El ARTE de DIRIGIR N° 72
"Los sapos ven solo contornos, cambios de luminosidad y masas…es lo que necesitan para sobrevivir”. Escribe el famoso director de orquesta Benjamin Zander en un artículo en el que también él acude a la teoría del observador para referirse a las interpretaciones en las que vivimos.
Ya hace muchos años (1993) que escuché en mi primer contacto con el coaching a Rafael Echeverría que repasando la filosofía del siglo 20 nos decía: “No podemos intervenir en un mundo que no sabemos observar”. ¡Cuántas veces desde entonces he citado esa frase! Y hoy me refiero a ella porque en las últimas semanas he tenido que intervenir en varios foros para hablar sobre “Coaching y Política” y aparece recurrentemente el juicio de que a los políticos o a quienes ejercen la función pública no les interesa el coaching como una forma de desarrollar sus habilidades. Se suele aludir a su incapacidad para auto observar sus áreas de mejora. Discrepo de esa opinión.
¿No les interesa el coaching o no ven en los coaches una oferta de interés? Me pregunto yo. Tal vez la mayor parte de los coaches que trabajan en un mundo de contornos, cambios de luminosidad y masas, propios de los problemas personales, o de las inquietudes del mundo de las organizaciones privadas, no saben reconocer las formas que se producen en las luces y sombras de lo
Hablo de la identidad como la esencia de lo que somos y hacemos y de la imagen como el conjunto de juicios que provocamos en los otros a partir de esa identidad o de la forma que la mostramos, dado que en algunos casos podríamos considerar que podría existir esa capacidad de distinciones y prácticas que constituyen una identidad, pero que no sabemos mostrarla de una manera eficaz.
Por eso me animo a escribir estas líneas, porque las preguntas que me hacen apuntan a identificar qué deben hacer los coaches para mostrarse al mundo político, cómo construir relaciones, cómo hacer lobby y mi reflexión apunta primero a la identidad, en el sentido más propio de la palabra ¿Qué leemos? ¿En qué conversaciones estamos? ¿Qué escribimos? ¿Qué nivel de entendimiento tenemos de lo que ocurre en el mundo en el que queremos ser vistos como oferta?
¿No les interesa el coaching o no ven en los coaches una oferta de interés? Me pregunto yo. Tal vez la mayor parte de los coaches que trabajan en un mundo de contornos, cambios de luminosidad y masas, propios de los problemas personales, o de las inquietudes del mundo de las organizaciones privadas, no saben reconocer las formas que se producen en las luces y sombras de lo
político, de la misma forma que los seres humanos no vemos el trazo ultravioleta entre las flores que sí ven las abejas, ni perciben la próxima llegada de un temblor como si presienten los perros y muchas otras especies. Simplemente es posible que no tengan distinciones para operar en ese mundo.
Con otras palabras lo dije en la tertulia a la que me invitó el Capítulo chileno de la ICF del que soy miembro o en los talleres que recientemente desarrollé en Madrid invitado por la Escuela Europea de Coaching.
Quienes no tienen esas distinciones no tienen la identidad de coaches para ese mundo y por tanto su imagen en él no permite que se genere el ciclo de oferta y demanda.
Distingo los conceptos de Identidad e Imagen porque a veces en el lenguaje los mezclamos, los usamos en el mismo sentido y así decimos: “no tenemos suficiente identidad en ese mundo” en vez de decir “generamos una imagen en ese mundo que no permite que nos vean como una oferta válida”.
Y muchos de los lectores de esta columna que no están preocupados por la política o lo público, tal vez se hayan dado cuenta que esto es aplicable para todas las esferas de la vida y especialmente de la profesional. Les animo por eso a seguir leyendo, porque sí reconocerán que suele ocurrir que nos gustaría ser vistos como alguien con posibilidades de carrera en nuestra organización pero no siempre nos hemos preocupado de ser y tener los atributos que ese desarrollo requiere.
¿Por qué acudiría un directivo político a un coach? ¿Tenemos el lenguaje que nos permite ser entendidos y entender? ¿Tenemos alguna propuesta interesante que hacer desde la comprensión de los aspectos que intervienen en la gestión de lo público? ¿Entendemos el tiempo político? ¿Reconocemos el mapa de actores, la necesidad de las alianzas necesarias? ¿Podemos ser útiles para animar la construcción de redes? ¿Conocemos las reglas del Club al que queremos pertenecer?
Es verdad que el quehacer político está profundamente enraizado al lenguaje en su sentido más ontológico y que el manejo del poder y la confianza son aspectos centrales, aspectos todos por los que se mueve el coaching, pero necesitamos conocer la geografía específica, “saber observar”, para poder intervenir.
Así suele ser en todos los ámbitos, pero en este, cuando tengamos una mejor comprensión de lo que significa hoy la política en este escenario de poderes múltiples, de posibilidades tecnológicas ilimitadas, de valores sociales cambiantes y ciudadanos con alta conciencia de sus derechos, podremos acercarnos a Mahoma si es que Mahoma no ha reconocido ya la identidad de nuestra montaña, podremos ver nítidamente posibilidades donde hoy vemos contornos y masas imprecisas.
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