sábado, marzo 18, 2017

Conversando con Alberto Hernández (2)


Vuelvo a la conversación escrita con Alberto Hérnandez (ver entrada del 15 de marzo 2.017). El primer punto en el que me hizo detenerme fue cuando Alberto dice:

"Juan afirma que el Coaching se vuelve muy importante en un momento muy particular que es cuando el dirigente se despersonaliza y se transforma en el rol que ejerce, se despersonifica. A mí me atrae mucho esta expresión, pero al mismo tiempo me genera dudas. Me atrae porque lo veo a diario e incluso lo he vivido personalmente siendo funcionario político: en algún momento te sentís el cargo que ocupás. Pero también me genera dudas por varias cosas. En primer lugar, lo de transformar la persona en el rol que se ocupa no es privativo de la política: cuántos gerentes hay que siguen siendo gerentes en su casa, con sus amigos y en la cola de la panadería?".

Estoy de acuerdo con lo que dice Alberto, este es un efecto que no es privativo de la Política, por eso el Programa se plantea el espacio de la Política y el Poder, podría haber declarado desde un principio que el gran tema es ese, el del Poder, el efecto del poder en las personas. Ahora bien, es  el mundo de la Política  el que articula de una forma más directa la convivencia de las personas. Lo podemos despreciar, lo desvalorizamos, lo llenamos de críticas, pero a la vez es el que más nos determina en nuestro diario vivir. 

Sigue diciendo Alberto:

"Por otro lado me genera alguna duda el mismo concepto: ¿Es posible separar persona y rol? ¿Hasta dónde además es conveniente que así sea? Digo esto porque si se plantea una separación es posible que demos lugar a un espacio de actuación donde puedo ser el peor del mundo en el rol y el mejor en el plano humano. Llevo las cosas al extremo: Hitler podía ser el peor del mundo en el rol, pero sin embargo el mejor tío o el mejor abuelo al mismo tiempo, porque ese espacio reservado a la persona podría transformarse en el lugar donde el político des-culpabiliza las acciones que ejecuta al ejercer el rol."

Ciertamente separarlo es siempre un ejercicio teórico, sabemos que en la práctica no estamos divididos y que implica niveles de transferencia entre las conversaciones interiores de quienes estamos siendo. Esas conversaciones interiores que reflejan contradicciones de nuestros enfoques dependiendo desde dónde miremos y a dónde dirijamos nuestra mirada hay que ponerlos de alguna manera en el lenguaje. Mi propuesta es que el coach se proponga hacerlo en la medida en que precisamente puede encontrar los mecanismos justificatorios que el coachee habita y mostrárselos. Imagínate poder decirle a tu coachee ¿Qué haría María "X", la que declara esto y esto ante esta situación? ¿Qué haría o hace la Directora del Servicio "Y" cuando afronta esta situación? ¿Son compatibles esa dos conductas? ¿Qué valores estás respetando y cuáles no? ¿Te reconoces en esto? Y siguiendo tu supuesto, creo que precisamente llevarle a ver esta dicotomía más que desculpabilizar a quien la vive le muestra espacios de inconsistencia o de desviación de su propuesta declarativa.

En su siguiente párrafo Alberto continúa

"Creo que tenemos dificultades conceptuales en este asunto. Lo que plantea Juan es lo correcto, pero no me parece que esté bien resuelto. ¿Y si pensamos en un ser humano único que tiene distintos espacios de actuaciones? Parece lo mismo pero no lo es. La expresión de Juan “se despersonaliza y se transforma en su rol” abre la puerta al hiato, a la separación y ahí surge una dificultad seria ya no solo en la conceptualización sino también en la intervención del proceso de Coaching. Nosotros creo que somos útiles tratando de trabajar en la unicidad del dirigente y no promoviendo cierta fragmentación. Imagino a Juan, leyendo esto, diciendo que por supuesto él no está de acuerdo con la fragmentación y -digo yo- eso es evidentemente así por lo escuchado en todo el Curso. Pero refiero a la sutileza de cómo se puede recibir lo dicho por Juan; hablo desde mi lugar de alumno del curso".

En cualquier caso el comentario de Alberto es válido para mí porque puedo o podemos hacer más énfasis en esto, para no dejar espacio a la duda de que estamos absolutamente de acuerdo en la unicidad y que la separación proviene de un ejercicio de análisis que nos permite tener un supuesto "no real de la realidad", pero útil, desde mi punto de vista, para organizar nuestra forma de intervención, en la misma línea de dinámicas como la de los dos espejos. Hacer conversar al coachee consigo mismo desde la observación de inconsistencias declarativas es sumamente valioso.

      Termina su comentario Alberto diciendo:

"Creo que resulta necesario discutir más a fondo que uno no es el rol. Hay peligros en varios frentes, como he intentado sugerir en este párrafo."

 De hecho mi punto de partida es que cuando la persona se siente su rol, se está perdiendo de si misma. Cuando el rol invade a la persona lo desconecta de su núcleo de sentido y eso siempre trae consecuencias para la identidad pública y principalmente para los aspectos más profundos de la conciencia.

Cuando ahora al escribir este post amplío la respuesta que le escribí a Alberto, me doy cuenta que estamos en medio de uno de los fundamentos de la propuesta ontológica: Si bien el Ser genera Acción, no es menos cierto que la Acción genera Ser ¿Que Ser está generando la acción sistemática de alguien que se ha dejado absorber por su rol? Esta es la base del diseño que si yo hubiera sido el coach de Alberto en sus tiempos de Secretario de Estado hubiera tratado que enfrentase (Sí, en este caso procede enfrentar más que afrontar).

3 comentarios:

  1. Tomo el atrevimiento de "meterme por la ventana" en el debate o conversación, práctica que me parece estimulante, para considerar también que los roles se van configurando con los aportes de las personas que lo ejercen. Los contenidos no siempre serán de nuestro agrado, por lo que el desafío es ver el contenido que uno quiere aportar a ese ejercicio. La despersonalización por el rol es como el síntoma de "la enfermedad", la alienación que el poder de muchos roles conlleva como riesgo. Es, en el paisaje de nuestra sociedad, frecuente y se referencia con el poder. La acción política es como el escenario más visible y frecuente, pero lejos de ser el único. Vemos seguido a mujeres, de mediana edad, que trabajan fuera del hogar para sostener a sus hijos, que "no tienen tiempo" para otras cosas que no sea ser madres: dejan de ser mujeres, esposas, amantes, ciudadanas, personas con deseos y gustos, etc. Podemos abundar en otros ejemplos. Cito esto solo porque es lo que veo seguido en parte de mi trabajo.
    El desafío, entiendo, es como reforzamos "los anticuerpos" para que los roles no nos ¿alienen?. Este concepto parece extemporáneo (alienación) y no se si se utiliza en esta disciplina, pero a mi me resulta ilustrativo.
    Me parece que una mirada holística y dinámica ante la fragmentación nos invita a que nos veamos y conversemos con nosotros mismos y con el espacio o el rol en el que estamos, donde entramos y salimos en todo momento.
    Gracias por hacerme parte del intercambio y ojalá se multipliquen estas prácticas estimulantes.

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  2. Tomo el atrevimiento de "meterme por la ventana" en el debate o conversación, práctica que me parece estimulante, para considerar también que los roles se van configurando con los aportes de las personas que lo ejercen. Los contenidos no siempre serán de nuestro agrado, por lo que el desafío es ver el contenido que uno quiere aportar a ese ejercicio. La despersonalización por el rol es como el síntoma de "la enfermedad", la alienación que el poder de muchos roles conlleva como riesgo. Es, en el paisaje de nuestra sociedad, frecuente y se referencia con el poder. La acción política es como el escenario más visible y frecuente, pero lejos de ser el único. Vemos seguido a mujeres, de mediana edad, que trabajan fuera del hogar para sostener a sus hijos, que "no tienen tiempo" para otras cosas que no sea ser madres: dejan de ser mujeres, esposas, amantes, ciudadanas, personas con deseos y gustos, etc. Podemos abundar en otros ejemplos. Cito esto solo porque es lo que veo seguido en parte de mi trabajo.
    El desafío, entiendo, es como reforzamos "los anticuerpos" para que los roles no nos ¿alienen?. Este concepto parece extemporáneo (alienación) y no se si se utiliza en esta disciplina, pero a mi me resulta ilustrativo.
    Me parece que una mirada holística y dinámica ante la fragmentación nos invita a que nos veamos y conversemos con nosotros mismos y con el espacio o el rol en el que estamos, donde entramos y salimos en todo momento.
    Gracias por hacerme parte del intercambio y ojalá se multipliquen estas prácticas estimulantes.

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  3. Recuerdo a Bruce Lipton que decía que si tomaba a un grupo de células idénticas y las ponía, unas en un caldo de cultivo, otras en otro y un tercer grupo en un tercero; después de un tiempo, las primeras se transformaban en hueso, las segundas en músculo y las terceras en sangre. Cual es la célula verdadera y cuales las alienadas ?

    Pienso que esta idea de tener una esencia única, podría ser cuestionada. Somos según los caldos de cultivo en que actuamos.

    Mi hacer me transforma, que le lleva un hablar particular. El coaching es una intervención en la forma como habla de si mismo y del mundo, con efectos en el actuar, lo que produce transformación.

    Pienso que están tocando el tema de la mente y la conciencia, un tema del que la neurociencia ni siquiera manotea aún, o solo a un nivel leve. En todo caso Harari dice que este siglo será el de la gran exploración y mapeo de la conciencia.

    Neruda tiene un poema en que lidia con todos los yoes que lo haitan.

    Saludos

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