domingo, octubre 29, 2006

Querido Marcelo: ¿Son frágiles los niños?


Cuando se caen se rompen menos que nosotros, sus huesos parecen de goma, sus humores parecen juncos. Tal vez nuestro desacuerdo esté en las palabras y sus sonidos en nosotros, quiero decir en el sentido que les hemos ido asignando durante nuestra experiencia del vivir.

Cuando yo voy al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, no me quedo con las acepciones que tu citas sino con la de "Inestabilidad"

Lo que trato de decir es que el ser humano es inestable, que esa inestabilidad está en su esencia y dicho eso debería volver a alguno de los argumentos que ya diera en el post de fecha 16/09 en el que daba entrada a tu mail de reacción a mi primera reflexión sobre la fragilidad. Sería una lata hacerlo, pero lo central es que no propugno que nos vayamos a la fragilidad para liderar, sino que el hecho de sabernos inestables no frene nuestra capacidad de sentirnos dignos, legítimos, magníficos para llevar adelante nuestro plan en el mundo.

Frágil y Vulnerable, por cierto son categorias distintas. Somos vulnerables porque podemos ser heridos. La fragilidad puede hacernos vulnerables. Yo precisamente lo que quiero decir es que aceptemos la fragilidad para no ser vulnerables. Por ser vulnerables no siempre somos frágiles, a veces la vulnerabilidad está relacionada con nuestro mejor ser, aquel abierto, sincero, honesto, transparente, que por serlo deja espacio en su pecho para que entre una daga, pero al cabo seguiré citando a Antonio Gala y su bella frase que pone en boca de Abderramán: Nos hacemos mas daño con los escudos que con las espadas. Terminamos siendo vulnerables a nosotros mismos cuando nos guardamos dentro de armaduras que nos alejan de la vida.

El sabado de la semana pasada estuve con otros colegas en un encuentro con nuestro común amigo Eduardo Yentzen hablando sobre los personajes interiores. Todos somos varios (yo me encontré cinco personajes interiores y no quiero seguir buscando) y cuando hablamos lo hacemos desde alguno de ellos. Quisiéramos ser uno, ser sólidos, ser coherentes hasta la esencia misma de nuestro ser y sin embargo transitamos de un personaje a otro ¿Cuál habla ahora? ¿Podrá el siguiente mantener toda la coherencia del anterior? ¿Y si no la mantiene me inhibo, me deslegitimo, me considero incapacitado para hablarle al mundo desde una posición de liderazgo? ¿Existen esas mujeres y hombres que pueden tirar la primera piedra?.

La madurez, a mi juicio, tiene que ver con la aceptación de nosotros mismos como seres inestables que no se han rendido y buscan ser mejores. Creo que en eso coincidimos. La madurez no es sinónimo de perfección, sino la capacidad de sobreponernos a saberse imperfectos, en tránsito, contradictorios y aún así mantener incólume la esperanza que somos una contribución para el mundo y que creyéndolo nos constituimos mejores.

Opino como tu sobre la vejez. La vejez es un estado del alma. Philip Roth dice "la vejez no es una batalla, sino una masacre". Quiero decir que la vejez no es durante mucho tiempo una cuestión de edad. Miro mi propia vida y yo fui un viejo prematuro y después un joven tardío. Tengo la expectativa que serenamente me llegue por fin la madurez. Y la concibo como te he dicho y tal vez lo que haga al escribir sobre la fragilidad sea decirme, que las decepciones sobre mi mismo no me resten el impulso de querer ser influyente en las cosas en las que creo, aunque no sea desde un personaje que constantemente vive en su centro, aunque sea desde éste que me desconcierta en sus idas y venidas. En este frágil que sin embargo no se rompe.

Puede que esta sea toda la diferencia: que nos quedamos con acepciones distintas del diccionario y como tantas veces la culpa o la magia la tenga el lenguaje. No me acepto roto, sin posibilidades, me acepto gaseoso, empezando a ser líquido con el sueño de la solidez que me llevará de nuevo a ser una partícula de gas en algún universo que aún está por conocer.

Me dijiste que este fin de semana estarías en Santiago. Tal vez me llames y aprovechemos para no hablar de esto.

Con el afecto de siempre.

Juan



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5 comentarios:

  1. Para "morar en el corazón" hay, pues, que percibir antes que es en él donde esta lo buscado: "Donde estuviere vuestro tesoro allí estará vuestro corazón".

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  3. El ateo es Dios que juega al escondite consigo mismo. Pero el creyente, ¿es algo distinto? Tal vez,puesto que ha visto la sombra de Dios y se ha asido a ella.

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