En el número 11 de la revista virtual "Conversaciones de Coaching" se publica mi artículo "Coaching para el coraje", reflejando una línea de mi experiencia como coach.
Coaching para el Coraje
Thomas
Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos y en opinión de muchos el
más culto que ha tenido ese país (Kennedy cuando recibió a los ganadores del
premio Nobel en 1.962 dijo “Creo que ésta es la colección más extraordinaria de talento y del saber
humano que jamás se haya reunido en la Casa Blanca, con la posible excepción de
cuando Thomas Jefferson cenaba solo”), decía que una persona con coraje era una
mayoría.
Es decir,
cuando tenemos coraje tenemos el poder para llevar adelante nuestras ideas, vivir
nuestra vida como queremos, defender nuestra dignidad y mostrar consistencia al
mundo. Todas estás consecuencias (y, como veremos, otras) forman parte del
repertorio que un coach puede manejar para promover el coraje en sus coachees,
siguiendo como estrategias:
· Conexión con el propósito
· Conexión con la visión de la
propia vida, sus valores y límites
· Conexión con la huella que quiere
dejar
· Conexión con lo que “no quiere” o quiere
“abandonar”
¿Por qué hablar hoy del coaching al coraje?
Porque la
contradicción forma parte sustancial del ser humano y a veces, como en el
presente que estamos viviendo, esa contradicción adquiere connotaciones muy
sustantivas cuando en el mundo más avanzado en ciencia y tecnología que la
humanidad ha conocido estamos dando pasos atrás en nuestra capacidad de convivencia
planetaria y en la construcción de fortaleza valórica personal.
Durante
algunas décadas la humanidad se ha sentido construyendo una sociedad más
confiable y segura, en la que las expectativas y los compromisos se cumplían y
se configuraba un futuro pleno de posibilidades. Se ha avanzado sin duda en
muchos campos. La aparición de nuevas ideas con la vitola de progreso, el
imparable desarrollo de tecnologías, la sensación que todo era alcanzable…
Hemos logrado
que las máquinas funcionen, que salga agua de los grifos, que al apretar a los
interruptores se encienda la luz, que los autos funcionen sin conductor, los aviones sean más puntuales, los computadores sean más rápidos, que los teléfonos hagan fotos y los relojes sirvan para hablar por teléfono.
interruptores se encienda la luz, que los autos funcionen sin conductor, los aviones sean más puntuales, los computadores sean más rápidos, que los teléfonos hagan fotos y los relojes sirvan para hablar por teléfono.
Hoy confiamos
en que en el espacio de los artefactos todo sea posible, pero no (o menos) que
las personas sean leales, que las sociedades sean más inclusivas, que la
justicia sea justa, que quienes tienen el poder nos representen, que los
empresarios piensen en la comunidad, que los países ricos abran sus puertas a
los más pobres. Según datos recientes de la OCDE en Chile, país en el que vivo,
sólo el 13% de los chilenos cree que puede confiar en las demás personas.
Debajo de una
capa de confianza en lo tangible, vive otra de miedo al futuro, a poder
mejorar, miedo a las instituciones y al abuso, incapacidad de un relato creíble.
Y ante esto volvemos a necesitar como nunca el coraje. Un bien escaso en una
sociedad cómoda y desacostumbrada al esfuerzo.
Hablemos del coraje
¿Y qué es el
coraje? Y si es algo con múltiples interpretaciones ¿De qué coraje vamos a
hablar? Mi costumbre es ir al diccionario. Las primeras acepciones que
encuentro son
- 1. m. Impetuosa decisión y
esfuerzo del ánimo, valor.
-
2. m. Irritación, ira.
Cuando hablo de
coaching para el coraje quiero centrarme en la primera de estas acepciones y
subrayo las palabras “decisión”, “esfuerzo”, “valor” pensando en valentía. El
coraje es así la fuerza de voluntad de una persona puesta al servicio de una
causa, de un bien, a pesar de los obstáculos, a pesar de lo desconocido, a
favor de la consistencia y la vida.
Llegamos al coaching
Un primer
trabajo del coach es distinguir obstáculo de imposibilidad, acompañar al
coachee a aceptar el obstáculo como parte legítima del escenario en el que
actuamos. Cuando confiamos en nosotros el obstáculo enaltece el desafío, sin
embargo ante la imposibilidad, cualquier acción sobra.
Frente a los
obstáculos el coraje es la energía que permite sobreponerse a ellos porque
perseguimos un bien mayor. Un primer camino de trabajo del coach es reconectar
al coachee con ese bien ¿Por qué es importante? ¿Por qué merece mi esfuerzo? ¿Qué
valor tiene en mi vida?
El coraje
puede tener su origen en la emoción de la rabia, pero no es correcto
confundirlo con ella. Desde la rabia no solemos desarrollar más que violencia. Nos
damos cuenta así que el coraje no es una emoción, sino un estado de ánimo que
nos lleva a la determinación de afrontar la adversidad, se constituye en
nosotros como una actitud.
En los
últimos meses varios de mis coaching han estado moviéndose en este paisaje, más
que de rabias, miedos. Eso nos ha llevado a un segundo paso: entrar en lo
adverso, distinguirlo.
Lo adverso se
percibe como una amenaza, por eso el miedo.
Requerimos decodificar
el escenario ¿Qué te es adverso? ¿Por qué? ¿Identificas alguna intencionalidad
en contra tuya? ¿Hay alguna diferencia entre percibir adversidad y percibir
obstáculo? Sin duda la hay. Adverso es opuesto a quien lo juzga o a sus
intenciones, es su enemigo, es desfavorable para él/ella. Y como sabemos que el
lenguaje no es inocente es diferente y preferible, siempre que sea posible, que
nos enfrentemos a obstáculos y no a adversidades.
Hay veces que,
indudablemente, lo adverso surge cuando sentimos que se vulnera nuestra
dignidad. Si es así, la defensa de la dignidad puede nutrirse de la rabia que
aparece ante lo injusto. De nuevo clarificar el escenario es clave. No surge la
rabia como emoción movilizadora ante los impedimentos, surge ante la
injusticia. El riesgo es confundir los términos y reaccionar desde una queja
desmovilizadora.
Coraje también tiene que ver con arriesgarse a lo desconocido y a veces lo más desconocido es nuestra capacidad de reaccionar y por lo tanto el miedo a nuestras desconocidas reacciones. Una pregunta que me ha servido en este trabajo es la de ¿Qué es lo que sientes que no conoces de ti en el proceso de enfrentarte a lo desconocido? Volver al centro de quien juzga, siente, percibe, develar el observador que late en el fondo.
¿Qué realidad interior es
la que cuesta ver de frente y expresar?
Esta es la cuestión previa que el coach debe abrir. Mirar las conversaciones
interiores del coachee y lo que teme. Algunas de esas conversaciones serán
buenos argumentos para auto-justificar la falta de coraje. En esto los seres
humanos somos expertos, dejamos que nuestra mente nos engañe, que cree su propia
verdad.
Allá por el año 2.000 el
catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid
Francisco Rubia publicó un libro que me impactó “El cerebro nos engaña”, desde
entonces he aconsejado a mis coachees, de la misma forma que me digo a mí
mismo, que desconfíen de sus interpretaciones, especialmente las que nos restan
de actuar, aquellas que nos dejan en el conformismo y la inacción.
Se abren otros caminos
como el de llevar al coachee a imaginar cómo se sentiría si hubiese tenido las
conversaciones que no tuvo, defendido los puntos que no defendió. Llevarle a
situaciones en que sí lo hizo, ponerle en contacto con la experiencia real o
imaginada de sentir el impacto de ese recurso llamado coraje, recordando que
finalmente es una decisión nuestra y que
podemos tomar.
Caminos poderosos como el
de hacerse la pregunta ¿Quién además de yo mismo/a se beneficiaría de mi
coraje? Para ponerse en contacto con el valor para otros y el valor de la propia
identidad pública de, como planteaba Gandhi, ser el cambio que queremos para el
mundo y vivir en la consistencia.
Todos sabemos del coraje
y de su ausencia, por eso aunque he citado a doctos personajes, hay una
definición que se atribuye a Ambrose Redmoon, pseudónimo de James Neil
Hollingworth, un hippie, beatnik, y agente de bandas de rock en los años 60, no
parece una carta de presentación para un
paper y sin embargo para mi gusto
resulta más diáfana y útil que ninguna, a los efectos del coaching: “El coraje
no es la ausencia de miedo, sino el juicio de que hay algo más importante que el miedo”. Una definición casi ontológica
que nos pone en la gran pista de encontrar ese algo que para el coachee y para
nosotros mismos es más importante, porque al descubrirlo y volverlo a poner en
nuestro corazón nos levantaremos con el coraje interior que nos permite
atrevernos a vivir la vida que queremos, aquella por la que estaríamos
dispuestos a morir.
Me parece genial y enriquecedor. Gracias Juan Vera
ResponderEliminarMe encantó Juan, Felicitaciones!!
ResponderEliminarMe gustó mucho el comentario final “El coraje no es la ausencia de miedo, sino el juicio de que hay algo más importante que el miedo”.
ResponderEliminarSaludos