De nuevo en el número 9 de la revista virtual "Conversaciones de Coaching" me dan la oportunidad de escribir sobre el tema que concita mi atención. Aquí lo reproduzco.
"Regreso de un
viaje por España y Grecia y en ambos países, en cada conversación en las que ha
salido el tema de la política y el poder sólo he recibido muestras de
desencanto y cansancio, quejas y opiniones adversas. Llego a Chile y el
panorama político es el más pesimista desde la llegada de la democracia. Tal
vez esto ocurra porque fueron países en los que, bajo la opresión, se pusieron
las expectativas en el poder de la política como el camino hacia la razón y las
conversaciones de posibilidad.
Basta, sin
embargo, mirar a naciones en los que no han estado presentes esas opresiones,
como los Estados Unidos, para comprobar que la decepción es semejante y ante
ella los ciudadanos (también los coaches) erróneamente, a mi juicio, dan la
espalda a la política y se dejan llevar por sentimientos y emociones primarios.
¿Son éstos
peores políticos que los de otras épocas? ¿Hay más corrupción que nunca hoy en
nuestras sociedades? Antes de dar respuestas que no me corresponden quiero
animar a otra mirada ¿Serán estos ciudadanos diferentes? ¿Tendremos otras
expectativas sobre los que nos representan? ¿Serán posibles sueños comunes en
una sociedad tan diversa?
En el mes de
Agosto volví a tener la experiencia de facilitar el Programa “Coaching en la
Política y el Poder”, esta vez en Santiago de Chile, al que asistieron un grupo
de coaches de diversos países y esta misma semana intervine con este mismo tema
en el Programa “Desafío Coaching 30 días” diseñado por Fernando Saenz Ford y mi impresión es que cuando miramos
la situación desde un ángulo distinto y, no sólo, desde el representado que
espera que quien le representa le adivine sus intereses, empezamos a ver la
necesidad de interpretar la acción política más allá de los políticos que se
presentan a las elecciones cada cierto número de años y a reconocer que la
política está presente en la cotidianeidad y que somos parte de ella y por lo
tanto de participar en las distintas instancias sociales que hoy tienen
capacidad de influencia.
Vuelvo
entonces a mi tesis estableciendo algunas contradicciones que me producen una
dosis de perplejidad:
- · Los coaches nos sentimos depositarios de un conocimiento especial para desarrollar y acompañar conversaciones transformadoras
- · El mundo atraviesa un momento dramático desde el punto de vista de la falta de apreciación de los sistemas políticos, con los riesgos que esto supone.
- · Cuando hablamos profundamente de Política no estamos apuntando a la actuación de los partidos y los poderosos sino a la mejora de nuestras condiciones de convivencia, a la necesidad de abrir las nuevas conversaciones que un mundo nuevo requiere.
- · Son escasos los coaches que se han interesado por incursionar en el mundo de lo que podemos llamar político y al preguntarles suelen considerar que es un espacio en el que no tienen interés.
¿No es esto
contradictorio? ¿Por qué ocurre? ¿A qué obedece? ¿Qué lo impide?
He ido
elaborando interpretaciones diversas, desde la del autoreconocimiento de no
poseer las distinciones de ese mundo, hasta la confusión de que el Coaching
Político sólo pasa por procesos individuales con altos cargos que no consideran
tener necesidad de él.
Sin embargo,
desde el enfoque que les propongo, los coaches tienen ante sí el desafío de
articular conversaciones en la sociedad que permitan nuevas interpretaciones
colectivas y la posibilidad de volver a imaginar el futuro sin quedarse
atrapados de un presente que nos decepciona.
Quiero decir
que no es casualidad que en lugares tan diversos cunda el desencanto hasta el
punto de que podamos hablar de una indignación globalizada ¿Qué la produce, si
las causas parecen ser múltiples? Les invito a sospechar de argumentos manidos
y recurrentes que traemos de un tiempo anterior. Por ejemplo hablar de la velocidad de la dinámica de los
cambios, de la capacidad corruptora del poder o de la falta de líderes
Hay algo en
todo esto que, sin ser incierto, es una forma simplificadora y facilista que se
ancla en la vieja mirada de la escasez:
o
Falta
anticipación
o
Faltan
valores
o
Falta
liderazgo
Siempre falta
algo, pero ¿Pasará algo más?
Antes de
diagnosticar conviene reconocer que los ejes del escenario actual han cambiado
profundamente como consecuencia de varias causas. Por ejemplo:
1. La sofisticación de un ciudadano que
se siente lleno de derechos, entre otros
motivos por el efecto positivo del
hacer político que se propuso desarrollar ciudadanía.
2. La educación basada en nuevas
tecnologías que han abierto aprendizajes también nuevos que modifican nuestras
vidas.
3. El impacto de la propia grandeza
humana y por el otro lado de su miseria.
Era más fácil
hacer política contra el abuso y la dominación descaradas.
Era más fácil
hacer política cuando las personas se encontraban en el espacio de la
pertenencia global, es decir la humanidad quería identificarse con tendencias
de coincidencia. Buscábamos lo común. No lo es tanto, cuando esa humanidad
valora fundamentalmente su derecho a la diferencia. Eso que Daniel Innerarity llama la Sociedad
del Reconocimiento, para referirse a la fragmentación de preferencias que
demandan el derecho a ser reconocidas.
Creo que esta es una realidad que merece
la pena ser considerada como una de las causas del momento actual en el que la
política no nos convence, a la vez que mirado desde la perspectiva del poder,
ejercerlo es una tarea realmente difícil.
Y esto porque
esos fragmentos representan poder rompiendo la verticalidad que fue tradicional
y el tablero que componen requiere de la facilitación de conversaciones sobre
el propio sentido de la Política hoy, de la democracia y de la representación.
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