viernes, noviembre 16, 2007

Dónde encontramos la alegría



Uso en este post las fotos a las que me ha dado acceso mi alumna del Magíster y académica de la Universidad de Tarapacá Ada Rivas y aprovecho la reflexión de otro exalumno Manuel Labbé en respuesta al "arte de dirigir" en el que hablé de dirigir desde la alegría y escribí "Ando en la búsqueda de las emociones desde las que se produce el liderazgo y me inclino a pensar que dentro de ese doble par de fuerzas emocionales: rabia-miedo y alegría-tristeza, es desde la rabia justificada y desde la alegría que movemos a las personas"


Manuel me escribe: Creo que un líder debe sentir la alegría de entregar (ya que decir “formar” es muy engreído) ciertas visiones a otros que puedan ayudarles en sus propios caminos de desarrollo, sintiéndose así parte de su éxito, lo que genera más alegría en un gran círculo virtuoso. Tal vez sea interesante explorar en alguna siguiente reflexión, el cómo se genera la alegría.

En mi caso, es a través de mis stocks de alegría, es decir mis recuerdos donde he podido entregar alguna herramienta que ayuda al desarrollo de alguien
.

Deja así abierta la pregunta ¿Dónde encontramos la alegría? ¿Dónde mira ese niño aymara de la foto? ¿Qué necesita para sonreir?

Mi buen amigo José Ramón Fernández Naves en el capítulo "Geografía de las emociones" incluido en la compilación "Liderando con emoción" que editó hace unos años Soluziona, asocia la alegría con la conexión y la experiencia de plenitud.

José Ramón habla del "río de la alegría", un río místico que para mí tiene que ver con el amor y el agradecimiento. El agradecimiento de ver una flor que en sí misma es un milagro, como esa camelia del Sur de Chile que Ada fotografía capturando en ella su infancia. Esa alegría me da a mí cuando huelo jazmines y toda mi infancia en los veranos de Jumilla entra por mi nariz y me trae el compromiso con la vida. Esa alegría es la que me produce mi hija Arancha cuando me regala una vara de nardos y su aroma me conecta con la plenitud de vivir.

Sigo, Manuel, el hilo de tu pregunta con la intención que otras personas nos digan dónde encuentran la alegría. Yo cada vez estoy más cerca de la frase de Paul Valery "A menudo pienso y a menudo soy" que Anselm Grüm analiza así: "Cuando pienso sobre mi vida, me distancio de ella, me retiro de la vida. Pienso sobre la vida y sin embargo me separo de ella. Reflexiono sobre la vida, pero no la observo, no la siento. Paul Valery conoce la otra experiencia de que a veces sencillamente es (...) Cuando sencillamente soy, cuando soy puro ser, entonces vivo realmente"
Encuentro la alegría en la conexión con este momento, en el que desde luego mis recuerdos son también presente. Están aquí. Me acompañan. Son.
Como Anselm Grüm es benedictino y muy creyente no puede evitar citar a sus compañeros de fe, pero estoy muy de acuerdo cuando dice: "Juan Crisóstomo dijo que Dios dejó a los seres humanos algo del paraíso: las estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños. Tomás de Aquino añade que Crisóstomo se olvidó de dos cosas: el vino y el queso"
¡Tienen tantos lugares donde encontrar los directivos (con quienes comparto este blog) el interruptor de su alegría! basta con salir de la obsesión de ser víctimas y mirar alrededor, al cielo, al campo, a las personas que queremos, a nuestra despensa, al privilegio de su responsabilidad

sábado, noviembre 03, 2007

¡COÑO...Estoy VIVO!


En mi Taller de "Gestión de sí mismo", incluyo una versión del ejercicio de imaginería gestáltica del que habla Stephen Covey al comienzo del capítulo donde expone su Segundo Hábito de la gente altamente efectiva: "Empiece con un fin en su mente". En el ejercicio asistimos a nuestro propio funeral. Suele ser una experiencia muy emocional y generadora de reportes poderosos y de conclusiones personales con gran potencial de covertirse en decisiones.


Ya hace más de un mes en la empresa cliente en la que desarrollé por última vez este taller se produjo una vez más este mismo efecto y en los reportes, uno de los asistentes (quiero citar su nombre, se llama Juan Colina) tomó la palabra para relatar lo que le había sucedido. Su sencillez nos conmovió a todos, expresó la intensidad de ese instante de enfrentarse con la desaparición y al darse cuenta que era simplemente una situación imaginaria, le vino la frase: ¡Coño...estoy vivo!


Le escuché y me di cuenta que, con su acento tropical y su frase simple, había resumido mejor que yo la fuerza de lo que traté que descubrieran, coño, estoy vivo, tengo el tiempo para hacer lo que tengo que hacer, lo que no puedo permitir que quede pendiente, para tener las conversacines no tenidas, para demostrar los afectos no demostrados, para cambiar aquello que no quiero que siga ocurriendo en mi vida, para ser el que quiero ser, para que no se me escape, trivial, una vida sin brillo entre los días y sus horas, para enmarcar aquello que quiero, para dejar las semillas que quiero dejar. Estoy vivo...coño.


A veces eso es todo lo que un coaching puede hacer: llevar al otro a la evidencia de que está viviendo, que vivir es un tesoro, que es siempre una oportunidad, que quien vive y dirige no puede conformarse con vegetar, que tiene ante sí las posibilidades de lograr que las cosas sucedan para sí y para su entorno y el tiempo es corto y la tarea es grande.


A veces el principal aporte del coach es que el coachee se conecte consigo mismo, que diga en su interior: ¡Coño, estoy vivo! y la vida está aquí para que yo la viva y puedo gustarme a mi mismo en el presente por la forma en que entrego, doy, me relaciono con otros. Puedo querer hoy al directivo que soy, que está siendo. Puedo dejar de pensar en quien quiero ser y vivirlo en este momento preciso, hoy que vivo.


Que el presente sea el territorio.


No escribo más, tengo que vivir esta mañana de primavera, pero si quiero decirle a mi tocayo Colina, que le doy las gracias y me estrecho en un abrazo desde Chile, porque estoy aquí presente, porque ¡Coño, coño, coño...estoy vivo!

lunes, septiembre 17, 2007

Las preguntas y su movimiento


LLeva razón Ignacio Fernández cuando, en su comment a mi entrada anterior, se refiere al coaching como el resultado de cambiar al observador que somos. Matizaría que ese es el coaching efectivo, pero podemos hablar de un proceso de coaching a aquel que trata de cambiar a ese observador siguiendo un determinado enfoque conversacional que entiende que el aprendizaje es un camino mayeútico de descubrimiento de nuevos paradigmas, aun cuando ese cambio no se produzca. Podríamos decir que fue un coaching fallido, que no obtuvo resultados, pero no me atrevería decir que no lo fue en su intención.

En cualquier caso, si empiezo dándole la razón a Ignacio, no es solo por buena crianza (siguiendo la frase tan usada en Chile) sino porque en realidad el Congreso al que aludo tiene como lema "Las preguntas que nos mueven", refiriéndose a la comunidad de coaches y es desde esta perspectiva desde la que vimos que el debate abierto por el Obispo Goic podría incluirse dentro de la categoria de coaching social, en la medida en que pretende cambiar enfoques desde los que la sociedad chilena y su gobierno contemplan la desigualdad y la brecha de pobreza, sin embargo no di todas las aclaraciones para situar adecuadamente el tema.


Hablo, entonces, de preguntas que nos cambian la vibración, que nos sacan de las respuestas automáticas, que nos impiden esas respuestas hechas que ya no abren surcos para lo nuevo. Hablo de preguntas que nos llevan a otro lugar, que encienden la luz en una habitación distinta a la que solemos estar.
En las últimas semanas he tenido varias de esas conversaciones en mi rol de coach, quiero referirme a la que tuve con "R" mientras recordábamos que cuando empezamos nuestro trabajo hace meses, se sentía cansado de ser un técnico de primera clase, así se describió él, pero con un gran abandono de sí mismo, sin vivir el presente, sin entregarse a nada.

Hemos trabajado y seguiremos trabajando con varias preguntas motoras:
  1. ¿Qué tienes que perdonarte?
  2. ¿Qué valoras en tí?

  3. ¿Qué quieres realmente construir?

  4. ¿Qué quieres recuperar para sentir el balance que te da equilibrio?

pero hay una que le dejó pensando, que le llevó a esa habitación no visitada a la que me refiero:

- ¿En qué tienes que fracasar? - le pregunté

- No te entiendo -me dijo

- Me refiero a esas situaciones que no nos gustan, que nos agobian pero que mantenemos por inercia, por cobardía, por falta de fuerza; a esas situaciones que nos lastran y que deberíamos soltar, no seguir resistiendo con explicaciones que no tienen asidero. Declarar que fracasamos en ellas puede ser un gran triunfo.


R me miró con esos brillos que ya se interpretar, tienen que ver con la sorpresa y el camino que abre, tienen que ver con movimiento.

domingo, agosto 19, 2007

Coaching a la Sociedad: el Obispo Goic

Estamos preparando el Congreso de Coaching que se celebrará en Noviembre en Santiago y con Eduardo Walker y Claudia Raffo iniciamos ya en Buenos Aires una conversación sobre coaching Societal o coaching a la sociedad, en el fondo la capacidad para situar las preguntas y los temas que suponen una mirada distinta en la sociedad en la que vivimos, para mostrar aquellos quiebres que no queremos ver o para los que tratamos de aplicar paradigmas que no se hacen cargo de nuevas posibilidades y que han demostrado su inoperancia para resolver lo no resuelto. Preguntas que no nos hacemos ¿Es esta una cualidad de los líderes?

El tema, con otros ya incorporados en la Comisión creada por la ICF Chile, va tomando forma. En la última reunión de directorio Eduardo puso un buen ejemplo: "Es lo que está haciendo el Obispo Goic con su propuesta de salario ético". Coincido con él, es indiferente el punto de vista del que partamos, para aceptar que supone un nuevo enfoque al problema de la desigualdad en un país:

que está en vías de desarrollo y cuyos sectores industriales funcionan con éxito

que tiene reservas en el extranjero para resistir cualquier crisis económica

que tiene una clase empresarial y directiva que se declara profundamente cristiana.


Inmediatamente las mentes económistas ortodoxas han salido al paso, que es una petición demagógica, que el Obispo no sabe de economía, que el mercado sabe resolver estos problemas de la forma mas eficiente, que reclamar un salario ético, implica asumir costos que producirán el desempleo de mas personas. La pregunta que lanzan es si por ser, aparentemente, mas justos con quienes tienen trabajo, se puede condenar a otros a estar sin él.

Pues no, no se puede condenar a esos otros, pero ese no es el fondo de la cuestión. Lo que Alejandro Goic plantea es una llamada a la conciencia social de si es admisible pagar sueldos de miseria mientras las empresas se enriquecen y el país acumula superavits históricos. ¿Qué vamos a hacer ante eso? ¿En qué pais queremos vivir? ¿Preferimos Estados Unidos o los paises escandinavos? Y lo importante es que su pregunta ha remecido a la sociedad y se han producido encuentros y desencuentros que no corresponden a las lógicas partidarias.

Hablamos de coaching social cuando nos damos la posibilidad de interpelar al mundo en el que vivimos, cuestionando sus reglas y si pongo el tema en estas notas de mi blog, es porque conforme la reflexión ha ido tomando cuerpo, además de alegrarme porque la Iglesia cambie su agenda y deje de estar tan preocupada por el uso de los anticonceptivos para estar mas alineada con la injusticia social, que desgarra las vidas de tantos. Además de eso, digo, me lleva al pensamiento de si quienes son dirigentes sociales pueden serlo responsablemente sin cuestionarse adonde nos conduce esta forma de vivir, que mundo estamos construyendo, si somos más felices ademas de ser mas ricos, si hay mas afecto además de mas fuerzas de seguridad, si avanza la igualdad de oportunidades además de puntear en los rankings mundiales.
Los economistas pueden no entenderlo, la senadora Mattei desde luego que no, pero cuando el Obispo responde "No soy economista pero percibo el drama de los más pobres" se refiere a algo que la mayoría vive y entiende y su voz, sin doctorados en Chicago, remueve la conciencias de muchos y la conciencia no responde al mercado, sino a las íntimas convicciones que con los días nublados se nos empañan.

Tendremos una linea congresual dedicada a este tema y deberemos pensar en nuevas preguntas para la comunidad de la que somos y pensar, también, desde qué lugar se originan para que sean legítimas. Me he anotado a esta búsqueda.



lunes, agosto 13, 2007

Corpore sano

Con Carmen Cordero se aprende que es cierta la frase "No tengo cuerpo para esto" A veces no tenemos cuerpo, porque hemos dejado que nuestra historia lo borre, que nuestra mente se haya enseñoreado de nuestro vivir y el cuerpo en el que somos sea un soporte con pocas posibilidades.

Y sin embargo aquí lo tenemos, con toda su capacidad de contenernos, de permitirnos vivir las emociones, como lo tangible que hace posible nuestra integración.

Durante estos años de coaching directivo he enviado a varios de mis coachees a que trabajaran con Carmen, siempre me lo han agradecido. Este fin de semana fui yo.

En el cuerpo no hay nada nuevo dice, lo nuevo surge en el mundo interpretativo del lenguaje. Por eso hay veces que hay que preguntarle al cuerpo ¿Qué dice? ¿Qué nos recomienda? Porque su antigüedad es sabia. La mente hace el relato que le acomoda. Termina siendo menos cierta.

Este cuerpo nuestro también vive en las organizaciones. Nos parece que no, que en esta sociedad del conocimiento el cuerpo es decoración, es la carcasa que nos lleva. Los directivos tienen cuerpo y pasan por las cuatro emociones básicas que traemos impresas biológicamente y que se expresan por conexiones sensomotoras: El miedo, la rabia, la tristeza y la alegría. Esa legitimidad hay que defenderla y mostrarla.

Un día descubrí que era imposible quedarse sólo en esa dimensión del intelecto, que era necesario identificar en qué emoción recurrente vive el cuerpo, porque sus disposiciones para la acción mas frecuentes vienen de esa emocionalidad. El mundo es distinto desde el miedo, que desde la rabia, ambas tan necesarias. Es diferente desde la tristeza, que desde la alegría, ambas tan inseparables.

Desde el coaching que se practica con el lenguaje no podemos hablar del cuerpo, hay algo que queda en la zona de sombra, que solo se puede vivir desde el amasijo de fibras. Podemos deconstruir lingüísticamente las emociones y buscar que amenaza hay detrás del miedo, que injusticia detrás de la rabia, que pérdida detrás de la tristeza, que conexión de plenitud produce la alegría, pero las emociones finalmente nos pueden llegar sin juicios, como resultado de ese devenir histórico en el que hemos "educado" a estos músculos que nos sostienen. Al final hay un aparente misterio que expresa nuestra biología como un algoritmo. Es "harina de otro costal" que nosotros no conozcamos sus variables. Carmen las explica desde la musculatura.

Escribo y escribo en mi cuaderno. Me hago preguntas. Anoto otras para algunos de los coachees que aparecen con nitidez en mi retina ¿A quién le hago estas preguntas? tal vez no haya nadie dentro de estas tapas de cartón 13x19.

El cuerpo siempre está y sin embargo buscamos en la mente aquello que no puede decirnos.

sábado, julio 28, 2007

La sinfonía de la Innovación


Preparo mi artículo mensual sobre el arte de dirigir y no puedo sustraerme de la experiencia de mi Taller de Liderazgo en Venezuela con la Orquesta Sinfonica Juvenil de Nueva Esparta. Fue una experiencia fantástica de la que aprendimos, viviéndolas, algunas cosas simples pero interesantes. No repetiré lo que aparecerá escrito en otra parte.




Como las cosas se conectan, esta semana dentro de la consultoría que realizo para la nueva institucionalidad del Sistema Nacional de Innovacion en Chile me entrevisté con Jean Jacques Duhart y la conversación nos llevó al artículo de Eugenio Tironi "Orquestas para la Innovación"que se refiere a las causas del progreso innovador en Finlandia, uno de los países referenciales en el mundo actual y especialmente para Chile, por su tamaño y su carácter períferico.


La relación de la innovación y el arte, el emprendedor y el artista, que hablaba en el post anterior. Atreverse, ser audaz. Lo contrario a lo que vamos construyendo en nuestra vida conservadora.



  • ¿A qué no te atreves aunque te gustaría que ocurriera?


  • ¿Qué preservas con la inacción?


  • ¿Que valor tiene eso para ti?


  • ¿Por qué tienes que perderlo?


  • ¿Qué tendrías que declarar para que fuese posible?


Mas o menos, está fue la secuencia de uno de los coaching del año pasado con "G". Lo recordé ayer cuando almorzábamos juntos y en la cabeza se me cruzaban orquestas, tironis, venezuelas y entrevistas para la innovación.



- Creo que he dejado de ser un directivo de primera división, me estoy achaclanando, ¡Qué fracaso haberme venido aquí! -me decía


- No confundas cometer un error con un fracaso. Lo primero representa una acción desacertada, prueba y error, aprendizaje. Lo segundo es un juicio inhabilitante: "no fui capaz, ya nunca lo lograré".



¿Es el miedo al error lo que impide la innovación o el sentimiento de fracaso que nos inunda? ¿Por qué nos sentimos fracasados? ¿Ante quién? ¿Qué pasión oculta?



- Te equivocaste, parece que sí pero... ¿Conoces a alguien que no se equivoque?



Innovar no es el resultado de la tecnología, es el resultado de la persistencia, de la creatividad, de la libertad interior, de la ausencia de muros, de la obsesión. Y le hablé de aquellos niños ensayando una y otra vez la Sinfonía 1812 de Tchaikovsky, hasta que todo fue un silencio con música y todos mis alumnos tenían los ojos brillantes entendiendo qué era dirigir, cuantos errores necesarios estaban inútilmente evitando.




domingo, julio 22, 2007

Los jóvenes empresarios

La foto es de ataudes en forma de anímales, una industria que se desarrolla en Ghana y de la que tuve conocimiento a traves del diaporama del gran escultor Mario Irarrázaval del que ya he hablado. Una manera tan diferente de despedir la vida, una manera tan distinta de escuchar las necesidades de la muerte.

No voy a hablar, desde luego, del mercado funerario, llego de Margarita donde realizo una subyugante consultoría en una empresa que apuesta por las personas y donde fui invitado por la Asociación de Jóvenes Empresarios de Venezuela a exponer mi visión del liderazgo emprendedor en la presentación de la Asociación en la Isla.

Al preparar mis palabras recordé que yo fui un joven empresario, que a los 21 años con 7 audaces más, fundamos K Española de Informática y con ella iniciamos una larga travesía por el mundo empresarial ¿Qué fue lo que tuvimos para iniciar esa aventura?: Valentía, confianza en nosotros y una seguridad de que estábamos haciéndonos cargo de una necesidad que se iba a ir profundizando en el tiempo. Me pareció mas interesante hablarles desde esa experiencia.


Imaginamos un proyecto que tenía sentido dentro de un mundo que nunca dudamos que vendría. La realidad superó nuestra imaginación, pero cuando ocurrió, muchos pensaban que era una locura de un grupo de jovencitos. Nosotros no, y en última instancia decidimos que la vida sin locura languidece, que era nuestra oportunidad de crear.
Esa fue la idea central que llevé al encuentro con los jóvenes empresarios: el líder emprendedor como artista: observa, siente, interpreta, siente, crea, sigue sintiendo, muestra, comunica, sigue escuchando, afina, refina, predica.


¿Qué creíamos hacer cuando lo hacíamos? Sólo seguiamos un sueño, un convencimiento y poníamos la fuerza de nuestros 2o años a su disposición. Fue después que empezamos a analizar y mucho mas tarde que podría haber respondido a la pregunta sobre qué diferencia a los líderes emprendedores que empiezan sus pequeñas empresas con limitadísimos recursos, como lo hice en mi conferencia:

  1. Maximizan su escucha, están en conexión con algo que brilla detrás de la incertidumbre, ven una luz entre la niebla.

  2. Hacen una oferta diferenciada, innovando, crean un nuevo uso, un nuevo producto o desafían que algo que funciona en otra cultura puede funcionar en la suya.

  3. Gestionan el talento y su buena mezcla: conocimiento, compromiso y acción.

Cuando ocurre, sin embargo, se llama intuición, impulso, audacia, revuelto con aritmética y sentido de la excelencia. La misma receta de los huevos revueltos.



Me gustan los coaching donde aparece la visión y la incertidumbre. Puedo hablar de arte, puedo preguntar ¿Que habría en la mente de aquellos arquitectos del siglo XIII que levantaron las magníficas catedrales góticas? ¿Hay mas incertidumbre acaso en tu proyecto? Me gustan porque percibo que ese impulso de crear está presente y genera un compromiso en lo mas profundo de las personas, o tal vez porque me deja recordar mis paseos por las calles de León que fueron el paisaje del que nació mi primera empresa y la sensación de plenitud que me transportaba al llegar a la Plaza de la Catedral y encontrarme cada día con la Pulchra leonina.



Yo también quería trascender, crear una obra, comprometerme con su construcción, aunque como decía Robert L Stevenson mi aporte al mundo fuera simplemente el descubrimiento de una nueva variedad de amapola. De estas cosas les hablo, se trata que se pongan en íntimo contacto con la variedad de amapola que quieren aportar al mundo. El resto son los huevos revueltos.