domingo, marzo 08, 2009

Ese secreto de estar


Con frecuencia en mis conversaciones de coaching pregunto por lo que mis coachees valoraron en aquellos que consideran que han influido en ellos, en los que interiormente califican como sus líderes personales. Las respuestas no son muy distintas unas de otras y aparece inapelable el concepto de que estaban ahí. "Ella estaba siempre disponible, tú sentias que aunque tuviera muchas otras cosas bajo su responsabilidad cuando estaba contigo, estaba realmente contigo. Eso era notable. La intensidad de su presencia". Esta frase corresponde a una de mis conversaciones recientes.


Hay muchas formas de llamarlo o considerarlo, pero lo cierto es que lo vivimos como una sensación de importancia. Las personas solemos estar presentes en lo que nos importa o al menos estamos de acuerdo que deberíamos. Hoy vivimos una corriente de pensamiento que redescubre esta capacidad de estar presente, de que nuestra palabra, nuestro pensamiento, nuestro cuerpo, nuestra emoción estén alineados en lo que estamos haciendo.


Busco las preguntas que podrían ayudar a estar presente: ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué pretendo? ¿Qué significa para mi? ¿Por qué me importan estas personas? Eso y respirar profundamente ese oxígeno invisible que, sin embargo, está aquí para mi, para que sea consciente de la vida que vivo, de la palabra que digo, de la palabra que escucho, del momento que esa vida me brinda.


Y es en estos pensamientos que en el blog de mi amigo Santiago Mercado encuentro un artículo que cita a Aristóteles y su "Ética a Nicómaco":


"El que ve, siente (aisthánetai) el ver; el que escucha, siente el escuchar, el que camina, siente el caminar, y así para todas las otras actividades hay algo que siente que estamos ejerciéndolas, de modo que si sentimos, nos sentimos sentir, y si pensamos, nos sentimos pensar, y esto es lo mismo que sentirse existir: existir significa en efecto sentir y pensar. Sentir que vivimos es de por sí dulce, ya que la vida es por naturaleza un bien y es dulce sentir que un bien tal nos pertenece. Vivir es deseable, sobre todo para los buenos, ya que para ellos existir es un bien y una cosa dulce"


Pienso en mis propios líderes y me invade la sensación que eran conscientes de su existir. Tal vez por eso su mirada está aún presente.

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