mi hija que las Redes Sociales dan una respuesta a
la profunda necesidad humana de ser comunidad y de ser vistos para existir,
exacerbada por una forma de vivir en competencia, que permiten una velocidad de difusión inimaginable
y una cobertura ilimitada, que pueden generar una percepción de fuerza
desconocida que
de hecho tiene desconcertados a los políticos del planeta y que podrían
permitir a través de esa capacidad de la interconexión llegar a generar
posibilidades creativas que la complejidad del mundo actual demanda. En
definitiva, aparecen posibilidades de valor en un mundo diverso y poco
previsible.
Cuando
pienso desde la prevención y dejando a un lado usos como el cyberbulling, el
phising o los malware, me preocupa la forma en que pueden hacer vulnerables la
privacidad y la identidad de las personas, su efecto multiplicador conducido
por el vértigo de influir sin que exista la responsabilidad suficiente para esa
capacidad de influencia. Me preocupa que llevados por la posibilidad de crear
rápidamente estados emocionales a favor o en contra de algo hagamos ingobernable a la sociedad
y que la apariencia de acuerdo desde una información asimétrica y muchas veces
superficial, sustituya al debate de las ideas.
Si, como
dice el experto en Redes Sociales James Fowler, “para saber
quiénes somos tenemos que comprender con quienes estamos conectados”, en sustitución del viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, entonces, y por la importancia que las Redes Sociales tienen y la que tendrán en las generaciones que están creciendo con ellas, se hace necesario una educación social para las redes, que se pregunte más allá del impacto relacional y creativo por la dimensión ética. Si fuese Savater escribiría “Ética para las Redes Sociales”. No siéndolo, me conformo con esta discreta sirena de aviso para navegantes.
quiénes somos tenemos que comprender con quienes estamos conectados”, en sustitución del viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, entonces, y por la importancia que las Redes Sociales tienen y la que tendrán en las generaciones que están creciendo con ellas, se hace necesario una educación social para las redes, que se pregunte más allá del impacto relacional y creativo por la dimensión ética. Si fuese Savater escribiría “Ética para las Redes Sociales”. No siéndolo, me conformo con esta discreta sirena de aviso para navegantes.
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